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gar. -¿Qué gracias? –1ª Que se haga el año 82, tercer
centenar de tu muerte, una peregrinación devotísima Enrique de Ossó, el
y numerosísima, alcanzando facultad de Roma, para apóstol, el padre, el
venerar tu incorrupto cuerpo. Todo como y en la for-
fundador, el Solitario,
ma que te lo pido y tengo meditado. -2º. Que sobre
tu sepulcro podamos colocar el birrete de Doctora también SE ATREVE
mística de la Iglesia, obteniendo de la Santa Sede un A SOÑAR Y A CREER
decreto que así lo disponga; y 3ª por fin, que todas
tus obras teresianas antiguas y nuevas las llenes de EN LOS SUEÑOS.
tal modo de tu espíritu, que cada una de tus hijas sea
otra Teresa de Jesús sobre la tierra y en especial por
las que tú sabes y te pido todos los días con gran fervor; coronando la fiesta de la
peregrinación un certamen literario en el que tomen parte todas las artes liberales
para celebrarte y ensalzarte”. Sonrióse la Santa y nada me contestó; sólo me dijo:
“Y para ti nada pides, hijo mío? - Oh Santa de mi corazón! Os pido que me hagáis
santo y sabio, el primero en el mundo y en el cielo en conocer y amar a tu Jesús y a
ti, después de haberle hecho conocer y amar por mayor número de almas.” Aceptó
la súplica la Santa al parecer, pero un ruido suave y gratísimo me hizo despertar…
El Solitario (2)
Enrique de Ossó, el apóstol, el padre, el fundador, el Solitario, también SE
ATREVE A SOÑAR Y A CREER EN LOS SUEÑOS. Sabe que para entrar en el mundo
de la fe basta sólo una virtud, la HUMILDAD (3). Por eso no frena los grandes
e innumerables deseos de su corazón y SE ATREVE A PEDIR y a CONFIAR. Pide
con la osadía de los AMIGOS DE DIOS, y confía con la sencillez de los POBRES
SIERVOS… Para él sólo quiere la santidad y la sabiduría de conocer y amar a Jesús
y hacerle conocer y amar a través de la mediación de Teresa de Jesús. Y nosotros
somos testigos del cumplimiento de aquellas gracias pedidas:
Hoy sabemos que esa “peregrinación devotísima y numerosísima” fue un éxito
y alumbró los comienzos de la Hermandad Teresiana Universal. Las madres
carmelitas del monasterio de Alba – esas otras hijas que moran en el silencio del
claustro en oración y penitencia - enseñan generosamente a cuantos vamos a visitarlas
aquellas actas llenas de firmas de los peregrinos que en aquella ocasión se
(2) RT, noviembre 1879, año VIII nº 86
(3) RT junio 1877, Año V, nº57
Editorial STJ
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