bhelma vi - Ejército de tierra - Ministerio de Defensa

LOS INICIOS DEL CORRER
“El mejor corredor no deja huellas” Tao Te Ching
Cuando los primeros humanos aparecieron sobre la tierra
hace dos millones y medio de años, llevaron una vida
nómada, con una gran actividad física, durante más del
99% de su existencia. Sólo desde que aparecieron la agricultura
y la ganadería hace unos diez mil años, en el último 0,4% de
la historia de la humanidad, cambiamos la incertidumbre de las
cacerías de mamuts, de buscar frutos en los bosques, de levantar
el campamento y cambiar de hogar cada pocas semanas, por
la tranquilidad de una vida sedentaria. Y sólo en los últimos cien
años, en el último 0,004% de nuestra historia, con los automóviles,
ascensores, interruptores de la luz y la calefacción que ahorran el
esfuerzo de ir a por leña y encender la hoguera, hemos alcanzado
unas cotas de sedentarismo y comodidad sin precedentes en la
historia del reino animal. Ni un oso perezoso necesita hacer tan
poco para sobrevivir como un humano en la actualidad.
Pero nuestro cuerpo conserva la memoria de ese 99,6% de la historia en que había que correr cada día para llegar
vivo al día siguiente. Una prueba de ello es el diseño del pie humano, con la parte delantera más ancha que la trasera para
ganar impulso en cada zancada, con un engranaje de huesos perfectamente articulados para facilitar la transmisión de
energía del talón a la punta; una máquina construida para correr.
Solo hay que ver que hace el cuerpo humano cuando renuncia a moverse, enfermar. No estamos hechos para pasarnos
la vida en el sofá. Estamos diseñados para mantenernos activos. Muchos mamíferos superan al hombre en velocidad
pero en carrera de resistencia los humanos superan a la mayoría de ellos, porque nuestro organismo está adaptado para
utilizar la energía de manera eficiente, controlar su temperatura y mantener la estabilidad del cuerpo pese a la complejidad
de los movimientos necesarios para correr.
BENEFICIOS
“Aquello que no te mata te hace más fuerte” Friedrich Nietzsche
Nos puede parecer, sobre todo si estamos bajos de forma, que correr es sacrificado y que en lugar de ayudarnos
nos hace pasarlo mal. El cerebro nos está engañando porque el cuerpo humano agradece la actividad física. En el sistema
cardiovascular, eleva el nivel de colesterol HDL (el bueno) y reduce el nivel de triglicéridos perjudiciales; ayuda a reducir la
tensión arterial, a combatir el sobrepeso y la obesidad, favorece la actividad de la insulina y reduce el riesgo de desarrollar
diabetes. Influye en la prevención de infartos y accidentes vasculares cerebrales, hasta el punto de que las personas que
practican la carrera con cincuenta años tienen una esperanza de vida casi cuatro veces mayor que las personas sedentarias.
Y esto es sólo una parte de los beneficios.
En el sistema nervioso, es un antídoto contra el estrés. Ayuda a superar los estados depresivos porque provoca una
descarga de endorfinas en el cerebro que tienen una acción euforizante. Reduce el riesgo de Alzheimer en un 60% (según
un estudio del Instituto Karolinska). En cuanto a los cánceres se ha observado que la actividad física reduce el riesgo de
desarrollar tumores de mama y colorrectales.
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CORRER
“Uno de los grandes beneficios que nos aporta nuestra profesión es el poder realizar ejercicio físico y que éste sea
un aspecto importante de nuestra formación como militares”.
CORRIENDO PARA SOBREVIVIR. PINTURA RUPESTRE