Proceso teraPéutico y suPervisión - Revista GPU
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terapeuta. Las metáforas más comunes para describir<br />
este tipo de situaciones son: “dar vueltas en redondo”,<br />
“siempre llegamos donde mismo”, “no avanzamos”. Estas<br />
descripciones están muchas veces acompañadas de<br />
sentimientos de futilidad, vacío, inutilidad, angustia y<br />
confusión.<br />
Para ampliar la perspectiva intersubjetiva de la<br />
comprensión de este fenómeno clínico, Stolorow y<br />
Atwood (1992) nos entregan una buena conceptualización<br />
que permite comprender los determinantes en<br />
la formación de un impasse. Estos autores, entiende el<br />
impasse como un emergente relacional: “las transferencias<br />
repetitivas que están co determinadas (en grados<br />
variables) por ambas partes por la presión implacable<br />
de los principios invariantes del paciente, un producto<br />
de la ausencia o precariedad de principios alternativos<br />
para organizar al experiencia, y también por aspectos<br />
relacionados con la actitud del analista que por sí mismo<br />
llevan a re-traumatización repetida del paciente”.<br />
En estas definiciones se refieren a los principios invariantes<br />
o principios organizadores como formas que<br />
encontró el sujeto de organizar su experiencia frente<br />
a la angustia durante su desarrollo psicológico; dicho<br />
de otra manera, son las formas que cada individuo desarrollo<br />
para poder lidiar con montos de angustia que<br />
desorganizaba la cohesión del sí mismo. Como muchas<br />
de estas experiencias son tempranas, numerosos de<br />
estos principios son inconscientes, desligados de la<br />
memoria episódica e inaccesible desde la perspectiva<br />
meramente racional. Serían equivalentes al concepto<br />
de defensa dentro de las teorías psicoanalíticas tradicionales.<br />
En la relación terapéutica entran en juego los<br />
principios invariantes del paciente y del terapeuta. En<br />
el encuentro de ambas formas de organizar la experiencia<br />
surge el emergente relacional.<br />
Poder entender lo específico del emergente relacional<br />
de la díada terapeuta/paciente, nos permite entender<br />
qué generó el impasse. Es por eso que el impasse<br />
es la vía regia para abordar la dificultad en la compresión<br />
de un caso, en el proceso terapéutico primero y en<br />
la supervisión posteriormente.<br />
Es también necesario hacer una distinción entre lo<br />
que se considera un micro impasse de un macro impasse.<br />
Se considera micro impasse a la pérdida de sintonía<br />
entre paciente y terapeuta dentro de una sesión, lo que<br />
se puede entender si recordamos el concepto de “attunment”<br />
de Stern (1982), esta es la capacidad del cuidador<br />
primario de sintonizar con la necesidad del otro<br />
en cada momento en función que emerja su subjetividad;<br />
esto es un proceso que se da en múltiples veces en<br />
el transcurso del tiempo y que finalmente se internaliza<br />
un promedio de estas experiencias como una forma de<br />
Marta deL río a<br />
relación que da la percepción de la propia subjetividad.<br />
Estas pérdidas de la sintonía es lo que denominaremos<br />
micro impasse; cuando éste no se supera y se instala<br />
como una forma repetitiva de relación puede dar pie a<br />
un macro impasse. Un macro impasse es el que se instala<br />
como una forma de relación; en el proceso terapéutico,<br />
esto lleva a una detención o deterioro del proceso.<br />
Stolorow y Atwood nos proponen dos formas<br />
generales de comprensión que pueden dar cuenta<br />
de un macro impasse; “la conjunción intersubjetiva y<br />
la disyunción intersubjetiva: la primera de ellas se da<br />
cuando los principios que estructuran las experiencias<br />
del paciente (dan lugar a expresiones que) son muy<br />
parecidas a las configuraciones de la vida psicológica<br />
del terapeuta. La disyunción, por el contrario, ocurre<br />
cuando el terapeuta asimila el material expresado por<br />
paciente en configuraciones que alteran el significado<br />
originario que tienen para el paciente”.<br />
Las conjunciones en la práctica clínica se pueden<br />
entender como sobreidentificaciones con el paciente,<br />
sentimientos de comunidad de intereses o afecto que<br />
pueden llevar a cerrar la posibilidad que surja una nueva<br />
alternativa de comprensión y las disyunciones se<br />
producen cuando el terapeuta no quiere inconscientemente<br />
identificarse con los principios organizadores del<br />
paciente porque tocan algo muy sensible de sus propia<br />
historia. Estas situaciones son un ingrediente inevitable<br />
de todo proceso terapéutico y dan cuenta de la organización<br />
de los mundos intersubjetivos entramados de<br />
manera distinta o muy similar. El que estas situaciones<br />
intersubjetivas faciliten u obstruyan el progreso de la<br />
terapia depende en gran parte de la capacidad para reflexionar<br />
y darse cuenta del terapeuta de los principios<br />
organizadores de su propio mundo subjetivo.<br />
El poder dilucidar cuáles son los principios organizadores<br />
del terapeuta que le impiden comprender al<br />
paciente, es la tarea que compete al espacio de supervisión.<br />
En el caso de la supervisión se suman las organizaciones<br />
intersubjetivas del supervisor y supervisado;<br />
como cada uno tiene organizado su self como terapeuta<br />
y como supervisor, aquí es central dar espacio para<br />
que se despliegue el self terapéutico del supervisado<br />
sin que el supervisor imponga su estilo o pensamiento,<br />
en lo posible ya que es algo que se da naturalmente por<br />
la asimetría de la situación.<br />
Se han desarrollado múltiples maneras de abordar<br />
el proceso terapéutico en supervisión. En este trabajo<br />
voy a usar los conceptos de alianza terapéutica, sus<br />
rupturas y reparaciones que han desarrollado J Safran<br />
y C Muran. Estos autores también han desarrollado un<br />
modelo de resolución del impasse, centrado en la expe-<br />
Psiquiatría universitaria | 79