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Proceso teraPéutico y suPervisión - Revista GPU

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iencia directa de cómo el terapeuta puede enfrentar<br />

estas situaciones.<br />

Para ellos el concepto de impasse es el momento<br />

en que el terapeuta y el paciente están en una discrepancia<br />

en el significado del proceso terapéutico; esta<br />

discrepancia se puede dar en dos niveles, uno respecto<br />

a las tareas y metas, esto es para qué estamos aquí y<br />

qué tenemos que hacer para que se cumpla ese objetivo;<br />

y el otro en la relación entre paciente terapeuta,<br />

qué es lo que siente cada una y cuál es el emergente<br />

relacional que impide abrirse, colaborar, entender y<br />

avanzar en el trabajo acordado (Safran y Muran 2002).<br />

Ellos trabajan con un modelo de supervisión centrado<br />

en lo que denominan impasses de acuerdo con lo<br />

descrito más arriba. Para operacionalizar esto, toman<br />

un momento del proceso terapéutico que el terapeuta<br />

considera representativo de su dificultad en el proceso<br />

con el paciente supervisado. Esta situación se trae<br />

a supervisión a través del relato del caso, el uso de video,<br />

o rol playing de la situación que es considerada de<br />

impasse por el terapeuta. En el trasfondo del modelo<br />

está la idea que en la situación de impasse se reflejan<br />

los conflictos relacionales centrales del paciente que se<br />

despliegan en la relación con el terapeuta, representación<br />

que va a ser específica de la díada.<br />

El que podamos acceder a cuál es el punto ciego<br />

que impide al terapeuta dejar de dar vueltas en redondo<br />

y hacer alguna intervención que permita una nueva<br />

mirada al funcionamiento de la díada terapeuta/paciente<br />

es el centro de lo que denominaremos “supervisión”.<br />

Para entender esta dinámica tenemos que introducirnos<br />

dentro de dos niveles de relación y los determinantes<br />

intersubjetivos de la interacción de la díada paciente/<br />

terapeuta y de la díada terapeuta/supervisor.<br />

Así como no podemos suponer que en el proceso<br />

terapéutico no hay objetividad, y que la comprensión<br />

del emergente relacional paciente/terapeuta será una<br />

co-construcción de significado a posteriori de esa díada<br />

específica, de la misma manera tenemos que comprender<br />

el emergente relacional terapeuta/supervisor.<br />

Para describir el proceso de observación de un impasse,<br />

en el sentido amplio del término tenemos una<br />

buena aproximación desde la perspectiva de Ogden<br />

con el concepto de la creación de la tercera mirada. Este<br />

autor define la tercera mirada como “considero la experiencia<br />

analítica como un proceso donde es creada una<br />

nueva subjetividad. Esta nueva subjetividad (el tercero<br />

analítico intersubjetivo) se encuentra en tensión dialéctica<br />

con las subjetividades individuales del analista y<br />

analizando, que están ocupados en una forma de relación<br />

creativa, negadora y preservadora mutua. El tercero<br />

analítico no es concebido como una entidad estática,<br />

80 | Psiquiatría universitaria<br />

<strong>Proceso</strong> <strong>teraPéutico</strong> y <strong>suPervisión</strong><br />

sino una experiencia en desarrollo que está continuamente<br />

cambiando, a medida que se desarrolla la intersubjetividad”.<br />

Un concepto que nos permite comprender<br />

la esencia del fenómeno clínico como un emergente<br />

dinámico y de mutua influencia. Desde la perspectiva<br />

de la supervisión el fenómeno emergente en la díada<br />

terapeuta/supervisor se rige por un dinamismo similar<br />

con una función y contexto diferentes. El aprendizaje y<br />

el contexto de la supervisión respectivamente.<br />

PROCESO DE SUPERvISIóN<br />

Alianza de supervisión<br />

La paradoja de la supervisión es que en sí misma es una<br />

situación donde se necesita la máxima confianza para<br />

poder mostrar los aspectos más frágiles de nuestra personalidad,<br />

creencias, aspectos traumáticos de nuestra<br />

historia que muchas veces son reflejadas de manera<br />

intensa y violenta por nuestros pacientes. Y al mismo<br />

tiempo es una situación donde lo habitual es que esté<br />

mediada por una evaluación ya sea formal, o como autoevaluación<br />

respecto a nosotros mismos en nuestra<br />

capacidad y eficacia como terapeutas.<br />

La supervisión es un modo de abrir la intimidad a<br />

un tercero o a varios dependiendo si ésta es individual<br />

o grupal. En el proceso terapéutico los apremios, impasses<br />

e insights de las dificultades del terapeuta quedan<br />

en la intimidad de la sesión. El solo hecho de elegir un<br />

caso y traerlo a supervisión abre esa privacidad a la mirada<br />

externa con todas las implicancias que tiene. Esto<br />

es especialmente intenso en los contextos de supervisión<br />

en la formación de psicoterapeutas donde muchas<br />

veces el terminar su formación está determinado por<br />

la aprobación o reprobación del supervisor de cierto<br />

número de horas y calidad de trabajo. Por lo anterior,<br />

las características que tenga el sistema supervisor/supervisado<br />

es esencial. Para Gilbert y Evans, Jara y Vidal,<br />

Mondaca, y otros autores, el clima emocional en el cual<br />

se da la supervisión coinciden en que tiene que ser de<br />

mucha confianza, contención y honestidad.<br />

La idea central del aprendizaje es entregar suficientes<br />

elementos al que aprende para que tenga<br />

herramientas para realizarlo de forma autónoma, el<br />

supervisor no está para decir lo que está bien o mal,<br />

está para clarificar contener, aclarar dudas, ayudar en<br />

el diagnóstico, pero lo central desde mi perspectiva es<br />

que el supervisado desarrolle lo que Safran y Muran<br />

han llamado “reflexión en acción”, que es la capacidad<br />

de estar en el proceso y poder tomar una posición de<br />

observador del mismo proceso. Esto es el énfasis que<br />

tiene la supervisión, ya que el único que va a estar en

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