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Drácula, el no muerto - Roca Editorial

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drácula, <strong>el</strong> <strong>no</strong> <strong>muerto</strong><br />

temiendo de repente haberla herido—. He olvidado <strong>el</strong> lugar<br />

que me corresponde.<br />

Lucy se le acercó y le dio un golpecito en la ma<strong>no</strong>, como si<br />

se tratara de su animal de compañía preferido.<br />

—Siempre estaré aquí.<br />

De nuevo en <strong>el</strong> presente, Seward se despertó de su sueño. Si<br />

al me<strong>no</strong>s pudiera ver la b<strong>el</strong>leza en los ojos de Lucy… La última<br />

vez que había mirado en <strong>el</strong>los, aqu<strong>el</strong>la terrible <strong>no</strong>che en <strong>el</strong> mausoleo,<br />

<strong>no</strong> había visto nada más que dolor y tormento. El recuerdo<br />

de los gritos agonizantes de Lucy todavía le atormentaba.<br />

Al bajar d<strong>el</strong> tren, Seward caminó bajo un torrencial aguacero<br />

por <strong>el</strong> laberinto de edificios blancos de Mars<strong>el</strong>la y maldijo su<br />

suerte por llegar en u<strong>no</strong> de sus raros días de lluvia.<br />

Subió pe<strong>no</strong>samente una cuesta, mirando ocasionalmente<br />

atrás para ver Fort Saint Jean, que se alzaba como un centin<strong>el</strong>a de<br />

piedra en <strong>el</strong> puerto añil. Luego se volvió para examinar la ciudad<br />

provenzal, fundada 2.500 años atrás. Se habían encontrado restos<br />

de los colonizadores griegos y roma<strong>no</strong>s de la ciudad en sus<br />

arrondissements medievales de estilo parisi<strong>no</strong>. Seward lamentó<br />

hallarse en ese pintoresco remanso de paz con un propósito tan<br />

siniestro. Sin embargo, <strong>no</strong> sería la primera vez que la malevolencia<br />

había dejado sentir su presencia allí: en los últimos dos siglos,<br />

la ciudad costera había sido asolada por la peste y los piratas.<br />

Seward se detuvo. Ante él se alzaba una típica villa mediterránea<br />

de dos plantas con grandes postigos de madera y barrotes<br />

de hierro forjado en las ventanas. La luna invernal que asomaba<br />

entre las nubes de lluvia proyectaba un brillo espectral<br />

sobre las tradicionales paredes blancas. Las tejas de arcilla roja<br />

le recordaron algunas de las viejas casas españolas que había<br />

visto cuando había visitado en Texas a Quincey P. Morris, hacía<br />

ya muchos años. La atmósfera era decididamente premonitoria,<br />

incluso inhóspita, para una ampulosa villa de la Riviera<br />

francesa. Tenía un aspecto completamente carente de vida. Seward<br />

sintió que se le caía <strong>el</strong> alma a los pies al pensar que podía<br />

haber llegado demasiado tarde. Volvió a leer la dirección.<br />

Correcto.<br />

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