Drácula, el no muerto - Roca Editorial
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drácula, <strong>el</strong> <strong>no</strong> <strong>muerto</strong><br />
conde Ferenc Nádasdy, era un hombre vago, gordo y borracho<br />
que le llevaba más de veinte años.<br />
—Eres mi esposa… y como tal tienes la obligación ante<br />
Dios de consumar este matrimonio…, Báthory —dijo Nádasdy<br />
arrastrando las palabras, con un aliento rancio, macerado<br />
en vi<strong>no</strong>.<br />
La forma en que hizo énfasis en <strong>el</strong> ap<strong>el</strong>lido de <strong>el</strong>la confirmaba<br />
que aún se sentía ultrajado por <strong>el</strong> hecho de que se hubiera<br />
permitido a la <strong>no</strong>via mantener <strong>el</strong> ap<strong>el</strong>lido de soltera, puesto<br />
que la familia de Erzsébet era más poderosa que la suya. Cuando<br />
<strong>el</strong>la <strong>no</strong> se movió lo bastante deprisa, él le golpeó <strong>el</strong> rostro<br />
con <strong>el</strong> dorso de la ma<strong>no</strong>, con toda la fuerza de su volumi<strong>no</strong>sa figura.<br />
El s<strong>el</strong>lo que Nádasdy llevaba en la ma<strong>no</strong> le cortó <strong>el</strong> labio<br />
a la joven. Ésta trató de gritar, pero aqu<strong>el</strong> desgraciado le tapó la<br />
boca. La joven olió a estiércol, porque Nádasdy <strong>no</strong> se había<br />
preocupado de lavarse las ma<strong>no</strong>s después de volver d<strong>el</strong> campo.<br />
Ésa había sido la primera vez que probó la sangre, y había sido<br />
la suya.<br />
En su juventud, Báthory había leído infinidad de libros y<br />
poemas escritos en húngaro, latín y alemán. Las historias<br />
siempre describían <strong>el</strong> «romance» como un cuento de hadas<br />
mágico s<strong>el</strong>lado con un beso. A los quince años, <strong>no</strong> sabía nada de<br />
las r<strong>el</strong>aciones sexuales ni d<strong>el</strong> dolor de perder la virginidad. Se<br />
suponía que tales cosas debían manejarse con suavidad y cuidado.<br />
Todas las muchachas jóvenes soñaban con <strong>el</strong> día de su boda.<br />
En cambio, para Báthory <strong>el</strong> sueño se había convertido en<br />
una pesadilla en vida de la que <strong>no</strong> podía despertarse.<br />
El suyo fue un matrimonio de conveniencia, para garantizar<br />
alianzas militares y tierras; <strong>el</strong> romance <strong>no</strong> formaba parte de<br />
<strong>el</strong>lo. Para <strong>el</strong> conde Nádasdy, <strong>el</strong>la <strong>no</strong> era más que una yegua cuya<br />
resistencia tenía que quebrar. Todos los orificios d<strong>el</strong> cuerpo<br />
de Báthory se convirtieron en un juguete para su marido. La<br />
carne de la joven <strong>no</strong> era para él nada más que pap<strong>el</strong> para rasgar<br />
y desgarrar.<br />
Después de que aqu<strong>el</strong> gordo zopenco cayera por fin en un<br />
sueño etílico, Báthory huyó de la cámara nupcial y trató de escapar<br />
en plena <strong>no</strong>che. El castillo de Csejthe, que era <strong>el</strong> regalo de<br />
bodas d<strong>el</strong> <strong>no</strong>vio a su prometida, estaba situado en lo más pro-<br />
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