Historia de los Aventureros, filibusteros y bucaneros de ... - BAGN

DE LOS AT~ENTVRERBS
ver-sc Sin emprender 1 61 estaba resuelto a no nacer) ani-
m6 a su gente diciPr anos 121ios, no debe hacer cuartcl;
* mientras más maternos aau los encontraremos en Ta ciudad".
I
L .n segu ida los 1Fev6 al com ibate, con e1 dcsipio c2c vencer o morii-.
%,.,A, , LC~UL- que los españr ]les Jes divisaron, dispararon su ca66n cargado
con cartuchos Y de5p ués cfe saludarlos así, volvieron a cargar al mismo
tiempo gt le haci ian fuego con sus mosquetes. El OEon&s y su
gentc, al -- ~ . -. r rstn- r sr -2 acostaron boca abajo de rnoclo que sinticron
1: lrga so' as sin recibir el menor dafío; y sIesdc entonces
c &ron SI ) sobre los esya6oles a quienes casi no podían
d listingu [ir. Pei -a, con 10 teni ían mi icha pBlvora, RO disparaban sino
c uando divisal ban al! pno.
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6ca comtlate aurd próxlrnamente cuatro horas y 1116 bastantc
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lo pox una y otra p arte; a 1 Einal, los aventureros se cansarotl
Y rieron arriesg do, y cargaron a los españoles, quienes,
a !l ver c n atrev imlento, se llenaron de espanto. El 010 F-
c Iii, con
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nta 'ho~ nbxes y veinte heridos. Su victoria no I
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1-
yri hri íittividau. UCSPU&S de permanecer como quincc dias ca~a
1 a ciudad, propuso a su gente ii- a pedir reEcrerzo a orillas cFeI
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rrrar y atacar la ciudad de Guatemala. Pero todos consideraron estc
lo 1
una temeridad, pues, sin contar Jo largo y difictilt
no, ellos no eran en torlo sino quinientos hombres y
esa ciiraaa tenia mhs de cuatro inil combatientes.
El OlonCs, aI ver que nadie opinaba corno 61, se contentb con
saquear la pequeña ciudad de San Pedro, dondc no encontrii un
I
$ Tan bc itin, pues los habitantes, que son todos pobres, no produccn
1 nás qu e índigo, que es el comercio de ese pais: Sin crnbargo, si el
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Uionts hubiera querido cargar ese hdigo, hubiera conseguido mis
de cuarenta mil escudos; pero él no buscaba rnk que dinero. Yo he
visto a los £ilibusteros dejar andes cantidades de inercancias quc
les hubieran valido mucho. Szi pereza y su repugnancia que tienen
por hacer nada los unos por los otros, es la causa de ello. Por otrü
parte, cuando han llevado mercancías a su país no quieren pagarle
por ellas lo que valen. Pm- eso, descuidan llevarlas p a veces ha resultado,
como lo he visto varias veces, que cuando apresan un Iiuque
cargado de efectos de los que no pueden scrvirce, las arrojan
y las deterioran antes que IIevíirselas a donde podrían hacerlo chmodmen
te.
Y no es que la ciudacl rlc San Pcclro no pudiera ser vcritajosa
para los filibusteros; sino que los espaííoles tiencn siempre la pracaución
de ocultar las cosas m;is preciosas que poseen antes q ~ c
pensar en defenderse, romo si estuvieran seguros de sucumbir y ser