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Guia de VEIL OF DARKNESS 4 para PC
Capitulo 1: Guia completa
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Ahora, que es lo que había visto en mis excursiones que podía ser utilizado como tercera prueba ? Algo no
me encajaba en la casa de Gregor, y traté de descubrirlo.
Minutos más tarde, me di cuenta de la que era.
Había ido por tramos increíbles para conseguir aquella botella de buen vino del sótano de Kirill.
Al final, para llegar allí, tuve que ir por un pasadizo secreto que empezaba en el sótano de Eduardo.
Gregor ya tenía una botella vacía del mismo vino en su salón.
El debía conocer el pasadizo secreto y probablemente lo utilizaba con regularidad para conseguir algo de
bebida.
En cualquier caso, Eduardo debía haber descubierto a Gregor y amenazarlo con contar sus actividades ;
Gregor le mató para protegerse a si mismo y por el mismo precio tuvo algo de trabajo que hacer.
Llegué al Otro Pueblo y rápidamente me dirigí a la casa de Gregor.
El enterrador todavía seguía custodiando la misma puerta, así que pasé al lado suyo y entré en el salón.
Allí cogió la botella de vino vacía y seguí hacia su habitación.
Cogí la camina rasgada a por la que había ido y me marché por donde había entrado.
Gregor todavía estaba allí como una estatua con esa fastidiosa sonrisa falsa en su rostro, ¡pronto la quitaría
de su rostro ! Fui directamente a la oficina del juez y le hablé.
Le dije que tenía las pruebas que demostraban que Gregor había matado a Eduardo.
Le mostré la camisa rasgada, el trozo de tela, la botella vacía y el perejil.
Después de que tuvo a su asistente examinando los hechos, el juez admitió que estaba equivocado.
Ordenó colgar a Gregor y declaró a Ambrosio oficialmente inocente.
Una vez probada la inocencia de Ambrosio, decidí ir al Cruce para conseguir que me diese la llave.
Su espíritu flotaba por su cadáver, y le hablé.
Agradeció mis esfuerzos y me dio la llave del Monasterio.
Después desapareció para pasar a mejor vida.
Con esto se cumplió "el dolor del hombre ahorcado debe descubrir", parte de la Profecía.
Ahora, debía dirigirme al Monasterio para conseguir el libro de "Ritos Etéreos" para completar la frase : "Y
resucitó a una muerto pero forzado a servir.
"Siete almas perdidas tienen favores que pedir".
Ahora que Gregor había sido colgado, podía ir a examinar su casa y, en particular, la puerta que había
estado custodiando.
No estaba seguro, pero sospechaba que al otro lado encontraría el Libro de las almas.
Al tener el libro escritos los nombres de la gente muerta, esperaba que podría encontrar el nombre del hijo
de Kirill en el Y una vez que lo tuviese, esperaba poder sacar a Cristina de su trance.
Fui al Otro Pueblo y entré en al casa de Gregor.
No es de sorprender que nuca más volvería a custodiar la puerta.
Abrí la puerta y bajé las escaleras que encontré tras ella.
Al final encontré un sótano con tres monedas de plata esparcidas por el suelo, quizá era la calderilla que se
había caído del pantalón de Gregor cuando se lo llevaron.
Las recogí y traspasé la puerta que vi en al pared de enfrente.
Detrás de esta puerta había otra parte del sótano.
Había un libro en el suelo, ¡El Libro de las Almas ! Cogí el libro y lo ojeé.
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Encontré en una página lo que estaba buscando, el nombre del hijo de Kirill.
Se había llamado Andrés Khristoverikh y, supuestamente, había muerto en el otoño de 1926 de una
enfermedad.
Con lo que sabía, abandoné la casa de Gregor y me fui a hablar con Cristina.
Estaba exactamente donde le había dejado antes, sentada frente al fuego.
Le hablé y le pregunté por "Andrés".
Reaccionó lentamente y repitió su nombre.
Me senté pacientemente y escuché.
Me dijo que había amado a Andrés más que a su propia vida, pero que veía que ahora tendría que seguir
viviendo, incluso sin el.
Dije que, sin embargo, había un último acto de amor que ella debía hacer, y dijo que debía pedirme a mi
que lo hiciese.
Ella no pensaba ser capaz de hacerlo por si sola.
Le dije que haría lo que pudiese, pero que no podía prometer nada.
Todo el mundo parecía estar pidiéndome favores, así que ¿qué daño haría si hacía otro más ? Y así fue
cuando me encargó uno tan grande.
Exclamó que Andrés aún estaba vivo, pero en forma de muerto viviente , ¡un zombi ! (Pensé para mi que
probablemente estaba trabajando demasiado).
Me pidió matar al zombi en el que se había convertido y así liberar su alma.
Como habrás adivinado, esto no son cosas normales que se oigan todos los días.
No dudé en su historia, peor estaba cauteloso ya que Kirill nunca había hablado de un hijo, dejando a parte
del hecho de que era un Zombi.
Ella me respondió contándome cosas de su amor y de cómo Kirill iba a darles n enorme diamante como
regalo de bodas.
Exclamó que aquellos fueron los días más felices de su vida.
Pero, poco después de su matrimonio, sobrevino la tragedia.
Andrés enfermó gravemente, pocos días después pasó a mejor vida.
Tanto ella como Kirill estaban destrozados.
Ella había perdido a su amor y Kirill a su hijo.
Andrés pronto fue enterrado, peor Kirill no podía vivir de pena.
En un ataque de locura el e Ivan desenterraron el cuerpo de Andrés y fueron donde el Señor de la
Oscuridad con la esperanza de hacer un trato.
Kirill esperaba que Kairn resucitaría a su hijo a cambio del diamante ; evid4entemente, una vez perteneció
al padre de Kairn, Nikolae, y Kirill pensó que Kairn lo querría.
Kairn no deseaba el diamante, pero para divertirse convirtió a Andrés en un zombi.
Kirill e Ivan apenas pudieron llevar a la criatura a casa, donde la encerraron en uno de los cuartos del piso
de arriba.
Kirill no podía soportar la idea de matar a lo que una vez había sido su hijo y, por tanto, permitió "vivir" al
zombi.
Cristina dijo que debía enfrentarme a Kirill y preguntarle por su hijo.
Añadió que Deirdre no tenía ni idea de todo esto, y que el enterarse le podría destruir.
Cristina también mencionó que la bestia necesitaría también alimentarse y que Kirill debía ser el único que
lo permitía.
Durante un momento hice una pausa, ya que eso me mostraba el lado diabólico de Kirill que no había
notado hasta ahora.
¿Qué, o "quien", daba Kirill de comer al zombi ? ¿Quién sabía qué más cosas era capaz de hacer ? Tendría
que tener mucho cuidado con el.
Decidí ir a preguntar a Kirill por su hijo, así que partí hacia el Pueblo.
Entré en la casa de Kirill y le encontré en el estudio, como siempre.
Allí, le pregunté por "Andrés".
Me contestó que Andrés era su hijo, que había muerto de una enfermedad hacía tiempo.
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Le planteé el hecho de que su hijo se había convertido en zombi.
Kirill se enfadó y dijo que no tenía derecho a cuestionar su integridad.
Me mofé de ésta y le dije que había escuchado la historia entera contada por Cristina.
Repentinamente se la acabó su fanfarronería, permaneció en silencio durante un rato.
Cuando continuó, simplemente me dijo que el había tratado de hacerlo bien, realmente no había intentado
nada para cambiar las cosas.
Le dije que podría hacer algo bueno en ese momento dándome la llave de la habitación donde estaba el
zombi.
Pensó por un momento, suspiró y, finalmente, accedió.
Dijo que ya era hora de que admitiera que las cosa de la habitación ya no era su hijo.
También me dijo que tendría que matar al zombi para conseguir el diamante del que me había hablado
Cristina, estaba en posesión de la criatura.
Kirill permaneció callado unos instantes más y luego, con vacilación, dijo que tenía que contarme lago de
Deirdre.
Suspicaz, le pedí que me contara lo que sabía.
Después de una larga pausa, cogió fuerzas y habló.
Dijo que Kairn había ido a la casa y se había llevado a Deirdre.
El no había opuesto resistencia ya que, si no, habrían muerto todos.
Con el corazón acelerado, le pregunté que a dónde se la habían llevado.
El no estaba seguro, pero sospechaba que se la habrían llevado a la Fortaleza de Kairn.
Terminó diciendo que yo era la única esperanza de Deirdre, ya que sólo yo podría vencer a Kairn.
Con mis pensamientos alborotados, deje el estudio, tenía que encontrar el modo de llagar a Deirdre, pero
sabía que no podría escaparme sin ser descubierto de la Fortaleza.
Como lo que más podría escaparme sin ser descubierto de la Fortaleza.
Como lo que más quería era ir a rescatarle a ella, sabía que tenía que continuar al Profecía.
Sólo cumpliéndola podría finalmente quitar a kairn de escena y ayudar a Deirdre.
Así que el siguiente paso a dar era matar al zombi de la casa.
No estaba seguro de para qué servía el diamante del zombi, pero quería cumplir bien mi promesa a Cristina.
Recordé que erasmo, el platero, me contó como Gregor había querido un arma de plata.
Evidentemente la plata era el único metal que los muertos vivientes temían, así que pensé que lo mejor era
hacerme con una de esas armas.
Me marché al Otro Pueblo ; una vez allí entré en al platería y hablé con Erasmus.
Le pregunté si me podía forjar un arma de plata.
Dijo que sí, pero que me constaría quince piezas de plata.
Le di la plata y le encargué el trabajo.
Se sorprendió mucho de que tuviese dicha cantidad de plata, pero pronto la transformó en una pequeña
espada de plata.
Agradeciéndole su tiempo, cogí por las escaleras.
Había una puerta al final de las escaleras que previamente había sido cerrada con llave ; cogí la llave que
me dio Kirill y la abrí.
Cuando entré, un horrible hedor me abrumó lo que causó que me diese vueltas la cabeza.
Vi que la habitación estaba en desorden, pro tuve poco tiempo para criticar ya que una grotesca figura se
estaba precipitando hacia mi, ¡Andrés el zombi ! Apenas desvié sus primeros golpes, pero finalmente tenía
mi espada de plata para defenderme.
Momentos después, había mandado a Andrés a su último lugar de descanso.
Repugnando, me marché de la habitación dando tumbos y cerré la puerta.
Al recobrar la respiración, me di cuenta de que me había dejado el diamante en la habitación.
No pude soportar la idea de entrar en la habitación tan pronto, así que decidí dejar el diamante para más
tarde.
Bajé las escaleras para hablar con Kirill.
Traté de hablarle de "Andrés", pero se negó a volver a hablar del tema.
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Oh, bien, me imaginé que descubriría lo que yo había hecho debido a la cantidad de sangre que había
dejado por toda la casa.
Al dejar la casa (asegurándome bien de no olvidarme nada), fui derecho al otro Pueblo.
Cuando encontré a Cristina, le dije que podía descansar tranquila ya que le había hecho su encargo.
Andrés por fin había tenido lo que se merecía y estaba ahora disfrutando de un largo descanso.
Casi una especie de vacaciones, considerando lo que había sido últimamente.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y me dio las gracias.
Dijo que estaba segura de que su alma ahora descansaría ahora que el estaba liberado del valle.
Yo esperaba no llegar a tal extremo para verme libre de aquel lugar.
Salí de la casa.
En aquel momento me di cuenta de que disponía de un arma de plata, podría ir al Cementerio y explorar las
Cámaras Interiores del Mausoleo.
No tenía nada de qué temer a los zombis ahora que tenía mi espada "líquida-zombis".
El cementerio estaba más húmedo y malsano que nunca y rápidamente entré a la relativa alegría del
Mausoleo.
Bajando las escaleras y pasando por una puerta, entré en un pequeño vestíbulo, el empiece de las
Cámaras Interiores del Mausoleo.
Rápidamente pasando dentro, me encontré en una gran habitación cuadrada con cubos más pequeños
rompiendo la monotonía del suelo.
También me encontré con el primero de muchos de mis amistosos adversarios.
Estos esqueletos fueron fáciles de despachar con mi fiel mazo, y continué avanzando en mi camino.
Más esqueletos abundaban en otra habitación, pero encontré un elixir lleno para poderme reponer.
Esto se estaba poniendo muy aburrido, lo que quería era vérmelas con alguno de esos zombis.
Por supuesto, mis deseos pronto se cumplieron, y entré en una habitación llena de ellos.
Los despaché y me quedé mirando alrededor.
Entonces encontré a un individuo explorador en el mausoleo.
Bien, técnicamente, el chico estaba muerto y era un esqueleto por añadidura, peor era bueno tener
compañía.
Derribé al zombi que encontré en la misma habitación y cogí una antorcha que había en el suelo.
En otra habitación pequeña sin salida, encontré otro elixir lleno.
Considerando el daño que me estaba haciendo, me la bebí inmediatamente.
En un rincón alejado del laberinto encontré a otro desafortunado aventurero.
Junto al esqueleto había un saco con dos elixires llenos y un cristal.
Los cogí, sospechaba que los necesitaría más adelante.
No me preocupé demasiado por las implicaciones del robo, sus pertenencias no le servían de mucho.
Después de explorar por todas partes, llegué a un enorme vestíbulo custodiado por un zombi.
Despaché al zombi y encontré una puerta al final del vestíbulo.
Cuando entré, encontré.
.
.
bien.
.
.
no lo que te esperarías.
Detrás de la puerta había una habitación grande con columnas.
En el centro de la habitación había una estrella roja de seis picos.
Para hacer las cosas más increíbles, había figuras fantasmales de pie en cada una de las seis puntas, y una
séptima figura de pie en el centro de la estrella.
Como ya estaba allí, hablé con la figura del centro de la estrella.
No me preocupaba mucho hablar con lo que obviamente era un muerto, había superado ese pequeño
trauma antes.
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La figura del centro resultó ser Nikolae, el padre de Kairn.
Me llamó el "arruinador" ; cuando le preguntó que porqué, me contestó que era porque yo iba a ser la ruina
de Kairn.
Aunque me había llagado a hastiar de encontrarme con muertos, todavía tenía curiosidad por saber lo que
estaban haciendo allí los otros espíritus.
Me contestó que kairn no había estado satisfecho con sólo matar a Nikolae (el padre) y a sus seis
hermanos.
Kairn deseaba atormentarles eternamente, así que los trajo de la muerte para hacerles guardianes.
Nikolae continuó diciendo que había lago dentro de las paredes del Mausoleo que Kairn temía.
Antes de que pudiese excitar a todos, aún así, también dijo que no podía contarme lo que era hasta que el y
sus hijos fuesen liberados.
Par hacer esto, tenía que traer a cada espíritu el objeto que quisiesen de su mortal existencia.
Estos objetos eran muy preciados para ellos cuando estaban vivos, y serían la llave que me permitiría
recobrar el objeto que necesitaba para destruir a Kairn.
Nikolae también dijo que me había visto en una visión.
El día después de so fue cuando Kairn la apuñaló por la espalda y le dejó morir lentamente.
En la hora final de su vida, Nikolae escribió la Profecía en la que yo estaba ocupado en cumplir.
Terminó diciendo que había esperado durante siglos mi llegada, sospeche que estaba tratando de
provocarme un sentimiento de culpabilidad.
Oh, bien, también me estaba acostumbrado a esas cosas.
Cuando deambulaba, me di cuenta que esto debía haber sido de lo que me había estado advirtiendo el
fantasma de Natalia.
Debes estar con los cinco sentidos.
.
.
.
Esperaba que encontraría un desván al que ir con la llave que me había dado.
Sería mejor.
Más tarde, después de interminables horas de deambular y hacer trizas los arbustos, encontré la Mansión.
Entré por la puerta principal y me encontré en el vestíbulo.
Además de unas pocas estatuas, no había nada de interés, así que atravesé la puerta de enfrente de mí.
Detrás de la puerta encontré un inmenso salón bien puesto.
Dos puertas (además de las que acababa de pasar) te llevaban fuera de la habitación y había un hombre
vestido con una bota verde claro.
Me miró con evidente interés (como yo lo haría si alguien entrase en mi casa) así que decidí hablarle.
El hombre se llamaba Mischa, o Mischa el Loco tal y como se caracterizó el mismo.
Estaba sorprendido de que hubiese logrado atravesar el laberinto de Seth- había sido puesto para mantener
alejadas de la casa a las criaturas de Kairn, y pensó que era basta impenetrable.
Le dije que sólo estaba de visita, y me ofreció dar una vuelta por la casa.
Simplemente me pidió que no robase nada, ya que tenía varios objetos mágicos por la casa.
Esto me intrigó, se me ocurrió que podría tener lago que yo podía usar contra Kairn, y así se lo dije.
Mischa estaba sorprendido (y asombrado) de que yo intentase tal cosa.
Me explicó que una vez consideró hacer lo mismo, pero como estaba bastante seguro en la Mansión (y
tenia todo lo que necesitaba), pensó que sería mejor no hacerlo.
Pero entonces, después de una corta pausa, admitió que no tenía todo lo que quería.
Quería tabaco, y a cambio de una petaca de tabaco me daría un símbolo sagrado.
Me contó que el símbolo sagrado brillaría cuando me acercase a ataúd de un vampiro.
Al principio no estaba muy impresionado, como le había dicho, quería matar a Kairn, no encontrar el lugar
donde dormía.
Rápidamente me corrigió.
Se había descubierto que el ataúd de un vampiro era su vida.
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No me preocupó cuánto dañaba a la criatura, encontraría el camino de regreso al ataúd y se curaría a si
misma.
Mischa continuó diciendo que debería encontrar un modo de robar el ataúd, sin embargo, el no sabía cómo.
En un repentino capricho, decidí acusar a Mischa de ser el "hombre lobo".
Pareció bastante extrañado, y todo era posible.
Como respuesta, gruñó y dijo que yo sabía su secreto.
Casi se me paró el corazón cuando se rió, le quitó importancia y dijo que definitivamente tenía que
marcharme.
Consideré el matarle, pero adiviné que todo era una broma.
Antes de que terminase me educada conversación con Mischa, le pregunté por la "espada".
No la recordaba en ese momento, pero admitió que con tantas cosas en la casa, podía fácilmente haberse
perdido.
Me dijo que podía cogerla si la encontraba, lo que se cuidaría de cualquier problema que podría tener si
sólo apropiarme de ella.
Terminamos nuestra conversación cuando el dijo que esperaba que la espada no estuviese en el desván,
ya que la llave estaba perdida desde hace mucho.
Sonreí para mí, la llave de la que hablaba debía ser la que me había dado el padre de Natalia.
Detrás de una de las puertas de la pared más alejada encontré un dormitorio con varios armaduras.
Estuve a punto de ponerme una para mi viaje de regreso a través del Laberinto, pero no lo hice.
Al fin y al cabo, ¿quién sabía dónde habían estado aquellas armaduras ? La otra puerta llevaba a una
biblioteca.
Habían varios estantes largos contra las paredes y una estatua en el centro de la habitación.
Estaba particularmente intrigado con un retrato con un interrogante que colgaba en una pared sobre una
silla.
Parecía representar correctamente el estado de mi mente.
En el suelo había un libro que debía haberse caído de una de las baldas.
Como parecía estar solo allí, lo cogí y lo ojeé.
Se titulaba el Libro de Encantamientos Temporales, y de alguna forma me recordó a mi juventud.
Me sentí más joven y refrescado después de leerlo, y decidí añadirlo a mi colección literaria de mi mochila.
(Sólo esperaba que esa vela encendida no le prendiese fuego.
.
.
.
) Decidí subir por las escaleras y echar un vistazo.
Me imaginé que le desván probablemente estaría también arriba, y quizá podría coger esa dichosa espada.
Un largo y desordenado pasillo con dos puertas me esperaba al final.
Una estatua y un busto adornaban las paredes, y otra armadura parecía custodiar una de las puertas.
Una silla rota que nunca se había tirado y, por si fuero poco, encontré ¡otra de esas pinturas con una
interrogación ! Entré primero por la puerta más cercana a las escaleras y encontré otro dormitorio.
Este tenía algunos bustos y algunas estatuas más, y había un frío edredón sobre la cama.
Sin embargo, no vi ningún acceso al desván, así que me fui a examinar la otra puerta del final del pasillo.
Mis ojos se toparon con una enorme habitación con ¡nada más que dos armaduras ! Detrás de la que tenía
un pendiente naranja había una puerta cerrada con llave.
Saqué mi llave del desván y abrí la puerta.
Detrás había una zona de almacén desordenada con otra armadura más y una escalera ascendente.
Ignorando lo demás, subí por las escaleras y me encontré en el desván.
Había tal cantidad de trastos viejos esparcido por todos los rincones que me era difícil ver nada, peor
después de revolver entre varios cofres, vi un destello de acero en es suelo.
Removiendo entre los trastos viejos recogí mi trofeo, ¡la espada ! Ya que Mischa pensaba que el símbolo
sagrado sería tan útil, decidí ir al Pueblo y comprar algo de tabaco.
Pensé que también podría preguntarle a Anabelle por el cardo borriquero y la consuelda que había
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encontrado en el Laberinto, me guardaría lo del ajo para más adelante.
Tenía el presentimiento de que podía ser valioso y quería mantenerlo en secreto por el momento.
Tomé nota de mi posición cuando dejé la Mansión, estaba convencido de que podría volver a la Mansión sin
tener que pasar otra vez por el Laberinto de Seto.
Fui al Pueblo y entré en el gran almacén.
Ion estaba allí, le pedí "tabaco" Un almacén de este tipo debía de tener algo, me lo vendía por una pieza de
plata.
Le di una moneda cogí la petaca.
Después me fui al establecimiento de Anabelle y le pregunté por el "cardo borriquero" y la "consuelda".
Me dijo que debería guardar algo de cardo ya que tenía el poder ce curar veneno ; también compraría cada
planta por una moneda de plata.
La consuelda no tenía ninguna utilidad especial, pero también me ofreció una moneda de plata por cada
uno.
Como ya tenía el tabaco, volví a la Mansión para cambiarlo por el símbolo sagrado.
Mischa cumplió lo prometido y me dio el símbolo una vez que le entregué la petaca de tabaco.
Lo examiné,, parecía muy sencillo, pero sentí un aura protectora a su alrededor.
Lo probaría la próxima vez que tuviese que vérmelas con los muertos vivientes de Kairn, afortunadamente
me vendría bien.
Ahora que había llegado hasta aquí, el siguiente paso a dar era encontrar otro de los objetos de los
hermanos.
Después de pensar un rato, recordé que Miguel había sido una especie de sabio.
La única cosa vagamente erudita que había visto en el valle era la pluma maldita del Monasterio.
Era un objeto mágico con poderes y parecía un bueno candidato.
Me dirigí hacia el Monasterio y encontré a Pio escribiendo todavía frenéticamente en su mesa.
Hablé con el, y lo único que me pudo decir fue que tenía que "aaa" o algo así.
Le enseñé mis amígdalas, lo que no ayudó.
Finalmente me vino a la cabeza que quizá me estaba diciendo que yo tenía que preguntarle por la "pluma".
Así lo hice, y aquello interrumpió su curso.
Felizmente me dio la pluma e inmediatamente se quedó dormido.
Vi al monje cuidando su vela cuando me marchaba del Monasterio y, por impulso, me paré para hablar con
el.
Le pedí una bendición, después de todo, quién sabe, podía haber recogido un objeto digno de ello.
Después de echar un vistazo a mis pertenencias, decidió que mi espada de plata era lo más digno de ser
bendecida.
Le di gracias por su tiempo y me encaminé hacia el Pueblo.
Recordé haber visto un anillo de sello en las catacumbas de debajo del Pueblo.
No tenía su joya engarzada y sospeché que era el anillo de Nilolae.
Si lo era, también sabía que encontraría el diamante en la habitación de Andrés y, por tanto, completarlo.
Entré en las Catacumbas y me perdí.
Poco después me orienté y encontré la habitación donde estaba el anillo de sello.
Después de cogerlo, decidí entrar sigilosamente en la casa de Kirill por la puerta del sótano.
Todavía estaba enfadado con el por lo que le había pasado a Deirdre y no quería hablar con el.
Una vez dentro, subí a la vieja habitación de Andrés.
Aguantando la respiración, entré en la habitación y busqué el diamante.
Lo encontré en el suelo ; lo cogí y me precipité hacia la relativa frescura del aire del vestíbulo.
Bien, lo estaba haciendo bien consiguiendo todos los objetos.
Como no tenía mejor plan, decidí intentar imaginarme lo que Nathan necesitaba.
Constantino había dicho que natham era cazador, y que se había construido una cabaña en el bosque
Oscuro.
Bien, ese parecía un bueno lugar para empezar, así que me dirigí hacia allí.
La entrada al Bosque Oscuro parecía bastante urbanizado.
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Los caminos se alejaban de un pequeño claro entre los árboles.
Al este vi únicamente más bosque, mientras que de frente hacia el Norte oí el ruido de madera siendo
talada.
Despertó mi curiosidad y seguí avanzando de frente.
Aparecí en otro claro, más grande que el primero.
Ante mí había un hombre con tirantes, talando furiosamente un árbol.
El árbol, sin embargo, no parecía que estuviese cerca por más que se le talaba debe ser una exótica
especie de madera dura.
El hombre daba un hachazo, paraba para respirar y continuaba, nunca paraba más de un momento.
Quizá, pensé, el Hombre-Arbol habría preferido ser reducido a serrín de este modo que haber sino
incinerado.
Pero no importa, lo hecho, hecho esté.
Me aproximé al leñador y le hablé.
Me advirtió que no me adentrase en el bosque, ya que había lobos y duendes malignos.
El duende, dijo, a veces se aparece en forma de una joven y bella mujer para engañar a los hombres con su
abrazo.
Imaginé algo así como el apretón de una boa, estrujando a los hombres hasta matarlos.
En su lugar, el duende, cuando su presa está lo suficientemente cerca, se transforma en una horrible visión.
Su escalofriante gemido podría envejecer a un hombre en segundos, dejando su cuerpo reducido a polvo.
Continué diciendo que, aunque no me alegraba adentrarme en el bosque, tenía que explorarlo en cualquier
caso.
Pareció resignarse y me advirtió que muchos de los que habían entrado jamás volvieron.
El nunca se había aventurado a ir más lejos de donde tenía árboles suficientes para talar y continuas su
carrera de leñador.
Y volvió a su maniática tala.
Le dejé y continué hacia el este.
Siguiendo un sendero justo enfrente, aparecí en un claro donde dos lobos esperaban.
Parecían hambrientos, y sólo las repetidas heridas que les hice les convencieron para ir a buscar comida a
otro sitio.
Por supuesto, para entonces ya estaban muertos.
En el mismo claro encontré tres plantas de capuchinas.
Cogí una y decidí preguntarle a Anabelle sobre ella cuando tuviese oportunidad.
Abandonando los lobos, continué mis exploraciones.
Todavía en dirección este desde el leñador, pero bajando por otro sendero, encontré otro claro.
Dos lobos más andaban jugueteando con el esqueleto de algún otro desafortunado leñador.
Después de matarlos, descubrí cuatro monedas de plata cerca del cuerpo.
Volví donde el leñador y decidí explorar la parte occidental del bosque.
El sendero se hizo más sombrío según iba.
De repente, por el rabillo del ojo vi a una criatura negra, delgado, huidiza que venía arrastrándose desde la
oscuridad.
Dos más se le unieron y me atacaron.
Mis armas no eran efectivas y retrocedí cautelosamente.
Según me movía a una zona más clara, las criaturas parecían desaparecer.
Me di cuenta de que temían la luz ; aunque mi vela no podría afectarles, sí lo haría la antorcha que había
encontrado anteriormente.
La encendí con mi mechero y retrocedieron.
Cuando les ataqué con ella, prácticamente se disolvieron en el suelo.
Cerca de la primera mandada, encontré dos criaturas más.
Terminé con ellas rápidamente y miré a mi alrededor.
Cerca de otro esqueleto encontré dos elixires más y un cuerno de marfil.
Recordé a la bruja diciéndome que esculpiría y encantaría el cuerno para resucitar al barquero de
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"Aguanegra".
Como había liberado al torturado espíritu de su abuelo estaría desando hacer esto por mi ahora.
Una vez que llamase al barquero, podría cruzar hacia la isla y buscar el cuerpo de Pedro.
Quizá incluso encontraría allí que el deseaba.
Recogí el cuerno y continué hacia el norte, hacia donde el bosque parecía hacerse tan frondoso que sólo
quedaba un único sendero transitable.
Por le camino tuve cuidado de las sombras (decidí llamar así a esas criaturas negras ya que parecían
sobras).
Dejé fuera de combate a otra y continué hacia el norte.
En un sitio, tres lobos trataron de obstaculizar mi camino, pero también les maté.
Tres cardos yacían en el suelo junto a los cuerpo.
(Supongo que ya estaban allí antes de matar a los lobos).
Finalmente el sendero se bifurcaba de nuevo, continuando al norte y al oeste.
Fui dirección oeste, donde dos lobos me interrumpieron mis exploraciones.
Les di lo suyo y continué hacia el oeste, donde encontré tres esqueletos ; desafortunadamente, dos de ellos
insistían en atacarme.
Los dejé fuera de combate y examiné al más dócil, el inanimado.
Yacía cerca de tres monedas de plata.
Las recogí y continué hacia el noreste.
En una pequeña arboleda encontré tres plantas más de capuchinas las que las dejé por el momento.
Una larga rama de una madera muy dura llamó mi atención.
La recogí, al admirar su tamaño, me di cuenta que sería una buena pieza para que me tallase el gitano
ebanista.
Volviendo al sur, pasé por al lado de los lobos muertos y me dirigí al este.
Hacia el norte, encontré dos lobos vivos.
Los prefería muertos, así que no dudé en matarlos.
Miré a mi alrededor y vi cuatro plantas de madreselva.
Cogí una para hablarle a Anabelle de todas estas nuevas hierbas maravillosas.
En camino continuaba hacia el norte y hacia el este.
Hacia el norte había un auténtico campo de madreselva ; cinco de ellas crecían felizmente en la rica
abundancia del bosque.
Volviendo al sur, seguí el sendero del este donde fui atacado por dos extrañas criaturas brillantes que
giraban vertiginosamente alrededor de mi cabeza.
Me di cuenta que eran criaturas míticas de la antigüedad : las quimeras.
Mi horca no tenía efecto contra ellas.
Ninguna de mis armas parecía afectarles.
Según daban círculos a mi alrededor, empecé a sentirme débil.
Apenas podía blandir mis armas, y huí aterrorizado.
Lentamente regresé al Pueblo.
Esperaba que Anabelle me podría responder las preguntas sobre las hierbas que había descubierto, y que
quizá alguna podría ayudarme a salvar mi debilidad.
La "madreselva", me informó, podía curar ayudarme a salvar mi debilidad.
La "madreselva", me informó, podía curar enfermedades, y la "capuchina" podía curar la debilidad.
Aunque éstas eran útiles, me advirtió que debería guardar alguna para un "porsiacoso", aunque ella estaba
dispuesta a comprármelas si lo deseaba.
Le di las gracias, tomé un poco de capuchina e inmediatamente me sentí más fuerte y más al acecho.
Decidí guardar el resto de las plantas que había encontrado y abandoné su establecimiento.
El trozo de rama se estaba haciendo un poco incómodo de llevar a cuestas, así que pensé que debería ir
donde el gitano ebanista y ver si podía hacer algo con ello.
En eso en mente, me dirigí al Campamento Gitano.
Una vez allí hablé con el.
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Se sorprendió de que hubiese encontrado esa clase de madera, pero lo cogió rápidamente y empezó a
tallarla.
Terminó poco más tarde y me devolvió un bastón un tanto torcido.
Antes de que me lo cuestionase, me dijo que la madera necesitaba ser tallada a la moda.
Dijo que la leyenda decía que ese tipo de madera era muy pura y mágica, era un arma muy buena contra lo
sobrenatural.
Me di cuenta de que el bastón que me había tallado sería un buen arma contra las quimeras del bosque.
El bastón parecía bastante frío también, así que lo cogí y volví al Bosque Oscuro.
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