Descargar - Els arbres de Fahrenheit
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144 Antonio Labriola<br />
sz ha borrado la cantidad — , es <strong>de</strong>cir, la relación <strong>de</strong> la,s<br />
dx o<br />
diferenciales <strong>de</strong> x e , y) se reduce, por lo tanto, a — ,<br />
pero esta<br />
o o y<br />
fórmula — no es aquí más que la expresión <strong>de</strong> la fórmula —<br />
o X<br />
Observaré <strong>de</strong> pasada que la relación entre dos magnitu<strong>de</strong>s borradas<br />
como el momento fijo en que se borran, es una contradicción;<br />
pero esto no imperta, ya que esta contradicción no<br />
ha impedido que los matemáticos hagan progresos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace<br />
dos siglos. Pues bien, ¿qué hemos hecho aquí más que negar<br />
las magnitu<strong>de</strong>s x e y sino <strong>de</strong> un modo congruente con la<br />
realidad <strong>de</strong> la situación?, pues las negamos no <strong>de</strong>sentendiéndonos<br />
<strong>de</strong> ellas, que es el modo como niega la metafísica. Hemos<br />
substituido las magnitu<strong>de</strong>s x e y por su negación, llegando<br />
así, en nuestras fórmulas o ecuaciones, ^ dx y dy. Hecho esto,<br />
seguimos nuestros cálculos sobre estas fórmulas, operamos con<br />
dx y dy como magnitu<strong>de</strong>s reales, aun cuando sujetas a ciertas<br />
leyes <strong>de</strong> excepción, y al llegar a un <strong>de</strong>terminado momento,<br />
negamos la negación, es <strong>de</strong>cir, integramos la fórmula diferencial,<br />
obteniendo <strong>de</strong> nuevo, en vez <strong>de</strong> dx y dy las magnitu<strong>de</strong>s<br />
reales x e y. Y al hacerlo, no volveremos a encontrarnos<br />
en el punto <strong>de</strong> partida, ya que hemos resuelto un problema,<br />
problema que en vano habría tratado <strong>de</strong> resolver la geometría<br />
y el álgebra vulgares.<br />
No otra cosa acontece en la historia. Todos los pueblos civilizados<br />
han comenzado por la propiedad colectiva <strong>de</strong> la<br />
tierra. Y en todos los pueblos, al superar una <strong>de</strong>terminada<br />
fase primitiva con el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la agricultura, la propiedad<br />
colectiva se convierte en una traba para la producción.<br />
Al llegar a este momento la propiedad colectiva se <strong>de</strong>struye,<br />
se niega, convirtiéndose, tras etapas intermedias más o menos<br />
largas, en propiedad privada. Pero, al llegar a una fase más<br />
alta <strong>de</strong> progreso en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la agricultura, fase que se<br />
alcanza precisamente gracias a la propiedad privada <strong>de</strong>l suelo,<br />
ésta se convierte, a su vez, en un obstáculo para la producción,<br />
que es lo que hoy acontece tanto para la gran<strong>de</strong> como para<br />
la pequeña propiedad. En estas circunstancias nace, por la<br />
fuerza <strong>de</strong> la necesidad, la forzosidad <strong>de</strong> negar también la propiedad<br />
privada, a convertirla nuevamente en propiedad colee-