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Manual del Congresista
y de los más pequeños,
erigiste una fortaleza contra tus adversarios
para reprimir al enemigo y al rebelde.
Al ver el cielo, obra de tus manos,
la luna y las estrellas que has creado:
¿Qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies:
todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.
¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Himno de la tarde
Cae, Señor, la tarde, y cada tarde
miramos con ternura el tiempo ido:
ha crecido tu Reino, algo hemos hecho;
está más bajo el sol, pero más alto el trigo.
Alguien vio tu mirada en nuestros ojos,
alguien sintió tu fuerza en nuestros brazos,
alguien encontró luz, alguien consuelo,
alguien bebió esperanza, tu voz en nuestros labios.
Tejimos la jornada con los hilos
de nuestra pequeñez y tu grandeza.
Lo que debíamos hacer, lo hicimos;
te traemos el fruto, es pan para tu mesa.
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