DECODIFICANDO EL DESARROLLO DEL ... - Territorios en Red
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INTRODUCCIÓN<br />
“...Sin embargo la experi<strong>en</strong>cia ha demostrado ampliam<strong>en</strong>te que el verdadero desarrollo es<br />
principalm<strong>en</strong>te un proceso de activación y canalización de fuerzas sociales, de avance <strong>en</strong> la<br />
capacidad asociativa, de ejercicio de la iniciativa y de la inv<strong>en</strong>tiva. Por lo tanto, se trata de<br />
un proceso social y cultural, y sólo secundariam<strong>en</strong>te económico. Se produce el desarrollo<br />
cuando <strong>en</strong> la sociedad se manifiesta una <strong>en</strong>ergía, capaz de canalizar, de forma converg<strong>en</strong>te,<br />
fuerzas que estaban lat<strong>en</strong>tes o dispersas”.<br />
Celso Furtado<br />
Treinta años atrás el más destacado economista latinoamericano —teórico del desarrollo<br />
y ejecutor de políticas y proyectos emblemáticos— afirmaba, temeraria pero firmem<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> el texto citado como epígrafe, que el desarrollo es un proceso social y cultural y sólo<br />
secundariam<strong>en</strong>te económico 1 . No fue por cierto ni el único ni el primero puesto que<br />
décadas antes Albert Hirschman, otro iconoclasta, sost<strong>en</strong>ía que “el desarrollo dep<strong>en</strong>de de<br />
las ganas de desarrollarse”. También <strong>en</strong> los ses<strong>en</strong>ta, Dudley Seers y el dominico francés<br />
Joseph Louis Lebret se habían referido ambos al cont<strong>en</strong>ido valórico del desarrollo. Pero<br />
no ha sido fácil liberarse del economicismo que impregnó desde la Carta del Atlántico<br />
(1941) a la idea del desarrollo, al punto de llegar a configurar una verdadera sinonimia<br />
<strong>en</strong>tre crecimi<strong>en</strong>to y desarrollo. Sólo el trabajo conjunto de Amartya S<strong>en</strong>, Richard Jolly y<br />
Mabuq Ul Haq, que originase el Índice de Desarrollo Humano, abrió definitivam<strong>en</strong>te la<br />
puerta a una radical reinterpretación de ambos conceptos, al punto de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse ahora<br />
el crecimi<strong>en</strong>to económico como un proceso inserto <strong>en</strong> la materialidad, <strong>en</strong> el t<strong>en</strong>er, y el<br />
desarrollo (societal) como un proceso propio de la subjetividad, inserto <strong>en</strong> el ser.<br />
¡Bi<strong>en</strong>v<strong>en</strong>ida la felicidad nacional bruta! exclamaría seguram<strong>en</strong>te el Sultán de Bután.<br />
En verdad la conceptualización histórica de la llamada “ci<strong>en</strong>cia económica” ha estado<br />
mucho más sintonizada con la microeconomía que con la macroeconomía, mucho más<br />
con el crecimi<strong>en</strong>to que con el desarrollo.<br />
A título de ilustración, un texto sobre grandes economistas de la historia, preparado por<br />
Francisco J. Covarrubias, profesor de la P. Universidad Católica de Chile 2 , <strong>en</strong> el que<br />
pasa revista a las contribuciones a la economía desde Platón hasta G. Becker, muestra<br />
1 Furtado, Celso, 1982: 149, A Nova Dep<strong>en</strong>dência, Paz e Terra, Sâo Paulo, Brasil<br />
2 Covarrubias F. J., 2005, Grandes economistas <strong>en</strong> la historia, El Mercurio/Aguilar, Santiago de Chile.<br />
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