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Las «locas» de postín Los ambiguos Lolita buscadora de emociones El tonto<br />
A Manera de Prólogo...<br />
Lector: Aquí tienes un hombre, buscador insaciable de emociones morbosas.<br />
Hasta el presente, ningún otro novelista español creo que me haya superado<br />
en audacia para estudiar con febril apasionamiento a esa alocada fauna<br />
que vive en el extrarradio moral. Y tampoco ningún otro novelista me igualó<br />
en valentía para describir escenas y personas que nacen, crecen y se mustian<br />
en la abyección y el desenfreno. (Allí nos esperen muchos años.)<br />
Todas esas criaturas que arrastran una existencia ambigua, estrepitosa y<br />
pintoresca, me han atraído irresistiblemente, porque en los episodios de su<br />
vida he encontrado siempre innumerables matices que podrían interesar al<br />
público.<br />
Yo sería incapaz de cometer el menor pecado ni de transigir con la más<br />
leve inmoralidad; pero encuentro muy oportuno que delincan los demás,<br />
porque sus aventuras equívocas, sus monstruosas aberraciones y sus fantásticas<br />
incongruencias, me sirven a mí, luego, de elemento para confeccionar<br />
unas novelas que, desgraciadamente, se venden como pan bendito. Por<br />
egoísmo de novelista he bajado de mi torre de marfil para escuchar las inauditas<br />
confesiones de personas que están a veintiséis kilómetros de la vergüenza<br />
y el pudor, que han hundido su espíritu y su cuerpo en el fango de terribles<br />
indignidades, y que ni siquiera saben llevar sus vicios con una pulcritud que<br />
infunda respeto.<br />
Me he complacido en estudiar minuciosamente cuantos casos de putrefacción<br />
espiritual encontré en mi camino, y en muchísimas ocasiones ni aun<br />
tuve que molestarme en inspirar confianza para que me describiesen sus miserias<br />
morales los esclavos del pecado mortal. Como para nadie es un secreto<br />
que vivo en Manual Silvela, 10, nunca faltan almas caritativas que vengan de<br />
cuando en cuando a mi casa-palacio con la exclusiva idea de documentarme<br />
en las amenidades de escabrosidades ajenas. Y si carecieron de valor para narrarme<br />
personalmente las travesuras de Fulanita o Menganito, recurrieron al<br />
anónimo para revelar –puntualizando maravillosamente– los últimos escándalos<br />
de las personas que pudieran interesarme.<br />
Esta novela está confeccionada con datos y noticias que provienen de una<br />
autoridad competente. Lleno de indignación y sobresalto íntimo, me he dejado<br />
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