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x Álvaro Retana<br />
Había nacido en alta mar, durante un viaje de mis padres a Filipinas,<br />
frente a Colombo, capital del Ceylán, esa isla maravillosa<br />
donde dicen que estuvo el paraíso de Adán y Eva, prendida de Asia<br />
como un corazón rojo y verde, colores que parece ser marcaron mi<br />
destino. Al desembarcar [en Filipinas] fui bautizado por el obispo<br />
de Batangas, lindo pueblecito de indios fieros y sensuales, cercano<br />
a Manila, donde residían mis abuelos, indicando como fecha de mi<br />
nacimiento el 26 de agosto de 1890, bajo la influencia que nunca<br />
pude explicarme de Virgo, signo del Zodíaco con el cual me declaro<br />
incompatible. (Citado en Villena, El ángel de la frivolidad... 23).<br />
Retana llegó a los seis meses a Madrid, ciudad que se convertiría en el escenario<br />
permanente de sus múltiples talentos y de sus muchas correrías. Desde<br />
el comienzo, mantuvo una relación conflictiva con su padre, de quien sólo<br />
apreciaba su bien provista biblioteca. Como cuenta el propio escritor,<br />
de ella abrevó espiritualmente Alvarito, primogénito de don Wenceslao,<br />
a quien dio más disgustos que los pistoleros barceloneses, por<br />
su carácter rebelde, dinámico, desvergonzado, doblemente peligroso<br />
por la precoz inteligencia. [...] El niño era un bicho, que hacía<br />
frente a su padre sin arredrarle el cargo policiaco, ni su condición<br />
de progenitor. Inquieto, desorbitado por lecturas encontradas y mal<br />
digeridas, tocado de manías pictóricas, literarias y musicales, pero<br />
negándose tercamente a estudiar. A los catorce años componía melodías<br />
arrancadas al piano tocando con un dedo, pintaba sin haber<br />
recibido lecciones de dibujo y escribía comedias, cuentos y versos<br />
(citado en Bru Ripoll & Pérez Sanz, Álvaro Retana... 6).<br />
Y a los dieciocho años, Alvarito se quedó solo en Madrid, afortunado y<br />
libérrimo: su padre, que había sido nombrado Inspector General de Policía<br />
en Barcelona, se trasladó a la ciudad condal con su mujer y el resto de sus<br />
hijos. Desembarazado, pues, de la severa tutela paternal, Retana redobló sus<br />
actividades artísticas y literarias. En 1911 publica en el periódico El Heraldo<br />
de Madrid un artículo picantón y galante que firma con el pseudónimo femenino<br />
de Claudine Reigner, y a ese artículo le siguen otros, supuestamente<br />
escritos por la misma Claudine, muchacha francesa residente en España que<br />
hace ostentación abierta de sus costumbres libertinas. Pronto, sin embargo,<br />
sale a la luz la verdadera autoría de las confesiones galantes, y la polémica y<br />
el escándalo se acrecientan, para gran beneficio de Alvarito, quien de la noche<br />
a la mañana se vuelve famoso, y quien despunta, no sólo como articulista, sino<br />
sobre todo como incansable compositor y letrista de cuplés (es el autor de<br />
cuplés tan famosos como «Ven y ven,» «La Tirana del trípili» y «Batallón<br />
de modistillas»), dinámico figurinista y escenógrafo, escritor de novelas galantes,<br />
e ilustrador talentudo de sus propias obras narrativas. Álvaro Retana,