epilogo cuenta de una historia de cuento - La Santísima Hostia ...
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lo; al contrario, en ella está gravado profundamente un principio <strong>de</strong> obediencia a la<br />
norma objetiva, que fundamenta y condiciona la congruencia <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>cisiones con<br />
los preceptos y prohibiciones en los que se basa el comportamiento<br />
humano”(Enc.Veritatis Splendor, no. 60). <strong>La</strong> moral no pue<strong>de</strong> quedar al arbitrio o<br />
gusto <strong>de</strong> cada uno, ni siquiera a lo que pueda parecerle a uno razonable y justo,<br />
COMO SE CREE Y HACE AHORA, pues conduce al relajamiento y libertinaje <strong>de</strong> un<br />
relativismo totalmente ilógico e inadmisible y, en último término, a la negación <strong>de</strong> la<br />
moral. Por otra parte, en éste modo <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r, como norma general, no han sido<br />
tanto las razones filosófico-teológicas las que han conducido a éstas posturas <strong>de</strong><br />
vida, cuanto las pasiones que inclinan a la voluntad a <strong>una</strong> vida fácil y cómoda. No<br />
son las razones las que llevan a un concreto modo <strong>de</strong> vivir el que conduce a buscar<br />
y proponer razones que avalen la vida. Lo que se busca es vivir en “total libertad”<br />
guiados por los gustos y las conveniencias inmediatas. Es <strong>de</strong>cir, con <strong>una</strong> moral<br />
edonísta y utilitarísta. Es evi<strong>de</strong>nte que, en un altísimo grado, se ha llegado al abandono<br />
<strong>de</strong> la moral cristiana y hasta <strong>de</strong> la meramente natural, ya que no son ni la revelación<br />
ni la razón las que dirigen la conducta humana, sino el placer y la utilidad; lo<br />
físico y lo material. Por todos lados y en diferentes tonos se habla <strong>de</strong> “la pérdida <strong>de</strong><br />
los valores humanos y cristianos” por los mismos carentes <strong>de</strong> la fe y <strong>de</strong>l temor <strong>de</strong><br />
Dios, para quienes no hay más verdad ni justicia que las suyas; y que han encontrado,<br />
incluso, en esa pérdida <strong>de</strong> valores: <strong>una</strong> mina para explotar. Algunos utópicos<br />
preten<strong>de</strong>n dar solución al problema con la “elevación cultural”. Pues bien, sin negar<br />
la influencia positiva que tiene <strong>una</strong> correcta educación, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser vana ilusión.<br />
¿Acaso los pueblos más cultos, han sido y son los que tienen <strong>una</strong> moralidad más<br />
alta? No hace falta <strong>de</strong>masiada investigación histórica para caer en la <strong>cuenta</strong> <strong>de</strong> que<br />
son estos pueblos los que han llegado a las mayores aberraciones morales. ¿No<br />
está ahí el mayor y mejor ejemplo en la clerecía <strong>de</strong> la Iglesia Católica, cuya preparación<br />
y educación académica, disciplinar, espiritual, social y cultural <strong>de</strong>be ser óptima?<br />
¡Han sido y son <strong>de</strong> lo peor; pues: “corruptio optimi pessima” LA CORRUPCIÓN<br />
DE LOS MEJORES ES LA PEOR; cuando todos <strong>de</strong>berían ser santos por su condición<br />
y oficio, como consagrados al servicio <strong>de</strong> los sagrados y divinos misterios,<br />
expositores <strong>de</strong> las Sagradas Escrituras y administradores <strong>de</strong> los Santos Sacramentos<br />
como medios <strong>de</strong> santificación y salvación. Y como “Somos espectáculo hasta<br />
para Dios y sus Ángeles”; Como son muchos los ojos que tienen clavadas sus miradas<br />
sobre la conducta <strong>de</strong> los oficiales <strong>de</strong> la religión buscando “cola que pisarles”<br />
sobre todo en busca <strong>de</strong> justificar las suyas propias comprensivos y complacientes<br />
<strong>de</strong> sí mismos que caben <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l marco estándar <strong>de</strong> la humanidad en la que “es<br />
propio <strong>de</strong> los hombres el errar”; en la que ya nadie tiene <strong>de</strong>recho a <strong>de</strong>cirle a nadie:<br />
“Sácate la paja que tienes en el ojo” (Lc.VI,41-42) porque todos traen <strong>una</strong> viga atravesada<br />
en el suyo; en la que “ar<strong>de</strong> la leña ver<strong>de</strong>” entre el escándalo <strong>de</strong> la que está<br />
seca haciéndola caer en el indiferentismo y en el abandono <strong>de</strong> la Iglesia, como la<br />
consecuencia más lógica en gente que no tiene fe ni convicciones firmes y, mucho<br />
menos: Temor <strong>de</strong> Dios. Ni <strong>de</strong> un lado ni <strong>de</strong>l otro; al final <strong>de</strong> <strong>cuenta</strong>s se llega a la<br />
conclusión <strong>de</strong> que son “tales para cuales”.<br />
Se oye <strong>de</strong>cir que ahora existe menos anticlericalismo, y consi<strong>de</strong>ro que no falta<br />
razón para este juicio, pero la causa no está en que la gente se encuentre más<br />
cerca <strong>de</strong> la Iglesia o en que haya <strong>una</strong> mejor y mayor comprensión <strong>de</strong> ella, sus ministros,<br />
almas consagradas y fieles en general; sino, en primer lugar porque no pue<strong>de</strong><br />
haber antirrábicos si no hay rabia; no pue<strong>de</strong> haber anticomunistas si no hay ya comunismo;<br />
como no pue<strong>de</strong> haber anticlericales cuando ya no hay Iglesia <strong>de</strong> Cristo, y<br />
en la Iglesia <strong>de</strong> ahora los anticlericales son sus mismos clérigos, así como los peo-<br />
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