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El machismo invisible regresa - Taurus

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INTRODUCCIÓN<br />

derechos, y otra muy distinta pretender una similitud que no existe<br />

y que no tendríá razón de ser.<br />

<strong>El</strong> enemigo a vencer no es la masculinidad, sino cierta definición<br />

de la masculinidad y, por ende, de la feminidad, que es la base<br />

del <strong>machismo</strong>. <strong>El</strong> problema no es el hombre, sino la oposición radical<br />

entre lo masculino y lo femenino. Esta oposición daña a hombres<br />

y mujeres, a niños y niñas por igual. Obstaculiza las relaciones<br />

sexuales, amorosas, familiares, laborales y sociales. <strong>El</strong> <strong>machismo</strong><br />

corroe todos los vínculos, afecta todas las decisiones y limita el potencial<br />

de todos los miembros de nuestra sociedad.<br />

MACHISMO Y TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA<br />

<strong>El</strong> <strong>machismo</strong> no es, por tanto, un asunto exclusivamente personal;<br />

también juega un papel central en nuestra vida pública. Atraviesa<br />

la estructura y el funcionamiento de nuestras instituciones; inyecta<br />

sus valores a nuestro debate político y social; tiene un impacto<br />

enorme en las dinámicas poblacionales del país, la educación y la<br />

división del trabajo. Permea todas las relaciones familiares, sociales,<br />

laborales, económicas. Es una de las múltiples facetas del autoritarismo.<br />

Aunque no sea, por supuesto, la causa de éste, ni tampoco<br />

exclusivo de los regímenes autoritarios, sí puede dificultar el<br />

desarrollo de una democracia plena. La transición democrática<br />

en México requerirá cambios profundos en nuestras instituciones<br />

políticas y formas de gobernar, pero también una transformación<br />

radical en nuestra manera de relacionarnos. Podemos pensar<br />

que el discurso y las costumbres del autoritarismo seguirán perpetuándose<br />

en tanto no erradiquemos el <strong>machismo</strong>. Los valores<br />

de la democracia —entre ellos, la inclusión, el respeto a la diversidad,<br />

el debate abierto y el análisis crítico— dependen de relaciones<br />

sociales basadas en la equidad, no en la subordinación. Por<br />

consiguiente, lo que está en juego va mucho más allá de la relación<br />

entre los sexos. Incluso, el hecho de que las mujeres participen<br />

cada vez más en la vida pública no bastará para cambiar las<br />

cosas si las formas tradicionales del poder asociadas con el <strong>machismo</strong><br />

siguen en pie.<br />

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