La Bibliografía en el proceso de formación de la nacionalidad y la ...

La Bibliografía en el proceso de
formación de la nacionalidad y la cultura
en los países antillanos de habla
castellana
Tomás Fernández Robaina
Bibliotecas. No 1-2. Enero - diciembre, 1999

Bibliotecas. No 1-2. Enero - diciembre, 1999
La Bibliografía en el proceso de formación de la nacionalidad y
la cultura en los países antillanos de habla castellana.
(Invitación para su estudio)
Por Tomás Fernández Robaina
En los estudios sobre los orígenes de una cultura o sentimiento de
nacionalidad, particularmente en los países emergentes del Tercer Mundo, se
hallan escasas referencias acerca de la aparición de las bibliografías
nacionales retrospectivas como el momento cuando la cultura y la instrucción
general de una nación han llegado a una evolución tal que se hace necesario el
recuento, el balance de lo obtenido.
Las bibliografías nacionales tienen su primera manifestación en la compilación
del inglés John Bale (1495-1563) quien dio a conocer en 1548 su
IllustriummmMiairis britaiae scriptorum hocest anglice, cambriae ac Seotriae
summarum 1 .
Sobre nuestro continente se encuentran referencias en la obra de Antonio León
Pinelo (1549-1660), Epítome de la biblioteca oriental y occidental náutica y
geográfica, dada a conocer en Madrid en 1679.2
La primera que se imprime en América es la Biblioteca mexicana 3 de José
Eguiara y Eguren (1696-1763). Él la compiló para desmentir las ideas de Dean
de Alicante Manuel Martí, quien en su Epistolarum libri XII Accedit de animo
affecti omnibus liber incluyó una carta donde aconsejaba a un joven no viajar a
las tierras de América en busca de fortuna por considerar que era difícil
encontrar maestros, libros o bibliotecas por aquellos lugares 4.
La autorizada pluma de Josefa Emilia Sabor valoró la compilación de Eguiara
del siguiente modo en su utilísimo Manual de Fuentes de Información: "...
reunió datos de 2 000 autores y realizó una obra bibliográfica mediocre,
uniendo a sus defectos el de la versión de todos los títulos al latín, con lo cual
su bibliografía es de difícil manejo. Su mérito y utilidad mayores están en la cita
de las fuentes en las que Eguiara recogió su información"...5
Independientemente de lo justo de ese criterio desde el ángulo que se emite,
considero que la obra de Eguiara y Eguren tiene singular importancia, ya que
hace evidente la importancia y existencia de una producción intelectual que
demostraba el nivel alcanzado por parte de la minoría ilustrada que había
tenido acceso a la instrucción, a la cultura. Por supuesto, no es posible aún
hablar de una cultura criolla, resultado del encuentro de las diferentes culturas
autóctonas de nuestro continente con las que provenían de Europa y África, de
manera fundamental. Sin embargo, la Biblioteca Mexicana es una muestra muy
concreta del incipiente comienzo del aumento de las diferencias entre los
aborígenes, criollos y peninsulares, tanto en el campo cultural, económico
como político.
1

Más esas diferencias, posteriores contradicciones, no se manifiestan del mismo
modo en todos los países, aunque la aparición de la bibliografía, como
recuperación de la producción impresa, ocurre únicamente cuando se
manifiesta la conveniencia, más bien la necesidad de efectuarse un balance
para salvar del olvido documentos y figuras indispensables o imposibles de no
ser considerados al estudiarse la historia de cada país en particular.
Este fenómeno se observa de forma clara en las Antillas de habla castellana, y
también en los países más desarrollados culturalmente durante el siglo XX,
como México y Argentina. Mencionemos nuevamente la bibliografía de Eguiara
como la primera que marca la diferencia entre criollos y españoles en el campo
de la información bibliográfica. Y lo más curioso es que Eguiara no lo hace con
el sentido de fijar diferencias, sino de mostrar que los de acá tenían tanto
desarrollo como los de allá. Él no la compila por motivos separatistas, sino por
sentirse herido en su orgullo de español del lado de acá.
Sobre la Argentina la referencia más lejana en el tiempo se debe al inglés
Alexander Dalrymple (1737-1808), quien publicó un pequeño folleto titulado
Catalogue of authors who have written on Rio de la Plata, Paraguay and Chaco
6. En 1816 se publica también en México la primera compilación del siglo xix
Biblioteca Hispanoamericana Septentrional 7, debida a Beristain de Souza; en
Argentina Pedro de Angelis (1784-1859) realiza compilaciones muy meritorias,
recuperando títulos acerca del Río de la Plata y del Chaco 8, pero no es hasta
la segunda mitad del siglo xix cuando circulan las más notables, entre las que
mencionaremos únicamente la Bibliografía de la primera imprenta de Buenos
Aires, desde su fundación hasta 1810, inclusive, editada en Buenos Aires en
1866, realizada por Juan María Gutiérrez 9 y la Bibliografía histórica de las
provincias unidad del Río de la Plata desde el año 1780 hasta el de 1821,
impresa en Buenos Aires en 1875.
Debemos tener muy presentes las fechas, porque en las Antillas de habla
castellana la bibliografía retrospectiva surge de forma no similar, es decir,
cuando ya los países están independientes, como en los casos de México y la
Argentina durante el siglo xix, al menos en Puerto Rico y Cuba ya que la
primera compilación que circula en República Dominicana, Catálogo de las
obras, novelas, folletos y periódicos que contiene la Biblioteca de la Sociedad
Literaria Amantes de la Luz, fundada el día 13 de septiembre de 1874 10, tiene
la fecha de 1904. Tres años después, en 1907, el bibliógrafo cubano Carlos M.
Trelles (1866-1951) incluyó en su Ensayo de bibliografía cubana de los siglos
xvii y xviii unos Apuntes para la bibliografía dominicana y portorriqueña,
contribuciones éstas que no han sido valoradas en su justa medida.11
Es conveniente destacar que en 1908 Trelles propuso al gobierno dominicano
publicar la bibliografía dominicana de los siglos xvii y xviii, la cual contaba con
500 títulos, pero su proposición no fue aceptada 12. ¿Qué ocasionó que en el
proceso del desarrollo de la cultura y la conciencia nacional no aparezca la
bibliografía nacional retrospectiva dominicana? ¿Podría decirse que ese
proceso aún estaba por nacer o muy primario aún, por lo que no podía
manifestarse como un fenómeno, una forma o un efecto causado por su
contenido, una esencia o una causa respectivamente? Estas interrogantes
2

pudieran motivar a los investigadores o historiadores bibliográficos a estudiar y
efectuar análisis que señalen el por qué de esa peculiaridad en el desarrollo de
la nacionalidad y la cultura en República Dominicana.
Puerto Rico se encuentra en situación algo similar, pero sí encontramos ya una
cultura, un sentimiento que se expresa intelectualmente a través de la
Bibliografía Puertorriqueña, de Manuel María Sama. Este título mereció el
premio del certamen del Ateneo Puertorriqueño efectuado el 29 de enero de
1887 13.
Con toda intención Sama coloca como título o exergo a sus palabras
introductorias el siguiente pensamiento: "El libro es la manifestación más
espléndida del progreso de un pueblo". Y precisamente, por esa razón, Sama
emprendió su labor, motivado además por el Ateneo de Puerto Rico que tanto
se desvela por el progreso intelectual del suelo querido, promoviendo
anualmente certámenes cuyos importantes temas son de trascendencia para el
país y motivo de estudio para el escritor, propone para el presente concurso
literario, un premio al mejor y más abundante caudal de apuntes para un
catálogo razonado de su Bibliografía Puertorriqueña.
A continuación Sama explica: "No el aliciente del galardón ofrecido, sino la
índole del trabajo, me ha impulsado a presentarme en la lid, llevando un
catálogo de las obras puertorriqueñas de que consta mi biblioteca".
Es necesario que se subrayen, además de otros juicios de Sama, y el referente
a la ordenación cronológica de los textos, ya que: "De este modo podrá
apreciarse paso a paso los lentos progresos de la bibliografía puertorriqueña".
Otro aspecto que evidencia el conocimiento profundo que tenía Sama acerca
de su trabajo lo tenemos en la afirmación: "Yo sé bien que mi catálogo dista
mucho de ser completo, pero él viene a llenar un vacío sentido por todos, y
será el precursor de otros trabajos de la misma índole que irán
perfeccionándose hasta que ofrezcan un cuadro exacto de las obras
Puertorriqueñas". Es interesante observar el estudio que hace Sama de su
compilación que únicamente incluyó un índice de títulos, pero relaciona la
cantidad de obras por años, por lo que es fácil destacar que en su Bibliografía,
1885 es el año que aparece con mayor número de escritos, 33. De igual modo
relaciona los impresos en ciudades de Puerto Rico y en las de otros países.
Además, clasifica los asientos por materias, siendo las obras poéticas las más
registradas, 47, seguidas de las obras con producciones en prosa y verso, 42;
dramáticas, 29; novelas 22 y 10 de obras científicas. Asimismo relaciona los
títulos que se deben a más de un autor, 6; así como el nombre de los autores
con la cantidad de referencias, señalándose los vernáculos al escribirse con
letras bastardillas.
Todas las anteriores anotaciones hacen de esta obra, por su técnica
compilatoria y estudio del repertorio, un modelo que no ha sido resaltado. Pero
además en el análisis ya mencionado hallamos juicios de suma importancia: "El
libro, el folleto, el periódico que inspiraban las modernas y fecundas ideas, y
que llevaban al espíritu un rayo de luz, al alma un goce inefable, al corazón un
acento de esperanza, eran condenados a la hoguera para no turbar nuestra
3

tranquilidad y nuestra dicha: en cambio la hoja ofensiva, el folleto insulso, el
libro que nada hablaba a la razón, tenían derecho de asilo en nuestra olvidada
isla, y en el pasto que debía nutrir nuestra inteligencia". Párrafos más
adelantes, a modo de conclusión plantea: "Si la generación actual; así como las
pasadas pueden disculpar su atraso, la generación que se levanta, poseedora
de tantos bienes, nada hallaría que pudiese disculparla".
"Tendrían en su encargo la diferencia con que se miran entre nosotros las
obras del ingenio y el poco estímulo y la poca protección que se dispensa del
talento. ¿Podría ucir que la instrucción en Puerto Rico no ocupa todavía el
honroso puesto que le corresponde? ¿Podrá indicar que el alto precio de las
impresiones tipográficas entre nosotros dificulta las manifestaciones de la
inteligencia?. Tal vez tenga razón. Por fortuna algunos centros literarios, como
la Academia Real de Buenas Letras; en años anteriores y en la actualidad, el
Ateneo y otros distinguidos círculos, han propendido a estimular al escritor y a
que alcancen las letras el mayor grado de esplendor posible (...) pero mientras
la instrucción no se generalice y se ensanche más y más cada día la órbita en
que gire, para que nazca con ella el amor a la lectura; y mientras la tipografía
no se abarata para que se facilite la publicación del libro, no habremos logrado
la más bella de nuestras aspiraciones. Trabájese para conseguir la realización
de ambos fines, sobretodo la del primero y de nuestra prensa saldrán
anualmente centenares de obras que pregonarán nuestra ilustración y nuestra
cultura".
Con posterioridad merecen destacarse la Bibliografía Puertorriqueña (1493-
1930)14, debida a Antonio Salvador Pedrera, como se recordará también
Trelles contribuyó al desarrollo de la bibliografía como medio de información en
Puerto Rico 15.
En Cuba se aprecia la aparición de la bibliografía en una época sumamente
interesante, que como dijera el bibliógrafo Fermín Peraza, parecería indicar la
ocasión en que se hacía necesaria la unción del compilador para hacer el
balance requerido. Precisamente movido por ese interés de salvar para las
generaciones futuras lo que había salido de la prensa cubana, efectuó Antonio
Bachiller y Morales (1812-1889) su trascendental catálogo, que no tiene similar
en el área de las Antillas. No es la técnica, ni la descripción del documento, ni
la ordenación de los asientos, ni la carencia de índices auxiliares lo que debe
llamar la atención de los dos catálogos de Bachiller, el de libros y folletos, y el
de publicaciones periódicas, sino el espíritu que lo anima, expresado también
en otros estudios de Bachiller acerca de los orígenes de nuestra historia e
instrucción. Es en este aspecto que considero más relevante la compilación de
Bachiller, ya que incluso vio en el registro de los impresos un instrumento
importante, fundamental para las indagaciones que debían efectuar las
generaciones futuras sobre nuestras raíces culturales e históricas. Pero
además, este catálogo evidenció las contradicciones existentes entre criollos y
españoles, como lo refleja también Eguiara y Eguren y lo manifestó toda
compilación que tuvo por finalidad destacar lo vernáculo como un modo de que
se conociera la producción del país.
4

No debemos olvidar que el catálogo, o mejor dicho, los catálogos se compilan y
publican en plena colonia sin pensar Bachiller 16 que fueran instrumentos que
con el tiempo se estudiaran como elementos que contribuyeran a la
profundización de las diferencias entre criollos y españoles en el campo
intelectual, por registrarse documentos que reflejaban las tendencias
independentista e integrista. No debe pasarse por alto que este laboreo se da a
conocer justamente en los dos primeros años de la década del 60, en la misma
década donde estallará la Guerra de los Diez Años, y como consecuencia de
esa contienda la actividad bibliográfica decrece; concluida la beligerancia, la
aparición de bibliografías se incrementa, el propio Bachiller y otros 17
seguidores cultivan la bibliografía como medio de información de manera
notable, pero el reinicio de la gesta separatista de 1895, ocasiona el cese
nuevamente del desarrollo de la bibliografía durante el siglo XIX.
En los primeros años del siglo xx aparece la figura de Carlos M. Trelles (1866-
1951) quien de forma gigantesca compila la Bibliografía Cubana, registrando
nuestra producción desde el siglo xvii hasta el año 1916 del siglo xx, sin contar
sus obras especializadas 18. Es interesante observar que justamente durante
los años en que tiene lugar la entrada y penetración económica, cultural y
política del imperialismo estadounidense, un individuo busque la reafirmación
de los valores patrios en la recuperación de todos los impresos cubanos,
precisamente un hombre que admiraba el modelo de gobierno democrático de
los Estados Unidos; sin proponérselo, Trelles, reafirmaba, corroboraba y
demostraba la existencia de una nacionalidad.
Sin embargo, estos aspectos relacionados con la bibliografía como medio de
información, apenas han sido tocados, por tanto urge que en el quinquenio que
comienza en 1991, se estudie y se ahonde en los análisis de los repertorios
retrospectivos de la bibliografía nacional cubana como fuentes cognoscitivas
para estudiar la evolución de la cultura y de la historia a través de tales obras, e
indagar las causas objetivas que motivan su surgimiento, y que convierten tales
repertorios en termómetros o medidores del desarrollo de la formación
socioeconómica donde se compilan y editan. Sólo me resta lanzar una
invitación a los historiadores para que junto a los bibliógrafos principiemos a
laborar en este campo, apenas explorado y que nos depara muchas sorpresas
cuando se efectúen estudios comparativos del desarrollo de la bibliografía
como medio de información en loa República Dominicana, Puerto Rico y Cuba,
y su contribución a la existencia de una conciencia de nacionalidad y cultura
criolla 19.
Bibliografía
1. Bale, John. Illustrium maioris Britaniae scriptorum, hoc est Anglie,
cambriae ac Scotiae summarum.–Wessel, 1548.
2. Lení Pinelo, Antonio. Epítome de la biblioteca oriental y occidental,
náutica y geográfica.– Madrid, 1679.
3. Equiara y Eguren, José. Biblioteca mexicana.– México, 1755. Citado por
María Emilia Josefa Sabor.
4. Sabor, Josefa Emilia. Manual de fuentes de información.–Buenos Aires :
Editorial Kapelusz, 1951.– p. 129.
5

5. Dalrymple, Alexander. Catalogue of authors who have writen or Río de
La Plata.–Londen : Balantine and Law, 1807-1808.– 22p.
6. Biblioteca Hispanoamericana Septentrional, Beristain de Souza.–
México, 1816-1821
7. Gutiérrez, Juan María. Bibliografía de la primera imprenta de Buenos
Aires, desde su fundación hasta el año 1810, inclusive.– Buenos Aires :
Impr. De Mayo, 1866.– p.34, 43, 246.
8. Zanny, Antonio. Bibliografía histórica de las provincias unidas del Río de
la Plata desde el año 1780 hasta el de 1821.– Buenos Aires : Imprenta
Americana, 1875.– p. 476.
9. Catálogo de las obras, novelas, folletos y periódicos que contiene la
Biblioteca de la Sociedad Literaria Amantes de la Luz, fundada el día 13
de septiembre de 1874.– Santiago de los caballeros : Impr. De José Ma.
Vela Morel, 1904.– 1t. (s.p).
10. Trelles, Carlos M. Apuntes para la bibliografía dominicana y
puertorriqueña. En su: Ensayo de bibliografía cubana de los siglos xvii y
xviii.– Matanzas : Impr. Del Escritorio, 1907. P.
11. Homenaje al Sr. Carlos M. Trelles y Yanín : Socio de Honor, Asociación
de la Prensa Médica.– Matanzas : Impr. De Juan Oliver, 1919.– p. 35.
12. Sama, Manuel María. Bibliografía puertorriqueña.– Mayoguey : Tip.
Comercial, 1887.– p. 61.
13. Pedrera, Salvador. Bibliografía puertorriqueña : 1493-1930.– Madrid :
[s.n.], 1932. –p. 707.
14. Trelles, op. Cit. (11).
15. Bachiller y Morales, Antonio. Catálogo de libros y folletos impresos en
Cuba desde la introducción de la imprenta hasta 1840.– En su: Apuntes
para la historia de las letras y la instrucción pública en la isla de Cuba.–
La Habana : Impr. El Tiempo, 1861.– t.3, p. 124-214.
16. Bachiller y Morales, Antonio. Publicaciones periódicas: catálogo y
cronológico hasta 1840 inclusive.– En su : Apuntes para la historia de las
letras y la instrucción pública en la isla de Cuba.– t.2.
17. Trelles, Carlos M. Ensayo de bibliografía cubana de los siglos xvii y
xviii.– Matanzas : Impr. El Escritorio, 1907-1908.– 2t.
18. Trelles, Carlos M. La bibliografía cubana del siglo xix.– Matanzas : Impr.
de Quirós y Estrada, 1911-1915.– 8t.
19. Trelles, Carlos M. Bibliografía cubana del siglo xx.– Matanzas : Impr.
Viudad de Quirós y Estrada, 1916-1917.– 2t.
20. La bibliografía cubana en el siglo xix. En: Bibliografía de bibliografías
cubanas (1859-1872).– La Habana. Editorial Organismos, 1973.– p. 11-
18.
Fernández Robaina, Tomás. “La Bibliografía en el proceso de formación de la nacionalidad y la
cultura en los países antillanos de habla castellana. (Invitación para su estudio)”.
Bibliotecas. (1-2): 65- 73, enero – diciembre 1999
© Copyright 2001 Biblioteca Nacional José Martí.
Todos los derechos reservados.
Tomás Fernández Robaina, Investigador y profesor titular de la Biblioteca Nacional José Martí.
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