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Zona Literatura

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cuando cuenta con la complicidad de las circunstancias y el<br />

milagro de la correspondencia, nos inyecta un generoso hálito<br />

de vida, quizás solo la ilusión que hay de por medio justifica<br />

todo sufrimiento.<br />

Mientras Delénia descubría aquello que sigilosamente habitaba<br />

en su interior, Fátima y Bastián, segundos después de<br />

que la lluvia amainara, pisaban Iracus, una de las tierras sagradas<br />

de los Centauros Escorpiones, y el claro del Bosque Sur<br />

que Baltazar había elegido para su Campamento. Al aproximarse<br />

a los temibles gigantes que estaban apostados en una de<br />

las guardias, Bastián sintió que de alguna manera se sumía en<br />

una antigua leyenda, y ni siquiera el desagradable olor del tabaco<br />

que estos fumaban desvanecieron su asombro.<br />

Esta criaturas de cabezas pequeñas y largas trenzas, cuellos<br />

cortos, hombros, codos, y rodillas abultados no terminaban<br />

de impactarle cuando poco después sus ojos recibían una<br />

marea de rojos cobrizos, verde aguas, amarillos crepusculares,<br />

grises y brotes marrones que entre otros tonos les inundaron<br />

desde el Campamento.<br />

En tanto seguía a Fátima de cerca, Bastián se esmeró en<br />

memorizarse cada detalle de lo que pasaba en su entorno impresionándole<br />

notablemente la afabilidad de un grupo de<br />

gnomos; el apasionado discurso de un minotauro, pese a que<br />

no comprendió la lengua que éste hablaba; la belleza de dos<br />

hadas que volaron sobre su cabeza como luciérnagas, y de cuatro<br />

ninfas, tres de ellas provistas de inmensas alas que salían<br />

de su nuca, y la última de dos madreselvas que brotaban de las<br />

muñecas y envolvían parte de su cuerpo desnudo, enmarcado<br />

en una extensa cabellera de finos tallos y flores. También llamó<br />

su atención el relinchar ansioso de los pegazos; la armonía<br />

Cristián Berríos | 170 | http://zonaliteratura.com

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