Zona Literatura
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marcha y el canto de los ogros, subió unos cuantos peldaños<br />
de la escalera exterior, para que así pudiera observar su alrededor<br />
sin ser descubierto. Al ver que nada parecía sospechoso,<br />
siguió adelante a paso veloz.<br />
Aunque daba por hecho que las sombras cubrían sus movimientos,<br />
Gabriel caminaba un tanto encorvado, evitando de<br />
este modo que la forma del Libro se moldeara en su túnica. A<br />
pesar que las calles parecían desiertas, cada quince o veinte<br />
segundos buscaba a su lado una silueta maligna, pues el Cristal<br />
del Bastón se empecinaba en mostrarse sombrío como el<br />
cielo de la Ciudad. Pese a sentirse observado y perseguido, el<br />
mercader no pudo evitar quedarse sin aliento ante la<br />
arrebatadora belleza de Sueñobscuro.<br />
La Ciudad, dueña del embrujo solemne y perturbador de<br />
un cementerio, carecía del cariz entrañable de su pueblo natal,<br />
simple y hermoso como un desierto florido; pero sus pinceladas<br />
de virtuosismo por momentos traspasaban los trazos lúgubres<br />
de sus residencias, y la perfidia que se hacía sentir en<br />
una bruma densa y ponzoñosa. Ante sus ojos extasiados se<br />
levantaban colosales estatuas de piedra, mármol, bronce y oro,<br />
que emergían en el obscuro telón de la noche como espectros<br />
de un carnaval. Cuando se acercaba a un enorme dragón esculpido<br />
en la variedad azul del Umtanio, una sombra de muerte<br />
pasó rauda sobre su cabeza. Casi en seguida Gabriel percibió<br />
el clamor de una multitud enfervorizada.<br />
Si bien todavía refulgían en su memoria los sucesos del<br />
bosque, el mercader tuvo la certeza de que en esta oportunidad<br />
se trataba de un asunto distinto. Más tarde, al oír el estruendo<br />
por segunda y tercera vez, se convenció plenamente<br />
por dos motivos muy simples. Las voces que llegaban a sus<br />
http://zonaliteratura.com | 69 | Cuentos de Sueñobscuro