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El jardín de las mujeres - Prisa Ediciones

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<strong>El</strong> cielo se volvió violeta y los árboles <strong>de</strong>l horizonte<br />

azul oscuro. Los rasgos <strong>de</strong> nuestros rostros fueron <strong>de</strong>svaneciéndose.<br />

Un rato más tar<strong>de</strong> el sen<strong>de</strong>ro volvió a ensancharse;<br />

<strong>las</strong> sombras <strong>de</strong> los árboles se acortaron. Olí humo<br />

<strong>de</strong> leña: vi un grupo <strong>de</strong> casas y tiendas en el centro <strong>de</strong> un<br />

claro. Nos cambiamos <strong>de</strong> ropa y aguardamos mientras un<br />

mensajero se encaminaba hacia allá. Poco <strong>de</strong>spués, el jefe<br />

salió corriendo <strong>de</strong> su casa y se acercó a arrodillarse ante mi<br />

padre. Una rodilla en tierra. Las manos cruzadas sobre el<br />

muslo. Le escuché <strong>de</strong>cir que todo estaba listo. Él mismo<br />

nos llevaría hasta el lugar con la primera luz. De modo que<br />

aceptamos su hospitalidad. Estaba cansada y hambrienta, y<br />

también excitada. Me puse en cuclil<strong>las</strong> para <strong>de</strong>scansar<br />

mientras todos los hombres y <strong>mujeres</strong> se acercaban a mi<br />

padre para tocarle los pies. Me pregunté quiénes eran.<br />

Como el rabo <strong>de</strong> un ratón, el sen<strong>de</strong>ro se estrechó y<br />

llegó a su fin. Mi padre me llevaba sobre los hombros.<br />

Mejor que sobre una hamaca, pensé. En el claro había<br />

cuatro casas con la hierba <strong>de</strong> los tejados aún ver<strong>de</strong>. Detrás<br />

se veían <strong>las</strong> aguas verdosas, teñidas con mangles y adornadas<br />

con nenúfares, <strong>de</strong> un río ancho como la manga <strong>de</strong><br />

un vestido <strong>de</strong> mujer.<br />

Ese lugar se conocía con el nombre <strong>de</strong> Mathaka. Pa<br />

Thaka fue un pescador que vivió allí, sin esposa, solo, cocinando<br />

y lavándose él mismo la ropa. La gente se lo<br />

tomó a broma. A su espalda lo llamaban mujer. Mi padre<br />

le puso un nuevo nombre al lugar: Rofathane, sitio <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>scanso.<br />

Éramos <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> guerreros llegados <strong>de</strong>l<br />

norte. Hombres santos y luchadores, comandados por<br />

una reina que salió a lomos <strong>de</strong> un caballo <strong>de</strong> Futa Djallon<br />

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