Descargar - Asociación Costarricense de Orquideología

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Con regocijo final, dejaría instalada tan extravagante y bella
criatura en las inalcanzables ramas -quizá saturadas de añosos
musgos, piñuelas y bejucos- de descomunales árboles en tan
húmedos bosques. Y así, bien inaccesible y escondida, permanecería
esa joya natural hasta que centenares de miles de años
después algún aborigen se toparía con ella, azorado ante su soberbia
forma y enervante fragancia.
Interesado en explorar el país por cuenta propia, un día de 1846
desde Cartago llegó por ahí el botánico danés Anders S. Oersted.
Algunos dicen que la recolectó y remitió a Viena, donde el
especialista Heinrich Gustav Reichenbach la analizó, pero otros
dicen que no fue así. Que fue más bien el naturalista polaco Josef
von Warscewicz quien en 1847 la recolectó y envió al horticultor
Hugh Low, en Inglaterra; deseaba que se le bautizara como
Cattleya lawrenceana, para homenajear así a la esposa del barón
inglés William Lawrence, generosa madrina de la horticultura.
Sin embargo, las guarias murieron de camino sin producir flores,
lo que imposibilitó describir la especie, según lo narraría
mucho después el horticultor inglés Henry James Veitch.
Conocedor de la hermosura de la planta, sería el comerciante,
diplomático y coleccionista inglés George Ure Skinner -
residente en Guatemala- quien la buscaría de manera obsesiva.
Hubo un final feliz, gracias al naturalista guatemalteco Enrique
Arcé quien, contratado por él, recorrió Costa Rica y Panamá;
inicialmente viajó en el vapor “Guatemala”, capitaneado por
Dow, de manera gratuita. Enfermo y soportando innumerables
dificultades, por fin hallaría la ansiada guaria en Chiriquí en
1865.
Recibidas las plantas en Inglaterra, Veitch tuvo la fortuna de
que una floreciera en su invernadero de Chelsea, tras lo cual el
taxónomo James Bateman por fin describiría y bautizaría la
guaria como Cattleya dowiana, en gratitud por haber Dow apoyado
siempre a los naturalistas y orquideólogos. Llamada también
“guaria reina” o “matizada” según el eximio orquideólogo
Charles H. Lankester, él indica que el nombre “guaria Turrialba”
proviene de que cuando tomó auge su exportación, el acceso
a Talamanca por Turrialba era el más favorable para los recolectores.
Así que tengo tres importantes motivos para querer a tan majestuosa
orquídea: ser originaria de nuestras tierras, así como portar
como nombre común el de un terruño que llevo en lo profundo
de mi corazón, y en su nombre científico el de un noble marino
que en tiempos de adversidad compartió su amistad con
nuestro Héroe Mayor. Sí, de ese don Juanito que supo preservar
la soberanía y la libertad de nuestra patria pero que, víctima de
traiciones y deslealtades, moriría fusilado en Puntarenas el 30
de setiembre de 1860, hace exactamente 150 años.
TICORQUÍDEAS
4-5
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1.Naturalista polaco Josef von Warscewicz a
quien se atribuye el descubrimiento de la Cattleya
dowiana.
2. Cattleya dowiana, dibujo de W. Fitch, en
3
Sprunger, 1986
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