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Ocaso - Colegio San Patricio

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OCASO<br />

Sara Muñoz Madrid<br />

1º BACH B<br />

La ciudad estaba tranquila al amanecer. Sin embargo, esta quietud no había<br />

sido causada por la hora. Era como si la tierra se hubiese tragado a todos los<br />

habitantes y me hubiera dejado a mí para que contemplase tan triste,<br />

aunque relajante espectáculo. Solamente percibía un aroma de muerte y un<br />

alegre trinar de pájaros concentrados en el solitario árbol de la plaza. Pensé<br />

si ellos serían conscientes de lo que en esa ciudad estaba aconteciendo.<br />

Seguramente ignoraban el triste final que les deparaba la vida, porque de lo<br />

contrario, sus cantos se hubieran tornado tristes y amargos.<br />

Un gato negro cruzó por la gran plaza. No recuerdo de dónde salió. Se<br />

detuvo ante mí, mirándome con curiosidad. Creí ver en su mirada un cierto<br />

interrogante. Tal vez se sintiera molesto conmigo por haberle usurpado el<br />

único asiento que en aquel lugar había, o tal vez pensase, si es que los gatos<br />

piensan, que yo todavía ignoraba la catástrofe que se avecinaba y que por<br />

eso permanecía sentado tan tranquilo. Fuese lo que fuese, no tardó mucho<br />

en su interrogatorio, pues al cabo de unos segundos, que a mí se me<br />

antojaron eternos, se lanzó en una carrera maratoniana hasta el callejón<br />

más estrecho de la plaza. Antes de internarse en él, se dio la vuelta y me<br />

miró, expectante, como si quisiese advertirme de lo que se avecinaba, como<br />

invitándome a que le siguiese.<br />

Durante mucho tiempo mantuve mi mente ocupada, reflexionando sobre si<br />

los seres humanos tenemos los sentidos suficientemente despiertos como<br />

para poder captar las sensaciones de los animales. Un gorrión se acercó<br />

hacia mí. Tímidamente. Saltito a saltito. Cuando no estaba a más de un<br />

metro de mí, me dirigió una mirada inquisitiva y acto seguido alzó el vuelo<br />

hasta perderse en el cielo azul. Sí, estaba convencido de que el gorrión, así<br />

como el gato, querían advertirme, querían que me fuese de aquel lugar, lo<br />

que no sabían es que yo aguardaba a la muerte pacientemente, sin miedo. El<br />

resto de los pajarillos, que cantaban felices en el árbol, cambiaron la melodía<br />

que entonaban, refugiándose en su canto del miedo que tenían. O tal vez no,


Sara Muñoz Madrid<br />

1º BACH B<br />

tal vez ellos fuesen más valientes que nosotros y lo que hacían con sus<br />

cantos era desafiar a la muerte.<br />

De una cosa sí estaba seguro: no tenía ningún deseo de abandonar aquel<br />

lugar, ni de buscar un refugio como había hecho el resto de la población. Solo<br />

quería saborear los últimos momentos de mi existencia en el lugar que más<br />

recuerdos me traía: algunos dulces y alegres, otros amargos. Aceptaba mi<br />

destino, aunque lo condenaba desde lo más profundo de mi corazón. Era<br />

consciente de que mi pensamiento seguía libre, así como mi voluntad… Y mi<br />

voluntad era, precisamente, la de permanecer en la gran plaza, escuchando<br />

el trino de los pájaros, respirando la paz que mi corazón seguía guardando<br />

para mí, y esperando llevármela conmigo cuando llegase el ocaso. Paz. Eso<br />

que tanto me había costado conseguir.<br />

Me levanté del asiento y me dirigí sigiloso hasta el solitario árbol de la<br />

plaza. Temía que los pajarillos, al verme, alzasen el vuelo. Pero no fue así.<br />

Ante mi presencia, detuvieron momentáneamente sus cantos, tal vez en<br />

espera de que les hablase sobre cualquier cosa. Ellos estaban ahí, únicos<br />

habitantes de la gran plaza, aguardando conmigo, sin huir de su destino.<br />

Deseé transmitirles mi paz, pero creo que ellos ya la poseían. Presentí que<br />

poco podía enseñarles de la vida, porque ellos estaban llenos de vida.<br />

Empecé a cantar una melodía, al principio bajo aunque cada vez más alto,<br />

desafiando a la muerte. Súbitamente, un coro procedente del árbol resonó en<br />

mis oídos, acompañando mi canción, llenándome de una jubilosa alegría.<br />

Estábamos preparados para el momento final.

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