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tantos y tantos hermanos como pasaron por nuestra hermandad y que hoy<br />
ya no están entre nosotros o de aquellos otros que aún siguiendo <strong>aquí</strong> no<br />
quieren saber nada de todo esto… Recuerdos de mis correrías por aquel patio<br />
de mis entretelas y de esa Iglesia de San Francisco… Recuerdos de aquel<br />
“Cielo <strong>para</strong> mi virgen” o el de este niño con su cantara de aguador y que<br />
hoy tiene la difícil tarea de regir los pasos de esta Hermandad… Recuerdos<br />
de aquella placita que quiere ser Catedral y que nos fue llevando hasta su<br />
Santuario, donde Ella, nuestra Patrona, estaba esperando a su amado Hijo…<br />
y sonó aquel “Amor de Madre”…<br />
Y yo estaba allí… Formando parte de una cuadrilla con solera… La solera<br />
que da la madera de aquellas benditas trabajaderas… El sabor añejo de cuarenta<br />
años de Costaleros “Estudiantes” reflejados en el esfuerzo, en el tesón,<br />
en el cariño, de cuarenta costaleros de hoy en día… Costaleros del Palio<br />
compartiendo trabajo con sus hermanos del Cristo, paseando por las calles<br />
de su bendita Ceuta al Hijo de Dios, al compás de una seguiriya, de costero<br />
a costero y otra vez sobre los píes <strong>para</strong> vol<strong>ver</strong> a mecerlo… “Y fue azotado”<br />
y hubo hasta un “Sagrado Decreto” allí abajo <strong>para</strong> subir, sin descomponerse,<br />
con pundonor y por derecho, aquella empinada cuesta <strong>para</strong> llevar a Jesús, y<br />
otra vez con aquel portentoso izquierdo por delante, y mientras sonaba “Macarena”,<br />
hasta los pies de una virgen a la que llaman la del Mayor Dolor…<br />
Y yo estaba allí, Lelo. Yo estaba allí cuando pasamos ante la Puerta de tu<br />
Iglesia de San Francisco. Donde Él tiene su sede ¡su casa! Y de la que no le<br />
dejan salir… y se escuchó “Maestro” en honor de aquella familia estudiantil<br />
del colegio San Agustín que es la que sustenta esta Hermandad… Y hubo<br />
un barrio, el de la Cigarra, que se hizo por una noche Triana a los compases<br />
de “Cigarreras”… Y allí acabó de forjarse una de las más grandes, y lo<br />
digo como lo siento, cuadrillas de costaleros que haya dado esta ciudad de<br />
Ceuta… Y quiero al compás de un “Señor de la Sagrada Cena” recordar a<br />
Cabillas, Alcántara y Castillo, o mientras suena “La trabajadera del metal” a<br />
Catarecha, Cantero o Guirado, a Campos, Chico, Ferrón, Ontoria, Morales…<br />
A los hermanos Ramírez o a los Gallardo… Y al llegar a la Amargura acordarme<br />
de Márquez, de Torrado, Del Moral o de Santiago… y de Almagro,<br />
y de Leo… Y llegó la apoteosis de la “Recogida” y poder sentir de nuevo,<br />
como un solo corazón, la familiar cercanía de Rafa y Jorge ¡mis hermanos!…¡<br />
Mis fieles centinelas ¡ Y sonó, por fin, “Costalero del Soberano” que es lo que<br />
fui yo por aquel único día… Porque yo estaba allí, Abuelo… Yo estaba allí.<br />
LA PROMESA<br />
Hoy siento una gran alegría. Hoy quiero hablar del ser que nos dio la<br />
vida. Aquella que nos amamanto y también velo nuestro sueño… La que<br />
aquel llamaba María, y a la que hoy yo llamo Juana, yo la llamo Rosa…<br />
María de las rosas… ¡Yo te llamo, madre!<br />
Que no hay amor más <strong>ver</strong>dadero y más puro.., más singular, que el de<br />
una madre hacia sus hijos… No hay amor más grande.<br />
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