La sexualidad humana y su desarrollo - Red Escolar
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Personalidad y Sexo<br />
Lectura 3. <strong>La</strong> Sexualidad Humana y <strong>su</strong> Desarrollo<br />
[…] Gran parte de los pensamientos y sentimientos del niño respecto de sí<br />
mismo nunca encuentran expresión. Le agrada <strong>su</strong> nombre antes de poder<br />
pronunciarlo. Difícilmente podría concebir <strong>su</strong> propia existencia si careciera<br />
de nombre. En el comienzo fue <strong>su</strong> nombre. Lo oye con tanta frecuencia que,<br />
finalmente, lo identifica consigo mismo. Paso a paso, interpreta otros<br />
nombres y hace distinciones de importancia entre nombres de primera, de<br />
segunda y de tercera persona, y entre nominativo y acusativo.<br />
<strong>La</strong>s primeras diferenciaciones tienen que ver con el y el .<br />
Per muy temprano, el niño debe enfrentarse también con las distinciones de<br />
sexo: a la edad de dos años distingue varones de mujeres por las ropas, los<br />
sombreros y el cabello. Poco después, percibe diferencias físicas más<br />
fundamentales. Todo eso le ayuda a comprender qué es él. Sus primeros<br />
intereses por el sexo no son, de ninguna manera, puramente sexuales; son<br />
parte de una curiosidad muy amplia que comprende a todo el medio que le<br />
rodea. No puede orientarse a menos de hacer ciertas observaciones e<br />
inferencias elementales relativas a mamitas y papitos, a varones y niños, a<br />
animales y personas, a hombres y mujeres.<br />
De gran significación psicológica es <strong>su</strong> gradual comprensión de que posee un<br />
ser histórico al que un ser presente. ¡Él fue alguna vez un bebé! Una<br />
pequeña vuelta a esa primera infancia mediante preguntas o mediante la<br />
reconstrucción dramática, ayuda a conferir una nueva dimensión a <strong>su</strong> ser<br />
en expansión. A los cuatro o seis años, <strong>su</strong> interés se extiende al árbol<br />
familiar del cual él mismo ha <strong>su</strong>rgido, y pregunta entones sobre <strong>su</strong> relación<br />
con los padres, los abuelos y los bisabuelos. A los siete años, observando<br />
cómo <strong>su</strong> hermano recién nacido toma el pecho, pregunta con asombro:<br />
"¿También yo hice eso? ¿Y tú también mamá? ¿Y papá también?" Se halla<br />
preso de la agonía de asimilar un hecho de tremenda importancia. Sus<br />
preguntas revelan cuán estrechamente ligado está el <strong>desarrollo</strong> de la<br />
personalidad al fenómeno del sexo.<br />
"¿Eres una niña o un niño?" Esta es una pregunta que Binet hizo famosa.<br />
Uno la plantea a una criatura de alrededor de tres años. Por lo general, la<br />
respuesta es correcta, aunque algunos responden en términos de enfática<br />
negativa: "¡No soy una niña!" o "¡No soy un niño!" (según sea el uso).<br />
Una vez hecha una discriminación intelectual correcta en cuanto al sexo, el<br />
niño necesita aún años para definir y establecer <strong>su</strong> papel adecuado como<br />
varón o mujer. Nada se sigue automáticamente. Algunos autores llegan a<br />
sostener que es la cultura la que impone este papel. En realidad, cada vez<br />
más se plantea el interrogante con respecto a si somos nosotros quienes
creamos las diferencias entre los sexos a raíz de nuestras expectativas o si<br />
la sociedad, con <strong>su</strong>s expectativas, se limita a reforzar las diferencias<br />
innatas.<br />
Nuestra propia experiencia en este último medio siglo nos llega a creer<br />
firmemente que la sociedad refuerza pero no crea las diferencias que por lo<br />
común vemos (o esperamos ver) en la conducta de varones y niñas. Nuestros<br />
estudios indican que existen diferencias de predisposición temperamental,<br />
de comportamiento psicomotor y de ritmo evolutivo, que son de naturaleza<br />
intrínseca. Quizás las diferencias no sean grandes, mas pueden ser<br />
decisivas y permiten dudar de cualquier hipótesis que haga derivar las<br />
diferencias sexuales en la personalidad de factores exclusivamente<br />
ambientales o culturales.<br />
Sin embargo, el niño debe hallar activamente <strong>su</strong> papel sexual y adaptarse a<br />
él por sí mismo, lo que tampoco es cosa sencilla, pues cada individuo de<br />
cada sexo posee una dotación distintiva de innumerables cualidades de<br />
masculinidad y feminidad. El niño de dos años comienza a identificar <strong>su</strong><br />
propio sexo haciendo distinciones elementales basadas en el vestido, el<br />
cabello y, posiblemente, la voz. Unos pocos meses después, se le nota<br />
interesado en las diferencias entre varones y mujeres en cuanto al modo de<br />
orinar. Más tarde aún, cada sexo puede imitar al otro, en un esfuerzo por<br />
comprender esta diferencia, y muchas otras.<br />
Colocado frente a dos alternativas opuestas, un niño de corta edad tiende a<br />
probar ambas cuando no se halla del todo familiarizado con la conducta en<br />
cuestión. Así, durante los años preescolares formativos, antes de que se<br />
consolide el llamado papel sexual, el niño se desplaza con <strong>su</strong>ficiente<br />
facilidad de un papel sexual al otro. El cuerpo docente de nuestra nurserí de<br />
orientación se entretiene con frecuencia viendo cómo el rincón doméstico de<br />
la nurserí se ve ocupado por los varones dominantes, de dos y medio a tres<br />
años. Este rincón está prpvisto exclusivamente de muñecas, camas,<br />
escobas, tablas de planchar y artefactos de limpieza en general, y son los<br />
varones quienes llevan a cabo las tareas de mantenimiento de la casa,<br />
incluyendo el lavado de la ropa.<br />
El problema de los padres consiste en ayudar al niño, trátase de un varón o<br />
una mujer, a hallar <strong>su</strong> papel dentro de este marco familiar más amplio. El<br />
niño necesita orientación durante todo el camino. Los padres piensan, a<br />
veces, que esperarán hasta que el niño pueda comprender y le contarán<br />
entonces toda la historia del sexo, de las diferencias sexuales y de la<br />
reproducción. Pero nunca las cosas son tan sencillas y definitivas.<br />
<strong>La</strong>s preguntas sobre las diferencias sexuales, los bebés y el matrimonio<br />
comienzan antes de los cuatro años de edad. El niño de cuatro puede<br />
preguntar cómo llegó a la familia un bebé determinado. Quizás no acepte
una información demasiado realista. Acaso piense que el bebé nace,<br />
realmente, por el ombligo. O quizás prefiera creer que ha sido comprado. A<br />
los cinco años, <strong>su</strong> curiosidad es menos intensa que a los seis. A los seis, <strong>su</strong>s<br />
preguntas se hacen más específicas y puede demostrar algún interés por la<br />
mecánica del ayuntamiento de los animales. Sobre todo a los cuatro y a los<br />
seis años, los niños <strong>su</strong>elen tratar de satisfacer <strong>su</strong> curiosidad mediante el<br />
juego sexual. A los siete años, estos intereses se expresan menos<br />
abiertamente; pero el niño reflexiona y cavila sobre las relaciones sexuales,<br />
como lo hace sobre muchos otros aspectos de la vida. Si ha oído hablar de<br />
"semillas", piensa en una o dos semillas. A los ocho años, <strong>su</strong> interés por la<br />
función del padre en la procreación adquiere mayor realismo. Tiene mayor<br />
conciencia de las relaciones maritales entre <strong>su</strong> padre y <strong>su</strong> madre y tal vez<br />
sea más <strong>su</strong>sceptible a una reacción de celos. A los nueve y a los diez años<br />
siente, naturalmente, una identificación cada vez más profunda con <strong>su</strong><br />
familia. <strong>La</strong> pone de manifiesto, paradójicamente, mediante tendencias al<br />
alejamiento y mediante un exaltado sentido de vergüenza ante cualquier<br />
defecto que sorprende en <strong>su</strong> familia y en todo el ambiente doméstico. Ahora,<br />
es trágicamente sensible a los desacuerdos y antagonismos entre la madre<br />
y el padre.<br />
El período entre los cinco y los diez años no es un período sexual durmiente<br />
o latente, como alguien sostuvo. Es un período de progresiva organización.<br />
Incesantes elaboraciones de las actitudes sexuales y personales están<br />
consolidado los fundamentos para los <strong>desarrollo</strong>s más agudos de la<br />
pubertad. Durante este período precrítico, la educación debiera consistir en<br />
una orientación progresiva. <strong>La</strong> información debe impartirse -y también<br />
retenerse- hábilmente, graduándola para adaptarla a la ocasión y a la<br />
madurez del niño. <strong>La</strong> misma historia habrá de ser contada una y otra vez en<br />
diferentes versiones. Algunos hechos deben darse a conocer en seguida,<br />
como salvaguardia contra la información errónea. <strong>La</strong> meta principal, sin<br />
embargo, deber ser la conservación de la confianza fácil y mutua entre<br />
madre e hijo, entre padre e hijo.<br />
Si se descubre alguna exploración sexual o alguna aventura de nudismo, el<br />
padre o la madre debieran -dentro de lo posible- racionalizarla con calma,<br />
tanto en <strong>su</strong> mente como en la del niño. Los dos extremos a evitar son la<br />
excesiva protección en forma de silencios y evasivas, y la extremada<br />
confianza en la información excesivamente abierta.<br />
Existen enormes diferencias individuales con respecto a la intensidad de las<br />
características sexuales entre los adultos, al igual que entre los niños<br />
(Sheldon, por ejemplo, afirma que el temperamento viscerotónico "ambiciona<br />
notablemente el afecto exterior cotidiano de los miembros de <strong>su</strong> familia"). Los<br />
niños inteligentes, realistas, que no se confinan en <strong>su</strong>s casas, quieren y<br />
captan muy temprano numerosos hechos. Otros niños son tan lentos o<br />
ingenuos que debe proporcionárseles la información por dosis, con muchas
epeticiones, y aun, a veces, con algo de aguijoneo. Algunos niños, por otra<br />
parte, asimilan mejor haciendo <strong>su</strong>s propias deducciones a partir de un<br />
conocimiento realista de la reproducción en los animales.<br />
Unos pocos niños de ambos sexos parecen ciegos ante las implicaciones del<br />
sexo hasta una edad relativamente avanzada. Los varones se inclinan más<br />
a obtener "información" sexual de fuentes no parentales. Son más activos y<br />
persistentes en el juego y la exploración experimentales. Traen a <strong>su</strong> casa<br />
historias que han oído, "malas palabras" que han aprendido. Piden<br />
explicaciones específicas, y los padres pueden prestarles un señalado<br />
servicio ayudándoles a desarrollar un vocabulario adecuado. Comparando<br />
los varones y las mujeres como grupo, por lo general, éstas muestran por el<br />
sexo un interés más precoz que los varones. Sus preguntas son más<br />
generales y dependen menos del estímulo de la información recibida de<br />
otros niños. <strong>La</strong>s preguntas no parecen provenir de una curiosidad más<br />
integrada.<br />
Es evidente, entonces, que la adquisición de un sentido maduro de sí mismo<br />
es un proceso <strong>su</strong>mamente intrincado, en el cual la esfera del sexo figura de<br />
manera importante, mas no omnipotente. Cuanto más joven el niño, menos<br />
desarrollada <strong>su</strong> individualidad, aunque pueda ser vigorosa <strong>su</strong><br />
autoafirmación. A medida que aumentan la edad y la experiencia social,<br />
esta personalidad se hace menos <strong>su</strong>perficial, crece en profundidad,<br />
consolida el pasado, orienta el futuro.<br />
<strong>La</strong> percepción que el niño posee de sí mismo se amplía a medida que se<br />
profundiza la percepción de los demás. Adquiere gradualmente un sentido<br />
de jerarquía. Siente <strong>su</strong> <strong>su</strong>perioridad sobre <strong>su</strong> hermanita, pero cede ante un<br />
niño mayor. A los seis años, se le ha oído decir: "Espero que en la escuela no<br />
me hagan hacer cosas de bebé". A los diez es tanta <strong>su</strong> conciencia de las<br />
normas, que es capaz de desarrollar el culto a los héroes.<br />
Comienza a usar la palabra "persona" en una forma totalmente nueva. <strong>La</strong><br />
palabra viene a representar un concepto nuevo, una nueva relación consigo<br />
mismo y con los demás. Puede, incluso, preguntar: "¿Soy el tipo de persona<br />
que podría… o que debiera…?" Un niño poco articulado no plantea esta<br />
pregunta, pero la formula virtualmente en numerosas formas a medida que<br />
debe afrontar las situaciones de <strong>su</strong> vida. Su creciente interés por el futuro<br />
lejano indica que un impulso irresistible de crecer forma parte de <strong>su</strong> ser<br />
permanente.<br />
Uno de los principales cambios culturales que hemos observado en los<br />
últimos veinte años es el creciente interés de cierta parte de la sociedad por<br />
el sentido que tiene de sí mismo el niño pequeño y por <strong>su</strong>s sentimientos<br />
acerca del yo. En una época no muy lejana, la principal preocupación de los
adultos radicaba en la conducta del niño: que se comportara de modo tal<br />
que hiciera honor a sí mismo y a <strong>su</strong> familia.<br />
En la actualidad el interés del adulto guarda tal vez menor relación con lo<br />
que niño hace que con lo que siente por lo que hace. Este interés se extiende<br />
sobre todo hacia aquellos que niños que pudieran ser pobres o diferentes en<br />
un grado tal como para causarles inquietud y minar <strong>su</strong> amor propio. Como<br />
sociedad nos estamos volviendo cada vez más compasivos y más<br />
interesados en el prójimo.<br />
<strong>La</strong> Masturbación<br />
Bibliografía<br />
Gesell Arnold, Ilg Frances L., Bates Ames Louise, Bullis Glenna E.<br />
El Niño de 5 a 10 años. Paidós Psicología Evolutiva.<br />
Reimpreso en España, 1985<br />
<br />
A. S. Neill<br />
¿Es patológica la masturbación? No, lejos de ser malsana -en el niño o en el<br />
adolescente-, constituye una etapa pasajera y normal de la evolución de la<br />
<strong>sexualidad</strong>. El niño se toca para descubrir las cualidades sensoriales de <strong>su</strong>s<br />
genitales y los jóvenes se masturban para eliminar la tensión normal que<br />
provoca un cuerpo sano y apto para el sexo al que se le niega la posibilidad<br />
de ejercer <strong>su</strong> <strong>sexualidad</strong> con una pareja. Dice el Dr. André Berge: .<br />
Si sorprende a <strong>su</strong> hijo/hija ¡por favor no lo reprenda! No lo acuse de ser un<br />
ni lo a<strong>su</strong>ste con, , porque les provocará<br />
una angustia tremenda. Simplemente . Si la<br />
masturbación es muy frecuente, entonces atiéndala como a un síntoma de<br />
ansiedad o angustia en el niño, pero jamás como a un síntoma de perversión<br />
sexual. Los niños se tocan por placer, por aburrimiento o para eliminar<br />
tensión emocional. Sólo el abuso de la masturbación o ya en la adolescencia,<br />
el aislamiento social -el temor o la incapacidad para relacionarse<br />
afectivamente con una pareja-, serán motivo de preocupación.<br />
El Complejo de Edipo
Un niño de cinco años<br />
El psicoanálisis explica que los niños se siente atraídos y están fuertemente<br />
ligados al progenitor del sexo opuesto; sin embargo, al descubrir que la<br />
madre es la pareja del padre -y viceversa- y percatase de que <br />
es más grande y poderoso que ellos, inconscientemente, renunciarán al<br />
amor del padre del sexo opuesto, y al mismo tiempo aceptarán como modelo<br />
al padre del mismo sexo y se identificarán con él. Inconscientemente el niño<br />
razonará así: , y las niñas harán lo mismo, con respecto a <strong>su</strong> padre. Al hecho<br />
psicológico de renunciar al amor de los padres y decidirse a crecer<br />
emocionalmente y formar una familia propia, los psicoanalistas lo llaman<br />
.<br />
<br />
Mario Benedetti<br />
Sin embargo, no todos los niños logran resolverlo positivamente; muchos<br />
niños y hombre tendrán una dependencia emocional patológica de <strong>su</strong>s<br />
padres y no podrán amar a nadie más. ¿Por qué ocurre esto? <strong>La</strong> respuesta<br />
está en el tipo de relación emocional que sostienen padres e hijos. El<br />
psicoanálisis establece dos tipos básicos:<br />
1. Los padres : Son los padres que no entienden o no<br />
quieren entender, que la meta cuando se cría a un hijo, es lograr que éste<br />
sea cada día más independiente y que logre con el tiempo formar <strong>su</strong><br />
propia familia o hacer <strong>su</strong> propia vida. Los padres narcisistas consideran<br />
a <strong>su</strong>s hijos y nutren, a través de ellos, <strong>su</strong>s<br />
necesidades afectivas insatisfechas: <strong>su</strong>elen dormir con <strong>su</strong>s hijos; no los<br />
dejan salir a jugar ni tener amigos; controlan todos <strong>su</strong>s actos; y con dolor<br />
los mandan a la escuela. A base de chantajes sentimentales,<br />
autoritarismo o mimos excesivos, logran que <strong>su</strong>s hijos se conviertan en<br />
o en . Los padres narcisistas no<br />
buscan dar sino recibir afecto y compañía y provocan una terrible<br />
dependencia emocional en <strong>su</strong>s hijos. Sus hijos no podrán amar a nadie<br />
más y si lo logran provocarán una enorme frustración y celos en <strong>su</strong>s<br />
padres.<br />
2. Los padres -el objeto de <strong>su</strong> amor son <strong>su</strong>s hijos y no ellos<br />
mismos-, son los padres sanos que, satisfechos de la vida, aman<br />
alegremente a <strong>su</strong>s hijos y aspiran a que estos crezcan y hagan <strong>su</strong> propia
vida. Al amar, piensan exclusivamente en el bienestar de <strong>su</strong>s hijos y,<br />
como los sentimientos son recíprocos, los hijos los amarán y procurarán.<br />
Cuando los hijos se enamoren, <strong>su</strong>s padres respetarán <strong>su</strong>s sentimientos y<br />
compartirán íntimamente <strong>su</strong> alegría; los noviazgos de <strong>su</strong>s hijos no<br />
provocarán celos ni frustraciones.<br />
<strong>La</strong> identificación Sexual<br />
<strong>La</strong> identificación sexual, es decir, aceptar o rechazar el sexo biológica y<br />
culturalmente le corresponde al niño, es un proceso que inquieta y provoca el<br />
más vivo interés en los padres de familia, de hecho, la pregunta es: ¿Cómo<br />
evitar la homo<strong>sexualidad</strong>? <strong>La</strong> respuesta será breve. A lo largo de dieciocho<br />
años de experiencia clínica, de leer todo lo que he podido sobre el tema y<br />
con<strong>su</strong>ltar a connotados expertos en <strong>sexualidad</strong> <strong>humana</strong>, no he encontrado<br />
una respuesta definitiva o tajante a esta cuestión; sin embargo, algunas<br />
cosas están claras. Para algunos especialistas se trata básicamente de un<br />
problema biológico u orgánico relacionado con la naturaleza de las<br />
secreciones hormonales; por ejemplo, tratamientos hormonales<br />
administrados a la madre durante la gestación. Para otros se trata de<br />
problemas afectivos relacionados con la identificación o el deseo frustrado<br />
de ser como el progenitor del mismo sexo. Lo que he podido sacar en claro<br />
con respecto a los factores que afectan la identificación sexual en lo<br />
siguiente:<br />
1. El deseo inconsciente o la expectativa de los padres con respecto al sexo<br />
del niño que ha de nacer y el ulterior rechazo del sexo cuando éste no<br />
corresponde a las expectativas del padre o la madre. Un ejemplo claro de<br />
este problema lo tenemos en la vida del genial Oscar Wilde, quien es<br />
sabido, fue homosexual. <strong>La</strong> madre de Oscar Wilde deseaba tener una<br />
hija y como no pudo tolerar la frustración que le produjo el nacimiento de<br />
un niño, vistió y trató a <strong>su</strong> hijo como si fuera niña, lo identificó con ella y<br />
lo volvió homosexual. Este es por <strong>su</strong>puesto un caso extremo de rechazo;<br />
sin embargo, ilustra bien el efecto que la educación, condicionada por los<br />
deseos inconscientes de los padres tiene sobre la diferenciación del<br />
comportamiento sexual.<br />
2. Otro caso es el de los padres que se expresan<br />
despectivamente de las mujeres y que sienten un absoluto desprecio por<br />
ellas. Al transmitir dichas actitudes a <strong>su</strong>s hijos y lograr que ellos<br />
consideren a las mujeres como seres inferiores los pondrán al borde de la<br />
homo<strong>sexualidad</strong>. También las mujeres pueden adoptar actitudes<br />
extremas.
3. <strong>La</strong> represión de las manifestaciones espontáneas de la <strong>sexualidad</strong><br />
infantil y de la curiosidad natural del niño. Sólo el respeto y la libertad<br />
producen niños sanos.<br />
4. El temor patológico o el rechazo de alguno de los padres o de los adultos<br />
a quienes confiamos la educación de nuestros hijos, hacia el sexo<br />
opuesto. Por ejemplo, una madre que, quizá víctima del abuso sexual o<br />
de una educación demasiado represiva, se pasa el día advirtiéndole a <strong>su</strong><br />
hija de los peligros que corre con los hombre o de las o<br />
de que puede ser víctima. Actitud que provocará tanto<br />
temor en la niña que sólo se sentirá a gusto entre mujeres.<br />
Cuando papá y mamá se aman y respetan, y aman y respetan a <strong>su</strong>s hijos,<br />
ellos se identificarán sin ningún problema. Si la madre es soltera o viuda, el<br />
niño se identificará con un tío, con el abuelo o con la pareja de <strong>su</strong> madre. Sin<br />
embargo, si la madre no respeta a ninguna figura del sexo opuesto, <strong>su</strong> hijo<br />
tendrá problemas para identificarse con la imagen devaluada del sexo<br />
masculino que <strong>su</strong> madre proyecta. Lo mismo ocurrirá con las niñas. En<br />
cambio, si nuestros modelos son respetados, y además nos aman y<br />
procuran, lo más natural será crecer y ser como ellos. Esto lo entendí<br />
claramente un día que cogí a mi hijo de la mano y lo llevé al beisbol,<br />
después de seis entradas muy aburridas mi hijo me volteó a ver y me<br />
preguntó: Y yo sin pensarlo<br />
respondí: En tiempos bíblicos la<br />
identificación de los hijos con <strong>su</strong>s padres era tan grande que a los hombres<br />
les costaba trabajo saber quiénes eran en realidad.<br />
A pesar de todo, algunos padres amorosos y responsables tendrán hijos<br />
homosexuales o hijas lesbianas. Si esto ocurriera y al llegar a la<br />
adolescencia alguno de <strong>su</strong>s hijos se definiera como homosexual, no hay<br />
nada, que yo sepa, que usted pueda hacer al respecto, excepto aceptarlos,<br />
comprenderlos y amarlos.<br />
Adolescencia, Genitalidad y Embarazo<br />
<strong>La</strong> Organización Mundial de la Salud (OMS), proporciona un dato<br />
impresionante con respecto a la acelaración creciente con la aparece el<br />
llamado en hombres y mujeres. Esto<br />
se refiere al momento en que aparecen los caracteres sexuales secundarios<br />
y se inicia la pubertad -de , cubrirse de vello-. De acuerdo a<br />
la OMS, este momento aparece cada vez más precozmente y se ha acelerado<br />
<strong>su</strong> aparición a un ritmo de nueve meses por generación desde los últimos<br />
doscientos años, esto significa que hace doscientos años la pubertad se<br />
iniciaba, en promedio, a los quince años y ahora se inicia, en promedio, a los<br />
doce años en el caso de las niñas.
<strong>La</strong> aparición precoz de la <strong>sexualidad</strong> genital está provocando un grave<br />
problema de salud pública a nivel mundial, problema que se llama<br />
. Anualmente, millones de jovencitas -entre doce<br />
y dieciséis años de edad- re<strong>su</strong>ltan embarazadas y <strong>su</strong>s embarazos provocan<br />
una secuela terrible de dolor, frustración, abortos, niños no deseados y<br />
enfermedades transmisibles. ¿Qué medidas podemos adoptar los padres<br />
para evitar estos graves problemas?<br />
1. Educar a nuestros hijos con amor, respeto y libertad; ésta fórmula los<br />
hará responsables.<br />
2. Dialogar e informar francamente a nuestras hijas e hijos acerca d los<br />
riegos de un embarazo; de cómo se producen (la ignorancia de los<br />
jóvenes con respecto al sexo es increíble, a pesar de que hayan ido a la<br />
escuela); de cómo se pueden evitar y de los riesgos que tienen los<br />
métodos anticonceptivos. No le tema a la información, téngale mil veces<br />
más miedo a la ignorancia. Y no esconda la cabeza como los avestruces.<br />
3. Si <strong>su</strong>s hijos/as tiene novia o novio o están enamorados (Romeo y Julieta<br />
tenían quince años), respeta <strong>su</strong>s sentimientos y brinde <strong>su</strong> casa para que<br />
los novios o los amigos la visiten. Brindarles confianza a los jóvenes es la<br />
mejor garantía de respeto. Si usted se opone a los noviazgos, no<br />
conseguirá nada más que rebeldía y el efecto será contraproducente<br />
como todo el mundo lo sabe. Una patética historia verdadera me servirá<br />
de ejemplo. Es la historia de Miriam, una joven madre soltera. Miriam<br />
tenía quince años de edad cuando se enamoró de un muchacho de<br />
diecinueve, se lo platicó a <strong>su</strong> papá y <strong>su</strong> padre, indignado, le prohibió que<br />
lo viera. Como no podían verse, planearon y un buen<br />
día se fueron a la casa de un tío del novio e hicieron el amor. Como lo<br />
habían planeado, tomaron precauciones y no pasó nada. Sin embargo,<br />
ese día el padre de Miriam pasó a la escuela a dejarle el lunch porque a<br />
ella se le había olvidado y se enteró de que <strong>su</strong> hija había faltando.<br />
Cuando la joven llegó a <strong>su</strong> casa, <strong>su</strong> padre le puso una golpiza tremenda<br />
y con la ayuda de <strong>su</strong> esposa quien le <strong>su</strong>jeto las manos a <strong>su</strong> hija ¡la rapó!<br />
para castigar <strong>su</strong> vanidad y <strong>su</strong> pecado. Luego la corrió de <strong>su</strong> casa y la<br />
mandó a vivir dos años con unos tíos que vivían a más de mil kilómetros<br />
de distancia, durante ese lapso, ni <strong>su</strong> padre ni <strong>su</strong> madre le contestaron el<br />
teléfono o <strong>su</strong>s cartas. Después de dos años la fueron a buscar y . Miriam regresó a <strong>su</strong> casa y el día que llegó fue a buscar a<br />
<strong>su</strong> novio, hizo el amor con él u se embarazó. Ahora es madre soltera y<br />
está llena de tristeza y de resentimiento.<br />
Está claro que no sólo los hijos tienen que <strong>su</strong>perar el complejo de Edipo. Los<br />
primeros que lo tenemos que <strong>su</strong>perar somos los padres y entender<br />
claramente la diferencia que hay entre un padre o una madre responsables
un padre lleno de conflictos emocionales, que se comporta y que descaradamente arruina la vida de <strong>su</strong>s hijos.<br />
Bibliografía<br />
Gadea, de Nicolás, Luis. Escuela para Padres y Maestros.<br />
Primera Edición. ISBN: 968-499-917-8<br />
México