El anti-héroe biográfico: Lazarillo de Tormes - UFMT
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interior. <strong>El</strong> narrador en primera persona presupone en la ficción<br />
que el autor es el protagonista y nos remite a asegurar su<br />
i<strong>de</strong>ntidad. Sin embargo, se trata <strong>de</strong> darle un estilo paródico a la<br />
narración <strong>de</strong>l autobiógrafo en que el discurso se torna la<br />
expresión <strong>de</strong> las confesiones <strong>de</strong> un pícaro 30 . A partir <strong>de</strong> las<br />
primeras palabras que abren el Prólogo se establece la categoría<br />
<strong>de</strong>l personaje: yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por<br />
ventura nunca oídas ni vistas, vengan a noticia <strong>de</strong> muchos y no se<br />
entierren en la sepultura <strong>de</strong>l olvido (...)(P 03) 31 , a pesar que la<br />
caracterización <strong>de</strong>l pícaro sólo apareció posteriormente y se <strong>de</strong>fine<br />
mejor en la obra <strong>El</strong> guzmán <strong>de</strong> alfarache, <strong>de</strong> Mateo Alemán. Aun<br />
cuando no se usa esta palabra en la obra, este es el personaje por<br />
contraposición con el caballero, <strong>de</strong>l cual pue<strong>de</strong> esperarse<br />
cualquier bajeza. <strong>El</strong> pícaro, como autobiógrafo, dice Carrillo,<br />
es libre a la hora <strong>de</strong> narrar y no está sometido a<br />
ningún planteamiento objetivo o falso. Se liga<br />
exclusivamente a su pasado y escoge lo que concuerda<br />
más con el propósito <strong>de</strong> contar su i<strong>de</strong>ología, con su modo<br />
<strong>de</strong> ver el mundo. (Carrillo, 1982: 83)<br />
Lázaro <strong>de</strong> <strong>Tormes</strong>, el personaje autobiógrafo, comienza<br />
sus confesiones a partir <strong>de</strong> una respuesta, a manera <strong>de</strong> carta, a<br />
una solicitud formulada por escrito: y pues Vuestra Merced escribe<br />
30 Según Deleito y Piñuela, la voz pícaro usada durante los S. XVI y XVII no suele<br />
<strong>de</strong>finirse en los diccionarios, ni es <strong>de</strong> clara etimología. No pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>rivar <strong>de</strong> Pica,<br />
palabra sin conexión con ella, ni <strong>de</strong> la región <strong>de</strong> Picardía como sospecha<br />
Covarrubias, pues los hombres <strong>de</strong> allí se llaman picardos. Según otros, proviene <strong>de</strong><br />
picar en su sentido <strong>de</strong> ‘<strong>de</strong>sazonar’ y mero<strong>de</strong>ar; o <strong>de</strong> picaño, ‘haraposo’ (rasgo <strong>de</strong> los<br />
llamados pícaros). Deleito y Piñuela explica que su uso se hizo frecuente en la<br />
segunda mitad <strong>de</strong>l S. XVI llamándose pícara a la gente perdida, vagabunda o<br />
rufianesca, o bien, a la <strong>de</strong>dicada a los más bajos menesteres. “Picardía” significaba<br />
engaño, nacido no <strong>de</strong> perversión, sino <strong>de</strong> pobreza estimuladora <strong>de</strong>l ingenio. Por eso<br />
“pícaro” fue a veces sinónimo <strong>de</strong> agudo y <strong>de</strong> engaño, por necesidad se pasaba al<br />
engaño por gusto y por costumbre. Véase al respecto: Deleito y Piñuela, J, 1989 La<br />
mala vida en la España <strong>de</strong> Felipe IV. Madrid: Alianza Editorial, Pág. 110.<br />
31 Las cosas tan señaladas alu<strong>de</strong>n al hecho <strong>de</strong> fijar por escrito acontecimientos<br />
memorables y darle con esto el carácter histórico parodiado por el autor, pues esas<br />
“cosas” son los aconteceres <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> un pícaro.<br />
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