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50. Primeros Escritos - Truth For the End of Time

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Permanecí mucho tiempo en tal condición física y, mental, y cuando me percaté de lo que me rodeaba,<br />

todo me pareció cambiado. Todo tenía aspecto glorioso y nuevo, como si sonriese y alabase a Dios.<br />

Estaba yo, entonces dispuesta a confesar en todas partes al Señor Jesús. En el transcurso de seis meses<br />

ni una sola nube obscureció mi ánimo. Mi alma bebía diariamente abundantes raudales de salvación.<br />

13<br />

Pensando que quienes amaban al Señor Jesús debían amar su venida, fuí a la reunión de clases [en la<br />

Iglesia Metodista] y conté lo que Jesús había hecho por mi y cuánta satisfacción experimentaba al creer<br />

que el Señor venía. El director me interrumpió diciendo: "Gracias al metodismo;" pero yo no podía dar<br />

gloria al metodismo cuando lo que me había libertado era Cristo y la esperanza en su pronta venida.<br />

La mayoría de los que formaban la familia de mi padre creían firmemente en el advenimiento, y por<br />

testificar en favor de esta gloriosa doctrina, siete de nosotros sus miembros fuimos expulsados de la<br />

Iglesia Metodista en una ocasión. Nos resultaron entonces muy preciosas las palabras del pr<strong>of</strong>eta "Oid<br />

palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, y os<br />

echan fuera por causa de mi nombre' dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría<br />

vuestra, y ellos serán confundidos." (Isa. 66:5.)<br />

Desde aquel momento hasta diciembre de 1844, mis gozos, pruebas y chascos fueron similares a los de<br />

mis apreciados amigos adventistas que me rodeaban. En aquel tiempo, visité a una de nuestras<br />

hermanas adventistas, y por la mañana nos arrodillamos para el culto de familia. No había excitación, y<br />

sólo nosotras, cinco mujeres, estábamos allí. Mientras yo oraba, el poder de Dios descendió sobre mí<br />

como nunca lo había sentido. Quedé arrobada en una visión de la gloria de Dios. Me parecía estar<br />

elevándome cada vez más lejos de la tierra, y se me mostró algo de la peregrinación del pueblo<br />

adventista hacia la santa ciudad, según lo narraré a continuación.<br />

MI PRIMERA VISIÓN*<br />

Como Dios me ha mostrado el camino que el pueblo adventista ha de recorrer en viaje a la santa<br />

ciudad, así como<br />

14<br />

la rica recompensa que se dará a quienes aguarden a su Señor cuando regrese del festín de bodas, tengo<br />

quizás el deber de daros un breve esbozo de lo que Dios me ha revelado. Los santos amados tendrán<br />

que pasar por muchas pruebas. Pero nuestras ligeras aflicciones, que sólo duran un momento, obrarán<br />

para nosotros un excelso y eterno peso de gloria con tal que no miremos las cosas que se ven, porque<br />

éstas son pasajeras, pero las que no se ven son eternas. He procurado traer un buen informe y algunos<br />

racimos de Canaán, por lo cual muchos quisieran apedrearme, como la congregación amenazó hacer<br />

con Caleb y Josué por su informe. (Núm. 14:10.) Pero os declaro, hermanos y hermanas en el Señor,<br />

que es una buena tierra, y bien podemos subir y tomar posesión de ella.

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