Testimonios Para la Iglesia 9 - Iglesia Adventista Agape
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Pág. 58<br />
fica conocer <strong>la</strong> verdad, que han sido instruidos renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poco<br />
aquí y otro poco allá.<br />
Si en este tiempo favorable los creyentes se presentan con humildad de<strong>la</strong>nte de Dios, quitan de su corazón<br />
todo lo malo y le consultan a cada paso, él se manifestará a ellos y los alentará. Y mientras los<br />
miembros de <strong>la</strong> iglesia hagan su parte fielmente, el Señor conducirá y dirigirá a sus instrumentos escogidos<br />
y los fortalecerá para su importante obra. Unidos todos' sostengamos sus brazos por medio de<br />
muchas oraciones y atraigamos los bril<strong>la</strong>ntes rayos del santuario celestial.<br />
El fin se acerca; avanza sigilosa, imperceptible y silenciosamente, como el <strong>la</strong>drón en <strong>la</strong> noche. Concédanos<br />
el Señor <strong>la</strong> gracia de no dormir por más tiempo, como otros lo hacen; sino que seamos sobrios y<br />
velemos. La verdad está a punto de triunfar gloriosamente, y todos los que decidan ahora co<strong>la</strong>borar con<br />
Dios triunfarán con el<strong>la</strong>. El tiempo es corto; <strong>la</strong> noche se acerca cuando nadie podrá trabajar. Que los<br />
que se gozan en <strong>la</strong> verdad presente se apresuren ahora a impartir<strong>la</strong> a otros. El Señor pregunta: "¿A<br />
quién enviaré?" Los que están dispuestos a hacer sacrificios por <strong>la</strong> verdad, deben responder ahora:<br />
"Heme aquí, envíame a mí”. (Isa. 6:8).<br />
Los que tienen responsabilidades deben recordar que el Espíritu Santo es el que amolda a <strong>la</strong>s personas.<br />
El Señor es quien contro<strong>la</strong>. No debemos tratar de amoldar, siguiendo nuestras ideas personales, a quienes<br />
trabajan con nosotros. Debemos dejar que Cristo los amolde. El no sigue ninguna pauta humana.<br />
Obra según su propia mente y Espíritu. La obra del hombre consiste en reve<strong>la</strong>r al mundo lo que Cristo<br />
ha puesto en su corazón; por medio de su gracia el ser humano se convierte en- participante de <strong>la</strong> naturaleza<br />
divina, habiendo escapado de <strong>la</strong> corrupción que existe en el mundo a causa de <strong>la</strong> concupiscencia.<br />
(110) Las facultades más elevadas de aquel que recibe a Cristo se fortalecen y ennoblecen, y <strong>la</strong> persona<br />
queda capacitada para servir a Dios.<br />
Muchos de los eruditos del mundo han recibido una educación tan elevada que no pueden tocar a <strong>la</strong><br />
gente común. Su conocimiento es intrincado. Se eleva mucho, pero no descansa en ninguna parte. Los<br />
hombres de negocios más inteligentes anhe<strong>la</strong>n <strong>la</strong> verdad sencil<strong>la</strong>, como <strong>la</strong> que Cristo dio a <strong>la</strong> gente<br />
cuando estuvo en el mundo; <strong>la</strong> verdad que él dijo que era espíritu y vida. Sus pa<strong>la</strong>bras son como <strong>la</strong>s<br />
hojas del árbol de <strong>la</strong> vida. Lo que el mundo necesita en <strong>la</strong> actualidad es <strong>la</strong> luz del ejemplo de Cristo, reflejada<br />
desde <strong>la</strong>s vidas de hombres y mujeres semejantes al Salvador. El intelecto más poderoso en favor<br />
de <strong>la</strong> verdad es el intelecto contro<strong>la</strong>do por Cristo, ennoblecido y purificado por <strong>la</strong> santificación del<br />
Espíritu Santo.<br />
Cristo ha dado su comisión: 1d por todo el mundo" (Mar. 16:15). Todos deben escuchar el mensaje de<br />
advertencia. Un premio de valor incalcu<strong>la</strong>ble espera a los que corren <strong>la</strong> carrera cristiana. Los que corren<br />
con paciencia recibirán una corona de vida cuyo brillo jamás se empañará.<br />
Cultivad<strong>la</strong> calma y encomendad<strong>la</strong> protección de vuestras almas a Dios como fiel Creador. El guardará<br />
lo que se encomienda a su cuidado. A él no le agrada que cubramos su altar con nuestras lágrimas y<br />
quejas. Ya tenemos suficientes motivos para a<strong>la</strong>bara Dios, aunque no veamos otra alma convertirse. Pero<br />
<strong>la</strong> buena obra continuará si proseguimos hacia ade<strong>la</strong>nte sin tratar de ajustarlo todo a nuestras propias<br />
ideas. Que <strong>la</strong> paz de Dios reine en nuestros corazones, y mostrémonos agradecidos. Demos lugar para<br />
que Dios trabaje. No obstruyamos su camino. El puede trabajar, y lo hará si se lo permitimos.<br />
Aunque hay que trazar p<strong>la</strong>nes extensos, también hay que tener mucho cuidado de que <strong>la</strong> obra en cada<br />
ramo de <strong>la</strong> causa se mantenga armoniosamente unida con <strong>la</strong> de los demás departamentos, para así constituir<br />
un todo perfecto. (111)<br />
CONSEJOS PARA LOS MINISTROS.-<br />
Sanatorio, California, 3 de Noviembre de 1901.<br />
A un obrero de mucha experiencia, radicado en Nueva Cork:<br />
Después de considerar <strong>la</strong> situación de <strong>la</strong> obra en Nueva York experimenté una intensa preocupación.<br />
Durante <strong>la</strong> noche se me presentó lo siguiente: Se trabajará en Nueva York; se iniciará <strong>la</strong> obra en sectores<br />
de <strong>la</strong> ciudad donde no hay iglesias, en los que <strong>la</strong> verdad se afianzará. Hay gran cantidad de trabajo