En su obra “El hombre y lo Divino” , María Zambrano expresa ... - Inicio
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desproblematizar racionalmente otra clase de fenómenos, no <strong>lo</strong> son cuando se trata de penetrar en<br />
la vivencia de una revelación de la que el <strong>hombre</strong> participa emocionalmente.<br />
Para Otto, la experiencia sagrada, se caracteriza por ser un acontecimiento inmenso que exhibe la<br />
presencia de una potencia absolutamente inmanejable y eficaz. <strong>En</strong> <strong>su</strong> escrito Lo Santo (1925),<br />
explica como el <strong>hombre</strong> se rinde atraído, seducido y fascinado por la conquista de la fuerte<br />
presencia de <strong>lo</strong> absolutamente otro. De tal forma que, el reconocimiento de <strong>lo</strong> sagrado por parte<br />
del <strong>hombre</strong>, significará un ingreso al carácter esencial de <strong>su</strong> existencia humana como criatura<br />
envuelta por el misterio 3 . Más aún, al conocer <strong>su</strong> propia condición ontológica, como re<strong>su</strong>ltado de<br />
este encuentro con la Realidad trascendente, el ser humano es movilizado por un tono vital que le<br />
proporciona <strong>su</strong> propio sentir existencial. Por <strong>lo</strong> tanto, podremos considerar que advenimiento de <strong>lo</strong><br />
sacro, se ha registrado en nosotros a través de un gesto de inclinación ante la sabiduría eterna 4 . El<br />
descubrimiento de esta reverencia, a <strong>su</strong> vez exhibe la natural disposición axiológica hacia <strong>lo</strong><br />
absoluto y perfecto, siendo esta cualidad la más identitaria de nuestra moral.<br />
<strong>En</strong> virtud de <strong>lo</strong>s elementos dialécticos de la experiencia de <strong>lo</strong> sacro, se originan en el <strong>hombre</strong> una<br />
serie de ambivalencias que él debe <strong>su</strong>perar en vistas a desarrollar y <strong>su</strong>stentar la vida propiamente<br />
humana; la atracción y el temor, la contemplación y la distancia, se declaran en un respeto por <strong>lo</strong><br />
trascendente, condición que constituye un hecho inicial e invariable de las posteriores expresiones<br />
de tipo moral. Por el<strong>lo</strong>, cuando San Agustín señala “Et inhorresco, et inardesco” (me horrorizo y me<br />
enardezco), refiere precisamente que ante <strong>lo</strong> divino siente una conmoción de miedo y a la vez un<br />
impulso de amor. Su consternación deriva del conocimiento de la absoluta diferencia que <strong>lo</strong> separa<br />
del ser sagrado; <strong>su</strong> contemplación, de la identidad profunda con la bondad y misericordia que le<br />
atrae irresistiblemente 5 . Aquel instante de recogimiento y admiración del alma humana, significa la<br />
comprensión de un va<strong>lo</strong>r <strong>su</strong>perior que engendra otros como el amor y la compasión. <strong>En</strong> definitiva,<br />
por medio del acaecer del misterio, el <strong>hombre</strong> descubre <strong>su</strong> relación de eterna dependencia con la<br />
potencia ordenadora de Dios.<br />
Ahora bien, el historiador rumano Mircea Eliade, explica que tanto la vida religiosa como el<br />
conocimiento humano tienen <strong>su</strong> raíz en un sentimiento por <strong>lo</strong> sagrado que es parte estructural de la<br />
conciencia y no un momento particular de la historia y la cultura 6 . Por el<strong>lo</strong>, habría una tendencia<br />
natural en el <strong>hombre</strong> de llevar a cabo una existencia dentro de un espacio sacralizado. Eliade<br />
advierte que el anhe<strong>lo</strong> más profundo del <strong>hombre</strong> a <strong>lo</strong> largo de <strong>su</strong> historia, ha sido la obtención de<br />
una objetividad que no se halla en la <strong>su</strong>perficie física natural, sino en un plano totalmente distinto.<br />
Precisamente, debido a la inclinación al orden y al conocimiento de la verdad, el ser humano<br />
manifiesta una disposición de apertura y afección por <strong>lo</strong> <strong>su</strong>premo y trascendente; en tal sentido,<br />
toda onto<strong>lo</strong>gía y toda metafísica que ha impulsado la actuación del <strong>hombre</strong> en el mundo, se<br />
encuentra en un sentimiento por la verdad representado única y absolutamente en Dios. Dice<br />
Eliade que “La toma de conciencia de un mundo real y significativo se halla en íntima relación con<br />
el descubrimiento de <strong>lo</strong> sagrado. Gracias a la experiencia de <strong>lo</strong> sagrado, la mente humana pudo<br />
captar la diferencia que existe entre <strong>lo</strong> que se revela a sí mismo como real, poderoso, rico y<br />
significativo, y <strong>lo</strong> que no, es decir, el flujo caótico y peligroso de las cosas y <strong>su</strong>s apariciones y<br />
desapariciones fortuitas carentes de sentido” 7 .<br />
No obstante <strong>lo</strong> anterior, Eliade sostiene, que en la sociedad moderna nos encontramos con<br />
ausencia de sacralización, una ocultación de <strong>lo</strong> sagrado, debido a que el <strong>hombre</strong> de hoy se<br />
considera a sí mismo como un ser únicamente histórico que vive en una realidad que se irá<br />
perfeccionando indefinidamente sin la necesidad de cumplir con va<strong>lo</strong>res religiosos. El <strong>hombre</strong><br />
3<br />
Cf. Eliade, M. Lo Sagrado y <strong>lo</strong> Profano, Guadarrama, Madrid, 1964.<br />
4<br />
Cf. Ries, J. Lo sagrado en la historia de la humanidad, Ediciones <strong>En</strong>cuentro, Madrid,1998, p. 46.<br />
5<br />
Cf. Cal<strong>lo</strong>is, Roger. El <strong>hombre</strong> y <strong>lo</strong> sagrado, Fondo de Cultura Económica, México, 2006,<br />
6<br />
Cf. Eliade, M. La búsqueda. Historia y sentido de las religiones, Kairós, 2000, p.8.<br />
7<br />
Ibíd. p. 7- 8.