Consejo General de Hermandades y Cofradías ... - Iglesia san Pedro

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El cuento sigue, el susurro de la brisa se
acomoda y el transcurrí del día ha terminado.
Entre campos marismeños, y entre carretas
blancas el aire huele a romero y se nos vienen
a la memoria, estampas inigualables que no se
pueden perder.
Amanece en san Diego y las estrellas y la
luna, que han estado toda la noche alumbrando,
van a irse despacio para dejar paso al alba, Piñito
anunciará el nuevo día y tímidamente los primeros
rayos de sol serán testigos de ese momento,
tan íntimo como hermoso, cuando nos acerquemos
a la carreta para saludar al Simpecado, entre
café y aguardiente veremos a la figura del carretero
cuidando a los bueyes y preparándolos para
engancharlos.
A los carreteros, a todos los que han venido
con nuestra Hermandad, a todos los que han
llevado nuestro Bendito Simpecado por vereas y
carriles, quisiera rendirle un pequeño homenaje,
pero lo haremos a la memoria de Enrique Bernal
Solís, uno de los muchos que nos enseñaron a
vivir sencillo y pausado, a respirar aquel camino
con sabor a antiguo y con colores en Blanco y
Negro, a estos hombres con estampa campera.
Con la Venia.
Cuenta que san Pedro, estaba cuidando el
cielo una tarde, sentado en su sillón de nubes,
sacando brillo a sus llaves, en la puertas de las
marismas eternas del cielo, canturreaban los ángeles,
rubios como las candelas, ceniza y plata
eran sus trajes.
Era una tarde tranquila, pues no había llegado
nadie y una esencia de romero naufragaba
por los aires.
De repente, entre brillos se vio la sombra
de alguien que llegaba al paraíso buscando santo
Consejo General de Hermandades y Cofradías
PREGÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO DE CARMONA 2009
www.sanpedrocarmona.es
Carmona, 2010
hospedaje, san Pedro lo vió venir, puso cara de
importante y se ajustó sobre su pecho su ropón
color granate.
Bienvenido seas al cielo, nada temas, no te
alarmes y relléname estos folios que debo matricularte.
Como te llamas buen hombre, como debo
de apuntarte.
Yo mire Usted, Enrique Bernal y Solís por
más señas, el Raspi, hombre cabal y campero,
cómo que te llamas Raspi, qué nombre es ese
compadre, san Pedro miró hacia arriba, encogió
su semblante y le dijo: lo de Enrique bien, pero
lo de Raspi es bastante feo, pero vamos que también
te pega.
Cuéntame de dónde vienes. Mire usted
yo soy de Villamanrique, de Villamanrique de
la Condesa, esa que es cuna de los carreteros
y de los tamborileros, esa que es la puerta que
da a la gloria de los caminos rocieros. Si señor
de Villamanrique soy, del pueblo de Goro
Medina, de allí de donde es la Primera, Real,
Imperial, Fervorosa, Ilustre y más antigua de
las Hermandades del Rocío y madrina de Carmona.
Y tu qué sabes hacer, le dijo san Pedro, y el
contestó, yo lo que me echen, lo mismo te llevo
una carreta por caminos polvorientos, entre
agua, sol o viento, que te engancho unos bueyes,
o que te apareo unos novillos.
San Pedro muy serio él, cambió su semblante,
se sentó en su sillón, e invitó a Enrique
a sentarse y entonces le comentó: ¿tú eres capaz
de ser carretero en el Cielo? Yo le llevo lo que
usted quiera, eso está hecho al instante, le llevo a
Ramito o a Diamante. Hombre, quizás algo más
difícil, le respondió san Pedro, porque con esos
bueyes lo hace cualquiera.