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Cap. 11 - Clérigos de San Viator

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CAPÍTULO <strong>11</strong> - FUNDACION DE LA OBEDIENCIA DE CANADA<br />

LA AMPLIACIÓN DE LOS HORIZONTES<br />

En los tiempos en los que el P. Querbes sufría fríos sudores con las cartas<br />

<strong>de</strong>l ministro Villemain y recién firmado el convenio (3 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1844)<br />

que unía la historia <strong>de</strong> Saint-Odilon a la <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>, apareció una nueva<br />

diócesis pidiendo religiosos <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>. Pero la administración <strong>de</strong> París<br />

no podía oponerse a esta nueva fundación: la petición llegaba <strong>de</strong> Montreal<br />

(Canadá).<br />

Las esperas <strong>de</strong> los canadienses franceses<br />

En 1791 Inglaterra organizó sus posesiones canadienses dividiéndolas en<br />

dos provincias: el Alto Canadá (Ontario), inglés y el Bajo Canadá<br />

(Québec), francés. Las dos provincias <strong>de</strong>pendían sin embargo <strong>de</strong> un único<br />

gobierno en manos <strong>de</strong> los ingleses. En el Bajo Canadá, la población<br />

francófona y católica, fundamentalmente rural, coexistía con una pequeña<br />

minoría anglófona y protestante <strong>de</strong>dicada al comercio y las finanzas. A lo<br />

largo <strong>de</strong> los años, los francófonos se fueron dando cuenta <strong>de</strong> esta<br />

situación y su <strong>de</strong>spertar político se manifestó en reacciones cada vez más<br />

virulentas. Louis Papineau acaudilló a los <strong>de</strong>scontentos y con él los<br />

“patriotas” propusieron reformas para romper lo que ellos <strong>de</strong>nominaban el<br />

“pacto <strong>de</strong> familia” que englobaba a los altos funcionarios ingleses y a los<br />

dirigentes económicos <strong>de</strong>l país. Su rebelión (1837-1838) fue aplastada. El<br />

gobernador Durham, con po<strong>de</strong>res casi dictatoriales, presentó un informe<br />

en el que se proponía la unión <strong>de</strong> las dos provincias en un Canadá Unido,<br />

con un gobierno representativo y responsable. Era un claro triunfo para<br />

los anglófonos pero una injusticia flagrante para los francófonos que,<br />

siendo más numerosos, estarían representados por un número igual <strong>de</strong><br />

diputados que los <strong>de</strong>l Alto Canadá en una Cámara en la que el inglés sería<br />

la única lengua oficial. El Parlamento <strong>de</strong> Londres votó el Acta <strong>de</strong> Unión <strong>de</strong><br />

Canadá en julio <strong>de</strong> 1840. Con ello solamente se podía conseguir hacer<br />

más tirantes las relaciones entre los dos pueblos.<br />

Frente a esta asimilación, los Canadienses franceses trataron <strong>de</strong> preservar<br />

su i<strong>de</strong>ntidad. El clero se implicó en esta resistencia y hasta se convirtió en<br />

su motor. Al morir Monseñor Jean-Jacques Lartigue, primer obispo <strong>de</strong><br />

Montreal, le sucedió <strong>de</strong> pleno <strong>de</strong>recho(1840) su coadjutor Monseñor<br />

Ignace Bourget. El nuevo obispo se propuso, con ardor y constancia,<br />

<strong>de</strong>sarrollar lo que caracterizaba al pueblo <strong>de</strong>l que era su pastor para<br />

permitirle resistir tanto en el campo religioso como en el social. Se le<br />

podían perfectamente aplicar las observaciones que correspondían a un<br />

obispo francés <strong>de</strong>l siglo XIX: “cubrió su diócesis <strong>de</strong> iglesias, escuelas y<br />

obras variadas; favoreció en gran manera a las congregaciones religiosas<br />

(...), multiplicó las peregrinaciones y las ceremonias religiosas. Pero, por<br />

encima <strong>de</strong> todo, se preocupó <strong>de</strong> su clero al que quería numeroso”.<br />

1


Des<strong>de</strong> el primer año <strong>de</strong> su episcopado se preocupó <strong>de</strong> encontrar personas,<br />

sacerdotes, religiosos, religiosas, que apoyaran su proyecto. Antes <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>rlos sacar en abundancia <strong>de</strong> los seminarios y noviciados <strong>de</strong>l país, tuvo<br />

que recurrir a los refuerzos europeos, principalmente franceses. En 1841<br />

se embarcó en su primer viaje a Europa. Se proponía, según sus notas,<br />

“reclutar un cierto número <strong>de</strong> jesuitas para la educación <strong>de</strong> la juventud y<br />

para el establecimiento y servicio <strong>de</strong> Misiones; buscar unos cuantos<br />

sacerdotes seculares para ayudar a los párrocos en sus parroquias; traer<br />

religiosos para la educación elemental en francés e inglés; reclutar<br />

Hermanas <strong>de</strong> la Caridad u otras para el cuidado <strong>de</strong> los enfermos y <strong>de</strong> los<br />

pobres y para la educación <strong>de</strong> las niñas; preparar el camino para que un<br />

grupo <strong>de</strong> Misioneros diese retiros y misiones en las parroquias <strong>de</strong> la<br />

diócesis”. Estos objetivos fueron alcanzados en una buena parte: partirán<br />

para Canadá Oblatos <strong>de</strong> María Inmaculada, Jesuitas, Damas <strong>de</strong>l Sagrado<br />

Corazón, Hermanas <strong>de</strong>l Buen Pastor <strong>de</strong> Angers; y más tar<strong>de</strong> llegarán los<br />

hermanos.<br />

En agosto <strong>de</strong> 1841, al volver <strong>de</strong> Roma, Monseñor Bourget pasó 48 horas<br />

en Lyon en la casa <strong>de</strong> los jesuitas, en la calle <strong>de</strong> Sala. Uno <strong>de</strong> los Padres<br />

escribió al P. Querbes invitándole a entrevistarse con el obispo <strong>de</strong><br />

Montreal advirtiéndole que su estancia en Lyon sería breve.<br />

Efectivamente, Monseñor Bourget llegó el martes 10 <strong>de</strong> agosto por la<br />

tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>dicó el miércoles y el jueves a “ver rápidamente lo que había <strong>de</strong><br />

más interesante en esta ciudad”. ¿Se encontraron entonces el obispo y el<br />

superior? No es seguro: en su correspon<strong>de</strong>ncia, Monseñor Bourget no<br />

menciona al P. Querbes que, por otra parte, se hallaba en esos momentos<br />

muy ocupado con Monseñor Rosati a propósito <strong>de</strong> la fundación <strong>de</strong><br />

Missouri.<br />

Una respuesta que se hace esperar<br />

Fue en 1844 cuando se establecieron <strong>de</strong> veras las relaciones entre el P.<br />

Querbes y la diócesis <strong>de</strong> Montreal. Y lo fueron a través <strong>de</strong>l Sr. Hyacinthe<br />

Hudon, Vicario general, enviado a Europa por Monseñor Bourget para<br />

“promover los gran<strong>de</strong>s intereses <strong>de</strong> la religión en general y los <strong>de</strong> la<br />

diócesis (<strong>de</strong> Montreal) en particular”. En sus indicaciones el obispo<br />

concretaba: “Si el Sr. Moreau no está dispuesto a ce<strong>de</strong>rnos a tres <strong>de</strong> sus<br />

Hermanos, el Vicario general Hudon podrá dirigirse a cualquier otra<br />

Congregación que esté en situación <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r a nuestras necesida<strong>de</strong>s,<br />

proporcionándonos maestros capaces <strong>de</strong> impartir en nuestros pueblos una<br />

educación esmerada y religiosa, enseñar el canto y las ceremonias,<br />

aten<strong>de</strong>r a las sacristías y que puedan convivir con los párrocos, siempre<br />

que éstos puedan alojarlos y alimentarlos en su casa“. El obispo dibuja<br />

una especie <strong>de</strong> retrato-robot <strong>de</strong> los hermanos <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>, al menos tal<br />

como los había imaginado su fundador.<br />

El 10 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1844, el Sr. Hudon se encontraba en Lyon. Se<br />

entrevistó con el car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Bonald y le manifestó su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> solicitar<br />

hermanos Maristas o hermanos <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>. “Su Eminencia me<br />

contestó, escribía a Monseñor Bourget, que la cosa no era viable, al<br />

2


menos hasta dos años más tar<strong>de</strong>; ya que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía muy poco tiempo,<br />

los superiores <strong>de</strong> estas instituciones acababan <strong>de</strong> adoptar una resolución<br />

que él mismo, el Car<strong>de</strong>nal, había sancionado y aprobado, y que consistía<br />

en no fundar ninguna casa al menos en los dos años próximos para formar<br />

mejor a los Hermanos y hacer <strong>de</strong> ellos unos buenos religiosos antes <strong>de</strong><br />

exponerlos a los peligros que corren siempre, unos más que otros, los que<br />

son enviados lejos; por ello todos mis intentos serán vanos <strong>de</strong> momento“.<br />

Semejante resolución <strong>de</strong> la que se tiene constancia solamente por esta<br />

carta, explica sin duda, la viva reacción <strong>de</strong>l Car<strong>de</strong>nal al enterarse, meses<br />

más tar<strong>de</strong>, que el P. Querbes había enviado religiosos a la India mucho<br />

antes <strong>de</strong> que hubieran transcurrido los dos años <strong>de</strong> <strong>de</strong>mora.<br />

A pesar <strong>de</strong> ello, a lo largo <strong>de</strong>l verano <strong>de</strong> 1844, el Sr.Hudon se entrevistó<br />

con el P. Querbes quien le “hizo concebir esperanzas <strong>de</strong> que podría darle<br />

alguno <strong>de</strong> sus clérigos pero no antes <strong>de</strong> la primavera”.<br />

Fue el Sr. Cholleton, antiguo Vicario general y ahora padre Marista quien<br />

facilitó el encuentro <strong>de</strong>l Visitador con el superior. Como se va a comprobar<br />

enseguida, no se trataba <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> promesa dilatoria ni <strong>de</strong> unas<br />

buenas palabras dichas para no <strong>de</strong>cepcionar al canadiense. Ahora bien<br />

este compromiso tiene lugar cuando Vourles recibe o va a recibir a<br />

Monseñor Borghi, cuando aparecen ciertas dificulta<strong>de</strong>s para formar un<br />

grupo correcto que marche a la India y cuando el superior está pendiente<br />

<strong>de</strong> la misión <strong>de</strong> Missouri que ya se tambaleaba y pedía refuerzos ¿Tanto<br />

temía el P. Querbes llegar a tener que reagrupar a sus religiosos en los<br />

<strong>de</strong>partamentos en los que estaban autorizados, que le fue necesario<br />

prever no una base <strong>de</strong> acogida, la India, sino una segunda, el Canadá?<br />

El Sr. Hudon no olvidó la promesa y, a su vuelta al Canadá, se la recordó<br />

al P. Querbes y pidió su confirmación para po<strong>de</strong>r preparar una casa en la<br />

que recibir a los religiosos. El 22 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1845, el superior le<br />

respondió y le reiteró su promesa <strong>de</strong> enviar cuatro religiosos. Pedía que el<br />

obispado <strong>de</strong> Montreal pusiera a su disposición 1.000 francos y pagase los<br />

gastos <strong>de</strong>l viaje. En nombre <strong>de</strong>l obispo, el Vicario General aceptó las<br />

condiciones y le indicó por qué canal recibiría ese dinero. Para el Sr.<br />

Hudon el asunto estaba perfectamente arreglado ya que comunicaba cuál<br />

era la fecha más indicada para la llegada <strong>de</strong> los hermanos (finales <strong>de</strong><br />

agosto <strong>de</strong> 1845) y la ruta que <strong>de</strong>bían tomar. Describía en un largo párrafo<br />

la casa que les estaba <strong>de</strong>stinada y enumeraba todas sus ventajas: casa<br />

amplia en una hermosa propiedad y protectores fiables.<br />

La carta <strong>de</strong>l Sr. Hudon, <strong>de</strong> fecha 10 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1845, no obtuvo ninguna<br />

respuesta. Sin embargo parece que el P. Querbes se acordaba muy bien<br />

<strong>de</strong> su promesa, pues escribía algunas semanas más tar<strong>de</strong>: Vamos a enviar<br />

a cuatro <strong>de</strong> los nuestros a Canadá. En septiembre <strong>de</strong> 1845, creyendo que<br />

su carta podía haberse perdido, el Vicario General enviaba una copia<br />

pidiendo al P. Querbes acuse <strong>de</strong> recibo a través <strong>de</strong> la “valija vía Liverpool<br />

y Boston”, es <strong>de</strong>cir por la vía más rápida, y enviando cuanto antes “la<br />

pequeña colonia”. Como pasaban las semanas sin que llegasen ni<br />

respuesta ni tampoco los hermanos, el Sr Hudon se dirigió al Sr. Cholleton<br />

resumiéndole las cartas escritas al P. Querbes y pidiéndole que se<br />

informase sobre el extraño silencio <strong>de</strong>l Superior <strong>de</strong> Vourles: «¿Le habrá<br />

3


ocurrido algo lamentable a ese digno Señor? Pero pienso que en un caso<br />

así, alguien le habrá reemplazado”. Finalmente, ocho meses más tar<strong>de</strong>, el<br />

P. Querbes respondió al Vicario General haciéndole partícipe <strong>de</strong> las<br />

dificulta<strong>de</strong>s surgidas tras su aceptación. Se trataba en primer lugar <strong>de</strong><br />

cuestiones financieras: el superior no había recibido nada <strong>de</strong> lo que había<br />

pedido y tras pensarlo mejor, encontraba la suma insuficiente, pero le<br />

repugnaba el replantearlo. El Sr. Hudon barrió <strong>de</strong> golpe esas objeciones:<br />

no pongamos “dificulta<strong>de</strong>s por unos cientos <strong>de</strong> francos <strong>de</strong> más” e indicó al<br />

P. Querbes que se pusiera en contacto con el corresponsal <strong>de</strong>l Obispo <strong>de</strong><br />

Montreal en Paris, el Sr. Choiselat. La segunda dificultad provenía <strong>de</strong>l<br />

consentimiento <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Bonald. Es muy probable que la ácida nota<br />

enviada por el arzobispo <strong>de</strong> Lyon al enterarse <strong>de</strong> la fundación <strong>de</strong> Sirdhana<br />

produjera su efecto. En cuanto a esto, precisaba el Sr. Hudon, Monseñor<br />

Bourget trataría directamente el asunto con el car<strong>de</strong>nal. Se esperaba ya a<br />

los hermanos.<br />

Pero se les esperaría un año más. Las razones <strong>de</strong> este retraso no están<br />

clarificadas. No se trataba <strong>de</strong> cuestiones financieras: El Sr. Choiselat había<br />

recibido ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> pagar. Si hubo alguna otra oposición o reticencia por<br />

parte <strong>de</strong>l arzobispado, no ha quedado ninguna constancia escrita. Es<br />

posible que en un informe <strong>de</strong>l Sr. Hudon pueda atisbarse una explicación o<br />

quizá algo más: el Vicario General anuncia que Monseñor Bourget va a<br />

viajar a Europa y visitará Lyon en enero <strong>de</strong> 1847. Aña<strong>de</strong>: “Quiere ir a<br />

visitaros a Vourles y procurará solucionar este asunto; por ello quizá<br />

convendría que esperase usted la llegada <strong>de</strong> este buen Obispo antes <strong>de</strong><br />

poner en camino a vuestros hermanos”. Convenía enterarse <strong>de</strong> lo que<br />

había bajo el largo silencio epistolar <strong>de</strong>l superior antes <strong>de</strong> comprometerse<br />

<strong>de</strong>masiado con él. El caso es que la marcha al Canadá fue <strong>de</strong>cidida tras la<br />

visita <strong>de</strong> Monseñor Bourget a Vourles<br />

En realidad la carta en la que se insinuaba al P. Querbes que no<br />

precipitase la salida <strong>de</strong> los hermanos había sido escrita a petición <strong>de</strong>l<br />

párroco que tenía que acogerlos en Canadá: “Desearía que el Sr. Hudon<br />

hiciese saber en Francia que nuestro <strong>de</strong>seo es que los Hermanos no<br />

salgan antes <strong>de</strong> que Vuestra Gran<strong>de</strong>za se haya presentado en Lyon para<br />

que, “in situ”, Él pueda asegurarse mejor <strong>de</strong> sus disposiciones y<br />

capacida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> su buena disposición a acomodarse a las exigencias <strong>de</strong><br />

nuestra localidad”.<br />

L’Industrie<br />

El Gran Vicario Antoine Manseau (1787-1866) estaba al cargo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

hacía 4 años, <strong>de</strong> la todavía joven parroquia <strong>de</strong> Saint-Charles <strong>de</strong><br />

L‟Industrie. Culminaba allí una hermosa carrera coronada con una<br />

actividad sacerdotal ejemplar y con la responsabilidad <strong>de</strong> Vicario General.<br />

El pueblo <strong>de</strong> L‟Industrie había nacido a iniciativas <strong>de</strong> un notario que se<br />

aburría en su <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> L‟Assomption, un pueblo a orillas <strong>de</strong>l río <strong>de</strong>l<br />

mismo nombre. Barthélemy Joliette(1789-1850), por su matrimonio con<br />

Marie-Charlotte Tarieu <strong>de</strong> Lanaudière, se había convertido en el<br />

administrador <strong>de</strong>l señorío <strong>de</strong> Lavaltrie, una franja <strong>de</strong> terreno que<br />

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partiendo <strong>de</strong> la orilla izquierda <strong>de</strong>l <strong>San</strong> Lorenzo, río abajo <strong>de</strong> Montreal, se<br />

a<strong>de</strong>ntraba en el bosque varias <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> kilómetros. En 1823 <strong>de</strong>cidió<br />

aprovechar mejor estas tierras. Lo hizo a partir <strong>de</strong> una zona situada a<br />

unos quince kilómetros <strong>de</strong>l río. Allí, en un recodo <strong>de</strong> La Asunción, afluente<br />

<strong>de</strong>l <strong>San</strong> Lorenzo, aprovechó los saltos <strong>de</strong> agua para producir fuerza<br />

motriz: construyó “molinos <strong>de</strong> harina, molinos para aserra<strong>de</strong>ros, un<br />

molino para moler y <strong>de</strong>scascarar la avena, un molino para cardar y<br />

prensar, otro para hacer tablillas, etc. El aumento <strong>de</strong> valor <strong>de</strong> la zona<br />

atrajo una población fija que fue aumentando rápidamente y se formó un<br />

pueblo nuevo. Fue llamado L‟Industrie. Se construyó una iglesia y una<br />

casa cural. En 1843, se creó la parroquia Saint- Charles y se nombró un<br />

párroco.<br />

En esta época, la enseñanza secundaria estaba en manos <strong>de</strong>l clero en el<br />

Bajo Canadá. Los colegios clásicos, a menudo fundados y dirigidos por<br />

sacerdotes, <strong>de</strong>sarrollaban una enseñanza cuya base la formaba el estudio<br />

<strong>de</strong> las humanida<strong>de</strong>s latinas y a menudo griegas. Varios <strong>de</strong> estos<br />

establecimientos se convirtieron a continuación en “seminarios” o, como<br />

se diría en Francia, en “seminarios menores”. Aunque formaban a los<br />

alumnos que se orientaban eventualmente hacia el sacerdocio o la vida<br />

religiosa, admitían a estudiantes que se preparaban para las profesiones<br />

seculares.<br />

El Sr. Joliette y el Sr. Manseau pensaron en construir un establecimiento<br />

<strong>de</strong> enseñanza conforme a las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> este pueblo que en 1846<br />

contaba con “800 habitantes más otros 900 dispersos por los territorios<br />

circundantes”. Como en L‟Assomption, a unos veinte kilómetros <strong>de</strong><br />

L„Industrie, funcionaba ya un colegio clásico, la creación <strong>de</strong> un colegio <strong>de</strong>l<br />

mismo tipo era superflua. El Sr. Joliette <strong>de</strong>seaba un tipo nuevo <strong>de</strong><br />

enseñanza que preparase para los negocios, una especie <strong>de</strong> enseñanza<br />

técnica diríamos hoy. Es lo que el Sr. Manseau explicaba en una Memoria<br />

a Monseñor Bourget: la enseñanza proyectada estaba <strong>de</strong>stinada a los<br />

“hijos <strong>de</strong> la clase obrera” para que reciban “una formación acor<strong>de</strong> a su<br />

estado”. Por tanto nada <strong>de</strong> latín ni griego sino “las lenguas francesa e<br />

inglesa con su gramática, la escritura, la aritmética en todas sus ramas,<br />

los principios <strong>de</strong> astronomía, el manejo <strong>de</strong> los globos, la geografía, la<br />

historia, el dibujo lineal, la agrimensura, la mecánica, etc. Algunas<br />

nociones <strong>de</strong> química, <strong>de</strong> mineralogía, <strong>de</strong> botánica y <strong>de</strong> agricultura<br />

completarían la educación”. Por suerte el párroco indicaba que no se<br />

darían todas estas materias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer año… Pero, en una carta<br />

posterior, precisaba: «Probablemente necesitaremos labradores en un<br />

próximo futuro. Si ellos (los Hermanos) no se convierten en labradores<br />

tendrán que tener a su lado otros que lo sean (...) Se me ha olvidado<br />

hablar <strong>de</strong> la música. Se enseñará música para formar maestros que sean<br />

organistas y cantores en nuestros campos“. ¡Los hermanos tendrán que<br />

ser polivalentes! Y a<strong>de</strong>más no serán los dueños <strong>de</strong> sus casas: ”Debo<br />

añadir para el conocimiento <strong>de</strong> los hermanos que el Sr. Joliette preten<strong>de</strong><br />

que su establecimiento forme parte <strong>de</strong> la corporación <strong>de</strong> la iglesia<br />

(sociedad propietaria y gestora) y que esté controlado por ella. En<br />

consecuencia, los hermanos no tendrán nada propio y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rán en todo<br />

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<strong>de</strong> la primera corporación (...) De esta manera, siempre seremos libres <strong>de</strong><br />

realizar los arreglos o modificaciones que las circunstancias exijan.<br />

Se compren<strong>de</strong> el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> los fundadores <strong>de</strong>l futuro colegio <strong>de</strong> tener un<br />

instrumento que responda a lo que ellos <strong>de</strong>seaban, pero esta<br />

correspon<strong>de</strong>ncia revela el espíritu <strong>de</strong> una época y <strong>de</strong> un país en el que las<br />

jerarquías señoriales y eclesiásticas dominan al pueblo y gobiernan todos<br />

los aspectos <strong>de</strong> la vida social. De hecho, si al principio hubo algunos<br />

choques y una sospechosa vigilancia por parte <strong>de</strong>l párroco, los hermanos<br />

cooperaron lealmente para la prosperidad <strong>de</strong>l colegio. Sin duda sabían<br />

amoldarse a las situaciones.<br />

El Sr. Joliette hizo construir un centro escolar <strong>de</strong> tres plantas con todas<br />

sus <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias y le proporcionó amplios terrenos. Se comprometió a<br />

financiar la obra, y efectivamente lo hizo. Como no llegaban los hermanos<br />

y estaban ya preparados los locales, se recurrió a tres seminaristas que<br />

abrieron el colegio el 23 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1846.<br />

Dos personas que se entien<strong>de</strong>n<br />

Monseñor Bourget <strong>de</strong>sembarcó en El Havre el 1 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1846.<br />

Tras una visita a Rouen y a París, se dirigió a Mans para arreglar la partida<br />

al Canadá <strong>de</strong> los hermanos <strong>de</strong> Saint-Joseph y <strong>de</strong> los padres <strong>de</strong> la Sainte-<br />

Croix. Después, <strong>de</strong> camino hacia Roma, don<strong>de</strong> iba a entrevistarse con el<br />

nuevo Papa Pío IX, elegido el 15 <strong>de</strong> junio anterior, se <strong>de</strong>tuvo en Lyon.<br />

El 3 <strong>de</strong> Diciembre, se reunió con el car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Bonald que, a propósito <strong>de</strong><br />

los hermanos <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>, fue muy claro: “El Obispo, al llegar a Lyon,<br />

escribe Monseñor Bourget, se presentó en el Arzobispado para saludar<br />

atentamente al Car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Bonald que se manifestó extremadamente<br />

comprensivo y razonable. Sin embargo mostró su disconformidad a que el<br />

P. Querbes fundara un establecimiento <strong>de</strong> sus religiosos <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> en<br />

Saint-Charles <strong>de</strong> L‟Industrie, asegurando que no podrían estar<br />

suficientemente preparados para esta fundación”. A pesar <strong>de</strong> ello,<br />

Monseñor Bourget se entrevistó con el P. Querbes al día siguiente y llegó<br />

a un acuerdo con él: “El Obispo hizo el viaje <strong>de</strong> Lyon a Vourles con uno <strong>de</strong><br />

los hermanos <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> que se encontraba <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ncia en Fourvière,<br />

visitó el noviciado que le pareció bien organizado, y se puso <strong>de</strong> acuerdo<br />

con el P. Querbes para llevarse con él al Canadá a tres o cuatro <strong>de</strong> sus<br />

Hermanos. Suscribió todas las condiciones expresadas en la Memoria <strong>de</strong>l<br />

Sr. Manseau ya que todas ellas se amoldan perfectamente a los fines <strong>de</strong>l<br />

Instituto. El P. Querbes dio pruebas <strong>de</strong> buena voluntad al prometer al<br />

Obispo hacer para la fundación <strong>de</strong> Canadá la mejor elección posible <strong>de</strong><br />

candidatos”. Nada se ha escrito <strong>de</strong> cómo uno y otro obviaron el veto <strong>de</strong>l<br />

car<strong>de</strong>nal a la marcha <strong>de</strong> los hermanos o <strong>de</strong> cómo el P. Querbes supo<br />

convencer a Monseñor Bourget <strong>de</strong> que sus Hermanos estaban<br />

suficientemente preparados para marchar.<br />

Lo que sí es cierto, es que entre los dos eclesiásticos se creó <strong>de</strong> inmediato<br />

una corriente <strong>de</strong> confianza y simpatía. El Superior puso al corriente al<br />

Obispo <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la Asociación y <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s encontradas.<br />

Monseñor Bourget tomó nota con todo <strong>de</strong>talle. En cuanto al retrato que él<br />

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osqueja <strong>de</strong>l P. Querbes dice que es <strong>de</strong> rostro ampliamente hermoso y<br />

más en quien está siempre apremiado, se entrevista con mucha gente y<br />

mantiene una fluida correspon<strong>de</strong>ncia con su diócesis: “Aprovecho un<br />

momento <strong>de</strong> respiro que me <strong>de</strong>ja el torbellino <strong>de</strong>l viaje, escribe al Sr.<br />

Manseau, para comunicaros la buena noticia <strong>de</strong> que me acompañarán en<br />

mi regreso cuatro Hermanos <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>. Confío plenamente que su<br />

digno fundador quedará contento y que usted también, Sr. Vicario<br />

General, y para convenceros os diré en pocas palabras que no habrá<br />

ninguna duda <strong>de</strong> su capacidad en la enseñanza, ya que en Francia<br />

necesitan obtener un certificado <strong>de</strong> la Universidad para po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>dicarse a<br />

ella; lo que no se conce<strong>de</strong> al primero que llega. Por ello los que dirijan<br />

nuestra Fundación tendrán los certificados que atestiguen que han pasado<br />

por esta formalidad. En el aspecto religioso os diré en primer lugar que el<br />

P. Querbes, a juicio <strong>de</strong> Monseñor el Car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Bonald, que en varias<br />

ocasiones me lo ha elogiado, es un Sacerdote muy distinguido <strong>de</strong> la<br />

Diócesis <strong>de</strong> Lyon y merecedor <strong>de</strong> ser promovido a cargos importantes si el<br />

cuidado <strong>de</strong> la Asociación <strong>de</strong> Hermanos no le obligara a permanecer en<br />

Vourles <strong>de</strong> don<strong>de</strong> es el párroco. Añado que este excelente (hay un<br />

espacio) envió a su Maestro <strong>de</strong> novicios a formarse con los jesuitas y que<br />

ha conseguido <strong>de</strong> ellos que uno <strong>de</strong> los Padres fuera en los primeros<br />

momentos <strong>de</strong> su fundación a examinar y dirigir su Noviciado un día a la<br />

semana; y todavía uno <strong>de</strong> esos buenos Padres sigue viniendo a visitarlos<br />

en Vourles, sin hablar <strong>de</strong>l retiro anual que se hace bajo la dirección <strong>de</strong> uno<br />

<strong>de</strong> ellos. Podéis reconocer en estos rasgos al hombre <strong>de</strong> Dios; y <strong>de</strong>bo<br />

<strong>de</strong>ciros que al verle he sentido un gran afecto y respeto por este servidor<br />

<strong>de</strong> Dios. Con respecto a L‟Industrie espero que para comenzar tengamos<br />

un labrador; y en las intenciones <strong>de</strong>l Instituto está el abrir toda clase <strong>de</strong><br />

talleres para enseñar a los jóvenes los oficios que más les convengan.<br />

También el P. Querbes no ha tenido ningún problema en admitir y<br />

suscribir todos los apartados <strong>de</strong> vuestra excelente memoria. Al regresar<br />

<strong>de</strong> Roma me <strong>de</strong>tendré un domingo en Vourles para los últimos arreglos”.<br />

Por su parte, el P. Querbes apreció las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Monseñor Bourget<br />

que se convirtió en un verda<strong>de</strong>ro amigo. Es la impresión que ofrecen las<br />

cartas que se escribieron los dos eclesiásticos, al menos las que han<br />

quedado archivadas. Más tar<strong>de</strong>, en 1855, el obispo permaneció varias<br />

semanas en Vourles y el P. Querbes le presentó su manuscrito <strong>de</strong>l<br />

comentario <strong>de</strong> los Estatutos sobre el que Monseñor Bourget propuso<br />

algunas correcciones y mejoras.<br />

El P. Robert ofrece en la primera visita <strong>de</strong> Monseñor Bourget a Vourles<br />

una escena que seguramente <strong>de</strong>bió recoger <strong>de</strong> la tradición oral: ”El P.<br />

Querbes presentó (a Monseñor Bourget) la comunidad que se componía<br />

entonces, entre religiosos y novicios, <strong>de</strong> unas cuarenta personas.” ¡Y<br />

bien!, preguntó Monseñor, ¿Quiénes son los que quieren seguirme al<br />

Canadá?. Todos, ganados por el aire <strong>de</strong> santidad y por la amable<br />

elocuencia <strong>de</strong>l prelado, levantaron la mano, salvo uno (...) El ojo experto<br />

<strong>de</strong>l prelado no se equivocó. “Le elijo a usted”, dijo, ante el asombro <strong>de</strong><br />

todos señalándole con el <strong>de</strong>do. Y <strong>de</strong>jó a la comunidad impresionada y<br />

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sorprendida. Se trataba, naturalmente, <strong>de</strong>l futuro superior <strong>de</strong> la<br />

fundación. Pero esta escena no aparece en ninguno <strong>de</strong> los testimonios<br />

escritos <strong>de</strong> los contemporáneos, ni aún en los <strong>de</strong>l H. Clavel, tan amigo <strong>de</strong><br />

escenas edificantes. Por otra parte, en una carta <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1847, el P.<br />

Querbes presenta a los tres religiosos como si Monseñor Bourget no los<br />

hubiera visto nunca y sin ninguna alusión a lo ocurrido en diciembre <strong>de</strong><br />

1846. Es posible que el Diario <strong>de</strong> Liauthaud que trata <strong>de</strong> la visita <strong>de</strong><br />

Monseñor Borghi, haya dado origen a esta escena: ”Se presenta<br />

Monseñor (Borghi). Se pi<strong>de</strong> que todos los que <strong>de</strong>seen ir al Indostán<br />

levanten la mano. Todos, excepto cinco, manifiestan un ardiente <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

dirigirse a esa misión.”<br />

Los que partieron<br />

Antes <strong>de</strong> abandonar Roma, en febrero <strong>de</strong> 1847, Monseñor Bourget<br />

comunicó al P. Querbes que iba a pasar por Vourles “en las primeras<br />

semanas <strong>de</strong> marzo” para concretar <strong>de</strong>finitivamente el número <strong>de</strong> los<br />

religiosos que le acompañarían a Canadá. El Obispo hubiera querido<br />

cuatro con un sacerdote como superior. Finalmente el P. Querbes se<br />

comprometió a proporcionarle tres y un cuarto más a<strong>de</strong>lante. Al enviarle<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> París una letra <strong>de</strong> 2.500 F. para cubrir los gastos <strong>de</strong> la fundación y<br />

los preparativos <strong>de</strong> la marcha, Monseñor Bourget vuelve a insistir sobre la<br />

composición <strong>de</strong>l grupo: “No pue<strong>de</strong> imaginarse usted cuán convencido<br />

estoy <strong>de</strong> que para el éxito completo <strong>de</strong> la fundación sería necesario un<br />

sacerdote para dirigirla según el espíritu <strong>de</strong> vuestro Instituto (…)<br />

Realmente me haría falta uno <strong>de</strong> esos dos buenos Sacerdotes que he visto<br />

en Vourles”. Como se trataba <strong>de</strong> los PP. Favre y Faure, el P. Querbes no<br />

podía satisfacer sus <strong>de</strong>seos y separarse ni <strong>de</strong>l vicario <strong>de</strong> la parroquia y <strong>de</strong><br />

la Congregación, ni <strong>de</strong>l que por entonces era el Maestro <strong>de</strong> novicios. En su<br />

respuesta se mostró muy firme al hablar <strong>de</strong> los hermanos que iban a<br />

partir: Me hubiese gustado tanto como a su Ilustrísima que estos<br />

hermanos fueran dirigidos por uno <strong>de</strong> mis dos compañeros que usted ha<br />

visto, hasta creo que uno <strong>de</strong> ellos comparte este <strong>de</strong>seo; pero el trabajo<br />

que tenemos hace <strong>de</strong> momento la cosa imposible.<br />

El 17 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1847, el superior entregó una carta <strong>de</strong> obediencia al Hº<br />

Esteban Champagneur, acompañado <strong>de</strong> los HH. Agustín Fayard y Luis<br />

Chrétien para dirigirse a Saint-Charles <strong>de</strong> L‟Industrie.<br />

El superior, Esteban Champagneur, tenía cerca <strong>de</strong> 39 años. Después <strong>de</strong><br />

“cursar estudios en buenos colegios <strong>de</strong> Francia y <strong>de</strong> dos años <strong>de</strong><br />

seminario” había adquirido experiencia en la enseñanza en<br />

establecimientos escolares. Llegó a Vourles en diciembre <strong>de</strong> 1844.<br />

Interrumpió su noviciado una primera vez, durante diez semanas, para<br />

volver a su familia a fin <strong>de</strong> arreglar los problemas relacionados con la<br />

herencia paterna. En la segunda vez, <strong>de</strong> abril a noviembre <strong>de</strong> 1846, hizo<br />

una experiencia en la Trapa. Volvió al Noviciado poco antes <strong>de</strong> la primera<br />

visita <strong>de</strong> Monseñor Bourget a Vourles. Pronunció los votos temporales el<br />

22 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1847 y los perpetuos, el 18 <strong>de</strong> abril siguiente, la víspera<br />

<strong>de</strong> su partida. Era un hombre fuerte, austero y no muy comunicativo. Al<br />

8


presentarlo a Monseñor Bourget, el P. Querbes escribe <strong>de</strong> él: El Hº<br />

regente, llamado Esteban Champagneur, es muy capaz <strong>de</strong> dirigir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />

llegada a jóvenes <strong>de</strong>stinados al noviciado. Es frío en apariencia y un poco<br />

melancólico. Ruego a su Eminencia que diga al Sr. Manseau o al<br />

eclesiástico que le dirija espiritualmente que necesita ser animado y<br />

prevenido contra los escrúpulos. Es instruido y muy capaz <strong>de</strong> enseñar las<br />

matemáticas a los jóvenes pensionistas. Sin duda fue bien dirigido. Se<br />

convirtió en la sólida piedra angular <strong>de</strong> la nueva fundación <strong>de</strong> la que fue<br />

superior <strong>de</strong> 1847 a 1848 y <strong>de</strong> 1850 a 1870, así como maestro <strong>de</strong> novicios<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1848 hasta 1874. No se parecía en nada a los superiores <strong>de</strong> las<br />

otras fundaciones, Antoine Thibaudier y Jean-Jacques Mermet.<br />

El segundo Hermano no tuvo más que una rápida presentación: dará muy<br />

bien la clase elemental. Se trataba <strong>de</strong>l H. Agustín Fayard. Tenía 26 años y<br />

profesó en 1842. Había estado como profesor adjunto en Frolois (Côte<br />

d‟Or) y en Orchamps-Venne (Doubs). Des<strong>de</strong> Octubre <strong>de</strong> 1844 daba clases<br />

en la escuela municipal <strong>de</strong> Vourles. Es un hombre que no se da<br />

importancia, no muy intelectual pero hace bien su trabajo. En una carta<br />

en la que se refería brevemente a su vida anterior, recuerda al P. Querbes<br />

el primer encuentro que tuvo con él, en una calle <strong>de</strong> Lyon, y las primeras<br />

palabras <strong>de</strong>l que iba a ser su superior: “¡Ven, ven rápidamente!”. Le<br />

aseguraba también su entera disponibilidad y que le gustaría ser, entre<br />

sus manos, “como un bastón en las manos <strong>de</strong> un viajero”.<br />

El tercer (Hermano) ayudará en las clases: es activo, inteligente y podrá<br />

encargarse <strong>de</strong> los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> la casa, ocuparse <strong>de</strong> la sacristía y cantar en<br />

la iglesia. El H. Luis Chrétien, un parisiense <strong>de</strong> 25 años había llegado al<br />

noviciado en enero <strong>de</strong> 1845. Su bagaje intelectual como su carácter eran<br />

livianos. El curso 1845-1846 lo pasó en Ganges (Hérault) don<strong>de</strong> se aburrió<br />

mucho y aburrió más al H. Clavel, su regente que se quejaba <strong>de</strong> él, <strong>de</strong> sus<br />

sueños <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong> su poco apego a la comunidad que le hizo<br />

ponerse en contacto con un reclutador <strong>de</strong> hombres (agente que se<br />

encargaba <strong>de</strong> encontrar un sustituto, que recibía una cantidad <strong>de</strong> dinero,<br />

<strong>de</strong>l que no <strong>de</strong>seaba cumplir el servicio militar). Con el H. Champagneur<br />

hizo su profesión temporal en enero <strong>de</strong> 1847 y pronunció los votos<br />

perpetuos el 18 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1847.<br />

Aña<strong>de</strong> el P. Querbes: Tengo la esperanza <strong>de</strong> que los tres <strong>de</strong>sarrollarán<br />

perfectamente las labores que se les encomien<strong>de</strong>n (...) Aunque nosotros<br />

hayamos puesto todos nuestros esfuerzos para formarlos en el espíritu<br />

religioso, si encontráis en alguno <strong>de</strong> ellos algún <strong>de</strong>fecto, me atrevo a<br />

pediros que no les ahorréis los consejos. Necesitan un guía por su<br />

inexperiencia sobre la manera <strong>de</strong> vivir y actuar en una región en la que las<br />

costumbres y quizá los prejuicios son muy diferentes <strong>de</strong> los nuestros<br />

Los <strong>Clérigos</strong> <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> en L’Industrie<br />

El viaje<br />

9


La salida <strong>de</strong> Vourles se realizó en las primeras horas <strong>de</strong> la mañana <strong>de</strong>l 19<br />

<strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1847. Salida precipitada y dolorosa cuya primera etapa<br />

concluyó en la capilla <strong>de</strong> Fourvière para ponerse bajo la protección <strong>de</strong> la<br />

Virgen antes <strong>de</strong> tomar el camino hacia París. El H. Champagneur<br />

recuerda: “El primer golpe <strong>de</strong> fusta <strong>de</strong>l cochero resonó en nuestros<br />

corazones y el rodar <strong>de</strong>l coche los llenó <strong>de</strong> dolor al confirmarnos que nos<br />

alejábamos, quizá para siempre, <strong>de</strong> nuestro muy querido superior (...)<br />

Tras vuestro último adiós, nos envolvió a todos un profundo silencio”. El<br />

H. Fayard, sin duda el más sensible <strong>de</strong> los tres viajeros, reconocía haber<br />

tenido <strong>de</strong>sgarrado el corazón: ”Os he dado la impresión <strong>de</strong> estar molesto<br />

y triste en mi partida, y efectivamente lo estaba. A los pies <strong>de</strong> María he<br />

comenzado a sollozar cuando me he visto, por última vez, en su<br />

santuario. Me ha sido imposible resistir a los sentimientos que llenaban mi<br />

corazón. Y allí, cubierto <strong>de</strong> lágrimas, he renovado mi consagración al<br />

Señor y le he ofrecido al mismo (tiempo) el sacrificio <strong>de</strong> todo lo que yo<br />

más quería en la tierra”.<br />

Llegados a París, el 21 <strong>de</strong> abril por la tar<strong>de</strong>, siguieron viaje hasta El Havre<br />

el 27 y se embarcaron en la madrugada <strong>de</strong>l viernes 30. El tres mástiles El<br />

Havre llevaba, con Monseñor Bourget, “18 religiosos, 9 religiosas y 10<br />

laicos (...). En el barco iban también 280 alemanes” que emigraban a los<br />

Estados Unidos. La marcha provocó en el normalmente sereno H.<br />

Champagneur un momento <strong>de</strong> emoción: “La primera tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> nuestra<br />

navegación, antes <strong>de</strong> abandonar el puente y recluirnos en nuestro<br />

camarote, hemos dirigido una última mirada a las costas <strong>de</strong> Francia que<br />

aún divisábamos y que esperábamos volver a ver al día siguiente. Sin<br />

embargo hemos dado un amoroso adiós a esta querida región que<br />

encierra en su seno todo lo que nos es más querido aquí abajo (...) Al día<br />

siguiente, hemos subido al puente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> vanamente hemos<br />

intentado <strong>de</strong>scubrir las costas <strong>de</strong> nuestra querida patria, <strong>de</strong> nuestra<br />

hermosa Francia ¡Oh sí, <strong>de</strong> nuestra querida y hermosa Francia!<br />

¡Permitidme que vuelva a repetir una vez más esta palabra! Seduce<br />

nuestros corazones y los hace temblar <strong>de</strong> alegría. Pero este hermoso país<br />

ha <strong>de</strong>saparecido, sin duda, para siempre <strong>de</strong> nuestros ojos”.<br />

Los viajeros <strong>de</strong>sembarcaron en Nueva York, el domingo 23 <strong>de</strong> mayo, día<br />

<strong>de</strong> Pentecostés. Al día siguiente, tomaban un barco <strong>de</strong> vapor y, por la<br />

navegación interior <strong>de</strong>l Hudson al lago Champlain, llegaban el día 27 <strong>de</strong><br />

mayo a Saint-Jean, ya en tierras canadienses. El mismo día el ferrocarril<br />

los condujo a Montreal. El viernes 28 <strong>de</strong> mayo, hacia medianoche, los tres<br />

religiosos se encontraban a las puertas <strong>de</strong>l Colegio Joliette, en el pueblo<br />

<strong>de</strong> L‟Industrie.<br />

Manos a la obra<br />

Los hermanos fueron bien acogidos por el Sr. Manseau, párroco, por el Sr.<br />

Joliette y por los sacerdotes que dirigían el colegio y que terminaban el<br />

curso escolar.<br />

10


En su primera carta escrita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> L‟Industrie, el H. Champagneur <strong>de</strong>scribe<br />

el ambiente totalmente nuevo que encuentran los recién llegados, las<br />

personas con las que se relacionarán, la tarea que les espera e,<br />

inmediatamente, pi<strong>de</strong> refuerzos: “otros dos hermanos y un sacerdote”.<br />

Expone claramente sus exigencias: pi<strong>de</strong> encarecidamente que venga a<br />

Canadá el P. Favre no otro, y dos hermanos “que dominen perfectamente<br />

el francés y (cuyo) aspecto sea <strong>de</strong>coroso: no enviéis ni jorobado, ni<br />

tuerto, (...) personas obedientes”.<br />

El H. Champagneur explica que las condiciones impuestas por el Sr.<br />

Jolliette son buenas, incluso hasta generosas, e indica que vale la pena<br />

colocar el personal en el colegio, en la escuela parroquial y al servicio <strong>de</strong><br />

la iglesia. Aconseja al P. Querbes <strong>de</strong>jar que las casas <strong>de</strong> Francia<br />

enflaquezcan un poco, para po<strong>de</strong>r enviar religiosos al Canadá. Había<br />

presentado ya las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l país, <strong>de</strong> la posición <strong>de</strong> L‟Industrie, y<br />

<strong>de</strong>l proyecto pedagógico imaginado por el Sr. Joliette. El porvenir le dio la<br />

razón. Pero los refuerzos no llegaron <strong>de</strong> Francia.<br />

El Vicario general Manseau transmitió a Monseñor Bourget el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>l Sr.<br />

Joliette <strong>de</strong> aumentar el grupo <strong>de</strong> hermanos con otros dos o tres religiosos,<br />

<strong>de</strong> los cuales uno fuera sacerdote. Como el colegio <strong>de</strong>bía contar con<br />

cursos <strong>de</strong> inglés, el párroco estaba dispuesto a llamar “a uno <strong>de</strong> los<br />

hermanos que (estaban) en Saint-Louis” y conocería bien la lengua.<br />

Todo fue muy <strong>de</strong>prisa. Des<strong>de</strong> el mes <strong>de</strong> julio y, a pesar <strong>de</strong> un calor<br />

excesivo que sorprendió a los franceses, los religiosos empezaron su<br />

trabajo. El H. Chrétien se encarga <strong>de</strong> la escuela parroquial, el H. Fayard<br />

enseña el catecismo en la parroquia y prepara a un grupo <strong>de</strong> niños para la<br />

primera comunión, y hace lo mismo en Saint-Paul, una parroquia vecina.<br />

El H. Champagneur acogió a los primeros candidatos para la vida religiosa<br />

y preparó el segundo curso <strong>de</strong>l colegio que <strong>de</strong>bería empezar el 8 <strong>de</strong><br />

septiembre. Todo marchaba perfectamente pero, como se trataba <strong>de</strong><br />

franceses, empezaron a aparecer entre los Hemanos los primeros roces...<br />

El 31 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1847, en la fiesta <strong>de</strong> <strong>San</strong> Ignacio, se abrió el noviciado<br />

con los postulantes enviados por Monseñor Bourget y por el Sr. Manseau.<br />

Los tres hermanos asistieron a los ejercicios espirituales dirigidos por el P.<br />

Tellier, jesuita. Un día, el silencio fue bruscamente interrumpido por la<br />

presencia <strong>de</strong> los PP. Thibaudier y Lahaye que, sin avisar, llegaban <strong>de</strong><br />

Saint-Louis. “Venían, escribe el H. Champagneur, al estilo americano, con<br />

gran estruendo y mucha locuacidad”. Se ve claramente en esta<br />

observación toda la <strong>de</strong>l antiguo novicio <strong>de</strong> la Trapa.<br />

La calma volvió pronto a L‟Industrie, ya que los dos sacerdotes marcharon<br />

a aten<strong>de</strong>r a los emigrantes irlan<strong>de</strong>ses atacados por el tifus y puestos en<br />

cuarentena en el puerto <strong>de</strong> Montreal. Al llegar <strong>de</strong> los Estados Unidos<br />

pensaban <strong>de</strong>tenerse en Canadá y seguir viaje a Francia. Pero, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las<br />

primeras semanas posteriores a su llegada, fueron consi<strong>de</strong>rados como<br />

personal <strong>de</strong>l colegio. En una carta, <strong>de</strong> redacción un poco farragosa, el P.<br />

Thibaudier comunicaba al P. Querbes que “todos estos Señores <strong>de</strong><br />

<strong>11</strong>


L‟Industrie” le pidieron que fuera su Superior y que él lo aceptó, porque se<br />

dio cuenta <strong>de</strong> que los HH. Fayard y Chrétien no se entendían con el H.<br />

Champagneur y querían regresar a Francia. Pero que él no sería más que<br />

un “Director provisional”, mientras llegaba el religioso sacerdote que había<br />

sido pedido a Vourles. Lo mejor sería que el P. Querbes se presentase en<br />

el Nuevo Mundo, “el más hermoso país <strong>de</strong> la tierra”, y que así podría él<br />

mismo organizar la comunidad <strong>de</strong> L‟Industrie. El P. Thibaudier conservaba<br />

los 6.000 francos traídos <strong>de</strong> Saint-Louis. No permaneció mucho tiempo en<br />

L‟Industrie puesto que en noviembre <strong>de</strong> 1847 se embarcaba para Francia.<br />

El P. Lahaye cogió la dirección <strong>de</strong>l colegio y <strong>de</strong> la comunidad en tanto que<br />

el H. Champagneur se <strong>de</strong>dicaba a la dirección <strong>de</strong>l noviciado.<br />

El <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la fundación fue rápido, a pesar <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> refuerzos,<br />

repetidamente pedidos y esperados durante mucho tiempo, y pese a las<br />

escasas cartas y consignas <strong>de</strong>l superior, ya que muy pocas atravesaban el<br />

Atlántico, y a pesar también <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s propias <strong>de</strong> toda nueva<br />

fundación.<br />

¡Malditos Franceses!<br />

Nuevos religiosos llegados <strong>de</strong> Francia prestaron su apoyo al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong><br />

la congregación en Canadá. No todos por igual, tanto <strong>de</strong>bido a sus<br />

talentos o a sus motivaciones como a las funciones que <strong>de</strong>sarrollaron.<br />

Tres <strong>de</strong> entre ellos no habían sido elegidos para esta misión.<br />

Los superiores<br />

Esteban Champagneur fue, ya se ha dicho, la piedra angular <strong>de</strong> la<br />

fundación canadiense y, con el tiempo, adquirió una prestancia y una<br />

autoridad que, añadidas a sus trabajos y publicaciones, forjaron el respeto<br />

<strong>de</strong> todos. Pero, en los primeros años y, con la presencia <strong>de</strong> otros<br />

franceses, las críticas abundaban. Se centraban en su carácter tímido,<br />

gruñón, testarudo en su dirección embarullada, pródiga en na<strong>de</strong>rías y<br />

parca en lo importante. “Un santo con quien no se pue<strong>de</strong> vivir más que<br />

con una extraordinaria dosis <strong>de</strong> virtud”, escribía el P. Lahaye que se<br />

atreve a una comparación: “Tiene algo <strong>de</strong> Napoleón, es <strong>de</strong>cir, trata<br />

rudamente a su Estado Mayor, mientras idolatra al simple soldado”. Aún<br />

religiosos mo<strong>de</strong>rados como el H. Fayard y el P. Lajoie emitieron<br />

apreciaciones críticas sobre el superior <strong>de</strong> la obediencia.<br />

Con la llegada <strong>de</strong> los PP. Thibaudier y Lahaye, la autoridad cambió <strong>de</strong><br />

manos: “He obligado al Sr. Champagneur a que me <strong>de</strong>je la dirección y la<br />

bolsa, y para ello he tenido que discutir violentamente. Pero al final he<br />

salido victorioso”, escribía sin reparo el P. Thibaudier. Pero la fundación<br />

hubiera fracasado rápidamente bajo la dirección <strong>de</strong> semejante agitador; el<br />

P. Querbes llamó a Francia al P. Thibaudier y nombró al P. Lahaye director<br />

<strong>de</strong> las casas <strong>de</strong> Canadá.<br />

12


El P. Lahaye tenía bastantes cualida<strong>de</strong>s para ser un buen gestor. Lo<br />

<strong>de</strong>mostró como Director <strong>de</strong>l Colegio Joliette (1847-1849), <strong>de</strong>l Colegio <strong>de</strong><br />

Chambly (1849-1856) y finalmente como encargado <strong>de</strong> la parroquia <strong>de</strong>l<br />

Saint-Enfant-Jésus <strong>de</strong> Montreal (1856-1861), cuya iglesia él hizo<br />

construir. Fue superior <strong>de</strong> 1848 a 1850 y podía haberlo sido mucho más<br />

tiempo si el Sr. Joliette no hubiese puesto una drástica cláusula en el acta<br />

<strong>de</strong> donación: entregaba los inmuebles y las tierras a la congregación “a<br />

condición <strong>de</strong> que el Director principal <strong>de</strong> Canadá residiera a perpetuidad<br />

en L‟Industrie”. Pero el P. Lahaye residía por entonces en Chambly. El P.<br />

Champagneur volvió a tomar la dirección y la mantuvo hasta 1870.<br />

Aún reconociendo en el P. Lahaye sólidas capacida<strong>de</strong>s, el P. Champagneur<br />

no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> censurarle por sus juegos malabares con el dinero, por<br />

falsificar cuentas y por algunas otras <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s. En cuanto a él, el P.<br />

Champagneur se <strong>de</strong>jaba ganar por la atracción <strong>de</strong> la Trapa y así se lo<br />

comunicaba al P. Querbes. En 1852, parece que sucumbió durante varias<br />

semanas cuando, sin avisar a nadie <strong>de</strong> L‟Industrie, marchó a la Trapa <strong>de</strong><br />

Kentucky (Estados Unidos). A su regreso, justificó su escapada con un<br />

hermoso motivo: “En ese tiempo, escribía al P. Querbes, me ausenté<br />

durante 15 días, al ir en busca <strong>de</strong> novicios ingleses en las fronteras <strong>de</strong>l<br />

país republicano, lo que hizo creer que yo había abandonado la comunidad<br />

y se produjo un gran alboroto en L‟Industrie”. El redactor <strong>de</strong> los Anales<br />

contaba el hecho más sencillamente: ”El reverendo P. Champagneur<br />

habiendo recibido 100 $ <strong>de</strong>l H. Girard partió en secreto para visitar la<br />

Trapa <strong>de</strong> Gethsémani, hacer allí un retiro y permanecer en ella, si tal era<br />

la voluntad <strong>de</strong> Dios”. El P. Querbes le había escrito cuatro años antes:<br />

Nada <strong>de</strong> mortificaciones extraordinarias que no os haya formalmente<br />

or<strong>de</strong>nado vuestro Confesor. Nuestra gran mortificación es el trabajo, el<br />

retiro y el silencio. El Superior <strong>de</strong> la obediencia canadiense había olvidado<br />

la lección.<br />

Los prófugos<br />

Llamado a Francia, el P. Antoine Thibaudier <strong>de</strong>sembaró en El Havre el 12<br />

<strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1847. Fue enviado a Couzot (Rhône) para dirigir el<br />

internado. Acostumbrado a los amplios espacios norteamericanos, a<br />

manejar dólares y a ser su propio superior, pronto se ahogó en tan<br />

reducido espacio. En Canadá <strong>de</strong>seaban su vuelta, incluso Monseñor<br />

Bourget. Él lo sabía y <strong>de</strong>seaba volver. Las peticiones que pudo hacer en<br />

este sentido al P. Querbes, no han <strong>de</strong>jado huellas ni tampoco las<br />

respuestas <strong>de</strong>l Superior. Sin embargo, sin avisar a nadie, el 18 <strong>de</strong><br />

diciembre <strong>de</strong> 1849 se embarcó, escribía, para “pasar el invierno en<br />

Nueva-Orléans”. Como Jonás, el profeta testarudo, sufrió una violenta<br />

tempestad que le <strong>de</strong>jó <strong>de</strong>sorientado y le condujo a un confesonario <strong>de</strong><br />

Nueva York don<strong>de</strong> el sacerdote le convenció <strong>de</strong> presentarse ante<br />

Monseñor Bourget y no ante Monseñor Blanc.<br />

Entró en Canadá pero le costó mucho recuperar la estima <strong>de</strong>l P. Querbes<br />

pese a las intervenciones <strong>de</strong> unos y otros. Empezó en el colegio Joliette,<br />

más a<strong>de</strong>lante Monseñor Bourget lo envió como misionero a Stanstead, en<br />

13


la frontera <strong>de</strong> Canadá con Estados Unidos y finalmente a la parroquia <strong>de</strong><br />

Saint-André d‟Argenteuil (1852-1864).<br />

Continuamente se lamentaba <strong>de</strong> sus dificulta<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> sus ambiciones<br />

frustradas. Se sentía humillado al no ser nombrado para el Consejo <strong>de</strong> la<br />

Obediencia, él, un sacerdote, uno <strong>de</strong> los más antiguos miembros <strong>de</strong> la<br />

congregación, mientras que dos canadienses sí lo eran (los HH. Lajoie y<br />

Michaud). Continuaba guardando el dinero y gastándolo a su antojo. En<br />

Saint-André, ro<strong>de</strong>ó <strong>de</strong> atentos cuidados al H. Fayard agotado por la tisis y<br />

le acompañó hasta la muerte (marzo <strong>de</strong> 1854). Poco a poco se fue<br />

hundiendo en el alcohol, lo que acentuó su abatimiento y su aislamiento.<br />

Triste fin para quien había sido el vivaracho “petit Thibaudier”.<br />

El H. Jean-Marie Thibaudier, hermano <strong>de</strong> Antoine, langui<strong>de</strong>cía en las<br />

escuelas <strong>de</strong> Francia. Dotado <strong>de</strong> amplias cualida<strong>de</strong>s pero <strong>de</strong> un<br />

temperamento testarudo, era difícil <strong>de</strong> gobernar. Más <strong>de</strong> una vez había<br />

pedido la dispensa <strong>de</strong> sus votos.<br />

En mayo <strong>de</strong> 1850, Jean-Marie Thibaudier huyó <strong>de</strong> Vourles y se embarcó<br />

en El Havre para ir a Canadá en busca <strong>de</strong> su hermano Antoine, que<br />

aseguraba no saber nada <strong>de</strong>l asunto. Antoine insistía en pedir al P.<br />

Querbes que añadiese “una muestra más <strong>de</strong> bondad y amor” a todo lo que<br />

los Thibaudier le <strong>de</strong>bían, “poniendo en regla su situación” sin que los<br />

hermanos canadienses se enterasen <strong>de</strong> su huída. Jean-Marie causaba<br />

molestias a la comunidad que le dio trabajo en Chambly; <strong>de</strong>spués en<br />

Rigaud, un colegio recién fundado, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>jó satisfechos a todos. Sin<br />

embargo el P. Querbes envió “duras cartas” y prohibió explícitamente que<br />

se acogiese al prófugo en ninguna casa, si no se arrepentía <strong>de</strong> lo hecho.<br />

Ya había escrito a Monseñor Bourget en este mismo sentido: Un inci<strong>de</strong>nte<br />

que consi<strong>de</strong>ro bastante grave ha motivado esta <strong>de</strong>mora (el retraso en la<br />

carta). Al tiempo que el sacerdote Thibaudier manifestaba su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

volver a ingresar en la congregación y <strong>de</strong> reparar su fuga, su hermano,<br />

otro cabeza loca, siguiendo su ejemplo, se escapaba <strong>de</strong>l lugar en que<br />

había sido colocado y, llamado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> América por el pretendido<br />

arrepentido, se dirigía a El Havre para embarcarse hacia Canadá. Tiene<br />

que haber llegado ya y no tardará en convertirse en un auténtico estorbo<br />

para nuestros hermanos y más tar<strong>de</strong> para vuestra misma Eminencia. Yo<br />

esperaba noticias, pero al no recibir ninguna, he resuelto enviar esta<br />

carta, que nada va a cambiar, pero en la que <strong>de</strong>bo añadir que no se<br />

admita al joven Thibaudier en ninguna <strong>de</strong> nuestras casas. En cuanto a su<br />

hermano, el sacerdote, me atrevo a pedir a Su Eminencia que se asegure<br />

<strong>de</strong> que su presencia no sea allí perjudicial.<br />

Jean-Marie Thibaudier abandonó Rigaud para dirigir por su cuenta la<br />

escuela <strong>de</strong> Saint-Césaire; más tar<strong>de</strong> se pier<strong>de</strong> su pista.<br />

El P. Lahaye no parece conmoverse mucho ante estas historias <strong>de</strong><br />

prófugos: “Contamos con vuestra inmensa caridad, escribía al superior.<br />

¡Pobre querido padre!... Se han burlado <strong>de</strong> usted, pero ¡es tan bella la<br />

misericordia <strong>de</strong> Dios¡ Y ¿qué queréis que hagamos con estos pobres<br />

14


huidos <strong>de</strong> Vourles? ¿Enviarlos a Estados Unidos?, Pero, fuera <strong>de</strong> una<br />

comunidad, están perdidos“. El H. Lajoie, al contrario, se muestra mucho<br />

más tajante, como lo da a enten<strong>de</strong>r en la primera carta que escribe al P.<br />

Querbes: “Yo os recordaría, <strong>de</strong> pasada, que sería muy conveniente que no<br />

nos llegasen más <strong>de</strong> esos buenos apóstoles sin obediencia. Pues una vez<br />

llegados aquí no son <strong>de</strong> los más edificantes, me refiero en lo que<br />

concierne a la vida religiosa. Puedo prometer una acogida que no será <strong>de</strong><br />

las más agradables a los que se atrevan a venir así”. En su carta, el que<br />

más tar<strong>de</strong> sería superior general, recuerda los primeros años <strong>de</strong> la joven<br />

comunidad canadiense y los problemas que ha soportado. Consi<strong>de</strong>ra sin<br />

embargo que hay “esperanzas <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r formar una buena comunidad”.<br />

Estos “malditos franceses” con su espíritu <strong>de</strong> indisciplina, podrían<br />

perturbar esta perspectiva.<br />

Tres “pobres muchachos”<br />

El H. Louis Chrétien había <strong>de</strong>jado muy atrás la infancia cuando marchó<br />

con los HH. Champagneur y Fayard. Sin embargo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los primeros<br />

meses <strong>de</strong> la fundación, su comportamiento fue infantil. No hacía más que<br />

lo que le apetecía, “<strong>de</strong>svariaba <strong>de</strong> vez en cuando” y rechazaba la<br />

autoridad <strong>de</strong>l superior <strong>de</strong> la obediencia. Enviado en primer lugar a<br />

L‟Industrie, pasó al poco tiempo a Berthier don<strong>de</strong> el H. Fayard intentó<br />

hacerle reaccionar, pero encontró en el pueblo “una joven” muy atractiva.<br />

Después <strong>de</strong> algún tiempo <strong>de</strong> vagabun<strong>de</strong>o (estuvo empleado en una<br />

herrería <strong>de</strong> Montreal) intentó la vuelta a Chambly y pasó a los Estados<br />

Unidos don<strong>de</strong> se estableció.<br />

El H. Joseph Fayard, primo <strong>de</strong> Agustín, partió para Canadá con el P.<br />

Lagorce, en 1852, con 29 años bien cumplidos. Sus fracasos en la<br />

obtención <strong>de</strong>l Diploma le confinaron durante 5 años en la cocina <strong>de</strong><br />

Vourles. Se le confió, a pesar <strong>de</strong> todo, la clase <strong>de</strong> los nuevos en Sumène<br />

(Gard) y a continuación en La Ricamarie (Loire). Reconocía ser “taciturno,<br />

melancólico (...) inclinado por naturaleza al hastío, a la tristeza, al<br />

<strong>de</strong>saliento”. “Es un buen religioso” comentó el P. Champagneur, cuando lo<br />

recibió en Canadá, un poco como se dice: “es un buen hombre”. El H.<br />

Augustin Fayard <strong>de</strong>scubrió <strong>de</strong> inmediato sus fallos: “Me he alegrado<br />

mucho al ver a mi primo; pero en la situación en que se encuentra,<br />

hubiera preferido que se hubiese quedado en Francia. Intelectualmente no<br />

pue<strong>de</strong> competir con los canadienses (...). Se aburre un poco”. El hastío no<br />

hace más que empeorar. Sobrecargado <strong>de</strong> alumnos en la escuela <strong>de</strong><br />

L‟Industrie, se agotaba, y no se habituó al clima, ni a la alimentación, ni a<br />

los canadienses. Cayó enfermo y suplicó al Superior que le hiciese<br />

regresar a Francia.<br />

En noviembre <strong>de</strong> 1856, el H. Joseph Fayard recibió una carta <strong>de</strong>l P.<br />

Querbes que le hubiera permitido el regreso a Francia pero no quiso<br />

mostrar el documento al P. Champagneur. Al referirse al superior <strong>de</strong><br />

Canadá, el P. Querbes se había equivocado <strong>de</strong> nombre y en lugar <strong>de</strong><br />

escribir Champagneur, escribió Chargebeuf. El Hermano sacó en<br />

conclusión que el P. Champagneur había sido reemplazado y que no le<br />

15


<strong>de</strong>bía ninguna obediencia. Se embarcó con un joven religioso canadiense,<br />

el H. Louis d‟Aragon que tenía vivos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> ver Francia y acababa <strong>de</strong><br />

heredar algún dinero, lo que le permitía pagar el viaje. En Vourles la<br />

recepción fue muy áspera: Nuestros dos fugitivos y sobre todo el H.<br />

Fayard, escribía el P. Querbes a Monseñor Bourget, han sido recibidos<br />

aquí, el 7 <strong>de</strong> enero último, como lo merecían. Han reconocido su falta y<br />

están muy arrepentidos. Yo ya tenía conocimiento <strong>de</strong> su huida y <strong>de</strong> su<br />

próxima llegada por las cartas <strong>de</strong> los PP. Champagneur y Lahaye. Parece<br />

que un lapsus calami en el que el nombre <strong>de</strong>l P. Chargebeuf aparecía en<br />

vez <strong>de</strong>l P. Champagneur, originó alguna in<strong>de</strong>cisión ante vuestra negativa y<br />

la <strong>de</strong>l P. Chargebeuf (nuevo lapsus: <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>cir Champagneur) y<br />

contribuyó a empecinar en su estúpida resolución a nuestros dos<br />

atolondrados. El H. Fayard, enfermo, fue enviado a su familia y el P.<br />

Querbes le aconsejó y <strong>de</strong>seó que se “restableciera” y se “quedase”. Es lo<br />

que hizo, con una viuda empleada en la Provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Saint-Louis <strong>de</strong><br />

Lyon. En cuanto al Hº d‟Aragon fue a Pignan (Hérault), más tar<strong>de</strong> a Saint-<br />

Clément -les- Macon (Saône-et-Loire); vanamente se cansó pidiendo el<br />

regreso a Canadá.<br />

El H. Jean-Philippe Damais no tenía aún 22 años cuando salió <strong>de</strong> Francia,<br />

el 24 <strong>de</strong> Noviembre <strong>de</strong> 1855, con el H. Young, para ir a enseñar en la<br />

escuela <strong>de</strong> sordomudos en Montreal. Había pronunciado sus primeros<br />

votos un mes antes. Se había hecho notar en Vaulx-en-Velin(Rhône) y en<br />

La Ricamerie (Loire) por su carácter testarudo y discutidor hasta rozar la<br />

rebeldía.<br />

En Canadá no pudo adaptarse a la enseñanza <strong>de</strong> los sordomudos, ni a sus<br />

hermanos franceses, ni tampoco a los canadienses con los que se<br />

enemistaba por sus faltas <strong>de</strong> respeto, su ligero barniz <strong>de</strong> cultura y sus<br />

expresiones mordaces. Escribía amargas cartas y se lamentaba <strong>de</strong> no<br />

recibir respuesta. Pidió ser <strong>de</strong>vuelto a Francia o la dispensa <strong>de</strong> sus votos.<br />

Al expirar sus votos temporales en 1861 <strong>de</strong>jó la congregación.<br />

En una larga carta redactada a finales <strong>de</strong> 1856, el P. Lahaye <strong>de</strong>scribía el<br />

ambiente canadiense y, en particular, la calidad <strong>de</strong>l personal eclesiástico y<br />

religioso, sin ocultar algunos <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> carácter. Escribía entre otras<br />

cosas: “Y exportáis entre nuestros Canadienses, a los Chrétien, Fayard y<br />

Damais. Verda<strong>de</strong>ramente, Sr. Superior permítame que le exprese, con<br />

toda la humildad posible, lo que yo pienso. Creemos aquí que usted quiere<br />

<strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> esos pobres muchachos”. No era tal el pensamiento <strong>de</strong>l<br />

Superior sino más bien su propensión natural a creer que las personas, en<br />

las circunstancias que tienen que afrontar, pue<strong>de</strong>n reaccionar<br />

positivamente y dar lo mejor <strong>de</strong> ellas mismas, contando por supuesto, con<br />

la “gracia <strong>de</strong> estado”.<br />

Dos referencias<br />

No hubo solamente casos difíciles… A<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l P. Champagneur, <strong>de</strong><br />

autoridad áspera, y <strong>de</strong>l P. Lahaye, un flemático bonachón, los HH. Fayard<br />

y Young <strong>de</strong>jaron una profunda huella en la fundación canadiense; el<br />

16


primero, por su fuego interior; el segundo, por sus dotes excepcionales<br />

que le permitieron transmitir una obra que le ha sobrevivido mucho<br />

tiempo.<br />

El H. Fayard poseía al menos una <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s recomendadas por el P.<br />

Querbes a los catequistas: vivía intensamente “un celo ardiente y<br />

<strong>de</strong>sinteresado”. Este religioso había <strong>de</strong>mostrado en Berthier su capacidad<br />

para dirigir una escuela con firmeza y ser, al mismo tiempo, el regente<br />

estimado por un grupo <strong>de</strong> jóvenes religiosos. Sus juicios, a menudo,<br />

categóricos, testimoniaban que no toleraba las componendas o los<br />

“caminos torcidos”. Era un tanto quisquilloso e intransigente y <strong>de</strong>nunciaba<br />

lo que le parecía una conducta o unas prácticas anormales. Cuando estaba<br />

seguro <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos, atacaba incluso al P. Querbes. “Es cierto que<br />

hace ya más <strong>de</strong> un año que no os he escrito, pero también lo es que he<br />

estado esperando más <strong>de</strong> un año respuesta a las dos últimas cartas que<br />

yo os he enviado. Podéis echarme en cara que he faltado a la regla en ese<br />

punto; pero yo también puedo quejarme <strong>de</strong> vuestra indiferencia hacia mí”.<br />

La larga exposición terminaba en frases que inci<strong>de</strong>n en el punto sensible:<br />

“Tal es aquí la ignorancia <strong>de</strong> los asuntos <strong>de</strong> la Sociedad, que muy pronto<br />

dudaremos <strong>de</strong> su existencia(...) Los jesuitas mantienen comunicaciones<br />

frecuentes, no solamente con los Superiores sino con otros miembros y es<br />

uno <strong>de</strong> los medios que su santo fundador les ha <strong>de</strong>jado para alimentar la<br />

caridad entre ellos. Y nosotros con constituciones inspiradas en las <strong>de</strong> los<br />

Jesuitas, no tenemos apenas relaciones con nuestro superior. Usted quiere<br />

que nos amemos sin vernos y sin relacionarnos <strong>de</strong> alguna manera. ¿No es<br />

querer lo imposible?”.<br />

Su personalidad, su corta carrera sin fallos con los niños en L‟Industrie, en<br />

Berthier y en Saint-André d„ Argenteuil, su enfermedad y su muerte con<br />

menos <strong>de</strong> 33 años <strong>de</strong>jaron huella en las personas y no solamente en la<br />

congregación. En palabras <strong>de</strong> la época, el P. Champagneur señalaba que<br />

el H. Fayard “ha muerto en olor <strong>de</strong> santidad (...) Su vida ha estado llena<br />

<strong>de</strong> sacrificios, <strong>de</strong> sufrimientos, <strong>de</strong> celo y <strong>de</strong> abnegación en la santificación<br />

<strong>de</strong> los niños. Ha sido siempre un mo<strong>de</strong>lo en la observancia <strong>de</strong> la regla y en<br />

el mantenimiento <strong>de</strong> la disciplina”. Monseñor Bourget, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

hecho su panegírico, aconsejó al P. Champagneur que redactara una<br />

reseña biográfica y que la enviara al P. Querbes y a los hermanos <strong>de</strong><br />

Francia para que supieran cómo había vivido Augustin Fayard en Canadá y<br />

lo que había sido para la joven fundación.<br />

El H. Fayard había muerto ya cuando el H. Joseph-Marie Young (1820-<br />

1897) fue enviado a Canadá. Este Messin, que se quedó sordo a los 5<br />

años, había recibido una perfecta formación y había dado clases en<br />

diversas instituciones para sordos y, entre ellas, en la <strong>de</strong> Lyon.<br />

A petición <strong>de</strong> Monseñor Bourget, el sacerdote Lagorce había abierto una<br />

escuela <strong>de</strong> sordomudos en 1848, en Montreal. El sacerdote se dio pronto<br />

cuenta <strong>de</strong> que la buena voluntad no bastaba para paliar la falta <strong>de</strong><br />

formación. El obispo entabló conversaciones con los Padres <strong>de</strong> la Sainte-<br />

Croix y les propuso que se embarcaran en la obra. Envió al Sr. Lagorce a<br />

17


Francia para que, al mismo tiempo que se especializaba en la lengua <strong>de</strong><br />

los signos siguiendo un curso en una escuela <strong>de</strong> Orléans, ingresara en la<br />

congregación <strong>de</strong> la Sainte-Croix.<br />

Al llegar a Mans, el sacerdote tuvo la <strong>de</strong>sagradable sorpresa, <strong>de</strong> constatar<br />

que las disposiciones anteriores habían cambiado, y que el superior <strong>de</strong> la<br />

Sainte-Croix, el P. Basile Moreau, prescindían <strong>de</strong>l proyecto. Siguió camino<br />

<strong>de</strong> Lyon y, sin ninguna carta <strong>de</strong> presentación, apareció, el 7 <strong>de</strong> septiembre<br />

<strong>de</strong> 1851, ante el P. Querbes que lo acogió.<br />

El noviciado le resultó bastante suave al canadiense ya que, seguía las<br />

clases <strong>de</strong>l Sr. Forestier en la escuela <strong>de</strong> sordomudos <strong>de</strong> Lyon y fue con<br />

una peregrinación a Roma. En Vourles no molestaba su ausencia, tal<br />

como el P. Querbes escribiría más tar<strong>de</strong> a Monseñor Bourget: No <strong>de</strong>bo<br />

<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> expresar a Vuestra Eminencia la impresión bastante <strong>de</strong>sfavorable<br />

que el Sr. Lagorce <strong>de</strong>jó en esta casa. Tanto nos había cansado con sus<br />

nimieda<strong>de</strong>s, que se temía su visita y los Directores y maestros lo evitaban<br />

y se lo enviaban unos a otros. Se le conocía sólo con el nombre <strong>de</strong> Canadá<br />

y ahora se llama Canadá nº 2 a los calmosos e in<strong>de</strong>cisos <strong>de</strong> la casa.<br />

En julio <strong>de</strong> 1852 el Sr. Lagorce puso un pie en la congregación<br />

pronunciando sólo el voto <strong>de</strong> obediencia y, al mes siguiente, volvió a<br />

Canadá con el Hº Joseph Fayard, un primo <strong>de</strong> Augustin.<br />

Instalada en un principio la escuela <strong>de</strong> sordomudos en L‟Industrie, pasó,<br />

en 1853, a Coteau Saint-Louis, cerca <strong>de</strong> Montreal. Con pocos recursos y<br />

alumnos, iba tirando. El Sr. Lagorce, enfermizo, se <strong>de</strong>scorazonaba y<br />

agobiaba a los hermanos que le ayudaban. Finalmente en 1854 pidió la<br />

dispensa <strong>de</strong>l voto que le unía a la congregación.<br />

A finales <strong>de</strong> 1854, Monseñor Bourgert hizo un alto en Lyon en su viaje a<br />

Roma. El P. Querbes le acompañó en una visita a la escuela <strong>de</strong><br />

sordomudos <strong>de</strong> la ciudad. Poco <strong>de</strong>spués le escribía el P. Querbes:<br />

Monseñor, la Provi<strong>de</strong>ncia ha venido en ayuda <strong>de</strong> nuestra obra <strong>de</strong><br />

Sordomudos. El buen P. Charles, capuchino y capellán <strong>de</strong> los Sordomudos<br />

<strong>de</strong> Lyon, a quien Vuestra Eminencia vio en Vaize en mi compañía, quiere<br />

<strong>de</strong>jarnos un joven muy culto y piadoso, sordomudo él también con<br />

vocación religiosa y al que la salud ha obligado a <strong>de</strong>jar la Cartuja y la<br />

Trapa entre los que había comenzado un noviciado. El Padre Charles lo<br />

reservaba para el orfelinato <strong>de</strong> niños que piensa construir; pero como<br />

quiere comenzar por el <strong>de</strong> las niñas y como no sabe cuándo lo podrá hacer<br />

con el <strong>de</strong> los niños, le ha agradado nuestro proyecto y está dispuesto a<br />

colaborar él también. El joven en cuestión, Sr. Joseph-Marie Lejeune<br />

(Young),<strong>de</strong> Metz, me ha sido presentado ayer mismo y vendrá muy pronto<br />

a alojarse en nuestra casa y estará a disposición <strong>de</strong> Vuestra Eminencia<br />

todo el mes <strong>de</strong> Mayo con uno <strong>de</strong> nuestros hermanos a quien habrá<br />

enseñado los signos y que será su intérprete ante los extraños y su<br />

ayudante con los sordomudos que le sean confiados. Entre tanto se <strong>de</strong>dica<br />

a copiar el método empleado en el Establecimiento. Es completo y uno <strong>de</strong><br />

los mejores..<br />

18


El H. Young comenzó el noviciado en enero <strong>de</strong> 1855 y emitió sus votos el<br />

21 <strong>de</strong> Octubre <strong>de</strong> 1855. Un mes más tar<strong>de</strong>, el H. Damais y él partieron<br />

para Canadá. Enseguida mostró todo lo que era capaz <strong>de</strong> hacer. Se hizo<br />

cargo <strong>de</strong> la dirección <strong>de</strong> los estudios en la casa, preparó un programa <strong>de</strong><br />

enseñanza, formó colaboradores, entre ellos al H. Alfred Bélanger que se<br />

convirtió en una pieza fundamental <strong>de</strong> la escuela. La Institución <strong>de</strong><br />

sordomudos <strong>de</strong> Montreal iniciaba su andadura con muy buen pie.<br />

Las relaciones <strong>de</strong>l superior general con la obediencia <strong>de</strong> Canadá<br />

El viaje imposible<br />

La invitación <strong>de</strong>l P. Thibaudier al P. Querbes en 1847 para que fuese a<br />

América tenía ante todo como finalidad, que el P. Querbes <strong>de</strong>scubriese el<br />

Nuevo Mundo, sus paisajes, sus riquezas y su hermoso futuro. Con el<br />

ingreso <strong>de</strong> religiosos canadienses que <strong>de</strong>seaban conocer al fundador y<br />

superior y la necesidad <strong>de</strong> resolver algunas cuestiones que no se podían<br />

conocer en profundidad más que in situ, se imponía la visita <strong>de</strong>l superior<br />

general. El P. Lahaye le dirigió una invitación que no era puro formulismo:<br />

“Reverendo Padre, venga a vernos y juzgará las cosas usted mismo mejor<br />

que por carta”. La invitación volvió a hacerse cinco días más tar<strong>de</strong>,<br />

probablemente en el mismo envío <strong>de</strong> cartas: “Estoy seguro <strong>de</strong> que todos<br />

(los religiosos) están <strong>de</strong> acuerdo, al menos en una cosa, en el <strong>de</strong>seo<br />

unánime <strong>de</strong> veros”.<br />

Una semana más tar<strong>de</strong>, y en una larga carta escrita con una familiaridad<br />

que sabe guardar las distancias, el P. Lahaye volvía a hablar sobre las<br />

relaciones entre Vourles y L‟Industrie y los beneficios compartidos que una<br />

visita <strong>de</strong>l superior producirían: “Venga, querido Padre, venga a visitarnos.<br />

Es lo que más nos agradaría. Esta visita paternal va a <strong>de</strong>jar las cosas<br />

mucho mejor <strong>de</strong> como están. No hace falta <strong>de</strong>cirle que estamos contentos<br />

al tener un santo como Obispo y un santo que ha estudiado la mentalidad<br />

<strong>de</strong> los franceses como también sus comunida<strong>de</strong>s. Nosotros, <strong>Clérigos</strong> <strong>de</strong><br />

<strong>San</strong> <strong>Viator</strong>, no somos aquí más que niños gran<strong>de</strong>s. Nos amamos,<br />

queremos el bien y también naturalmente un poco el nuestro. Pero,<br />

aislados como nos encontramos, usted no podrá estar <strong>de</strong>scontento <strong>de</strong><br />

nosotros, ya que el Obispo nos apoya, nos ama y nos anima, y nuestra<br />

comunidad comienza a hacerse notar. En verdad bien planificada,<br />

asentada, y dirigida por una experta y hábil mano y por un corazón<br />

honesto, nuestra Comunidad pue<strong>de</strong> hacer un bien inmenso en este país.<br />

Se halla preparada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todos los puntos <strong>de</strong> vista para el Bajo Canadá:<br />

ciencias humanas, canto llano, ceremonias, sacristías, religión sin<br />

ostentación, todo esto es lo propio <strong>de</strong>l país. Pero si nunca vemos a<br />

nuestro Padre <strong>de</strong> Francia, pienso que se nos va a po<strong>de</strong>r tomar por<br />

huérfanos. Cuando usted llegue, ya me encargaré yo <strong>de</strong> que se encuentre<br />

con una buena cantidad <strong>de</strong> asuntos por los que usted me va a cantar una<br />

buena serenata al estilo <strong>de</strong>l Midi (cantar una serenata = hacerle algunos<br />

reproches). Pero no importa, venga usted”.<br />

19


Por turno, el P. Champagner, el H. Georges Langlais, el P. Abraham<br />

Jacques-Duhaut insistieron en el mismo sentido. Monseñor Prince, Obispo<br />

axiliar <strong>de</strong> Montreal, <strong>de</strong> paso por Vourles, acabó por <strong>de</strong>cidir al superior: a<br />

su regreso al Canadá, en el verano <strong>de</strong> 1852, acompañarían al obispo, el P.<br />

Lagorce que terminaba su formación en Francia y el P. Querbes. Al menos<br />

eso era lo proyectado.<br />

Como el P. Querbes estaba obligado a cumplir todas las funciones <strong>de</strong> un<br />

párroco, el viaje requería la autorización <strong>de</strong>l arzobispo <strong>de</strong> Lyon. El<br />

car<strong>de</strong>nal fue escueto: “No po<strong>de</strong>mos permitiros, querido párroco, el viaje a<br />

Canadá mientras conservéis el cargo pastoral. Vuestro rebaño reclama<br />

vuestra atención, y es <strong>de</strong> lamentar que no la reciba por completo <strong>de</strong> vos”.<br />

La última parte <strong>de</strong> la frase causa perplejidad. El car<strong>de</strong>nal quería escribir:<br />

“¿y es <strong>de</strong> lamentar que no la reciba por completo <strong>de</strong> vos si os ausentáis<br />

varios meses?, en ese caso habría escrito “sería <strong>de</strong> lamentar... “<br />

¿Expresaba un juicio sobre el papel pastoral <strong>de</strong>l párroco <strong>de</strong> Vourles? “¿y<br />

es <strong>de</strong> lamentar que no los reciba por completo <strong>de</strong> vos”? Pero entonces se<br />

contra<strong>de</strong>cía con lo que había escrito <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la visita pastoral a la<br />

parroquia. Había por tanto otro motivo.<br />

El P. Querbes acusó el golpe: Vuestra hermosa carta, escribía al H.<br />

Langlais, ha conseguido aumentar mi pena por no po<strong>de</strong>r ir al Canadá a<br />

conocer a esos nuevos hijos, cuyos buenos sentimientos admiro.<br />

Monseñor Prince intervino ante el Car<strong>de</strong>nal y no obtuvo mejor resultado<br />

“He hecho nuevas gestiones ante S. E. el Car<strong>de</strong>nal Arzobispo, al pasar por<br />

Lyon, para llevaros conmigo. Todo ha sido inútil: el venerable Pastor cree<br />

que sois muy necesario en vuestra parroquia para po<strong>de</strong>r ausentaros<br />

aunque no sea más que unos pocos meses. Me resigno a ello pero yo<br />

<strong>de</strong>seo tanto o más teneros en Canadá”. Una escueta nota <strong>de</strong>l H. Liauthaud<br />

podría darnos a enten<strong>de</strong>r que el P. Querbes también se había resignado:<br />

”El Sr. Superior ha vuelto a Vourles, lleno <strong>de</strong> salud, y aún <strong>de</strong> alegría.<br />

M(onse)ñor no le ha dado permiso para ir a Canadá.”<br />

Hubo un nuevo intento en 1855. Monseñor Bourget tomó la iniciativa e<br />

informó <strong>de</strong> ello al P. Querbes.”Tengo la intención <strong>de</strong> pedir a S.E. el<br />

Car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Bonald permiso para que usted me acompañe a América y<br />

pueda visitar a sus queridos hermanos. ¿Qué le parece?”. El P. Querbes,<br />

aleccionado por la anterior negativa, se mantuvo en una pru<strong>de</strong>nte<br />

reserva. En cuanto a la oportunidad <strong>de</strong> la petición a Monseñor el Car<strong>de</strong>nal<br />

sobre mi viaje al Canadá, yo confío en lo que resuelva Su Ilustrísima. Su<br />

Eminencia sabe muy bien que mi compañero el Sr. presbítero Favre, es un<br />

sacerdote distinguido, y que bien pue<strong>de</strong> dirigir mi parroquia en mi<br />

ausencia. La Parroquia no tiene necesidad <strong>de</strong> un coadjutor. El<br />

mantenimiento <strong>de</strong>l Sr. Favre corre a cuenta <strong>de</strong> la comunidad y sin que la<br />

Parroquia haya contribuido nunca a los gastos que ocasiona su presencia<br />

(...) Yo os confieso y aseguro todo mi respeto por mi Arzobispo; pero<br />

temo no serle simpático. ¿Qué habré hecho yo? No tengo conciencia <strong>de</strong><br />

nada y <strong>de</strong>jo al tiempo y a la gracia divina el cuidado <strong>de</strong> mi justificación o<br />

<strong>de</strong> la nuestra.<br />

20


¿Había abierto una brecha u obtenido una vaga promesa el Obispo <strong>de</strong><br />

Montreal? Escribía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Roma: “Como permaneceré bastante tiempo en<br />

Francia al volver <strong>de</strong> Roma, tendréis días suficientes para hacer los<br />

preparativos <strong>de</strong> vuestro viaje al Canadá, si, como lo espero, consigo para<br />

usted, <strong>de</strong> Su Eminencia el car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Lyon, la autorización para marchar.<br />

”.<br />

El car<strong>de</strong>nal no se <strong>de</strong>jó convencer y empleó un medio bastante mezquino<br />

para justificar su <strong>de</strong>cisión: “He suplicado humil<strong>de</strong>mente a S. E. el Car<strong>de</strong>nal<br />

<strong>de</strong> Lyon que os diera su autorización, escribía Monseñor Bourget al P.<br />

Querbes. Me ha respondido que hablaría con su Consejo, ya que no quería<br />

tomar para él solo la responsabilidad <strong>de</strong> vuestra ausencia”.<br />

El P. Querbes disimuló su disgusto, que se pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar profundo, en<br />

los vaivenes <strong>de</strong> un período particularmente complicado:<br />

Al enviar a dos nuevos religiosos (Damais y Young) a reunirse con<br />

vosotros en Canadá para <strong>de</strong>dicarse a la educación <strong>de</strong> los sordomudos, me<br />

siento obligado a manifestaros el pesar que me embarga al no po<strong>de</strong>r<br />

acompañarlos.<br />

Qué agradable hubiera sido para mí el encontrarme en medio <strong>de</strong> vosotros<br />

en esta querida casa <strong>de</strong> L’Industrie que ha sido la cuna <strong>de</strong> la congregación<br />

<strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> en vuestra tierra, el visitar las casas en las que ejercéis<br />

vuestro celo, el felicitaros por el buen espíritu que os ha hecho dominar<br />

las tempesta<strong>de</strong>s que el enemigo <strong>de</strong> todo bien ha suscitado contra vuestra<br />

empresa <strong>de</strong> reciente fundación, el veros y conoceros a todos y a cada uno<br />

en particular, el recibir con un corazón <strong>de</strong> padre, os lo aseguro, los<br />

<strong>de</strong>sahogos <strong>de</strong> vuestros corazones, el apreciar en esa comunicación íntima<br />

la franqueza y rectitud <strong>de</strong> carácter que constituyen el rasgo más<br />

<strong>de</strong>stacado <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong> vuestras regiones, el aplaudir los esfuerzos<br />

generosos, el animar y fortalecer a los débiles, el rezar con vosotros, el<br />

mezclar mis <strong>de</strong>seos y votos con los vuestros para atraer las bendiciones<br />

<strong>de</strong>l cielo sobre los trabajos <strong>de</strong> la Congregación entera, en una palabra, el<br />

estrechar para siempre los lazos felices que nos unen.<br />

Este <strong>de</strong>seo mío se había acrecentado por una circunstancia cuyo recuerdo<br />

permanecerá para siempre en mi corazón. Y es que, hace algún tiempo,<br />

hemos tenido la dicha <strong>de</strong> gozar <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> vuestro santo Obispo.<br />

Hemos podido ver, contemplar y tratar en la intimidad a este buen pastor<br />

cuyo cayado os conduce perfectamente bien por los pastos <strong>de</strong>l Señor y,<br />

como él conoce a sus ovejas, es <strong>de</strong> sus venerables labios <strong>de</strong> los que<br />

hemos oído el testimonio que le gusta dar <strong>de</strong> vuestra buena voluntad, <strong>de</strong><br />

vuestra abnegación y <strong>de</strong> vuestro sincero <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> reforzar y <strong>de</strong>sarrollar el<br />

espíritu religioso entre vosotros y <strong>de</strong> vuestro celo por la salvación <strong>de</strong> los<br />

niños que os son confiados. Cuántas veces al escucharle con<br />

arrobamiento, me gritaba interiormente con la Jerusalén <strong>de</strong>l profeta:<br />

¿Quién me ha dado, quién me ha engendrado estos hijos?<br />

Pero la Provi<strong>de</strong>ncia no ha permitido que se realice este <strong>de</strong>seo tan ardiente<br />

originado por tantos motivos imperiosos, y me he visto obligado a llenar el<br />

21


espacio que nos separa con algunos pensamientos que confío a la fi<strong>de</strong>lidad<br />

<strong>de</strong> vuestros recuerdos y a la asiduidad <strong>de</strong> vuestras reflexiones.<br />

El P. Querbes no conoció el Canadá, ni su naturaleza, ni sus horizontes, ni<br />

sus habitantes. No conoció a sus religiosos, ni las obras que dirigían salvo<br />

a través <strong>de</strong> sus cartas y por las noticias que los escasos visitantes <strong>de</strong> la<br />

otra orilla <strong>de</strong>l Atlántico podían darle en sus raras visitas a Vourles. Para<br />

todos fue perjudicial. Los canadienses hubieran podido reafirmar los lazos<br />

fraternos y filiales con el superior, oír <strong>de</strong> la mejor fuente la historia <strong>de</strong> sus<br />

orígenes, recibir una enseñanza <strong>de</strong> lo que eran los catequistas <strong>de</strong> <strong>San</strong><br />

<strong>Viator</strong>, mientras que sólo tenían para su uso personal un resumen <strong>de</strong>l<br />

Directorio. Por su parte, el superior hubiera podido ver en proceso <strong>de</strong><br />

consolidación, una nueva forma, un poco diferente, <strong>de</strong> ser Clérigo <strong>de</strong> <strong>San</strong><br />

<strong>Viator</strong>: en los colegios, en una institución como la <strong>de</strong> los sordomudos, en<br />

las comunida<strong>de</strong>s poco numerosas pero más potentes que las <strong>de</strong> Francia y<br />

que contaban con más sacerdotes. Esto hubiera podido tener cierto influjo<br />

en Francia don<strong>de</strong> la congregación se aislaba en escuelas primarias y entre<br />

los muros <strong>de</strong> las sacristías, con escuelas <strong>de</strong> uno o dos catequistas, muy<br />

raramente más numerosas.<br />

Se esfumó la oportunidad porque el Car<strong>de</strong>nal recordaba su autoridad a<br />

uno <strong>de</strong> sus sacerdotes que, en varias ocasiones, se había atrevido a<br />

hacerse respetar por sus prerrogativas como superior general. Pero la<br />

congregación que había fundado no era una or<strong>de</strong>n exenta, y se lo<br />

recordaba.<br />

Intercambios epistolares <strong>de</strong>siguales<br />

Queda el correo. Conociendo las costumbres <strong>de</strong>l Superior, adivinar lo que<br />

ocurrió en este terreno no presenta ninguna dificultad… En sus fondos<br />

actuales, los archivos conservan 102 cartas <strong>de</strong> los religiosos <strong>de</strong> Canadá<br />

dirigidas al P. Querbes y solamente 8 <strong>de</strong>l P. Querbes al Canadá. Es cierto<br />

que no se han conservado todas las cartas: así vemos que, el 7 <strong>de</strong> agosto<br />

<strong>de</strong> 1850, el P. Lahaye hace referencia a tres cartas <strong>de</strong>l P. Querbes, hoy<br />

<strong>de</strong>saparecidas. Esto no impi<strong>de</strong> que haya una gran <strong>de</strong>sproporción en el<br />

número entre las cartas <strong>de</strong> Vourles y las <strong>de</strong> L‟Industrie. Por otra parte, los<br />

hermanos <strong>de</strong> Canadá, como los <strong>de</strong> Saint-Louis y Sirdhana, e incluso los <strong>de</strong><br />

Francia se lamentaban <strong>de</strong> la escasez <strong>de</strong>l correo y celebraban gozosamente<br />

la llegada <strong>de</strong> una carta que se había hecho esperar. Mientras que en<br />

Canadá se aprovechaba la partida <strong>de</strong> un viajero para cargarle <strong>de</strong> cartas,<br />

¡qué <strong>de</strong>cepción cuando alguien llegaba <strong>de</strong> la región lionesa sin traer<br />

ninguna carta <strong>de</strong> Vourles!<br />

Se compren<strong>de</strong> que los corresponsales se lamentasen <strong>de</strong> esta situación y<br />

que el mismo Monseñor Bourget señalase sus inconvenientes: “Permítame<br />

que me lamente <strong>de</strong> la escasez <strong>de</strong> sus cartas que por otra parte son muy<br />

<strong>de</strong>seables y anheladas. Una correspon<strong>de</strong>ncia más activa mantendría la<br />

unión con la casa madre, alimentaría el carisma propio <strong>de</strong>l Instituto y<br />

favorecería las fundaciones”. En su respuesta, admitiendo ser consciente<br />

<strong>de</strong> estas dificulta<strong>de</strong>s, el P. Querbes se <strong>de</strong>fendía: Al mismo tiempo, y para<br />

22


seguir los consejos <strong>de</strong> Vuestra Eminencia, escribo a los PP. Champagneur<br />

y Lahaye y también al buen hermano Fayard. Tienen razón al lamentarse<br />

<strong>de</strong> las pocas cartas que les escribo, pero creo que no se dan <strong>de</strong>l todo<br />

cuenta <strong>de</strong> la multiplicidad y variedad <strong>de</strong> mis ocupaciones. Si yo pudiera<br />

realizar mi <strong>de</strong>seo más querido, volaría al Canadá para mostrarles que sigo<br />

siendo para ellos el mismo <strong>de</strong> siempre.<br />

La calidad <strong>de</strong> las cartas que se han conservado nos hace lamentar que<br />

sean tan escasas. Con una expresión muy correcta y comedida, aún<br />

cuando se dirija a los religiosos jóvenes a quienes no conoce, evita la<br />

palabrería inútil, mientras que en las cartas que le llegan <strong>de</strong> Canadá<br />

aparecen a veces chismorreos. Pocas o ninguna noticia <strong>de</strong> Francia: un<br />

párrafo sobre la revolución <strong>de</strong> 1848, algunas palabras por la muerte <strong>de</strong>l H.<br />

Liauthaud y nada más, mientras que el P. Lahaye presenta una serie <strong>de</strong><br />

preguntas sobre el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la congregación, y que el H. Fayard<br />

envidia a los Hermanos <strong>de</strong> las Escuelas cristianas y a los jesuitas, que<br />

reciben <strong>de</strong> su dirección general una información periódica sobre la<br />

situación <strong>de</strong> su Instituto.<br />

El retrato <strong>de</strong> un buen superior<br />

En las cuatro cartas escritas a los PP. Champagneur y Lahaye, cuando<br />

eran superiores, el superior general <strong>de</strong>legó en ellos amplios po<strong>de</strong>res:<br />

recibir y admitir al noviciado y luego a los votos, crear obras nuevas (DQ<br />

453), elegir a los miembros <strong>de</strong>l Discretorio, dispensar <strong>de</strong> sus votos a los<br />

que se marchen o sean expulsados (DQ 495-A). Pero quiere estar<br />

regularmente informado, y que Monseñor Bourget esté al corriente <strong>de</strong> los<br />

asuntos y sea consultado cuando surja alguna dificultad.<br />

Dibuja, en unos pocos rasgos, el retrato <strong>de</strong> un buen superior, <strong>de</strong> cómo<br />

<strong>de</strong>be ser con los religiosos que dirige y, así como lo había hecho ya con el<br />

P. Faure, el P. Querbes insiste sobre la ascesis que nace <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber <strong>de</strong><br />

estado asumido diariamente.<br />

Antes <strong>de</strong> tomar una <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> alguna importancia, el superior <strong>de</strong> la<br />

obediencia consultará, tal como el P. Querbes se lo recomienda al P.<br />

Champagneur: En todos los casos imprevistos, no <strong>de</strong>jéis <strong>de</strong> consultar al<br />

Obispo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberos puesto <strong>de</strong> acuerdo con vuestro Discretorio o<br />

Consejo; no adoptéis casi ninguna resolución por vos mismo, os sentiréis<br />

mejor (DQ 495-A).Y P. Lahaye: No haga ni <strong>de</strong>cida nada sin el H.<br />

Champagneur. Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber consultado y haber tomado una<br />

resolución ante Dios, será el momento <strong>de</strong> actuar y hágalo <strong>de</strong> una manera<br />

firme y clara. En los casos urgentes y extraordinarios consulte a<br />

Monseñor, sé que quedaréis siempre satisfecho por haber seguido su<br />

consejo (DQ 453).<br />

Cuando en 1848, el H. Champagneur traspasa su cargo <strong>de</strong> superior al<br />

P.Lahaye, el P. Querbes le ruega preste un apoyo sin reserva al nuevo<br />

superior: Ayú<strong>de</strong>le con todas vuestras fuerzas a cumplir la tarea<br />

importante que se le ha encomendado. Él <strong>de</strong>sconfía mucho <strong>de</strong> sí mismo.<br />

No es un <strong>de</strong>fecto. Se enten<strong>de</strong>rá muy bien con usted. Cuando le exponga<br />

23


usted su parecer sobre algún asunto, apóyelo con las razones que le<br />

parezcan más sólidas. Pero tanto si él las acepta como si <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> otra cosa<br />

distinta, no <strong>de</strong>je que aparezca al exterior su pensamiento íntimo, y acepte<br />

y ponga en práctica su <strong>de</strong>cisión como si fuera la <strong>de</strong> usted. Esta manera <strong>de</strong><br />

actuar dará unidad a la dirección y será ben<strong>de</strong>cida por Dios (DQ 451)<br />

El superior tratará a los hermanos con gran caridad y, si han cometido<br />

alguna falta, creerá en la posibilidad <strong>de</strong> su rehabilitación. Con respecto al<br />

H. Duvert que tuvo un tropiezo: Si vuelve sin vacilaciones, como yo lo<br />

espero, lo volveréis a poner en el buen camino y quizá saquéis <strong>de</strong> él un<br />

buen partido. Hay recursos en estos caracteres ardientes cuando no están<br />

<strong>de</strong>l todo pagados <strong>de</strong> sí mismos. No vamos a admitir sólo a hombres<br />

perfectos sino a los que quieran sinceramente trabajar para llegar a serlo.<br />

Con respecto a los PP. Thibaudier y Lahaye y al espíritu <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

que habían adquirido en los Estados Unidos: No <strong>de</strong>be usted <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

recordarles la Regla a los Sres. Lahaye y Thibaudier, rezar mucho por<br />

ellos sobre todo en la santa misa, tratarlos con gran caridad y más tar<strong>de</strong><br />

volverán a una postura correcta. No apagar la mecha que aún humea: Los<br />

que se marchan sin ningún motivo <strong>de</strong>ben ser objeto <strong>de</strong> vuestras más<br />

fervientes oraciones. Si vuelven arrepentidos, recíbalos con caridad y haga<br />

que durante algún tiempo cumplan los ejercicios <strong>de</strong>l noviciado. Y sigue:<br />

Sed siempre indulgente y paciente, esperad los tiempos señalados por la<br />

divina Provi<strong>de</strong>ncia, ya que habéis comprobado que ella nunca os ha fallado<br />

hasta el presente.<br />

Sin embargo, el superior no olvidará nunca que es el garante <strong>de</strong>l bien<br />

común. Deberá recordar las exigencias <strong>de</strong> la regla, llamar al or<strong>de</strong>n e<br />

insistir si hace falta. Combatid sin <strong>de</strong>scanso, recomienda el P. Querbes al<br />

P. Champagneur, atacad resueltamente sin acepción <strong>de</strong> personas las<br />

pretensiones <strong>de</strong>l amor propio y la negligencia en los ejercicios <strong>de</strong> regla.<br />

Exigid con suavidad y firmeza a la vez la puntualidad <strong>de</strong> la obediencia. Al<br />

P. Lahaye: Usted sabe muy bien que la mejor cualidad <strong>de</strong> un superior es<br />

el saber valorar en su justa medida las cualida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> los que<br />

<strong>de</strong>be guiar. No olvi<strong>de</strong> que, al menos una vez a la semana, <strong>de</strong>béis dar a<br />

vuestros hermanos una Conferencia espiritual sobre los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la vida<br />

religiosa. Seguid un plan para po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sarrollarlos todos a lo largo <strong>de</strong>l<br />

año.<br />

El día a día <strong>de</strong> un superior está lleno <strong>de</strong> problemas y <strong>de</strong> dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

todas clases <strong>de</strong> modo tal, que no tenga que buscar fuera <strong>de</strong> las<br />

obligaciones <strong>de</strong> su cargo los medios para su propia santificación. Nada <strong>de</strong><br />

mortificaciones extraordinarias que no os hayan sido impuestas<br />

formalmente por vuestro Confesor. Nuestra gran mortificación es el<br />

trabajo, el retiro y el silencio. No <strong>de</strong>jéis la disciplina al arbitrio <strong>de</strong> vuestros<br />

novicios. Si os lo pi<strong>de</strong>n, permitídselo raras veces. Al antiguo novicio<br />

cisterciense que conservaba aún cierto atractivo por la Trapa, el superior<br />

le abre perspectivas exigentes: Seguid escribiéndome <strong>de</strong> vez en cuando y<br />

contadme con minuciosidad vuestras penas y alegrías. Esas penas y<br />

tribulaciones son la penitencia a la que estáis llamado. Son tan<br />

24


importantes como las mortificaciones y las austerida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los Trapenses.<br />

Nuestra verda<strong>de</strong>ra disciplina consistirá en los esfuerzos que <strong>de</strong>bemos<br />

hacer para doblegar, corregir y dominar nuestro carácter con toda<br />

paciencia. Desconfiad <strong>de</strong> la ilusión que hace inclinar vuestros<br />

pensamientos hacia ese otro lugar. Es la Provi<strong>de</strong>ncia la que os ha elegido<br />

para plantar y hacer fructificar en Canadá la semilla <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>.<br />

Vuestros trabajos no <strong>de</strong>ben terminar más que con vuestro último suspiro.<br />

Al leer estas cartas, los <strong>de</strong>stinatarios no podían <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> lamentar su<br />

escasez. Como, a pesar <strong>de</strong> todo, les era necesario arreglar los asuntos<br />

corrientes o excepcionales y como no podían esperar in<strong>de</strong>finidamente un<br />

correo aleatorio, recurrían a Monseñor Bourget. Entre los años 1847 a<br />

1859 los archivos <strong>de</strong>l Arzobispado conservan 102 cartas proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong><br />

los <strong>Clérigos</strong> <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> <strong>de</strong> Canadá, principalmente <strong>de</strong> los superiores.<br />

Pero el número <strong>de</strong> respuestas no es comparable al que llegaba <strong>de</strong> Francia:<br />

Monseñor Bourget y su coadjutor eran corresponsales regulares ya que<br />

aparecen en los mismos años, 92 <strong>de</strong> sus respuestas.<br />

Esta penuria <strong>de</strong> cartas francesas inclinaba a los canadienses a aflojar sus<br />

lazos con el superior general y a soñar con la autonomía. El Sr. Manseau,<br />

párroco <strong>de</strong> L‟Industrie era partidario <strong>de</strong> esta i<strong>de</strong>a y presionaba a Monseñor<br />

Bourget en este sentido: “Estoy convencido, le escribía, y aquí lo están,<br />

que sería mejor separarse <strong>de</strong> Vourles y hacer un distrito in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong>l<br />

control <strong>de</strong>l P. Querbes que no pue<strong>de</strong> más que ponernos trabas, cambiar y<br />

llevarse a personas que nos son muy útiles aquí. Debemos evitar <strong>de</strong>jar a<br />

nuestros novicios que se encuentren bajo una obediencia extranjera. El<br />

Sr. Lahaye se consi<strong>de</strong>ra casi como libre pues ha emitido aquí sus votos<br />

que aún no han sido aceptados. No ha recibido una palabra <strong>de</strong> su superior<br />

ni <strong>de</strong> sus prerrogativas que le librarían <strong>de</strong>l control <strong>de</strong>l H. Champagneur. Es<br />

una ofensa para un sacerdote ejemplar”. Si tenemos en cuenta el<br />

contenido <strong>de</strong> otra carta <strong>de</strong>l párroco, el Obispo habría estado tentado a<br />

implicarse, pero finalmente no hizo nada para ello.<br />

Las cartas a los hermanos<br />

Los hermanos no recibieron mejor trato que los superiores <strong>de</strong> la<br />

Obediencia: se han conservado solamente cuatro cartas pero, <strong>de</strong>jando a<br />

un lado la pequeña nota al H. Langlais, todas ellas presentan cierto<br />

interés.<br />

El H. Hector Duvert pertenecía al primer grupo <strong>de</strong> novicios. Tenía 25 años,<br />

estaba tonsurado, poseía buenas cualida<strong>de</strong>s, una formación clásica, gran<br />

ambición pero muy poca lealtad, como lo pudieron comprobar los<br />

hermanos <strong>de</strong> L‟Industrie. Empleado durante su noviciado en el colegio,<br />

“intentaba ponernos a mal con el Sr. Joliette, crear <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n en el colegio<br />

para po<strong>de</strong>r ser nombrado él mismo Director al año siguiente”, <strong>de</strong>nunciaba<br />

el H. Champagneur. Socavaba la autoridad <strong>de</strong>l H. Fayard. Llegaron a<br />

Vourles algunas quejas y también una carta <strong>de</strong>l H. Duvert que tuvo que<br />

dar explicaciones.<br />

25


El P. Querbes respondió y tras una clásica entrada en materia (... vuestra<br />

carta tan clara, tan sencilla y tan franca...), pasa a los problemas que<br />

plantea el hermano en la comunidad: No me asusto con las noticias que<br />

me llegan <strong>de</strong> usted y <strong>de</strong> lo que atormenta a nuestros queridos Hermanos.<br />

Me dicen que usted los consi<strong>de</strong>ra ignorantes e incapaces <strong>de</strong> conseguir el<br />

fin que se han propuesto, que usted en más <strong>de</strong> una ocasión ha actuado y<br />

hablado en este sentido y que hay suficientes motivos para temer que<br />

seáis muy nocivo a la comunidad, si sois admitido en ella. Escuchad, mi<br />

querido hijo, y meditad ante Dios lo que tenéis que <strong>de</strong>ciros como cristiano<br />

y como religioso: 1º Infirma mundi elegit Deus, etc. 2º Sunt multae<br />

mansiones in domo Dei etc. Al enviar a tres <strong>de</strong> nuestros hermanos a<br />

Canadá don<strong>de</strong> sólo tenían que abrir, <strong>de</strong> inmediato, una escuela <strong>de</strong> pueblo<br />

y un noviciado, no teníamos otro pensamiento que el <strong>de</strong> formar un núcleo<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cual se juntaran jóvenes con las cualida<strong>de</strong>s necesarias para<br />

asegurar y propagar el bien al que nuestro Instituto está consagrado. Así<br />

ha sido, gracias a Dios, y vuestra carta me indica que usted podría ser un<br />

instrumento precioso. Pero, mi querido hijo, si el poco conocimiento que<br />

usted haya podido adquirir no va acompañado <strong>de</strong> una verda<strong>de</strong>ra<br />

humildad, <strong>de</strong> una sincera <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong> uno mismo, y <strong>de</strong> una<br />

disposición franca a <strong>de</strong>jarse conducir por la voz <strong>de</strong> la obediencia, os<br />

engañaríais y no hariais ningún bien entre nosotros. Comunicad con<br />

premura al R. P. Lahaye que en a<strong>de</strong>lante con respecto a la dirección <strong>de</strong> la<br />

comunidad: Paratum cor meum, y que pedís ser probado y estáis a su<br />

entera disposición. No juzguéis a vuestros Hermanos y entrad en vuestro<br />

interior: estad seguro <strong>de</strong> que todo irá bien.<br />

Pocos novicios tuvieron la suerte <strong>de</strong> recibir <strong>de</strong>l superior una carta tan<br />

confi<strong>de</strong>ncial, como si ya perteneciera a la congregación, con<br />

observaciones atinadas que fijaban una firme línea <strong>de</strong> conducta. El H.<br />

Duvert respondió con un estilo ceremonioso y con una humildad y<br />

sumisión exageradas.<br />

Las dos circulares<br />

Fueron motivadas por las negativas <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Bonald a autorizar el<br />

viaje a Canadá <strong>de</strong>l P. Querbes: Hay algunos puntos importantes que<br />

tienen que estar siempre presentes en vuestro espíritu y ser<br />

incesantemente objeto <strong>de</strong> vuestros cuidados y <strong>de</strong> vuestra vigilancia. Hace<br />

ya mucho tiempo que me siento obligado a hablaros <strong>de</strong> ello, y ¡ojalá que<br />

Dios me hubiese <strong>de</strong>jado hacerlo <strong>de</strong> viva voz, <strong>de</strong> veros y <strong>de</strong> conocer a cada<br />

uno en particular! Ya que la Provi<strong>de</strong>ncia no me lo ha permitido, aprovecho<br />

mi correspon<strong>de</strong>ncia con algunos <strong>de</strong> vosotros para dirigiros esta carta que<br />

es para todos. A pesar <strong>de</strong> su brevedad y <strong>de</strong> su rígida estructura (diez<br />

cortos párrafos numerados en la primera; siete en la segunda), forman<br />

una especie <strong>de</strong> boceto sobre la vida religiosa, sobre todo la <strong>de</strong> 1853.<br />

Raramente aparece el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> este tema en los escritos <strong>de</strong>l superior,<br />

<strong>de</strong>jando aparte naturalmente, el comentario <strong>de</strong> los estatutos, texto que no<br />

apareció hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte.<br />

26


El religioso <strong>de</strong>be tener una visión exacta <strong>de</strong> lo que es la vida religiosa y <strong>de</strong><br />

lo que ha venido a buscar en ella: Recordad a menudo el <strong>de</strong>seo que os ha<br />

traído al Instituto y que ha motivado vuestros votos. Bernar<strong>de</strong>, ¿ad quid<br />

venisti? Que él purifique, que él anime y que él vivifique todos vuestros<br />

pensamientos y todos vuestros sentimientos. Que él os afirme y<br />

fortalezca día a día en vuestra vocación. (1853).<br />

La vida religiosa es en principio una llamada a la santidad: Día a día<br />

<strong>de</strong>béis redoblar la actividad para trabajar sin <strong>de</strong>scanso en vuestro<br />

progreso y en las santas obras <strong>de</strong> vuestras ocupaciones respectivas: ut<br />

per bona opera certam vestram vocationem et electionem faciatis. Que<br />

esta santa actividad la ejerzáis en primer lugar en vosotros mismos: Quid<br />

pro<strong>de</strong>st, etc. Y que el buen or<strong>de</strong>n y la regularidad externa <strong>de</strong> vuestras<br />

casas sean la imagen perfecta <strong>de</strong> vuestra fi<strong>de</strong>lidad interior a todos los<br />

<strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la regla. De lo contrario, no seríamos más que cuerpos sin<br />

alma y sepulcros blanqueados (1853).<br />

Al ingresar en un <strong>de</strong>terminado Instituto, el religioso <strong>de</strong>be respetar su<br />

carácter propio y amoldarse a lo que <strong>de</strong>fine el espíritu <strong>de</strong> la comunidad y<br />

sus particularida<strong>de</strong>s. Es la observancia <strong>de</strong> “la regla”: Como religiosos,<br />

<strong>de</strong>beríais aspirar incesantemente a la perfección. Acordaos que la<br />

perfección se halla por entero en el cumplimiento <strong>de</strong> las reglas y que sería<br />

una <strong>de</strong>plorable ilusión el buscarla en otra parte. No <strong>de</strong>scuidéis nada que<br />

con ella tenga relación. Esmeraos ante todo en lo que constituye la<br />

esencia <strong>de</strong> los tres votos, <strong>de</strong>spués en la observancia exacta <strong>de</strong> los<br />

estatutos que nos (han) sido aprobados por el Vicario <strong>de</strong> Cristo y por<br />

último al cumplimiento <strong>de</strong> los reglamentos expresados en el Directorio<br />

(1853). Cumplid a la letra y sin ninguna distinción particular vuestros<br />

votos y vuestras reglas. No os toméis nunca privilegios y no pidáis más<br />

que raramente dispensas. Antes <strong>de</strong> actuar, no examinéis si tal acto está<br />

penado más o menos gravemente. Sed fieles hasta en los más pequeños<br />

<strong>de</strong>talles. Y si alguna vez caéis en algunas faltas, solamente entonces, y<br />

para remediar los escrúpulos, consultad si eran más o menos ligeras.<br />

Cumplid con puntualidad el horario <strong>de</strong>l día para que vuestros días estén<br />

llenos ante Dios y que, al ser puestos en la balanza <strong>de</strong> su tribunal, no<br />

sean hallados <strong>de</strong>masiado livianos (1855).<br />

El religioso vive en una comunidad; esto exige la práctica <strong>de</strong> la caridad, la<br />

ayuda y el apoyo mutuos. Tened todos un solo espíritu <strong>de</strong> humildad, <strong>de</strong><br />

dulzura y <strong>de</strong> caridad. Desconfiad <strong>de</strong>l espíritu particular, hijo casi siempre<br />

<strong>de</strong>l orgullo, y que engendra a su alre<strong>de</strong>dor las murmuraciones y las<br />

divisiones. Al final explotará como un volcán y no <strong>de</strong>jará en su entorno<br />

más que ruinas. El Espíritu <strong>San</strong>to maldice al que siembra la discordia<br />

entre sus hermanos (1853). La comunidad canadiense estaba formada por<br />

religiosos proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> dos países y <strong>de</strong> dos culturas. Esta situación<br />

había provocado algunas chispas. El superior invita a superar esos líos:<br />

Trataos unos a otros con gran caridad. Que no existan entre vosotros ni<br />

griego, ni judío, ni bárbaro y que las diferencias <strong>de</strong> nacionalidad, <strong>de</strong><br />

27


costumbres, usos y hábitos etc. <strong>de</strong>saparezcan ante la conmovedora<br />

uniformidad <strong>de</strong> la santa observancia <strong>de</strong> la vida religiosa (1855).<br />

La llamada a vivir la obediencia, fundamento <strong>de</strong> toda congregación y tema<br />

repetido continuamente por todos los superiores, aparece en la carta <strong>de</strong><br />

1853 y al final <strong>de</strong> la <strong>de</strong> 1855: Esmeraos sobre todo en la obediencia, que<br />

resume ella sola, todas las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l estado religioso. Haceos con la<br />

carta <strong>de</strong> <strong>San</strong> Ignacio a sus religiosos <strong>de</strong> Portugal sobre la obediencia y<br />

procurad que sea leída frecuentemente en vuestras casas, ya en público,<br />

ya en particular. Que vuestras creencias católicas y religiosas os<br />

mantengan por completo al abrigo <strong>de</strong> la influencia protestante y<br />

republicana cuyas influencias tenéis que combatir en las regiones en las<br />

que vivís (1853). No puedo terminar sin recomendaros especialmente la<br />

fi<strong>de</strong>lidad al voto <strong>de</strong> obediencia que incluye a los otros dos. Sed hombres<br />

obedientes y seréis todo lo que Dios quiere <strong>de</strong> vosotros. (1855).<br />

Entre los medios concretos puestos como fundamentales para que el<br />

religioso viva plenamente su consagración religiosa, el P. Querbes<br />

menciona en primer lugar a la oración: Toda la vida espiritual se sustenta<br />

<strong>de</strong> un doble alimento: la Oración y el examen <strong>de</strong> conciencia. No os privéis<br />

nunca <strong>de</strong> ellos. Preparad bien la meditación y que siempre termine con<br />

una resolución especial. El examen ha <strong>de</strong> ser verda<strong>de</strong>ramente particular y<br />

su objetivo <strong>de</strong>be ser convenido con el Director (1853). No se renueva el<br />

espíritu religioso, ni se <strong>de</strong>sarrolla ni consolida sino con el espíritu <strong>de</strong><br />

oración. Seguid con fi<strong>de</strong>lidad el método que aprendisteis en el noviciado.<br />

Solamente ahí encontraréis el consuelo y la fuerza que necesitáis.<br />

Permaneced, sobre todo, en unión <strong>de</strong> oraciones, mis queridos hijos. No<br />

olvidéis que a partir <strong>de</strong>l momento que recibáis esta carta, os ofrezco un<br />

encuentro mutuo ante el Sagrado Corazón <strong>de</strong> Jesús en la oración <strong>de</strong>l<br />

Viernes por la mañana (1855).<br />

Queda recomendada la apertura <strong>de</strong> conciencia, y para que sea una<br />

realidad se establece una cierta periodicidad: cada mes con el regente y<br />

por escrito, al menos dos veces al año, con el Director <strong>de</strong> la Sociedad en<br />

Canadá (1853). El Superior <strong>de</strong>sea que los religiosos le escriban todos los<br />

años. (1855)<br />

Los últimos medios recomendados en las dos cartas se refieren a la<br />

frecuencia <strong>de</strong> los sacramentos que será asidua: Debe ser <strong>de</strong> regla el<br />

confesarse cada ocho días y el esforzarse en hacerse digno <strong>de</strong> acercarse a<br />

la santa mesa los Domingos y Jueves. La renovación <strong>de</strong> los votos, hecha<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> algunos días <strong>de</strong> retiro, es presentada como un precioso modo<br />

<strong>de</strong> volver al fervor primitivo. Se observa una gran discreción en las dos<br />

cartas sobre las <strong>de</strong>vociones: Tened una tierna <strong>de</strong>voción a María<br />

Inmaculada, a <strong>San</strong> José y a <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> nuestro buen patrón. Un último<br />

consejo se refiere a la oración por las intenciones <strong>de</strong> los superiores y por<br />

todos los miembros <strong>de</strong> la congregación, vivos o difuntos (1853).<br />

En las dos cartas, especialmente en la primera, aparecen los temas más<br />

repetidos en los escritos <strong>de</strong>l P. Querbes: las virtu<strong>de</strong>s ordinarias, la<br />

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obediencia, el celo, la humildad, el amor al trabajo, al retiro y al silencio,<br />

la puntualidad en las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l día, la caridad fraterna, la<br />

importancia <strong>de</strong> la oración, <strong>de</strong>l examen y <strong>de</strong> la cuenta <strong>de</strong> conciencia, la<br />

comunión frecuente, en tanto que las <strong>de</strong>vociones particulares apenas<br />

aparecen reflejadas. Hacia el final <strong>de</strong> su vida, sigue fiel a los cortos<br />

párrafos que había empleado, ya en 1829, en los primeros borradores <strong>de</strong><br />

los estatutos y don<strong>de</strong> aparecían las virtu<strong>de</strong>s propias <strong>de</strong> los catequistas <strong>de</strong><br />

<strong>San</strong> <strong>Viator</strong>: el catequista era, en primer lugar, un cristiano que <strong>de</strong>bía vivir<br />

en plenitud las exigencias <strong>de</strong> su bautismo. Comencemos por asentar sobre<br />

estas virtu<strong>de</strong>s que yo consi<strong>de</strong>ro ordinarias, había recomendado al P. Faure<br />

(no se trata más que <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rnos) el edificio <strong>de</strong> nuestra salvación y<br />

perfección y el resto nos será concedido.<br />

“Fluctuaciones...”<br />

El H. Bernard pone como título al capítulo que estudia el <strong>de</strong>cenio 1850-<br />

1860: ”Una dura etapa”. Fue dura en efecto. Los hechos y hazañas <strong>de</strong><br />

algunos atolondrados como Chrétien, Jean-Marie Thibaudier, Damais; las<br />

rencillas entre franceses; la escasa preparación <strong>de</strong> todos, incluyendo<br />

también al P. Champagneur en la dirección <strong>de</strong> un colegio; las formas muy<br />

especiales <strong>de</strong>l P. Thibaudier <strong>de</strong> vivir la vida religiosa; las expulsiones,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer año, <strong>de</strong> dos religiosos canadienses por faltas graves; la<br />

permanente dificultad <strong>de</strong> recibir <strong>de</strong>l superior general una correspon<strong>de</strong>ncia<br />

regular, todo esto auguraba un negro porvenir a la congregación. Se<br />

podría haber pronosticado para ella una suerte parecida a las <strong>de</strong> Saint-<br />

Louis y Sirdhana. Los coetáneos así lo reconocían, comenzando por<br />

Monseñor Bourget, como lo manifiesta el P. Querbes escribiendo al P.<br />

Champagneur: : Monseñor comenta que las tempesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>berían haber<br />

engullido veinte veces vuestra barquita, si Dios no hubiera interpuesto su<br />

mano.<br />

La barquita no naufragó... Las tradiciones, la cultura, las estructuras <strong>de</strong>l<br />

Bajo Canadá no tenían nada que ver con las <strong>de</strong> un país <strong>de</strong>l futuro, como<br />

Missouri, o con las <strong>de</strong> la India, tan extrañas para los franceses. Y, en la<br />

comunidad canadiense, ocurría que el dios que intervenía, se llamaba<br />

Bourget.<br />

Monseñor Bourget<br />

El obispo seguía <strong>de</strong> cerca los problemas <strong>de</strong> la comunidad naciente,<br />

informado por las cartas que el Sr. Manseau, párroco <strong>de</strong> L‟Industrie y los<br />

PP. Champagneur y Lahaye le escribían frecuentemente. Tenía que calmar<br />

muy a menudo al ardiente párroco. Respondía a los problemas que se le<br />

planteaban, tomaba <strong>de</strong>cisiones, apoyaba tal o cual <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong>l Consejo.<br />

Enviaba cartas con normas precisas, aprobaba la apertura <strong>de</strong><br />

establecimientos o tomaba la iniciativa para su cierre, como ocurrió con el<br />

colegio Chambly. Visitaba L‟industrie y daba directrices tanto al colegio<br />

como al noviciado. En sus ausencias, sus coadjutores, Monseñor Prince y<br />

29


Monseñor Larocque hacían lo mismo. Fue el perfecto suplente <strong>de</strong>l superior<br />

general y, a diferencia <strong>de</strong> Monseñor Kenrick y <strong>de</strong> Monseñor Borghi, la<br />

referencia indispensable para los religiosos.<br />

El P. Querbes sólo podía seguir <strong>de</strong> lejos el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la congregación<br />

en Canadá y contó con Monseñor Bourget. La lejanía, la imposibilidad <strong>de</strong><br />

ver por sí mismo la complejidad <strong>de</strong> las situaciones que le eran<br />

<strong>de</strong>sconocidas como francés y, sobre todo, la confianza que tenía en<br />

Monseñor Bourget permitían al superior esta especie <strong>de</strong> <strong>de</strong>jación <strong>de</strong> su<br />

autoridad y <strong>de</strong> sus funciones como fundador, como ya le había ocurrido,<br />

por cierto en mucho menor grado, en la obediencia <strong>de</strong> Ternes.<br />

El obispo y el superior mantuvieron una correspon<strong>de</strong>ncia que, a tenor <strong>de</strong><br />

lo que se ha conservado, no fue excesivamente abundante. El P. Querbes<br />

confiaba en la sabiduría y dirección <strong>de</strong>l obispo. Si hacía falta, se lo<br />

recordaba, como lo hizo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> recibir en Vourles a los fugitivos<br />

Fayard y d‟Aragon: Monseñor, permitidme que os hable <strong>de</strong> nuestra colonia<br />

<strong>de</strong> Canadá. Sois el Padre y habéis animado su <strong>de</strong>sarrollo; Vuestra<br />

presencia entre nosotros ha sido una fuente <strong>de</strong> bendiciones para nuestra<br />

casa; Usted me ha dado preciosos consejos y unas notas más preciosas<br />

aún que he utilizado en la redacción, que usted mismo me recomendó,<br />

para una nueva edición <strong>de</strong> nuestro Directorio. ¡Y bien! Monseñor, le pido<br />

<strong>de</strong> rodillas que añada un nuevo favor a tantos otros y es que ejerza una<br />

dirección firme, precisa e inmediata con los hermanos <strong>de</strong> Canadá y sobre<br />

todo con su Superior a quien acabo <strong>de</strong> escribir que no haga nada<br />

importante sin el consejo <strong>de</strong> Su Eminencia. En el transcurso <strong>de</strong> su<br />

estancia en Europa, en 1847 y sobre todo en 1854-1856. Monseñor<br />

Bourget y el P. Querbes tuvieron tiempo para verse, juzgarse y<br />

apreciarse. Esto les dispensaba <strong>de</strong> largas consi<strong>de</strong>raciones epistolares.<br />

Los religiosos<br />

Los religiosos fueron también los artífices <strong>de</strong> sus propios éxitos. A<br />

comienzos <strong>de</strong>l año escolar 1857-1858, es <strong>de</strong>cir diez años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

llegada <strong>de</strong> los primeros <strong>Clérigos</strong> <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong>, la obediencia <strong>de</strong> Canadá<br />

contaba con 39 religiosos, 6 <strong>de</strong> votos perpetuos y 33 <strong>de</strong> votos temporales.<br />

Entre los 39 religiosos había 6 sacerdotes. De las 16 casas abiertas <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

1847, seguían teniendo la dirección en 9: 3 colegios (L‟Industrie, Rigaud y<br />

Longueuil), la Institución <strong>de</strong> Sordomudos <strong>de</strong> Montreal y 5 escuelas<br />

(L‟Industrie, Coteau Saint-Louis, Verchères, Boucherville,Saint-Roch-<br />

L‟Achigan). El P. Champagneur era el maestro <strong>de</strong> novicios y al mismo<br />

tiempo dirigía la Obediencia. Le Coteau Saint-Louis (Montreal) contaba<br />

entonces con 3 franceses: El P. Lahaye dirigía la Institución <strong>de</strong><br />

Sordomudos y se encargaba <strong>de</strong> la que llegó a ser la parroquia <strong>de</strong> Saint-<br />

Enfant-Jésus; el H. Young animaba la obra <strong>de</strong> Le Coteau Saint-Louis-que<br />

contaba con 15 internos y el H. Damais enseñaba en la escuela <strong>de</strong>l barrio.<br />

En cuanto al P. Thibaudier seguía siendo el párroco <strong>de</strong> Saint-André -<br />

d‟Argenteuil. Los religiosos canadienses dirigían la mayor parte <strong>de</strong> las<br />

casas y, en particular, los tres colegios. Si al final <strong>de</strong>l año escolar 1856-<br />

1857 se había <strong>de</strong>jado el colegio Chambly, el <strong>de</strong> L‟Industrie acababa <strong>de</strong><br />

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ecibir autorización para abrir un curso <strong>de</strong> latín y, al ser <strong>de</strong>masiado<br />

pequeño, se veía en la obligación <strong>de</strong> levantar una nueva ala. Lo mismo<br />

ocurría con la casa <strong>de</strong>l primer noviciado que, al no ser a<strong>de</strong>cuada para los<br />

nuevos tiempos, iba a ser reemplazada por un nuevo edificio.<br />

Al estudiar la relación <strong>de</strong> las primeras casas y la vida <strong>de</strong> la comunidad<br />

canadiense en el curso <strong>de</strong> la primera <strong>de</strong>cena <strong>de</strong> su historia, se constata<br />

que los <strong>Clérigos</strong> <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> <strong>de</strong>l Bajo Canadá se diferencian ya <strong>de</strong> sus<br />

hermanos franceses. Abren escuelas parroquiales con diversos nombres y<br />

con una importante obra social; la evolución <strong>de</strong> los colegios <strong>de</strong> Joliette y<br />

<strong>de</strong> Rigaud y las funciones curiales en dos parroquias, introducen misiones<br />

<strong>de</strong>sconocidas para los <strong>Clérigos</strong> <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Viator</strong> <strong>de</strong> Francia. Esto originó<br />

or<strong>de</strong>naciones sacerdotales favorecidas, por otra parte, por el Obispo. Así,<br />

muy rápidamente, la obediencia canadiense adquirió su personalidad<br />

propia en la misión que <strong>de</strong>sarrollaba y en la composición <strong>de</strong> su personal.<br />

En pocos años, la joven comunidad se sentía lo suficientemente fuerte<br />

como para abarcar nuevos territorios. Aceptó una misión en Vancouver, a<br />

petición <strong>de</strong> Monseñor Demers, obispo <strong>de</strong>l Oeste. El 14 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1857,<br />

los HH. Joseph Michaud y Gédéon Thibo<strong>de</strong>au salieron <strong>de</strong> Montreal para<br />

Victoria, vía Nueva York, istmo <strong>de</strong> Panamá y <strong>San</strong> Francisco. Aunque esta<br />

misión no duró más que unos años, el hecho <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>rla significaba<br />

que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>11</strong> años, el relevo pasaba <strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong> Francia a<br />

Canadá.<br />

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