8 - DGCS UNAM - Universidad Nacional Autónoma de México

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¡Sólo se escuchaba el silencio!
Oralia García Cárdenas
AHUNAM-IISUE
ogarcarde@hotmail.com
Ha llegado el día en que nuestro
silencio será más elocuente que
las palabras que ayer acallaron las
bayonetas
Consejo Nacional de Huelga,
13 de septiembre de 1968
El presidente Díaz Ordaz no estaba
dispuesto al diálogo público, una de
las principales demandas políticas
del movimiento estudiantil de 1968.
Así lo demostró con las aseveraciones
de su IV Informe de gobierno, donde,
además, acusó a los estudiantes de
“violentos” y los amenazó sin pudor:
Voy a mantener y preservar la
unidad del país, que no quedará
a merced de agitadores profesionales
[…] no quisiéramos vernos en el caso
de tomar medidas que no deseamos,
pero que tomaremos si es necesario;
lo que sea nuestro deber hacer, lo
haremos; hasta donde estemos
obligados a llegar, llegaremos. 1
Ante esas circunstancias, los
integrantes del CNH, instancia
dirigente del movimiento, discutieron
la posibilidad de organizar una
manifestación como nunca antes se
había visto, pero con una particularidad
que la haría diferente: sería silenciosa.
Dicha particularidad serviría para
contrarrestar las declaraciones del
IISUE AHUNAM Colección Manuel Gutiérrez Paredes 2830.
IISUE AHUNAM Colección Manuel Gutiérrez Paredes 2810.
presidente y para hacer patente que
el movimiento representaba todo
lo contrario a lo que se decía y que,
ante todo, se buscaba la negociación
pública.
Por su lado, el aparato estatal intentó
impedir que la marcha se efectuara.
Días antes de la fecha acordada por
los estudiantes, desde helicópteros se
lanzaron volantes dirigidos a los padres
de familia; en ellos se les exhortaba a
no permitir que sus hijos asistieran
a la manifestación que acabaría en
violencia. En algunos se decía, incluso,
que el día de la manifestación “habría
una masacre”. 2 Cabe mencionar que
desde el gobierno se esparcía el rumor
de que los estudiantes iban a ocupar la
embajada de Estados Unidos.
El panorama se tornó desalentador.
Era creencia extendida que habría
agresiones. Las autoridades universitarias
recibieron informes oficiales en ese
sentido, y algunos profesores, que
ocupaban cargos públicos, acudieron a
las asambleas del CNH para tratar de
convencer a los estudiantes de que no
llevaran a cabo la marcha. Asimismo, un
sector del CNH sostenía que un proceso
de este tipo, sin palabras o gritos, no sería
útil o práctico ya que “la combatividad del
movimiento no podía expresarse”. 3
A pesar de tales pronósticos se decidió
correr el riesgo: el 13 de septiembre a
las cinco de la tarde partió el primer
contingente desde el Museo de
Antropología e Historia en dirección al
Zócalo.
La marcha transcurrió en absoluto
e impresionante silencio: “No se
escuchaba más sonido que el del
paso de los estudiantes […] Al paso de
la columna la gente también guardaba
silencio para expresar respeto”. 4 Y el
silencio representaba muchas cosas:
“desnudaba el significado de las
palabras, incluyendo las de Gustavo
Díaz Ordaz, que ahora aparecían
como groseras imprecaciones que