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dos hasta ahora. Parece frecuente que los escritores
narren historias basadas en lo que mejor conocen: la
literatura. Y muestra de ello son las obras que os comentamos
en este artículo. Hay variedad de géneros:
novelas, ensayos y divulgación. Pero todas las obras
comparten la admiración, el respeto y hasta el amor
por la lectura, por los libros y por el oficio de escribir.
Trabajos forzados
Daria Galateria
Impedimenta
Comenzamos este repaso de
obras sobre libros y autores con un
interesante estudio que nos permitirá
conocer en profundidad a más
de veinte escritores. No se centra
esta obra, sin embargo, en su vertiente
literaria, sino en esos otros
oficios que durante más o menos
tiempo desempeñaron estos autores,
bien compaginándolos con su
trabajo como escritores, bien realizándolos
antes de dedicarse en exclusiva al mundo de
las letras.
De Jack London a Boris Vian, de André Malraux
a Charles Bukowski, la autora dedica un capítulo a
cada uno de los escritores que ha decidido incluir
en esta galería de oficios. Aunque los capítulos son
breves, cada uno de ellos es una biografía repleta de
datos y hechos interesantes. Estas biografías pasan
de puntillas por la vida en general de los personajes
retratados para centrarse en los diferentes trabajos,
oficios y carreras que desempeñaron. Porque aunque
a veces cueste imaginar a Franz Kafka como agente
de seguros o a George Orwell como lavaplatos, lo
cierto es que todos los personajes escogidos por Daria
Galateria desempeñaron variados y a veces desconcertantes
oficios que en muchos casos poco o nada
tenían que ver con su vocación literaria. Hay, naturalmente,
excepciones. No puede sorprendernos que
Dashiell Hammett, el creador de Sam Spade, fuese
durante años detective privado. Y es evidente la estrecha
relación de muchas de las obras de Antoine de
Saint-Exupéry con su oficio de aviador. Pero en todos
los casos resulta interesante conocer el medio laboral
en que se desenvolvió tal o cual escritor, y desentrañar
las relaciones que oficio, autor y obras revelan a
poco que se preste interés.
Como ya hemos dicho los capítulos están plagados
de fechas, datos y anécdotas, en una redacción casi
enciclopédica. A veces resulta abrumadora la abundancia
de información, y puede ser interesante dosi-
Punto de libro, noviembre 2011
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ficarla. Por eso nos parece que trabajos forzados
puede ser un excelente complemento para ir alternando
con otras lecturas. Tal vez lo mejor sea leer un
capítulo de vez en cuando, a poder ser, justo antes o
después de leer alguna obra del autor al que se refiera.
Por supuesto, nada impide leer este ensayo de un
tirón, sin pausa, pero a menos que tengamos una memoria
admirable y una capacidad de análisis extrema,
seguramente no extraeremos de la obra todo el jugo
que puede dar.
Leer trabajos forzados proporciona mucha información
sobre escritores concretos, pero además aporta
una idea general que nos puede hacer entender un
poco mejor el oficio de escritor. Muchos literatos han
desempeñado trabajos duros, fatigosos, arriesgados y
penosos. Pero casi ninguno de ellos dudó en calificar
como el más duro y tiránico aquel que les dio la fama:
el de escritor.
Escritores delincuentes
José Ovejero
Alfaguara
El título de esta obra deja poco lugar
a dudas. Si el libro de la reseña
anterior trata sobre escritores que
tuvieron que realizar los más variados
y variopintos trabajos para
sobrevivir, esta obra del novelista,
ensayista y poeta José Ovejero nos
acerca a la vida de escritores que
de manera esporádica o habitualmente
cometieron diversos tipos
de delitos. Habla, como declara el
título, de escritores delincuentes. Pero también habla
-y no es lo mismo- de delincuentes consumados que
en algún momento de su vida decidieron escribir un
libro. Muchas veces ese libro fue su propia biografía,
lo que difícilmente les califica como escritores. Para
que el lector se haga una idea, estamos hablando de
considerar que personas como Eleutrerio Sánchez -el
famoso Lute- puede considerarse escritor por haber
publicado dos libros en los que narra sus fechorías.
Pero podemos obviar la cuestionable elección de algunos
de los personajes que aparecen en esCritores
deLinCuentes, pues el libro tiene suficientes alicientes
como para despertar el interés de cualquier lector.
El ensayo de Ovejero se estructura de una manera
muy acertada. Las tres primeras secciones, muy
breves, introducen el tema que se tratará después en
profundidad. Trazan una especie de retrato robot del
escritor delincuente, e intenta atisbar qué puede tener
en común una vida de convicto y la necesidad de es-