Descargar PDF - Punto de libro

l Tema de portada
l
además, incorpora un apéndice en el que el se pide al
entrevistado que recomiende tres libros: una obra de
la literatura universal, una obra de un autor contemporáneo,
y otra escrita por el propio entrevistado. Además
de ser un excelente complemento a la revisión de
la biblioteca, ya que aquí es donde descubrimos las
verdaderas preferencias literarias de los autores entrevistados,
puede dar mucho juego al lector si se anima
a leer o releer las obras que se recomiendan. Seguramente
la mejor forma de disfrutar donde se guardan
Los Libros no sea la tradicional, leyéndola de principio
a fin en unas cuantas horas. Se le saca mucho más
jugo leyendo un único capítulo cada vez, para luego
dedicar algunos días a leer las obras citadas por el
entrevistado. Si el lector se decide a participar en esta
especie de juego, sin duda disfrutará mucho más de
este libro. Aunque especialmente ardua resultará esta
tarea cuando el lector llegue al capítulo dedicado a la
biblioteca de Clara Janés. Su primera recomendación,
las obras completas de William Shakespeare le tendrán
entretenido durante muchas, muchas horas.
Y, sin duda, este apartado final de recomendaciones
será el que nos permita descubrir curiosidades como
que Clara Sánchez recomiende un día de CóLera, de
Arturo Pérez-Reverte, autor que aparece en el siguiente
capítulo. Aunque él prefiera Las aventuras deL Capitán
aLatriste entre sus obras. O que Juan Eduardo
Zúñiga elija entre las suyas fLores de pLomo pero
que, del mismo autor, Luis Mateo Díez recomiende
CapitaL de La gLoria. O que el único entre los veinte
entrevistados en recomendar eL quijote (o cualquier
otra obra de Cervantes) sea Arturo Pérez-Reverte.
Y como anécdota final, no sabemos si imputable a
un lapsus del autor, de los entrevistados, o de la editorial,
el hecho de que dos de los entrevistados coincidan
en recomendar La CeLestina, aunque para uno de
ellos el nombre de pila de su autor no sea Fernando,
sino Francisco. En cualquier caso, un ejemplar de la
obra de Calisto y Melibea firmado por Francisco de
Rojas puede que fuese uno de los volúmenes más valiosos
de todas las bibliotecas que se describen en este
interesante y entretenido libro de Marchamalo.
Morir de libros
Miguel Ángel Mala
Castalia Ediciones
morir de Libros, por tema y fondo, puede recordar
remotamente a 1984 de Orwell, y con bastante
más contundencia a fahrenheit 451 de Bradbury.
Pero en cuanto a estilo y argumento su originalidad
está fuera de dudas. El autor de esta auténtica fábula
sobre el mundo del libro aún no es muy conocido,
Punto de libro, noviembre 2011
- 6 -
pero con esta obra ya ha ganado
el XIII Premio Tiflos de Novela.
Y es que no solo hay que destacar
la ya mencionada originalidad
del planteamiento, sino también la
habilidad a la hora de hilvanar en
el argumento reflexiones sobre la
cultura, las políticas culturales y el
uso que el poder siempre ha hecho
de estos medios.
Como ya hemos anticipado, el lector debe plantearse
la novela como una gran fábula, y aceptar de
entrada los elementos fantásticos de los que está ampliamente
surtida. La acción se ubica en una época
indeterminada y en una ubicación geográfica de ficción,
un país llamado Inlandia. Podríamos decir que
se trata de una ubicación inventada por el autor para
no localizar la novela en un país real concreto, pero la
verdadera naturaleza de este lugar lo desentrañará el
lector a medida que avance en la lectura de la novela.
El protagonista, Miguel Ocaña, es presidente de la
Diputación de una provincia en este imaginario país.
Lleva una existencia más o menos tranquila, todo lo
tranquila que puede ser la vida de un político con cierto
poder no inmune a las corruptelas. Pero su vida
cambia radicalmente el día en que descubre que, en
la suela de su zapato, está creciendo un libro. Y es
que en este universo fantástico que plantea el autor
los libros son seres vivos que se reproducen, como
los helechos, por esporas. Solo algunos, los libros llamados
naturales, siguen este ciclo vital. También hay
libros incapaces de reproducirse: los libros oficiales.
Manuales, libros de texto y en general toda obra revisada
y aceptada por el poder político, se venden como
tales en las librerías y no son capaces de engendrar
otros libros. Pero los que no han pasado este control
-prácticamente todas las novelas, poemarios, libros
de relatos, etc.- son seres vivos que pueden engendrar
retoños de manera casi incontrolada. Por supuesto,
estos libros están mal vistos. Su tenencia se considera
casi un delito, y la afición a ellos una enfermedad.
Miguel Ocaña, al principio, se horroriza al ver que
un libro ha invadido su hogar, pero pronto se aficiona
a su lectura y decide cultivar más ejemplares. Ante la
necesidad de mantener su nueva afición en secreto su
existencia se complicará día tras día. Su matrimonio,
su trabajo, su cargo político y su posición social se
verán comprometidos. Pero, como irá viendo el lector,
su afición es mucho más peligrosa de lo que él
mismo podía imaginar, pues puede poner en riesgo
su vida.