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| Veracruz · Fiesta Viva |<br />
Los “judíos” o “pilatos” se dividen entre “venados” y “arrieros”.<br />
Entre ellos se retan y se trenzan en violentos combates que son<br />
controlados por los vigilantes, quienes portan bastones adornados<br />
con cintas o papeles de colores.<br />
Cada uno de los pilatos debe servir por lo menos siete años consecutivos,<br />
de modo que varios de los que emigran al norte del país regresan<br />
sólo para participar en esta ceremonia. Los judíos o pilatos recorren las<br />
calles armando bulla, combaten bruscamente entre ellos y divierten a<br />
la gente. A veces se acompañan con toques de tambor y música de jarana.<br />
Estos judíos representan el mal y salen cuando se cierra la Gloria.<br />
Sólo ellos pueden transgredir el respeto que se debe guardar durante<br />
esos días santos de reposo y ayuno.<br />
La ceremonia para cerrar la Gloria se efectúa el Jueves Santo por la<br />
mañana. Dentro de la iglesia se juntan los mayordomos y mandaderos<br />
de la virgen, de San Pedro y de Jesús, acompañados de sus esposas.<br />
Un anciano cantor dirige el ritual. Las imágenes de los santos se tapan,<br />
se cierran las ventanas y puertas de la iglesia y se inicia una serie de<br />
rezos y cánticos. Varias niñas de entre cinco y doce años, llamadas<br />
“angelitos”, hacen fila atrás de las imágenes de la virgen y San Pedro,<br />
mientras que el Santo Entierro permanece tapado a un lado del altar.<br />
Los “angelitos” llevan un vestido blanco, un collar de flores, un pañuelo<br />
rojo a manera de capa y una corona de flores. Cada niña funge de<br />
angelito durante siete años. Cada barrio debe tener sus “angelitos”.<br />
Su número varía de año con año, pero pueden ser desde diez hasta<br />
veinticinco.<br />
Una matraca marca el cierre de la Gloria. Al cerrarse se tiran cohetes<br />
y se tocan las campanas y campanillas de la iglesia. Mientras esto<br />
sucede, la explanada es invadida por decenas de agresivos “judíos” que<br />
llegan a rodear la iglesia, a invadir el espacio sagrado, a profanarlo, a<br />
jugar, a celebrar que han quedado libres. Entre los judíos hay un centurión<br />
vestido de negro que monta un caballo y que es escoltado por<br />
cuatro o seis hombres, vestidos también de negro, llamados “gallos”.<br />
Para cerrar la Gloria, el caballo con el centurión y los gallos pasan frente<br />
a cada estación. Las estaciones se marcan con cruces colocadas alrededor<br />
del patio de la iglesia y adornadas con papel de colores y palmas.<br />
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En el interior de la iglesia quedan encerrados el cantor, los “angelitos”,<br />
los mayordomos y una multitud que los acompaña. Entre rezos y cantos,<br />
se sahúman intensamente las imágenes —cubiertas con paños<br />
negros— de manera que el ambiente se torna brumoso y asfixiante.<br />
Luego de jugar afuera de la iglesia, los “judíos” o “pilatos” se van en<br />
grupos a recorrer las calles del pueblo, mientras en la ermita se tapa<br />
la imagen de Jesús.<br />
Desde el medio día del Viernes Santo los “pilatos” se empiezan a concentrar<br />
en el atrio de la iglesia. Llegan en grupos hasta sumar cientos<br />
y, en una masa compacta, acechan al divino redentor. Saben que tiene<br />
que salir de la iglesia, que aún se encuentra sellada. Mientras esperan<br />
brincan, berrean, luchan entre ellos. El griterío es impactante. Es su<br />
hora estelar, el momento de lucirse. Generalmente se organizan por barrios<br />
y se colocan un distintivo —un guante, un listón de determinado<br />
color, algún prendedor— para identificarse entre ellos, ya que a veces<br />
las rivalidades afloran y combaten un grupo contra otro. De esa manera,<br />
en caso de cometer desmanes, el barrio o grupo debe responder por<br />
su gente. El viernes a las cuatro de la tarde sacan al Santo Entierro, el<br />
cual se coloca frente a la iglesia. Ese momento es el clímax, los” judíos”<br />
aumentan el volumen de sus aullidos y deben ser contenidos para que<br />
no se abalancen. Entonces llega el centurión a caballo rodeado por los<br />
gallos, se apea y se lanza violentamente con machete en mano, traza<br />
una cruz en el suelo y, de manera precisa, corta una gran flor que<br />
adorna uno de sus extremos. La maniobra requiere de mucha habilidad,<br />
debe ser un tajo preciso para no dañar el santo ataúd ni lastimar a la<br />
muchedumbre que se agolpa para ver ese significativo momento.<br />
| <strong>Coacotla</strong> |<br />
A partir de entonces da comienzo la procesión. El inicio es anunciado<br />
con cohetes mientras los tamboreros presiden la salida. Las imágenes<br />
de la Virgen, San Pedro y el Santo Entierro son cargadas por jóvenes<br />
vestidos de negro que llevan banderitas de papel rojo, los cuales son<br />
llamados apóstoles. Las imágenes se adornan con varios tipos de flores,<br />
pero la flor de huacalxochitl es muy apreciada y por eso no debe faltar.<br />
Cada santo es acompañado por varios angelitos. En cada estación se<br />
reza, se canta y se sahúma a las imágenes. Cada vez que se entonan<br />
los cánticos los angelitos tiran una lluvia de confeti a las imágenes.<br />
En el otro extremo donde va la procesión —pero siempre dentro del<br />
patio de la iglesia— la muchedumbre de Pilatos hace escándalo, amaga,<br />
se trenza en combates y forma un caos. Son cincuenta o cien “venados”<br />
y otros tantos “vaqueros”. Las vistosas cornamentas de venado<br />
casi habían desaparecido, pero con la migración de los jóvenes para<br />
trabajar en los campos agrícolas del norte del país, se les ha facilitado<br />
conseguirlas, de manera que estos disfraces se han multiplicado. Algunos<br />
adornan los cuernos con cinta negra, mientras otros los pintan o<br />
forran con papel brillante de colores. Los cuernos en su base por un aro<br />
del que se desprenden multitud de cintas de colores de papel crepé que<br />
caen hacia atrás como un penacho multicolor. Como una provocación,<br />
los venados se quitan la cornamenta y azotan las cintas de papel en el<br />
suelo, produciendo un peculiar sonido, una suerte de trueno. Ese gesto<br />
lo repiten frente a los arrieros quienes, a su vez, tratan de lazarlos, trenzándose<br />
en violentos juegos y gritando en todo momento. Entre los “pilatos”<br />
hay varios hombres y mujeres —disfrazados o no— que portan<br />
palos forrados de papel, cuya función es separar a los contendientes,<br />
formar barreras entre los grupos y mantener el orden.<br />
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