Pedro Garfias - 2da. Edicion - Luis Eugenio Todd

Aunque numerosos suicidios están enclavados en
algún diagnóstico psiquiátrico, como depresión, sobra
decir que muchos deprimidos no se suicidan y muchos
de los que se suicidan no están deprimidos.
Una de las razones, entre los literatos, es que los
artistas dan por hecho que una vida no examinada apenas
podría llamarse vida. Van al fondo de las cosas y se
encargan de mostrárnoslo. Son el ojo crítico y la ventana
al mundo que anticipa y refleja la realidad. Viven, por su
talento y sensibilidad, en el vértice de extremosos
desfiladeros y pasiones. Son más vulnerables al Agon,
lucha y agonía. La creación artística les exige soltarse
de las amarras de la cordura, de donde emergen con su
arte. Algunos, cierto, se quedan en el infierno.
Desde su soledad, el poeta, en contacto consigo
mismo, necesita recrear sus experiencias, sentimientos;
condensar en unas cuantas palabras e imágenes la
esencia, que, siendo a la vez la de él, sea la de todos.
Esto no puede hacerse más que desde las entrañas,
desgarrando el corazón, pues el poeta habla de dos
grandes temas: el amor y la muerte. Por esta razón, creo
yo, está más expuesto, desprotegido, a la intemperie. No
debate sobre la ontología del ser a orillas del
pensamiento, como el filósofo, sino se sumerge en la
turbulenta corriente de la vida. Esto es verdad para Pedro.
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