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Asimismo recordé una frase de Michel Barlow, que debiera ser prioritaria en el aula: “Quisiera
sobre todo traerles la alegría”, y así quería hacer yo.
Pero qué pena. Llegué cuando el acto cívico ya había comenzado. Recuerdo que entonaban
el Himno Nacional cuando llegué a la puerta principal de color verde, y no supe si quedarme
afuera o ingresar, pero creo haberme dejado llevar por el impulso que sentía en ese momento,
porque sin más me posicioné cerca del maestro que conducía el programa y entoné con
gusto ese mi primer Himno Nacional, ahora como docente.
Después me presenté ante el maestro Saúl, el Director interino, a quien le dije que el maestro
Ramón me había dicho que sustituiría a Juan, el maestro de sexto grado. Él inmediatamente le
preguntó al maestro si tenía preparada la documentación, a lo cual el profesor Juan le respondió
que le faltaba terminar unas boletas de calificación. “Entonces termínalas”, y dirigiéndose a mí, dijo:
“Por lo pronto tú atenderás al grupo de tercer grado porque su maestro no vino hoy. Sígueme”.
El grupo de tercer grado me recibió en coro “Buenos días, maestro”; Eran un gran número,
y ahí empezó la nueva realidad, que por lo pronto se presentaba bastante difícil, pero que
a la vez proponía un reto, pues no entendí muy bien el p’urhepecha de los alumnos, de los
cuales, observé, sólo dos articulaban correctamente frases en español.
Todos nos presentamos, y al trabajar noté que realmente se me dificultaba su variante dialectal.
En ese momento me pregunté ¿Cómo le hacen los profesores que no hablan la lengua
p’urhepecha para trabajar con estos niños? Sin comprender el español los niños ¿cómo construyen
el conocimiento? Creí entender por qué los indígenas quedamos tan rezagados en
aprovechamiento académico cuando a nivel nacional se evalúan los aprendizajes escolares.
Al final de la clase llegó un momento en que los alumnos quisieron dibujar. Les dije que estaba
bien, sólo que el producto debía tener un título y lo iban a pasar a explicar a sus compañeros.
Ellos accedieron con gusto y todos empezaron a crear sus obras. El tema en general fue el
Volcán Parhikutíni, que está a escasos 12 kilómetros de su comunidad y que transformó su
paisaje y la forma de vida de su pueblo.
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