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–Usted dijo que la mujer con quien el protagonista viaja a Lima, mantiene el vínculo con éste, pero por lo que me cuenta, no ha vuelto a asomar de manera activa. –Por el contario. Las decisiones que sobre el protagonista se toman en Tulcán tienen lugar en la casa donde Rafael casualmente ha coincidido por segunda oportunidad con Carlota Banderas. Ella, mientras Rafael estaba en Viet-Nam se ha casado con uno de esos dirigentes que han optado por la via parlamentaria: el “terrible” Gómez. No obstante su matrimonio, Carlota descubre que la posición política de Rafael es afín a la suya y a la de otros “radicales”. Esto determina, entre los dos, una renovada complicidad política que incide en la relación matrimonial de ella y la convierte en el único, aunque secreto apoyo político, logístico y afectivo de Rafael. –¿Por qué decidió escribir la novela en primera persona? –Me pareció un recurso útil para causar un mayor impacto de credibilidad entre las personas que la lean. Cuando el narrador de esta novela es el protagonista y dice: “esto me pasó a mí”, supuse que sus monólogos por ejemplo, serían literariamente más auténticos. –Entonces, ¿no es un texto autobiográfico? –De ningún modo. –Hasta aquí y por lo que me cuenta, la trama no permite vislumbrar una salida que no sea trágica, ¿estoy en la pista? –Bueno, la vida y también la literatura nos dan sorpresas. Eso hay que tenerlo siempre presente. El tratamiento psiquiátrico al que es sometido el personaje principal y en el cual nadie cree, se ve alterado inesperadamente. No son las pastillas que le prescriben –ni las que él toma por su cuenta–, las que le desquician: es un insólito enamoramiento que, como siempre pasa, no podía estar en el guión de nadie. Ni siquiera en el que se había ideado él mismo para salir del embrollo. Dicho enamoramiento que él creyó que sería una cuestión ilusoria y pasajera, siente que lo va poseyendo poco a poco. La causa: los encantos de una adolescente de origen judío. Se trata de una relación imposible, al menos así la entiende íntima y racionalmente Rafael. Mientras tanto Carlota, no solamente que trabaja por organizar el grupo fraccional de “radicales” que va tejiendo en el país, sino que en este proceso no suspende los 6
encuentros amorosos que inició con Rafael en Lima. Para ella, mujer racionalista y cerebral, el asunto va en serio tanto en la política como en el amor: se ha divorciado de su marido porque, según notan los amigos cercanos, está enamorada de Rafael. –¿Un triángulo entre Carlota, Rafael y Paulina? –Un polígono en cuyos vértices están además de los que señala, algunas anfetamienas, persecuciones, intrigas, violencias tácitas y explícitas. En esta arena el protagonista no se doblega. Insiste en la idea que él tiene de la política. Reflexiona y vive una lucha interior porque las relaciones con la dirigencia democrática y ya no izquierdista de su partido han llegado a un punto en el que no pueden religarse, de tal manera que dichas relaciones, se deterioran cada vez más. En medio de todo esto lo único que va cuajando es la fracción política de “radicales” a cuya estructura se siente arrastrado, mientras, ese enamoramiento absurdo que le enlaza a Paulina, solo incrementa sus penas. Un enamoramiento que al parecer, no le ofrece ninguna satisfacción ni salida y es visto por sus atentos camaradas como una prueba de que efectivamente anda medio loco. No obstante, él como nadie sabe que el diagnóstico de su esquizofrenia no tiene fundamento médico y sí mucho de cálculo oportunista. Por eso, la ruptura política con la organización partidaria se ve venir y, cuando finalmente estalla, veremos cómo saltan las amenazas de muerte que llegan acompañadas de mezquindades: sus ex camaradas dejan de velar por su subsistencia y le roban el coche viejo en el que se movilizaba para su mayor seguridad. Cuando estos le hacen el vacío y le abandonan a su suerte, Rafael queda al descubierto y a tiro de escopeta de la secreta, la cual parece que ya le respira cerca de la nuca. Su único refugio en tales circunstancias es el apoyo del grupo que se ha ido conformando en torno a Carlota y, el de su madre, que nunca le abandonó. De no haber existido estas solidaridades, las llamadas fuerzas del orden bien hubieran podido haber solucionado su caso de manera sumarísima y dar por cerrado el asunto. –Por lo que dice, no parece que la trama sea tan ficticia. –Quizás esta es una cualidad de las novelas que pretenden generar un espacio de reflexión sobre situaciones vitales y por tanto desarrollar su imaginación de manera comprometida con lo que pasa, en vez de hacerlo en torno a esas supuestas independencias del signo literario que conducen a textos bien elaborados, pero en los cuales el escritor da la espalda a su tiempo. En el caso presente es normal que el texto a veces tome prestados de la pura y dura realidad hechos típicos que alimentan su ficción. Y desde luego otros que no suelen ser tan típicos. Esos “préstamos” que el autor hace a sus personajes, 7
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