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LAs siete palaBras de JesÚs LAs siete palaBras de JesÚs

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nosotros, hacernos enten<strong>de</strong>r la terrible<br />

atrocidad <strong>de</strong> sus tormentos. Así<br />

más fácilmente adquiriremos clara<br />

noción <strong>de</strong> cuanto pesan nuestros<br />

pecados y <strong>de</strong> cuanto <strong>de</strong>bemos ser<br />

agra<strong>de</strong>cidos por la Re<strong>de</strong>nción.<br />

¿Como enten<strong>de</strong>r ese abandono?<br />

No se rompió – y es imposible – la<br />

unión natural y eterna entre las personas<br />

<strong>de</strong>l Padre y <strong>de</strong>l Hijo. Ni siquiera,<br />

se separaron las naturalezas humana<br />

y divina. Jamás se interrumpió<br />

la unión entre la gracia y la voluntad<br />

<strong>de</strong> Jesús. Tampoco perdió su alma la<br />

visión beatífica.<br />

Perdió Jesús, esto sí, y temporalmente,<br />

la unión <strong>de</strong> protección al cual<br />

Él hace mención en el Evangelio: “Y<br />

el que me ha enviado está conmigo;<br />

no me <strong>de</strong>ja solo (Jn 8, 29). El Padre<br />

bien podría protegerlo en esa hora<br />

(cfr. Mc 14, 36; Mt 26, 53; Lc 22,<br />

43). El propio Hijo podría proteger<br />

su Cuerpo (Jn 10, 18; 18, 6), o conferirle<br />

el don <strong>de</strong> la incorruptibilidad<br />

y <strong>de</strong> impasibilidad, una vez<br />

que su alma estaba en la<br />

visión beatífica.<br />

Pero así <strong>de</strong>terminó<br />

la San-<br />

tísima Trinidad: la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> la<br />

naturaleza humana en Jesús <strong>de</strong>bería<br />

prevalecer por un cierto período, a<br />

fin <strong>de</strong> que se cumpliese lo que estaba<br />

escrito. Por eso Jesús no se dirige al<br />

Padre como en general procedía, pero<br />

usa <strong>de</strong> la invocación “mi Dios”.<br />

El or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l universo creado está<br />

cohesionado con el or<strong>de</strong>n moral.<br />

Ambos proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> una misma<br />

y única causa. Si la primera no se<br />

levanta para vengarse <strong>de</strong> aquellos<br />

que dilaceran los principios morales<br />

por medio <strong>de</strong> sus pecados, es porque<br />

Dios retiene su ímpetu natural. Si no<br />

fuese así, los cielos, los mares y los<br />

vientos se erguirían contra toda y<br />

cualquier ofensa hecha a Dios. Pero,<br />

¿cómo frenar la naturaleza <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>icidio? Por eso, en la hora<br />

<strong>de</strong> aquel crimen supremo, “toda la<br />

región quedó sumida en tinieblas”…<br />

(Mt 27, 45).<br />

5ª Palabra: “Tengo sed.” (Jn<br />

19, 28)<br />

Señala el evangelista que Jesús<br />

dijo tales palabras por saber “que<br />

todo se había consumado, para que<br />

se cumpliera la Escritura”. Viendo<br />

un vaso lleno <strong>de</strong> vinagre que había<br />

por allí, los soldados, “atando a una<br />

rama <strong>de</strong> hisopo una esponja empapada<br />

en el vinagre, se la acercaron a la<br />

boca” (Jn 19, 28-29).<br />

Se cumplía así el versículo 22 <strong>de</strong>l<br />

salmo 68: “Me pusieron veneno en<br />

la comida, me dieron a beber vinagre<br />

para mi sed.”<br />

¿Cuál es la razón más profunda<br />

<strong>de</strong> ese episodio? Es un verda<strong>de</strong>ro<br />

misterio.<br />

Jesús <strong>de</strong>rramó buena cantidad <strong>de</strong><br />

su preciosísima sangre durante la<br />

flagelación. Las llagas, en vía <strong>de</strong> cicatrización,<br />

fueron abiertas a lo largo<br />

<strong>de</strong>l camino y aún más cuando le<br />

arrancaron las ropas para crucificarlo.<br />

La poca sangre que aún le restaba<br />

corría por el sagrado leño. Por eso,<br />

la sed se tornó ar<strong>de</strong>ntísima. A<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> ese sentido físico, la sed <strong>de</strong> Jesús<br />

significaba algo más: el Divino Re<strong>de</strong>ntor<br />

tenía sed <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios<br />

y <strong>de</strong> la Salvación <strong>de</strong> las almas.<br />

¿Y qué le ofrecen?<br />

Un soldado le presenta, en<br />

la punta <strong>de</strong> una vara, una esponja<br />

empapada <strong>de</strong> vinagre.<br />

Era la bebida <strong>de</strong> los con<strong>de</strong>nados.<br />

¿Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> alguna<br />

manera, aliviar por lo<br />

menos ese tormento <strong>de</strong><br />

Jesús? ¡Sí! Antes <strong>de</strong> todo,<br />

compa<strong>de</strong>ciéndonos <strong>de</strong><br />

él con amor y verda<strong>de</strong>ra<br />

Que María, Madre<br />

Dolorosa que pa<strong>de</strong>ció<br />

con su Divino Hijo el<br />

martirio <strong>de</strong>l Calvario,<br />

nos conduzca por el<br />

camino abierto por Él

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