La Bibliotecaria de Auschwitz.pdf

Fredy Hirsch
Nació en Aquisgrán (Alemania) en el seno de una familia judía. Ingresó de pequeño
en el Jüdishcer Pfandfinderbund Deutschland (JPD), un grupo de actividades juveniles
que venía a ser una versión judía y alemana de los boy scouts. El deporte se
convirtió en su pasión, junto a un gran fervor sionista. Cuando la vida en Alemania
se hizo muy difícil para los judíos, la JPD lo destinó a Praga, donde estuvo organizando
a grupos de jóvenes para evacuarlos a Israel hasta que lo enviaron al gueto
de Terezín. De allí, en septiembre de 1943, lo deportaron a Auschwitz. Los alemanes
le pidieron que organizara un barracón para que los niños del Campo Familiar
no interfiriesen en las tareas de los mayores, pero le prohibieron taxativamente que
se les hablase de religión, historia o se realizase cualquier actividad pedagógica. No
les hizo caso. No era un hombre que se dejara doblegar fácilmente.
«El atleta más fuerte no es el que llega antes a la meta. Ése es el más rápido. El más
fuerte es el que cada vez que se cae, se levanta. El que cuando siente el dolor en el
costado no se para. El que cuando ve la meta muy lejos no abandona. Cuando ese corredor
llega a la meta, aunque llegue el último, es un ganador.»
El barracón 31 organizó a casi 500 niños en clases formadas por grupos de taburetes con un tutor al frente. Algunos profesores
que conocían muy bien alguna obra, se convirtieron en libros vivientes y rotaban, haciendo realidad, con diez años de antelación,
el mito de Fahrenheit 451 de los hombres libro. Fredy Hirsch logró tener en el Bloque 31 una minúscula biblioteca
formada por ocho libros en papel y media docena de libros vivientes, y con la joven Dita al frente. Hirsch conseguía hacerse
respetar por los nazis, quizás por ser alemán, quizás por su porte elegante e impecable, o quizás porque jamás se dirigía a ellos
con miedo ni mostraba el más mínimo encogimiento. Él fue quien enseñó a Dita a ser valiente: