Historia del mundo contada para escépticos.pdf - Planeta
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A la venta el 3 de octubre<br />
Nº de páginas: 500 – PVP: 21,50 €<br />
www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
JUAN ESLAVA GALÁN<br />
Juan Eslava Galán es doctor en Letras. Entre sus ensayos destacan Una historia de la<br />
guerra civil que no va a gustar a nadie (2005), Los años <strong>del</strong> miedo, 1939-1952 (2008),<br />
El catolicismo explicado a las ovejas (2009), <strong>Historia</strong> de España <strong>contada</strong> <strong>para</strong><br />
<strong>escépticos</strong> (2010), De la alpargata al seiscientos, 1953-1959 (2010), Homo Erectus<br />
(2011) y La década que nos dejó sin aliento (2011).<br />
Es autor de las novelas En busca <strong>del</strong> Unicornio (Premio <strong>Planeta</strong>, 1987), El comedido<br />
Hidalgo (Premio Ateneo Sevilla, 1991), Señorita (Premio de novela Fernando Lara,<br />
1998), La Mula (2003), Rey Lobo (2009) y Últimas pasiones <strong>del</strong> caballero Almafiera<br />
(2012).<br />
Para más información visita la web:<br />
www.juaneslavagalan.com<br />
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HISTORIA DEL MUNDO<br />
CONTADA PARA ESCÉPTICOS<br />
LA CODICIA COMO MOTOR DE LA HISTORIA<br />
(Lo divertido no es lo contrario de lo serio,<br />
sólo de lo aburrido)<br />
En la línea de la exitosa<br />
<strong>Historia</strong> de España <strong>contada</strong> <strong>para</strong> <strong>escépticos</strong>,<br />
Eslava Galán regresa con una obra original y muy divertida.<br />
Juan Eslava Galán ha probado sobradamente sus dotes <strong>para</strong> la divulgación histórica<br />
(especialmente de la historia reciente), dirigida al gran público y con abundantes dosis<br />
de sentido <strong>del</strong> humor. Esta <strong>Historia</strong> <strong>del</strong> <strong>mundo</strong> <strong>contada</strong> <strong>para</strong> <strong>escépticos</strong> no sólo es una<br />
nueva prueba de ese talento suyo, sino que eleva ese género que ya venía practicando a<br />
un nivel mucho más alto. En varios sentidos: el objeto esta vez es más ambicioso; nada<br />
menos que toda una historia <strong>del</strong> <strong>mundo</strong> que cubre varios milenios. En cuanto al sentido<br />
<strong>del</strong> humor, marca de la casa, es más acentuado, más irresistible, más irreverente todavía,<br />
de lo habitual en él. Pero, como pasa a menudo (así, en las películas de Billy Wilder,<br />
ejemplo que él, como buen cinéfilo, no desdeñará), el humor no es sino una válvula de<br />
escape, una manera de encubrir o maquillar una realidad que, en sí misma, es bastante<br />
siniestra. Exactamente eso ocurre en este libro que diríase escrito con el mismo espíritu<br />
con que León Felipe constataba que en la <strong>Historia</strong> se repiten “los mismos hombres, las<br />
mismas guerras, los mismos tiranos, las mismas cadenas, los mismos farsantes, las<br />
mismas sectas”. De modo que el humor que recorre todo el libro, y con el que el lector<br />
puede llegar a soltar verdaderas carcajadas, puede obedecer a eso que dice el refrán; reír<br />
por no llorar. El lector se reirá con ganas, pero entenderá perfectamente que lo que se<br />
cuenta es más bien de llorar. Y tampoco se engañará a otro respecto: el autor se permite<br />
muchas bromas y algunas insolencias, pero el fondo <strong>del</strong> libro es totalmente serio y<br />
riguroso. De un modo obligadamente sintético, aquí está lo esencial de Sumer,<br />
Babilonia, Egipto, Grecia, Roma… hasta el siglo XXI con su globalización y su crisis.<br />
Es, desde luego, un libro con el que aprender <strong>Historia</strong>.<br />
Otra precisión: el libro, según el título, se dirige a lectores <strong>escépticos</strong>. Bien; esos lo<br />
entenderán perfectamente y se identificarán con el punto de vista <strong>del</strong> autor. Pero quienes<br />
deberían leerlo casi por obligación y sacarán más provecho de él, son los lectores<br />
crédulos o inocentes, los que piensen que a los colonizadores de todos los tiempos les<br />
mueve el altruismo, el afán de evangelizar o llevar el progreso a pueblos más atrasados,<br />
y no se hayan dado cuenta todavía de que el egoísmo es el gran motor de la <strong>Historia</strong>.<br />
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Desde otro punto de vista, el libro, como señala su autor en la introducción, se dirige a<br />
lectores que tenga más bien olvidadas las clases de <strong>Historia</strong> de su adolescencia y duden<br />
de si los asirios vienes antes o después de Roma. Este es un libro de divulgación que<br />
pretende ayudar a contextualizar películas y series históricas (que tengamos una idea<br />
más precisa cuando veamos Gladiator, por ejemplo). Por eso es <strong>del</strong>iberadamente<br />
sencillo y sin fárragos, con pocas fechas o nombres propios y la erudición justa.<br />
Además de que Eslava Galán parece desconfiar de ciertas erudiciones académicas,<br />
como las que “produce la prestigiosa universidad española, tan justamente apreciada y<br />
evaluada en el ranking académico internacional” (como dice en una de las muchas<br />
muestras de malvada ironía con que salpica el texto). En otras palabras, Eslava Galán<br />
podría escribir así: “el etnocentrismo medieval cedió terreno al antropocentrismo<br />
renacentista”. Pero prefiere decir que “de esa tontuna [de la excesiva preocupación por<br />
el más allá y el consiguiente descuido <strong>del</strong> más acá] se liberaron los europeos a lo largo<br />
de los siglos XV y XVI”. Y si no apabulla con bibliografía, sí incluye mucha<br />
filmografía. En alguna ocasión, llegando a decir con una mezcla de respeto e ironía:<br />
“como sabemos por La vida de Brian…”. En otras, con sutiles referencias a viejas<br />
películas hoy prácticamente olvidadas, como aquella de Jean Paul Belmondo, Las<br />
tribulaciones de un chino en China. Y con ejemplos de El último samurai, 55 días en<br />
Pekín, El hombre que pudo reinar…<br />
Un libro eurocéntrico de un autor políticamente incorrecto<br />
Eslava Galán no es aburridamente académico y es, con toda conciencia, políticamente<br />
incorrecto. No se casa con nadie y dis<strong>para</strong> por igual a tirios y troyanos. Las críticas a las<br />
religiones (a todas) son demoledoras, pero eso no le impide reconocer que la gente que<br />
cursó el cristianismo “desarrolló una civilización superior, con todos sus fallos, al resto<br />
de las civilizaciones; por eso éste es un libro cristocéntrico, eurocéntrico o incluso<br />
etnocéntrico, exaltador de la civilización occidental nacida en Europa” . Ni le impide<br />
atacar al comunismo o al multiculturalismo.<br />
De matones a reyes<br />
Esta historia arranca cuando unos monos inquietos decidieron bajar de los árboles y se<br />
pusieron sobre dos patas, dando lugar al amanecer <strong>del</strong> hombre, “la plaga más peligrosa<br />
<strong>del</strong> planeta”. El fuego fue “la primera palanca <strong>del</strong> progreso humano” y, algunos siglos<br />
después, la revolución neolítica (sedentarismo y agricultura), al permitir la acumulación<br />
de excedentes, da origen a la sociedad de clases que todavía disfrutamos. Y la sociedad<br />
de clases trajo instituciones características que también seguimos disfrutando en la<br />
actualidad: los fuertes (vale decir, los matones) se hicieron los jefes; de modo que de<br />
aquellos matones “procede, en última instancia; una institución tan venerable como la<br />
monarquía hereditaria; detrás de cada noble, remontando su estirpe, encontraremos a un<br />
noble bruto, en ocasiones brutísimo”.<br />
La casta sacerdotal y otros poderes<br />
En fin, surgió el poder, que corrompe inevitablemente al hombre, igual que la humedad<br />
oxida al hierro. Enseguida apareció el nacionalismo, “esa ancestral tontería de la que<br />
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tanta gente improductiva y enredadora vive en nuestros confusos tiempos”. Las líneas<br />
maestras de la civilización ya estaban establecidas. Desde entonces, la ley de la selva<br />
“es lo que, en última instancia, ha regulado las relaciones entre los hombres a lo largo<br />
de la historia de la humanidad”; “la historia de la humanidad es la historia de la<br />
explotación <strong>del</strong> hombre”. El estimulante cuadro lo completa la religión (eternamente<br />
aliada con el poder), el gran negocio de las “fantasías ultraterrenas inventadas por la<br />
casta sacerdotal que vive de la credulidad ajena”.<br />
Toda la antipatía que al autor le suscitan los poderosos y sus aliados necesarios, se torna<br />
simpatía ante los pueblos que supieron disfrutar de la vida y los placeres que, pese a<br />
todo, también ofrece; como los babilonios. Por cierto, que las riquezas de estos pueblos<br />
es cierto que fueron expoliadas, siglos después, por los europeos, pero gracias a esos<br />
pueblos –sostiene el autor- no se perdieron y pueden ser admiradas en Londres, París o<br />
Berlín.<br />
Como el libro se caracteriza por el sentido <strong>del</strong> humor y el estilo directo, cercano al<br />
lector, que se han dicho, el autor incorpora sus propias experiencias personales de<br />
visitas a los escenarios correspondientes, con interesantes indicaciones a modo de guía<br />
de viajes que el lector agradecerá. Así, a propósito de Anatolia y la Capadocia, aconseja<br />
visitar las típicas ciudades subterráneas, y advierte a los “clasutrofóbicos, asmáticos y<br />
gordos cebollones” que mejor se abstengan y visiten entretanto el establecimiento de<br />
masajes El Jardín de Alí. Y añade: “cuidado con la que se hace llamar Chari, que, a<br />
pesar de su aspecto frágil, me fisuró el esternón”. A propósito de Creta, no se olvida de<br />
decir que en sus tabernas “te sirven unos estupendos caracoles con salsa picante”.<br />
Tras las civilizaciones fluviales, a orillas <strong>del</strong> Nilo, el Tigris, el Éufrates, el Indo y el río<br />
Amarillo, los fenicios se distinguieron por ser imitadores; los griegos, en cambio,<br />
fueron creadores. Ya en el imperio romano, a Nerón le califica al estilo de Petronio:<br />
peor que sus asesinatos le parece el que Nerón se empeñara en triunfar como artista y<br />
cómico.<br />
Entre Nerón y Constantino, la Iglesia pasó de perseguida a perseguidora; y aplicó la<br />
fórmula de Montalembert: “cuando soy débil os reclamo la libertad en nombre de<br />
vuestros principios; cuando soy fuerte os la niego en nombre de los míos”.<br />
A los hidalgos españoles de la España imperial, que se negaban a perder su dignidad<br />
trabajando, los com<strong>para</strong> con los liberados sindicales de hoy, que hacen lo propio.<br />
Por supuesto, la clave de las conquistas, también de la de América por los españoles, es<br />
la codicia y el despojo (además de “confraternizar con las nativas”), no la<br />
evangelización ni, como pretende ahora Estados Unidos, la implantación de la<br />
democracia.. “Los microbios son, junto con la desordenada codicia de los bienes ajenos,<br />
el gran motor de la historia”.<br />
El utilísimo invento de la guillotina<br />
Con todo, la historia también permite algunos buenos momentos. Así, el siglo XVIII vio<br />
como los pueblos empezaban a levantarse contra “la religión y el gobierno tiránico, las<br />
dos principales lacras de la humanidad”. La guillotina fue un invento “utilísimo” <strong>para</strong><br />
enfrentarse a una institución (la monarquía) que supone consentir “un rey holgazán,<br />
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vividor, trincón, vicioso y papanatas”. (Eslava Galán aclara enseguida que se refiere a<br />
los casos de Brunei, Bután, Camboya, Lesoto, Suazilandia, Samoa y Tonga, “por<br />
supuesto”).<br />
De modo que Napoleón, que consolidó los logros de la Revolución Frances, le parece<br />
“una de las grandes figuras de la humanidad”.<br />
Sin embargo, cuando las cosas parecía que podían enderezarse, el siglo XIX trajo la<br />
lacra <strong>del</strong> nuevo colonialismo. El británico, por ejemplo, provocó a finales <strong>del</strong> XIX una<br />
hambruna que mató a entre 30 y 40 millones de indios. “Sin complejos. Sin leyenda<br />
negra. Con un par”.<br />
El XX empezó con otra gran revolución que se llevó por <strong>del</strong>ante a otro autócrata, el zar<br />
Nicolás II, un tipo “tímido y apocado, aunque aficionado a la música cuartelera,<br />
aficiones que quizá merecieran un par de hostias bien dadas, pero que en ningún caso<br />
justifican su ejecución”.<br />
Además, el comunismo, que llegaba con la promesa de redimir al proletariado en<br />
particular y al género humano en general, acabó siendo un desastre y un horror, aunque<br />
nunca faltaran intelectuales que lo defendieran (Sartre, Neruda, Alberti, Semprún). “Es<br />
sorprendente –escribe el autor- que personas de probada inteligencia y dotadas de<br />
apreciable discernimiento hayan alabado en sus escritos a la URSS de Stalin, a la China<br />
de Mao y a la Cuba de Castro”.<br />
Ayer y hoy<br />
Dando de nuevo la razón a León Felipe, leemos sobre la crisis <strong>del</strong> 29 y nos resulta<br />
sospechosa y dramáticamente familiar: “Había miles de bancos que rivalizaban por<br />
conceder créditos baratos. El dinero en circulación se duplicó. Todo el <strong>mundo</strong> se sentía<br />
rico y se atrevía a invertir en bolsa. El que no tenía ahorros se entrampaba con el<br />
banco”.<br />
El <strong>mundo</strong> actual se caracteriza por la globalización, que ha supuesto el traslado de la<br />
ancestral explotación <strong>del</strong> pobre por el rico a la de los países pobres por los ricos. Otra<br />
característica son las grandes migraciones, tan parecidas a las que acabaron con Roma.<br />
Eslava Galán no duda de que la Europa que engendró a Aristóteles, Platón, Virgilio,<br />
Ovidio, Cicerón, san Agustín, Dante, Montaigne, Cervantes, Shakespeare, Spinoza,<br />
Descartes, Voltaire, Mozart, Kant, Hegel, Nietzsche… hoy se precipita a su decadencia.<br />
Considera a los musulmanes inasimilables por las sociedades occidentales que los<br />
acogen; y en una nueva muestra de su sangrante ironía escribe que las mujeres afganas<br />
ven la vida color de rosa, el color dominante de las rejillas <strong>del</strong> burka.<br />
Y siguiendo de nuevo el ejemplo de La vida de Brian (cuando los judíos hablaban de lo<br />
que les habían traído los romanos) sostiene que <strong>para</strong> los salafistas, el corrupto y<br />
decadente Occidente “no tiene nada que ofrecerles aparte de oportunidades<br />
profesionales, gratuidad <strong>del</strong> estado <strong>del</strong> bienestar, hospitales, servicios sociales, igualdad<br />
entre los sexos, carreteras, escuelas, justicia y derechos civiles desconocidos en los<br />
países musulmanes”.<br />
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