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Cordillera Ibérica, recuerdos y olvidos de un guerrillero - Patrimonio ...

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aprensiones <strong>de</strong> colocar a terceras personas en la salida <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong> Rosita, no resultaron<br />

inf<strong>un</strong>dados. Había que sacar a Rosita <strong>de</strong> Yecla si es que aún se llegaba a tiempo, y José<br />

María y Teo nos recomendaron a Vías y a mí cruzar esta misma noche el río Júcar camino<br />

<strong>de</strong> Yecla. Ni Vías ni yo estuvimos muy conformes. Eran muchas las veces que habíamos<br />

cruzado el río <strong>de</strong> <strong>un</strong> lado para el otro y no las teníamos todas consigo. Para no enzarzarnos<br />

en <strong>un</strong>a discusión que hubiera sido interminable, salimos camino <strong>de</strong>l Júcar sin pasar por<br />

el campamento. Ya solos, y cuando vimos las aguas <strong>de</strong>l río correr a <strong>un</strong>os cien metros por<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> nuestros pies, acordamos esperar a que amaneciera y tener todo el día <strong>de</strong> tiempo<br />

para vigilar el paso. Era este <strong>un</strong> día caluroso <strong>de</strong> finales <strong>de</strong>l verano <strong>de</strong> 9 . Cuando el<br />

sol asomaba por encima <strong>de</strong> los cerros ya hacía tiempo que nos habíamos colocado a la<br />

expectativa escudriñando todos los rincones <strong>de</strong>l bosque. De improviso, llegó a nuestros<br />

oídos el ruido inconf<strong>un</strong>dible <strong>de</strong> piedras que se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>n. Clavamos la vista en la la<strong>de</strong>ra <strong>de</strong><br />

enfrente y al poco vimos que se <strong>de</strong>jaban caer encima <strong>de</strong>l canal, por los mismos pasos que<br />

tantas veces habíamos seguido, cinco guardias civiles. Casi no podíamos dar crédito. Por la<br />

hora tan temprana, los civiles no habían podido dormir en ning<strong>un</strong>a casa y haber salido al<br />

<strong>de</strong>sp<strong>un</strong>tar la mañana, ello no les hubiera dado tiempo <strong>de</strong> llegar tan temprano al río. Lo más<br />

seguro era que pasaran la noche a la buena estrella vigilando el paso. Los vimos tomar la<br />

senda que bor<strong>de</strong>aba el canal y per<strong>de</strong>rse camino <strong>de</strong> Cofrentes. Aprovechando las horas <strong>de</strong>l<br />

mediodía y bajo <strong>un</strong> sol que aplanaba los cuerpos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> asegurarnos que en todo lo que<br />

alcanzaba la vista no había alma viviente, va<strong>de</strong>amos el Júcar y nos metimos por la parte más<br />

escabrosa <strong>de</strong> la muela <strong>de</strong> Jalance.<br />

Alejados <strong>de</strong> caminos y sendas, seguimos andando toda la tar<strong>de</strong> y empalmamos con la<br />

noche para recuperar el tiempo perdido. Llegamos a las afueras <strong>de</strong> Yecla <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tres<br />

noches <strong>de</strong> marcha y, como <strong>de</strong> costumbre, pasamos por la estafeta don<strong>de</strong> encontramos <strong>un</strong>a<br />

nota que nos avisaba que Rosita había sido <strong>de</strong>tenida por la policía y que los dos camaradas<br />

con los que teníamos contacto, nos estaban esperando en <strong>un</strong> caseto que ya conocíamos <strong>de</strong><br />

viajes anteriores. Con mucha precaución por si había alg<strong>un</strong>a encerrona, nos aproximamos<br />

al caseto. Dimos la consigna remedando mal que bien el canto <strong>de</strong>l búho y nos contestaron<br />

<strong>de</strong>l mismo modo. Re<strong>un</strong>idos con los dos amigos, que hacía dos o tres días que nos estaban<br />

esperando, nos com<strong>un</strong>icaron <strong>de</strong> palabra lo que ya nos <strong>de</strong>cían en la estafeta. Sin per<strong>de</strong>r<br />

tiempo, y a trueque <strong>de</strong> tener que pasar el día a monte raso, tomamos el camino <strong>de</strong> regreso<br />

al campamento. Llegados a éste, no nos dio ni tiempo <strong>de</strong> bautizar a los dos camaradas <strong>de</strong><br />

Yecla. Estuvieron hablando con José María y con Teo y a la noche siguiente los vi marchar<br />

<strong>de</strong>l campamento con rumbo para mí <strong>de</strong>sconocido.<br />

En los días que siguieron, se enlazó por radio con la dirección <strong>de</strong>l PCE en Francia. Por<br />

las noches nos retirábamos <strong>un</strong> par <strong>de</strong> horas <strong>de</strong> marcha <strong>de</strong>l campamento cargados con la<br />

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