MARC-ANTOINE LAUGIER Leyes y reglas en ... - UN Virtual
MARC-ANTOINE LAUGIER Leyes y reglas en ... - UN Virtual
MARC-ANTOINE LAUGIER Leyes y reglas en ... - UN Virtual
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
sus obras más espléndidas reina una pesadez de espíritu y una tosquedad<br />
de s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to chocantes: se puede no admirar el atrevimi<strong>en</strong>to de los<br />
trazos, la delicadeza del cincel, el aire de majestad y la libertad que se<br />
notan <strong>en</strong> ciertos fragm<strong>en</strong>tos, que <strong>en</strong> todos esos lugares ti<strong>en</strong><strong>en</strong> algo de<br />
desesperante y de inimitable. Pero por fin g<strong>en</strong>ios dichosos supieron<br />
<strong>en</strong>contrar <strong>en</strong> los monum<strong>en</strong>tos antiguos pruebas del extravío universal, y<br />
recursos para salir de él. Hechos para apreciar maravillas expuestas<br />
inútilm<strong>en</strong>te a todos los ojos durante tantos siglos, p<strong>en</strong>saron las relaciones<br />
e imitaron su artificio. A fuerza de búsquedas, exám<strong>en</strong>es y <strong>en</strong>sayos<br />
hicieron r<strong>en</strong>acer el estudio de las bu<strong>en</strong>as <strong>reglas</strong>, y restablecieron la<br />
arquitectura con todos sus antiguos derechos. Se abandonaron los<br />
ridículos perifollos del arte gótico y del árabe, para sustituirlos por los<br />
adornos masculinos y elegantes del dórico, del jónico y del corintio. Los<br />
franceses, l<strong>en</strong>tos para imaginar, pero rápidos para seguir las<br />
imaginaciones felices, <strong>en</strong>vidiaron a Italia la gloria de resucitar las<br />
magníficas creaciones de Grecia. Entre nosotros todo está ll<strong>en</strong>o de monum<strong>en</strong>tos<br />
que testimonian el ardor, que constatan el éxito de esta emulación<br />
de nuestros antepasados. Hemos t<strong>en</strong>ido nuestros Bramantes, nuestros<br />
Miguel Ángel, nuestros Vignolas. El siglo pasado, siglo <strong>en</strong> el que, <strong>en</strong> lo que<br />
respecta a tal<strong>en</strong>tos, la naturaleza ha hecho alarde, y quizás agotado toda<br />
su fecundidad <strong>en</strong>tre nosotros, el siglo pasado ha producido <strong>en</strong><br />
Arquitectura obras maestras dignas de mejores tiempos. Pero, como si la<br />
barbarie no hubiera perdido todos sus derechos sobre nosotros, <strong>en</strong> el<br />
mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que estábamos alcanzando la perfección hemos caído de<br />
nuevo <strong>en</strong> lo bajo y defectuoso. Todo parece am<strong>en</strong>azarnos con una<br />
decad<strong>en</strong>cia completa.<br />
Este peligro que se hace cada día más cercano, pero que aún se puede<br />
prev<strong>en</strong>ir, me lleva a proponer aquí modestam<strong>en</strong>te mis reflexiones sobre un<br />
arte que siempre he amado. No me animan <strong>en</strong> mi propósito ni la pasión de<br />
c<strong>en</strong>surar, pasión que detesto, ni el deseo de decir cosas nuevas, deseo que<br />
considero, por lo m<strong>en</strong>os, frívolo. Ll<strong>en</strong>o de estima hacia nuestros artistas,<br />
muchos de los cuales pose<strong>en</strong> una habilidad reconocida, me limito a<br />
comunicarles mis ideas y mis dudas, que les ruego examin<strong>en</strong><br />
det<strong>en</strong>idam<strong>en</strong>te. Si descubro como abusos verdaderos algunas costumbres<br />
universalm<strong>en</strong>te aceptadas por ellos, no pret<strong>en</strong>do que cu<strong>en</strong>t<strong>en</strong> sólo con mi<br />
opinión, que someto de todo corazón a su juiciosa crítica. Solam<strong>en</strong>te pido<br />
que t<strong>en</strong>gan a bi<strong>en</strong> despojarse de ciertas prev<strong>en</strong>ciones demasiado<br />
ext<strong>en</strong>didas, y siempre perjudiciales a los progresos de las Artes.