Coetzee y Bloom. Dos formas de abordar el canon ... - Hermeneia
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¿Clásico por méritos propios?<br />
<strong>Bloom</strong>, en El <strong>canon</strong> occi<strong>de</strong>ntal, señala sin ningún género <strong>de</strong> dudas la prevalencia<br />
absoluta <strong>de</strong> la estética sobre la política, al afirmar que es poco menos que un disparate<br />
conce<strong>de</strong>r importancia a la proce<strong>de</strong>ncia social, étnica o sexual <strong>de</strong> una obra a la hora <strong>de</strong><br />
valorar o cuestionar su calidad. La estética no pue<strong>de</strong> reducirse a la i<strong>de</strong>ología, y por tanto<br />
no tiene sentido sugerir siquiera que <strong>el</strong> <strong>canon</strong> es un baluarte <strong>de</strong> la cultura masculina<br />
blanca occi<strong>de</strong>ntal. ¿Por qué la historia y las clases dirigentes habrían ensalzado a<br />
Shakespeare o a Cervantes (siendo ambos <strong>de</strong> extracción humil<strong>de</strong>) y no a otros? Para<br />
<strong>Bloom</strong> esta línea <strong>de</strong> investigación roza lo fantástico. ¿No sería más simple admitir que<br />
existe una diferencia cualitativa entre <strong>el</strong>los y <strong>el</strong> resto?<br />
Para la crítica estética, los autores <strong>de</strong> las obras que componen <strong>el</strong> <strong>canon</strong> se han<br />
aupado sobre <strong>el</strong> resto por la fuerza literaria <strong>de</strong> sus creaciones, no por ser representantes<br />
hegemónicos <strong>de</strong> una hipotética lucha <strong>de</strong> clases dirimida en <strong>el</strong> terreno <strong>de</strong> la literatura. El<br />
<strong>canon</strong> sólo está al alcance <strong>de</strong> los verda<strong>de</strong>ros creadores, los que han hecho suyas en más<br />
alto grado la nómina <strong>de</strong> las <strong>de</strong>strezas literarias a disposición <strong>de</strong> un escritor, a saber:<br />
originalidad, dominio <strong>de</strong>l lenguaje metafórico, po<strong>de</strong>r cognitivo, etc. Leer sus obras no<br />
nos hace mejores o peores personas, porque éstas no representan ningún catálogo <strong>de</strong><br />
virtu<strong>de</strong>s ni una guía <strong>de</strong> normas para la justicia social. Los ejemplos son infinitos: la<br />
Ilíada exalta la guerra, Lolita está protagonizada por un pe<strong>de</strong>rasta, y las obras <strong>de</strong><br />
Shakespeare están llenas <strong>de</strong> asesinos. Por encima <strong>de</strong> cualquier consi<strong>de</strong>ración<br />
historicista, <strong>Bloom</strong> y los autores que se alinean con él ap<strong>el</strong>an al lado emocional <strong>de</strong> la<br />
literatura: los clásicos contribuyen al crecimiento <strong>de</strong> nuestro yo interior y nos enseñan a<br />
oírnos; su valor estético pue<strong>de</strong> reconocerse o experimentarse, pero no transmitirse. A<br />
partir <strong>de</strong> estos hechos, la conclusión <strong>de</strong> <strong>Bloom</strong> es <strong>de</strong>moledora: la estética es antes un<br />
asunto individual que social y leer al servicio <strong>de</strong> cualquier i<strong>de</strong>ología es lo mismo que no<br />
leer nada.<br />
Pero para los representantes <strong>de</strong> los cultural studies las cosas no son tan sencillas.<br />
Sus tesis vienen a recordarnos que los valores que <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n si un texto estará hoy entre<br />
los escogidos no son los mismos que los que lo <strong>de</strong>cidieron en <strong>el</strong> pasado; que <strong>de</strong> ningún<br />
modo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>svincular <strong>de</strong> la noción <strong>de</strong> <strong>canon</strong> los factores sociales, políticos e<br />
i<strong>de</strong>ológicos, puesto que son las instituciones representadas por <strong>el</strong>los las que, en un<br />
momento histórico dado, confirieron valor a esos textos y autorizaron las maneras <strong>de</strong><br />
interpretarlos. Que al compilador <strong>de</strong> los textos (crítico individual, corriente crítica o<br />
institución), le es imposible, en <strong>de</strong>finitiva, sustraerse <strong>de</strong> la tradición cultural e i<strong>de</strong>ológica<br />
en la que se halla inmerso.<br />
Se hace necesario recordar ahora, tal y como vimos en <strong>el</strong> apartado anterior, que<br />
con los criterios <strong>de</strong>l siglo XVIII Bach se hubiera quedado fuera <strong>de</strong>l <strong>canon</strong> musical. Y<br />
consi<strong>de</strong>raciones políticas e históricas también convirtieron al Cantar <strong>de</strong> Mio Cid en un<br />
estandarte cultural español durante <strong>el</strong> franquismo, pero mantuvieron al margen a parte<br />
<strong>de</strong> los autores <strong>de</strong> la generación <strong>de</strong>l 27, hoy indiscutibles en cualquier manual <strong>de</strong><br />
literatura.<br />
El <strong>canon</strong>, como vemos, tien<strong>de</strong> a emanar <strong>de</strong> los centros <strong>de</strong> influencia cultural o<br />
po<strong>de</strong>r político. Por <strong>el</strong>lo en épocas pretéritas estuvo formado primero por obras griegas y<br />
latinas, más tar<strong>de</strong> por obras <strong>de</strong> la tradición europea, y hoy, <strong>de</strong>bido al auge cultural<br />
anglosajón, se encuentra dominado por obras escritas en inglés.<br />
Los que critican <strong>el</strong> mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> <strong>Bloom</strong> se apoyan en estas razones para cuestionar<br />
la noción <strong>de</strong> <strong>canon</strong>, preguntándose qué sentido tiene hoy día establecer unos parámetros<br />
<strong>de</strong> calidad y <strong>canon</strong>icidad universales en un mundo globalizado como <strong>el</strong> nuestro, que<br />
comparte tantas razas, tradiciones y lenguas diferentes. Pues, aun concediendo que