16.05.2013 Views

Poniendo la esperanza en Cristo - Iglesia Cristiana Cimiento Estable

Poniendo la esperanza en Cristo - Iglesia Cristiana Cimiento Estable

Poniendo la esperanza en Cristo - Iglesia Cristiana Cimiento Estable

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

edad. Dos meses después, <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> Yale a prepararse para el ministerio. En<br />

principio fue duro. Había re<strong>la</strong>jo <strong>en</strong> <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses superiores, poca espiritualidad,<br />

estudios difíciles, y él contrajo sarampión, así que tuvo que volver a casa por<br />

varias semanas durante su primer año. Al año sigui<strong>en</strong>te, le <strong>en</strong>viaron a casa<br />

porque estaba tan <strong>en</strong>fermo que escupía sangre. Por ese tiempo escribía: «Por<br />

<strong>la</strong> tarde mi dolor aum<strong>en</strong>tó terriblem<strong>en</strong>te, y tuve que permanecer <strong>en</strong> cama. A<br />

veces casi perdía <strong>la</strong> razón por lo extremado del dolor».<br />

Cuando regresó a Yale <strong>en</strong> 1740, el clima espiritual había sufrido un cambio<br />

radical. George Whitefield había estado allí, y ahora muchos estudiantes eran<br />

muy serios <strong>en</strong> su fe. Pero surgieron t<strong>en</strong>siones <strong>en</strong>tre los estudiantes <strong>en</strong>tusiastas<br />

y <strong>la</strong> fría Facultad. En 1741, <strong>la</strong> visita de unos predicadores de avivami<strong>en</strong>to sopló<br />

aún más <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas del descont<strong>en</strong>to.<br />

Jonathan Edwards fue invitado a predicar a comi<strong>en</strong>zos de 1741, con <strong>la</strong><br />

<strong>esperanza</strong> de que él ap<strong>la</strong>caría un poco los ánimos y apoyaría a <strong>la</strong> Facultad.<br />

Algunas autoridades incluso habían sido tildadas de ‘inconversas’. Edwards<br />

defraudó a <strong>la</strong>s autoridades de <strong>la</strong> Facultad al dec<strong>la</strong>rar que el despertar era<br />

g<strong>en</strong>uino. Brainerd estuvo <strong>en</strong>tre <strong>la</strong> multitud que oyó a Edwards.<br />

Esa misma mañana, <strong>la</strong>s autoridades habían anunciado que cualquier estudiante<br />

que, directa o indirectam<strong>en</strong>te, tildase al Rector u otra autoridad, de hipócrita,<br />

carnal o inconverso, debía <strong>en</strong> primera instancia hacer confesión pública de su<br />

of<strong>en</strong>sa, y <strong>en</strong> caso de reincid<strong>en</strong>cia, ser expulsado.<br />

En 1742 Brainerd estaba académicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>la</strong> cima, cuando algui<strong>en</strong> le oyó<br />

por casualidad decir de uno de los tutores que t<strong>en</strong>ía «m<strong>en</strong>os gracia que una<br />

sil<strong>la</strong>», y que él se maravil<strong>la</strong>ba cómo el Rector no caía muerto al castigar a los<br />

estudiantes por su celo cristiano.<br />

Inmediatam<strong>en</strong>te fue expulsado. Esto le afectó profundam<strong>en</strong>te.<br />

En los años sigui<strong>en</strong>tes, int<strong>en</strong>tó una y otra vez volver; muchos vinieron <strong>en</strong> su<br />

ayuda, pero todo fue <strong>en</strong> vano. Dios t<strong>en</strong>ía otro p<strong>la</strong>n para él. En lugar de unos<br />

años reposados <strong>en</strong> el pastorado o el salón de lectura, Dios quiso llevarlo al<br />

desierto, para que sufriese por Su causa y produjese un impacto incalcu<strong>la</strong>ble<br />

<strong>en</strong> <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong>s misiones.<br />

Antes de esto, Brainerd nunca había p<strong>en</strong>sado ser un misionero a los indios.<br />

Pero ahora tuvo que rep<strong>la</strong>ntear su vida <strong>en</strong>tera. Una ley estadual,<br />

reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te promulgada, seña<strong>la</strong>ba que ningún ministro podía establecerse<br />

<strong>en</strong> Connecticut si no era graduado de Harvard, Yale o una Universidad<br />

europea. Así que él se s<strong>en</strong>tía despojado de su l<strong>la</strong>mami<strong>en</strong>to.<br />

Una pa<strong>la</strong>bra ociosa, hab<strong>la</strong>da de prisa, y <strong>la</strong> vida de Brainerd pareció caer <strong>en</strong><br />

pedazos ante sus ojos. Pero Dios sabía lo que era mejor, y Brainerd llegó a<br />

aceptarlo. De hecho, sin <strong>la</strong> influ<strong>en</strong>cia de Brainerd tal vez el movimi<strong>en</strong>to<br />

misionero moderno no hubiera t<strong>en</strong>ido lugar; y esto no hubiera ocurrido si él<br />

hubiese obt<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> Yale su acreditación de ministro.<br />

2

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!