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Monsiváis, caudillo intelectual - Grupo Transición

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18 Brumario Lunes 27, Junio 3<br />

<strong>Monsiváis</strong>, <strong>caudillo</strong> <strong>intelectual</strong><br />

Por René Avilés Fabila<br />

La muerte de Carlos <strong>Monsiváis</strong><br />

no me sorprendió.<br />

Sabía de su extrema gravedad<br />

porque teníamos<br />

amigos y enemigos en común. Porque<br />

de un diario, con una semana<br />

de anticipación, me pidieron mi<br />

opinión por escrito para sólo ponerle<br />

la fecha del deceso. Escribí<br />

un obituario “políticamente correcto”.<br />

Puedo repetir el año en que nos<br />

conocimos: 1960. De entonces acá,<br />

en un país donde hay pocos <strong>intelectual</strong>es<br />

con merecimientos, nos<br />

topamos en multitud de sitios y<br />

coincidimos en un sinfín de viajes<br />

al extranjero. En algunos hasta cordiales<br />

fuimos. Nuestro último encuentro<br />

fue en casa de Héctor García,<br />

durante su cumpleaños, donde<br />

nos saludamos, luego de que yo<br />

había dado a conocer en 2007, una<br />

biografía humorística suya que nadie<br />

se atrevió a publicar y tuve que<br />

ponerla en mi página web. Carlos<br />

padecía el síndrome del <strong>caudillo</strong>, lo<br />

era desde joven y con el éxito se le<br />

acentuó. Pero no era Alfonso Reyes<br />

ni Octavio Paz, era un hombre que<br />

nunca escribió un cuento, una novela,<br />

un poema o una pieza dramática.<br />

Su mundo fue el periodismo y me<br />

dicen sus admiradores que lo renovó,<br />

lo usó para explicarnos qué es la<br />

capital y cómo somos sus habitantes.<br />

Lo llamaron el mejor cronista<br />

de la ciudad dejando de lado a don<br />

Artemio de Valle Arizpe y a Salva-<br />

dor Novo. Recibió todos los premios<br />

que puedan existir en México.<br />

Se aburrió de docenas y docenas<br />

de doctorados honoris causa como<br />

le entregaron. Sólo Paz fue discordante<br />

al decir que era un hombre de<br />

ocurrencias, no de ideas.<br />

Pero si su timidez era falsa, una<br />

pose, no lo era el don de la ubicuidad:<br />

estaba en todos lados y de todo<br />

escribía. No era un misterio saber<br />

que tenía un grupo de ayudantes<br />

como lo señaló Beatriz Espejo: “…<br />

no me gustaron mucho sus columnas,<br />

Por mi madre, bohemios, que<br />

todos sabíamos que hacían sus discípulos”.<br />

Funcionaba, pues como<br />

una fábrica de artículos de apariencia<br />

crítica, más correctamente crípticas.<br />

Su estilo rebuscado lo ponía<br />

a salvo de posibles enemigos que<br />

no sabían cómo responder. Si a los<br />

20 años era un mito, qué podíamos<br />

esperar de su llegada a los 70. El<br />

Estado en su conjunto, los partidos<br />

políticos y las universidades públicas<br />

unificaron esfuerzos para glorificarlo.<br />

Buen <strong>caudillo</strong> <strong>intelectual</strong>,<br />

decidía quién era el novelista afortunado<br />

y quién el poeta fallido. Su<br />

palabra era la de Dios. Formó miles<br />

y miles de admiradores y asimismo<br />

miles y miles de enemigos soterrados.<br />

Los primeros tienen una tarea<br />

fácil, los segundos imposible. De<br />

este modo llegamos a su final. Su<br />

homenaje fúnebre a nadie se lo han<br />

tributado. El dolor fue estimulado<br />

por Consuelo Sáizar y Ebrard.<br />

Su funeral, dicen discretos críticos,<br />

no fue el que hubiera querido,<br />

él que nunca salió de Portales,<br />

que era sencillo y modesto. No lo<br />

sé. Nunca le pregunté qué clase de<br />

velatorio quería el hombre que se<br />

había exhibido de modo brutal, que<br />

había sido retratado por cientos de<br />

fotógrafos profesionales y que hasta<br />

bustos suyos había develado fingiendo<br />

una incomodidad distante de<br />

sentir. En todos los medios vimos<br />

inconsolables viudas, personas que<br />

lloraban sin tener una idea clara de<br />

la razón de su dolor. El PAN y el<br />

PRD de nuevo se aliaron para rendirle<br />

un impresionante homenaje en<br />

el Zócalo, en su museo edificado por<br />

López Obrador y en Bellas Artes férreamente<br />

controlado por la tiranuela<br />

Sáizar, una funcionaria panista<br />

cuyas lealtades están con los <strong>intelectual</strong>es<br />

al servicio del PRD y de<br />

Marcelo Ebrard. Elena Poniatowska<br />

puso la nota: “Qué haremos sin ti,<br />

Monsi...” Como respondió la China<br />

Mendoza: lo mismo que cuando se<br />

murió Juárez, Reyes o Paz…<br />

Los tiempos han cambiado. Cuando<br />

falleció Frida Kahlo, Rivera y sus<br />

camaradas comunistas colocaron sobre<br />

el ataúd que era velado en Bellas<br />

Artes, la bandera roja con la hoz y<br />

el martillo. Andrés Iduarte, entonces<br />

director, no sólo perdió el empleo por<br />

tal desacato, sino que tuvo que salir<br />

al exilio, del que volvió envejecido<br />

y desconcertado. Ahora, entre Lujambio<br />

y los perredistas le pusieron<br />

al ataúd la bandera gay y la bandera<br />

mexicana. Sólo faltó la presencia de<br />

Felipe Calderón o de Vicente Fox,<br />

quien le entregó a Carlos el Premio<br />

Nacional de Artes y Ciencias.<br />

<strong>Monsiváis</strong> fue un crítico que<br />

supo manejarse con habilidad, era<br />

en efecto el amigo de todos a quienes<br />

mandaba dardos supuestamente<br />

mortales. Alguna vez, cuando Miguel<br />

de la Madrid era director del<br />

Fondo de Cultura Económica, publiqué<br />

un libro en donde venía un<br />

relato sobre Carlos <strong>Monsiváis</strong>. Con<br />

discreción, un alto funcionario me<br />

pidió que modificara una línea hiriente.<br />

“Tú sabes, hermano, es muy<br />

cuate de don Miguel”. Así es, fue<br />

amigo de sus enemigos y entre los<br />

perredistas encontró la total admiración,<br />

fue su mejor campeón, a<br />

ellos les sirvió con ahínco, no en<br />

vano le dieron su museo. No hubo<br />

partido político que chocara con<br />

<strong>Monsiváis</strong>, ni siquiera el odiado<br />

PRI. Este partido contribuyó como<br />

pocos a encumbrarlo y la derecha<br />

ayudó como pudo. Es posible<br />

que en el futuro, críticos objetivos<br />

puedan descifrar lo que hoy es un<br />

misterio: la importancia de su obra.<br />

Mientras tanto vale la pena preguntar:<br />

¿podremos vivir sin Carlos?<br />

www.reneavilesfabila.com.mx<br />

www.recordanzas.blogspot.com

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