candilejas

Eugenio: ¿Una estatua?
Antonin: ¿No leen los periódicos? Una estatua desapareció del parque
Eugenio: ¿Qué parque?
Antonin: Este parque
Eugenio: Esa probablemente se la robaron los anarquistas.
Antonin: O Jodorowsky lo volvió a la vida por capricho.
Eugenio: Habrá que poner un rehilete en su lugar.
Louvre: Una señal de humo.
Antonin: No se puede vivir en una ciudad igual al Veracruz de palos
durante el gran incendio. Primero la plaga, después el fuego. Lo he visto
antes.
Eugenio: ¿Cuál es la alternativa? ¿Volver al cajón?
Antonin: ¡Ay, eres tan literal!
Louvre: ¿Ves lo que te digo?
Eugenio: ¿Y si me dejo llevar?
Antonin: ¡Perfecto! Toma un niño de colores como tú y echa volar. ¿Qué
verías del otro lado?
Eugenio: No sé. El teatro es juego, uno lo encuentra en todas partes, pero
¿Es todo esto en mi honor?
Antonin: ¿Qué diablos sé yo? Yo soy un simple globero tratando de
ganarse un peso honestamente.
Eugenio: Bien, deme el globo rojo para amarrarlo a mi pulgar. Todos
podremos improvisar con mi partida y resolver el segundo acto
(Eugenio parte con el globo azul. Louvre recupera su diario en la
banca)
Petro: (despierta) He perdido la memoria. Ya no sé nada de mí, ni de
nadie que me rodea. Disfruto de un desconocimiento absoluto, no sé
nada, ni de las cosas que veo ni de cómo funcionan o cuál es su fin. Todo
es nuevo para mí. Siento que tropiezo, o resbalo, o me caigo, pero me
sorprendo y me da por reír. Si alguien encuentra mi memoria, por favor
la esconda o la entierre. Porque descubrir las cosas me divierte, y por
ahora sólo reconozco lo bueno que tiene lo que tiene que haber sucedido.
Antonin: (topándose con el tipo desnudo) Ay, ay, ay, ¿Qué deseas? ¿Me
van a asaltar hoy o qué? Ten una moneda. No, te lo pondré del modo más
simple: Yo soy aire y tú eres piedra.
Petro: Granito
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