Daniel Sánchez Poitevin - La Peste
Daniel Sánchez Poitevin - La Peste
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Núm. 0 Mayo 2011<br />
1 VENGANZA
Núm.<br />
0<br />
2 3
Índice<br />
........................ Tuberculosis ........................<br />
Ana Fuente<br />
6<br />
..................... Negro al color .....................<br />
Fernán A. Osorno H.<br />
8<br />
............. la veNgaNza del vagabuNdo .............<br />
Humberto López Portillo Guedea<br />
10<br />
............................. lomo ...............................<br />
Rodrigo <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong><br />
13<br />
.................. geNgliveT de 12 años ..................<br />
<strong>Daniel</strong> <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong><br />
22<br />
.................... veNgaNzas ficTicias ..................<br />
Fernán A. Osorno H.<br />
25<br />
..................... los que se veNgaN ......................<br />
<strong>Daniel</strong> <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong><br />
28<br />
Editorial<br />
ediTor:<br />
<strong>Daniel</strong> <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong><br />
coor diNa dor ediTorial:<br />
Alejandro Fernán Osorno<br />
Jefe de redaccióN:<br />
Humberto López Portillo Guedea<br />
direccióN de arTe e ilusTracioNes:<br />
Adriana Bravo<br />
ediTor de foTogr a fía:<br />
Rodrigo <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong><br />
Contacto: info@lapeste.com.mx<br />
glosario<br />
i<br />
f<br />
magen<br />
icción<br />
e nsayo<br />
©<br />
copyleft<br />
Está permitido reproducir total o parcialmente<br />
el contenido tanto en texto como imagen de este<br />
número con el fin de lograr la circulación libre de<br />
información. Siempre deberá estar el nombre del<br />
autor en la reproducción y esta misma leyenda.<br />
Cuando Sigmund Freud llegaba a América dijo<br />
a su compañero Jung que el nuevo continente<br />
desconocía que ellos traían la peste. Si bien<br />
no queremos llegar tan lejos como para traer<br />
algo como el inconsciente al mundo, sí podemos<br />
afirmar lo mismo: les traemos <strong>La</strong> <strong>Peste</strong>.<br />
Esta revista es un proyecto cultural que si bien<br />
no se acerca a la enseñaza o a resolver temas<br />
fundamentales, sí nos inspira lo que esta severa<br />
palabra –<strong>Peste</strong>– contiene: marginalidad,<br />
azar, acontecimiento, espanto; todo ello bajo<br />
un discurso tutelado por el humor y agudeza de<br />
las propuestas tanto gráficas como literarias;<br />
que aborda ideas sin territorio, e indagando<br />
sin cesar las líneas de fuga que habitan en los<br />
miles de colaboradores en México y el mundo,<br />
para así invitarlos o se inviten si se ven seducidos<br />
por esta propuesta. Sabemos que no hay<br />
nada nuevo bajo el Sol, pero también sabemos<br />
que el Sol alumbra unas cosas más que otras.<br />
Procuraremos traer eso último al papel.<br />
Colabora con nosotros<br />
<strong>Daniel</strong> <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong><br />
<strong>La</strong> peste es una publicación trimestral. Oficinas editoriales XXX. Editor<br />
responsable: <strong>Daniel</strong> <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong>. Certificado de reserva del instituto de<br />
derecho de autor: en trámite. Certificado de licitud y contenido: En trámite.<br />
Impreso en XXX. Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores<br />
y no reflejan necesariamente el punto de vista de <strong>La</strong> <strong>Peste</strong>.
“los hombres<br />
están más<br />
dispuestos a<br />
paga r un<br />
perjuicio que<br />
un beneficio<br />
porque la<br />
gratitud es<br />
una carga, y la<br />
venganza<br />
un placer.”<br />
Tácito
f<br />
Tuberculosis<br />
En la oscuridad de la habitación comencé<br />
a toser con la absoluta intención<br />
de ahogarme de una buena vez<br />
para que ella sintiera culpa, y entendiera que<br />
romperme el corazón no era nada más una<br />
metáfora idiota.<br />
Sentí mis entrañas retorcerse y escuché a mis<br />
costillas crujir; una acuosa sensación me hizo<br />
pensar que el corazón se me había reventado<br />
y me llenaba los pulmones de sangre. Decir<br />
que deseé morir sería sólo un eufemismo, lo<br />
cierto es que quise ver mi fotografía en los<br />
periódicos del día siguiente donde mostraran<br />
mi cuerpo yaciendo sobre un charco de<br />
sangre que tiñera su camisón de seda blanca;<br />
quise que en la página interior de la noticia<br />
apareciera ella con las muñecas rasgadas por<br />
las esposas junto a una nota que anunciara su<br />
condena perpetua. Medio dormido, la soñé<br />
demacrada, moribunda, padeciendo la prisión,<br />
Por: Ana Fuente<br />
sufriendo los castigos a los que sentencian a<br />
las delincuentes, a las asesinas.<br />
Mis deseos habían perdido el romanticismo<br />
estúpido de verla rodeada de lirios, vestida de<br />
ninfa, ahora quería servir jarras con sus lágrimas<br />
y beberlas mientras el dolor de las purulentas<br />
y sangrantes llagas que en mi imaginación la<br />
cubrían seguía produciendo más. El horror de<br />
mis visiones se alimentaba de lo que se alimenta<br />
la maldad: humillación.<br />
Mi mujer era la paradoja de la humilladora y<br />
la humillada. Si bien su condición femenina la<br />
hacía más débil por antonomasia, mi intenso<br />
amor por ella, a pesar de su desinterés, hacía<br />
de mí un inválido. <strong>La</strong> tos que me rasguñaba la<br />
garganta se hacía cada vez más fuerte mientras<br />
yo, como un idiota, esperé entre flemas y<br />
sangre a que ella despertara para darme una<br />
palmadita en la espalda.<br />
No ocurrió.<br />
Yo observaba la prueba fehaciente de la traición y la mentira que trataba de ocultarse bajo el sillón,<br />
en la oscuridad, preguntándome mientras me asfixiaba cuál sería la circunstancia que le había<br />
permitido llegar hasta ahí. Un calcetín de hombre en mi habitación: un calcetín que nunca había<br />
servido para cubrirme ni desnudarme los pies.<br />
Una infinidad de momentos venían a mi mente mientras las lágrimas que me recorrían el rostro<br />
diluían la sangre que se impregnaba en mi almohada. Ella estaba inmutada. Vi mi matrimonio<br />
desmoronarse al ritmo de sus ronquidos. Cuando me senté en el filo de la cama pude constatar que<br />
no era una alucinación. <strong>La</strong> mentirosa, la sucia, la inmunda me había hecho el amor alguna vez a<br />
Medio dormido, la soñé demacrada, moribunda, padeciendo la prisión,<br />
sufriendo los castigos a los que sentencian a las delincuentes, a las asesinas.<br />
sabiendas de su engaño. Yo había besado su tersa<br />
piel por donde habían pasado los fétidos labios<br />
de otro. ¿Habría sido el mismo día? ¿Habría<br />
pensado en mí al estar con él o en él cuando<br />
estaba conmigo? Un intruso había penetrado<br />
en esa delicada intimidad donde sólo cabíamos<br />
ella y yo. Donde sólo habíamos cabido ella y yo.<br />
Si ella podía dormir, era porque no había vestigios<br />
de remordimiento, todavía hoy había podido<br />
mirarme a los ojos y besarme al servir el café.<br />
Me deslicé hacia ella en busca de una caricia<br />
que interrumpiera mi colapso. Al llegar a sus<br />
hombros, el cuello se mostró apetitosamente<br />
frágil. Lo rodeé con las dos manos y lo oprimí<br />
para que dejara de robar el aire.<br />
Abrió los ojos.<br />
Por fin despertaba la egoísta, sólo ante la<br />
8 9<br />
preocupación de su vida; su malestar físico<br />
ante la falta de aire.<br />
“Puta”, le dije, apretando los dientes mientras<br />
sentía su delicado cuerpo revolcarse bajo el<br />
mío. El aumento de mi tos me hizo escupirle<br />
en la cara; la enormidad de sus ojos se llenaba<br />
de muerte al tiempo que las gotas de mi<br />
sangre caían y se extendían sobre la seda de<br />
su camisón. -Ojalá hubiera sido tu vestido de<br />
novia- murmuré, -así me hubieras ahorrado<br />
años de traición-.<br />
Su cuerpo dejó de luchar.<br />
El suspiro que dejé escapar fue el único remedio<br />
que terminó con la convulsión de mi<br />
enfermedad.<br />
Finalmente yo ya no necesitaba llevar la vida<br />
a cuestas: Finalmente podía vivirla.
f<br />
Negro<br />
al color Por: Fernán A. Osorno H.<br />
Le cortaron las manos y lengua con gran odio al (sobre) poblado de valle Amarillo. A<br />
raíz de un erróneo plan alimentario se dispararon los precios de la canasta básica en<br />
el mercado, y ante el fracaso rotundo de las autoridades para estabilizar los precios, la<br />
gente perdió la cabeza: exigían una matanza federal. <strong>La</strong> sangre salpicó las calles principales y<br />
todos fueron contagiandos por la locura, desde los menores hasta los ancianos, no importa el<br />
género, sufrieron las consecuencias de la hambruna.<br />
Entre los titulares de periódicos locales los ciudadanos encontraban el alimento para sus frustraciones:<br />
hallaron asesinados a 4 polis secuestrados; una balacera deja nueve fallecidos, entre<br />
los cuales acribillaron a dos menores, todo se presume por venganza. Con la muerte aparente de<br />
todos los implicados, es difícil nombrar a los culpables. Voces callejeras sugieren que los polis, en<br />
un error de juicio habían matado a los menores tratando de capturar a la madre de éstos, una<br />
fémina que extorsionaba a su amante, ya tras rejas; a raíz del divorcio había exigido dinero a<br />
su excónyuge para sobrevivir, al ser ignorada, su impotencia terminó derramando la sangre de<br />
sus hijos sobre su portal. Al parecer la única persona sujeta a cumplir los crímenes del pueblo.<br />
Cuando las autoridades se convierten en un eufemismo, el pueblo toma la ley en sus propias manos<br />
para generar un delgado sentido de justicia. Al final, los ciudadanos atracaron al taxista rata,<br />
quien había sido contratado por la mujer para matar los hijos de la pareja en disputa, y la mujer<br />
extorsionista, días antes de su encarcelamiento, fue encontrada muerta en los baños públicos.<br />
Finalmente la sociedad, a pesar del descalabro económico, se vuelve a organizar y encuentra<br />
formas de sobrevivir en el aburrimiento de la vida urbana; como la jovencita que volvió a<br />
nacer; aún cayendo de cuatro pisos, por mirar hacia el vértigo de los sucesos de la planta baja<br />
de su condominio.<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
10 11<br />
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ya<br />
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REBELIÓN GRANJA<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
EN LA<br />
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REBELIÓN GRANJA<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
REBELIÓN GRANJA<br />
EN LA<br />
EN LA<br />
EN LA<br />
EN LA<br />
EN LA
e<br />
El abate lo miró fijamente.<br />
-Siento haberle ayudado a que se hiciera luz en su mente, y haberle dicho todo<br />
eso-dijo.<br />
-¿Por qué? –preguntó Dantés.<br />
-Porque he hecho nacer en su corazón un sentimiento que no había:<br />
la venganza.<br />
Es primaria la afrenta, la reacción es<br />
una ley. A modo de dialéctica aquella<br />
afrenta fertiliza con caos y frenesí<br />
preparando el suelo para el goce, secundario<br />
tal vez, de la venganza<br />
Alexandre Dumas<br />
Uno de los sentimientos más nobles y añejos<br />
del ser humano, una respuesta dolorosa<br />
a aquello que duele, un ansia de retribución,<br />
un mandato bíblico…una satisfacción. Tal<br />
vez no exista algo que funcione mejor como<br />
la veNgaNza<br />
del vagabundo<br />
Por Humberto López Portillo Guedea<br />
un acicate para la creatividad; aquel que se<br />
quiere vengar, no descansa hasta encontrar la<br />
manera. También hay otro tipo de venganzas;<br />
aquella que no es contra nadie y a la vez va<br />
contra todos y contra todo, aquella que es<br />
más difícil, aquella donde el enemigo es más<br />
enigmático y extremadamente cercano. Este<br />
tipo de venganza siempre se paga con la vida,<br />
siempre es una vida por otra. Como el vagabundo<br />
a quien se mira con lástima, mientras<br />
mendiga unos centavos en la calle, pero que<br />
agradece al atareado oficinista el peso donado<br />
con una sonrisa sardónica y conmiserativa,<br />
que revela realmente por quién se debe de<br />
sentir lástima o compasión.<br />
El deber no desaparece, pero sí se<br />
convierte en una cosa totalmente<br />
distinta. El único deber es vivir.<br />
El ejemplo del vagabundo, no es uno cualquiera<br />
y no hablo de cualquier vagabundo que por<br />
sus desventuras haya terminado quebrado y<br />
en la calle, no, eso tal vez merezca compasión.<br />
Hablo del vagabundo voluntario, aquel que se<br />
da cuenta que la vida va en sentido contrario a<br />
la humanidad, que se resta, que no es uno más,<br />
de los que creen en perder todo para buscar<br />
lo absoluto. Aquel vagabundo que busca una<br />
venganza creadora, dirigida a un estilo de vida.<br />
Muchos ejemplos los podemos encontrar<br />
en la literatura norteamericana; en los años<br />
30, dicho país se encontraba severamente<br />
12 13<br />
deprimido, debido a esto, gran parte de su<br />
población había perdido hasta un 40% de<br />
su poder adquisitivo, el desempleo alcanzaba<br />
niveles nunca antes vistos, lo que presentaba<br />
un panorama desolador y en efecto, depresivo.<br />
Pero no para todos, a algunos otros la depresión<br />
les había llegado antes de la caída<br />
de la bolsa, la contracción económica era la<br />
menor de sus preocupaciones.<br />
Durante ésta década hay una persona, una<br />
vida que cambiaría muchas otras. Me refiero<br />
a Henry Miller, quien por aquellos tiempos<br />
comenzaba a planear su venganza.<br />
<strong>La</strong> obra no es sencilla de llevar a cabo, las ideas<br />
estuvieron dando vueltas en su cabeza durante<br />
las tediosas e interminables horas que pasaba<br />
trabajando en una compañía de telégrafos.<br />
Muchos años perdidos en la inercia de la actividad,<br />
como diría Cioran: “El trabajo permanente<br />
e ininterrumpido adormece, trivializa y
despersonaliza” 1 . Pero, ¿cómo despertar de<br />
esto, cómo estando dentro podemos darnos<br />
cuenta que la mierda nos está llegando al cuello?<br />
No siempre es posible, de hecho tal vez sea<br />
lo menos probable.<br />
el desperTar<br />
Primero necesitamos un Abate Faria que<br />
haga un poco de luz en nuestras mentes y<br />
que despierte en nosotros ese sentimiento.<br />
Miller intuía que era en un escritor, aunque<br />
no escribía. Afortunadamente llegó su Abate<br />
Faria llamado June Smith –una bailarina<br />
de Broadway que lo toma como amante– .<br />
Ahí es cuando el Edmond Dantés de nuestra<br />
historia (Miller), se transforma en el Conde<br />
de Montecristo, cuando un empleado de una<br />
compañía telegráfica, comienza a ver con<br />
claridad y adquiere el valor suficiente para<br />
hacer de su vida una obra de arte. En Miller<br />
vida y obra son inseparables, su vida es su<br />
obra, es su trabajo. <strong>La</strong> venganza despierta el<br />
deseo y se convierte en un impulso creador.<br />
I wanted to see America destroyed, razed from top<br />
to bottom. I wanted to see this happen purely out<br />
of vengeance, as atonement for the crimes that were<br />
committed against me and against others like me<br />
who have never been able to lift their voices and<br />
express their hatred, their rebellion, their legitimate<br />
blood lust 2 .<br />
la TraNsformacióN<br />
Es momento de salir y empezar a vivir como si<br />
fuera necesario, como si fuera una obligación,<br />
la única. Donde todo es secundario y donde<br />
hay que responder a aquel primer impulso,<br />
pues podría ser el adecuado. Después de haber<br />
llevado una vida falsa durante muchos años,<br />
lo primero que se hace es cortar cadenas;<br />
esposa, trabajo y Dios, ya no son necesarios.<br />
“I had no more need of God than He had<br />
of me, and if there were one, I often said to<br />
myself, I would meet Him calmly and spit<br />
in His face” 3 .<br />
Por fin llega la libertad, la búsqueda incansable<br />
de la experiencia. El único proceso creativo<br />
para poder realizar una obra original.<br />
¿Cómo empezar a escribir? Caminando, no<br />
hay otra manera. <strong>La</strong>s sensaciones están en cada<br />
esquina, y parafraseando a Miller, maduran<br />
en experiencias que a su vez generan más<br />
experiencias. Es el camino del vagabundo<br />
“Prefiero una pereza inteligente y observadora<br />
a una actividad intolerable y terrorífica” 4 .<br />
El deber no desaparece, pero sí se convierte<br />
en una cosa totalmente distinta. El único<br />
deber es vivir.<br />
“I reached out for something to attach myself<br />
to —and I found nothing. But in reaching out,<br />
in the effort to grasp, to attach myself, left<br />
high and dry as I was, I nevertheless found<br />
something I had not looked for— myself” 5 .<br />
14 15<br />
Hasta éste punto la primera parte de la<br />
venganza está consumada.<br />
<strong>La</strong> segunda parte requiere un poco más de<br />
paciencia, una paciencia similar a la requerida<br />
para pasar 16 años preso en el castillo<br />
de If, esperando el momento preciso para<br />
escapar. Esta segunda parte trae consigo el<br />
ajuste de cuentas, sería incorrecto pensar<br />
que con la venganza se busca justicia. No es<br />
necesariamente así; muchas veces la venganza<br />
sobrepasa por mucho el agravio recibido,<br />
lo que busca no es justicia, es satisfacción a<br />
cualquier costo.<br />
Los vagabundeos de nuestro héroe lo llevaron<br />
a París, fue ahí donde por primera vez se<br />
publicaron sus escritos. <strong>La</strong>mentablemente, su<br />
deprimida patria, sufría en aquellos momentos<br />
de un terrible caso de ceguera histérica,<br />
que se esparcía a gran velocidad debido a un<br />
cuadro crónico de moralina, puritanismo y<br />
fanatismo patriótico, que les impediría darse<br />
cuenta que lo que necesitaban para resurgir
de las cenizas, estaba justo frente a sus ojos.<br />
Sólo unos cuantos se encontraban libres de<br />
dicha enfermedad y En tierra de ciegos…<br />
<strong>La</strong> obra de Miller, como era de esperarse, fue<br />
censurada en su país y en prácticamente todas<br />
las naciones de habla inglesa. Henry cometió<br />
el error de escribir escenas de sexo explícito,<br />
cuando todos sabemos que eso es malo y sucio,<br />
vaya, desde los años 30 los gringos que siempre<br />
están más adelantados ya lo sabían.<br />
<strong>La</strong> censura duró aproximadamente 30 años….<br />
paciencia. Para aquellos que cometieron la<br />
estupidez de cortarle la lengua, en algún<br />
punto tenían que darse cuenta de su error<br />
y enmendar de alguna manera la situación.<br />
Un revolucionario fue extirpado del sistema<br />
pero regresaría años después a ser objeto de<br />
idolatría. Durante los años 60 al levantarse<br />
la censura, por fin arribó la obra del neoyorkino<br />
a su tierra natal con un éxito rotundo.<br />
No pudo haber llegado en mejor momento,<br />
la liberación sexual estaba en su apogeo y sus<br />
libros encajaban perfecto.<br />
Sus obras han influenciado a muchos escritores<br />
norteamericanos, no sólo en estilo, sino en<br />
una postura ante la vida, tanto así que hoy<br />
en día son un ejemplo de rebeldía y vitalismo.<br />
<strong>La</strong> venganza es un proceso largo y meticuloso,<br />
son muchas cosas las que se deben de considerar<br />
y más cuando la venganza es a través de<br />
uno mismo, cuando el perpetrador y el arma<br />
son uno. <strong>La</strong> venganza de Miller y de muchos<br />
otros requiere de cierta pureza y como toda<br />
venganza, una buena dosis de convicción.<br />
Hay que hablar de una vida vengativa, una<br />
vida donde no hay descanso pero tampoco<br />
hay industriosidad. Sí, no es posible descansar<br />
cuando vivir es trabajar. Cuando el único<br />
trabajo posible es la vida misma, donde la<br />
única posible remuneración, es el placer.<br />
1Adorno, T., Cioran, E.M., Johnson, S., Nietzsche F., Russell, B., Séneca, L.Versus round 12. Tumbona ediciones,<br />
México D.F. 2008, pág. 89.<br />
2Miller, H. Tropic of Capricorn. Harper Perennial, Great Britain, 2005, pág. 12.<br />
3Ibid. pág, 9.<br />
4Op. Cit. pág. 91.<br />
5Ibid. Lomo<br />
16 17<br />
Ensayo fotográfico que rescata la técnica<br />
soviética –por lo cual, argüimos que un<br />
segmento de nuestro número cero es<br />
también cero a la izquierda– de la lomografía,<br />
que sirva para revelar al ojo lo bello en el error,<br />
en este caso, el intrínseco desliz de gamma en<br />
el revelado del rollo y la melancólica sensación<br />
del viñeteado.<br />
Rodrigo <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong>
Muro, Lomografía<br />
Un espectro se cierne sobre Europa.<br />
(Sin título) Lomografía<br />
18 19<br />
Industria Escolar, Lomografía<br />
Esos tópicos burgueses de la familia y la educación, de la intimidad de las<br />
relaciones entre padres e hijos, son tanto más grotescos y descarados cuanto<br />
más la gran industria va desgarrando los lazos familiares de los proletarios y<br />
convirtiendo a los hijos en simples mercancías y meros instrumentos de trabajo.
<strong>La</strong>s relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su séquito de<br />
ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban, y las nuevas envejecen<br />
antes de echar raíces.<br />
Árbol, Lomografía Carrusel, Lomografía<br />
En la medida y a la par que vaya desapareciendo la explotación de unos<br />
individuos por otros, desaparecerá también la explotación de unas naciones.<br />
por otras.<br />
20 21
<strong>La</strong> burguesía despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía<br />
por venerable y digno de piadoso acontecimiento. Convirtió en sus servidores<br />
asalariados al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia.<br />
<strong>La</strong> burla, Lomografía Última estación, Lomografía<br />
Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración<br />
que rige los intereses colectivos de la clase burguesa.<br />
22 23
f<br />
gleNliveT<br />
de 12 años<br />
Apenas podía detenerme, escuchaba cada palabra, pero pasa una ambulancia con su<br />
escandalosa muerte y te haces para atrás en la acera. Pateé una piedra sin atinarle y<br />
me quedé mirándola inmóvil: “Nunca vas a dejar de gustarme”, dices. Pero cuando<br />
es el momento de hacer soportable la vida me echo para atrás, como tú con la ambulancia,<br />
como si fueras la ambulancia dándole un paseo a la muerte por la calle de Campeche. “Me<br />
da igual el arte menos esto que pintaste… –te increpo dentro de tu casa– ¿te he platicado<br />
qué pasa si dos enanas blancas están cerca?”, pero te sirves más Glenlivet de 12 años, y<br />
das un trago grande y la tarde va arando<br />
los campos de malta en tu alma. Hago una<br />
ademán en dirección al libro de la mesa del<br />
centro –donde tiramos todas las estampas<br />
de futbolistas y las quemamos con el álbum<br />
lleno–. “¿Me das el libro?”.. Te quedaste<br />
ojeando una revista en el sillón de terciopelo<br />
verde y yo dejé a Houellebecq (“no es<br />
tan bueno”, dijiste un día. Te creo), para<br />
mirar el hueco que se hacía en tu clavícula<br />
izquierda mientras pasabas de la par a la<br />
impar; recordé que tu perfil haría que un<br />
Por: <strong>Daniel</strong> <strong>Sánchez</strong> <strong>Poitevin</strong><br />
piano se tocara solo. Si supiera qué hacer<br />
con esto que tengo dentro te llevaría de la<br />
mano a ver a los orangutanes de Sumatra<br />
y a ese artista africano Koffi Kouakou, él<br />
te gusta, y el acelerador de partículas (¿te<br />
he platicado qué pasa si dos enanas blancas<br />
están cerca?), le podemos dar la vuelta cual<br />
partículas elementales… a la tercera exposición<br />
de arte a la que quieras ir yo voy al<br />
bar y ahí te espero; luego deambulamos bajo<br />
un cielo italiano y me robo todos los listones<br />
para el cabello que pueda… síguela ojeando,<br />
mierda, no ves que es lo único que me queda… pero si supiera qué hacer con esto y volver<br />
a lo que antaño bien pudo ser la concepción de un semidios en tu malograda cama –“deja<br />
de comprar mierdas antiguas”, te maldije un día, mientras fumabas.<br />
“¿Te voy a olvidar de verdad?”, preguntaste. <strong>La</strong>s manos se me enfriaron mostrando los lugares<br />
comunes de la anatomía. Pensé que algo que pintaste como ese cuadro se sentía como<br />
a Autum Music 1, de Max Richter, recuerdas que ese tema los repetí 50 veces hasta las 4:20<br />
de la madrugada para terminar de escribirte algo... ese cuadro se siente igualito a “Autum<br />
Music 1”. Quise darte las gracias… Me tenías de la mano cuando veíamos un barranco<br />
inmenso que se construyó la Sierra Madre como tentativa de la naturaleza para demostrar<br />
que puede crear su propia angustia; ahí con los dedos juntos, y yo pensaba que así vamos<br />
a andar toda una vida pidiendo perdón y cagándola y a abrazarnos borrachos de abyecta<br />
pasión, y saltar a la hierba tres segundos antes de que pase el tren. ¿Con cuántas acompa-<br />
Quise darte las gracias... Me tenías de la mano cuando veíamos un<br />
barranco inmenso que se construyó la Sierra Madre como tentativa de la<br />
naturaleza para demostrar que puede crear su propia angustia.<br />
ñantes será así? Una vida entera haciendo un<br />
santo carajo; pero son unos pocos minutos<br />
nada más, si juntas todos los momentos de<br />
tu vida, en los que piensas que un amor así<br />
te arrebatará el aliento; y otro perdón y otra<br />
vez cagarla y “no te dejaré porque no quiero<br />
que no estés aquí”, pero de amor ya no me<br />
hables, no tiene que ver con eso sino con el<br />
miedo y el infierno.<br />
No es posible estar sin ti. Así de claro. Cuando<br />
no estés yo seré otro. El momento en el que<br />
24 25<br />
todo terminó, tan trascendente como el instante<br />
en el que sientes que explotarás de amor. “Me<br />
encanta tu falda, me la quiero poner”, te dije<br />
hace apenas un mes; “hay belleza de la que<br />
no te puedes apropiar”, respondiste. “¿Cómo<br />
le hago para ser tú? Eso me tranquilizaría”.<br />
Dejé <strong>La</strong>s Partículas Elementales, me serví<br />
Glenlivet de 12 años (y todo lo que haces<br />
es la última vez que lo harás), te serví… “se<br />
blanquea ligeramente más tu piel cuando<br />
comienzan tus pechos. Esa camisa en “v”
lo demuestra casi matemáticamente”… Pero ya no quería ponerme la camisa en “v”, ahora<br />
no quería saltar cuando viniera el tren. ¿Está en el tiempo el momento en que de la absoluta<br />
amistad pasas al desagrado y al asco por el instante? “No sé cómo va a ser sin ti.” “Ni yo, y lo<br />
digo más por el espacio, por el karaoke, por los peces –¿me los quedo?–, por los orangutanes<br />
de Sumatra, tus letras, por la malta, los pigmentos, que por ti”. “Yo también. <strong>La</strong> conmoción<br />
ante la estampa que no teníamos, que tú sí comprendes el enigma del mar, tu silla coja, el<br />
espanto ante Fábula del Greco, el efecto del otoño en tus ojos –¿seguirán lloviendo diamantes<br />
cuando llores por algo que te hice?–. Mañana ya no existirá este día.”… “Dos enanas blancas<br />
juntas se ahogan y queda una”, dijiste.<br />
<strong>La</strong> aproximación contemporánea hacia<br />
la religión ha tomado un curso conflictivo,<br />
los discursos que le rodean parecen<br />
haber rescatado una ortodoxia purista para<br />
afrontar las exigencias actuales. Escuchamos<br />
la voz de una reliquia milenaria llamando la<br />
atención en donde le sea posible, reafirmando<br />
valores, ideales, y juicios que sorprenden por<br />
su anacronismo. Desatendiendo a la modernización,<br />
la religión ha sido obligada al apareamiento<br />
con todas las variantes religiones<br />
del mundo; se fusionan para invocar una voz<br />
caótica, transgresora y agresiva, muchas veces<br />
de características políticas. Sin embargo,<br />
¿quién es el emisor?<br />
Los representantes de la Iglesia pasan en<br />
segundo plano, son perseguidos por el legado<br />
moral que dejaron en momentos de<br />
esplendor, y ahora añoran. Salen a la luz<br />
padres, monjes, sacerdotes que rompen los<br />
26 27<br />
e<br />
lazos de la autoridad por los de la seducción<br />
del poder. Mientras unos son ligados a autoridades<br />
políticas legítimas y autoproclamados<br />
justicieros, ambos etiquetan al otro como<br />
criminal o terrorista, bajo la supuesta revelación<br />
de las verdades de los textos sagrados,<br />
veNgaNzas ficticias<br />
Por: Fernán A. Osorno H.<br />
decorando de justificaciones religiosas sus<br />
fines políticos. Los demás, son juzgados por<br />
sus declaraciones anticuadas y sus prácticas<br />
sexuales; por aquellos que miramos detrás<br />
de pantallas la falacia de un mundo en decadencia,<br />
y esperamos que las diferencias<br />
culturales respondan por nuestros miedos.<br />
<strong>La</strong> explotación de las diferencias religiosas<br />
que se interpretan como diferencias culturales,<br />
y vece versa, son el elemento que cuece<br />
las identidades frágiles, útiles para manejar<br />
venganzas ficticias. Todos quieren trazar su<br />
línea divisoria entre lo que soy y todos los demás,<br />
basados en una lectura histórica unilateral que<br />
sólo rescata el conflicto y opaca la cooperación;
cuando los musulmanes eran la amenaza que<br />
se expandía por la península ibérica, o las<br />
cruzadas que impusieron su cultura sobre<br />
los pueblos árabes. Diferencias que logramos<br />
identificar a través del discurso político-religioso.<br />
Amartya Sen – premio Nobel de economía por<br />
su trabajo sobre el desarrollo humano y la economía<br />
del bienestar – dice que el judío define<br />
su identidad a través del antisemita. Los demás<br />
aprendemos este mecanismo de identificación.<br />
Después del triunfo del evolucionismo de<br />
Darwin, del positivismo filtrado desde<br />
Occidente hacia el resto de la población en<br />
el planeta, despertamos la espiritualidad<br />
individualista; utilizada sólo para describir<br />
aquello que repudiamos para construir nuestras<br />
identidades. Mismo mecanismo mediante<br />
el cual las autoridades religiosas medievales<br />
operaban desde la moral para ejercer la política<br />
del orden social. Hoy, la institución religiosa<br />
es utilizada por políticos, medios e insurgentes<br />
para establecer el orden por medio de lecturas<br />
históricas bélicas, donde las civilizaciones<br />
originarias disputaron territorios paganos. El<br />
conflicto en ese sentido es utilizado hoy para<br />
describir las relaciones entre los hombres, cada<br />
pueblo mantiene grabado en la memoria un<br />
acontecimiento en el tiempo en donde los otros<br />
ejercieron injusticias sobre su gente; diferencias<br />
maquilladas con los símbolos religiosos<br />
utilizados para crear identidades. Se aprecia<br />
un llamado violento a la restitución de valores<br />
por medio de las diferencias religiosas, un<br />
llamado a cerrar las fronteras de convivencia.<br />
Sería más eficiente la constante referencia<br />
de objetos caídos del cielo, tormentas,<br />
inundaciones, bombas suicidas, erupciones<br />
globales, en fin, el descontento de la natu-<br />
<strong>La</strong> explotación de las diferencias religiosas que se interpretan como<br />
diferencias culturales, y viceversa, son el elemento que cuece las<br />
identidades frágiles, útiles para manejar venganzas ficticias.<br />
raleza ante la práctica humana, que desmitifica<br />
la trayectoria de la tecnología que<br />
nos ha servido de confort, que el rechazo de<br />
las identidades religiosas para mantener a<br />
las poblaciones a la defensiva de sus vecinos.<br />
Si las bases de las religiones tienen un mismo<br />
origen, de mantener estable a la mente<br />
ante los demonios de la incertidumbre, y estrictamente<br />
aquellas religiones monoteístas<br />
que incluso se basan en los mismo textos para<br />
construir el orden espiritual ¿Por qué entonces<br />
mantener un inminente antagonismo?<br />
Los movimientos fundamentalistas - acuñados<br />
por la academia norteamericana a mitad del<br />
siglo pasado para describir el crecimiento<br />
de la oposición religiosa ante el fervor de la<br />
herencia Darwiniana – son un claro ejemplo<br />
de ello. Donde sea que se ejerza el regreso a los<br />
fundamentos de las religiones para construir<br />
identidades, el esfuerzo va enfocado hacia la<br />
tipificación del otro, es decir, señalar por medio<br />
de prejuicios aquellas debilidades históricas<br />
que existen en generalizaciones de los demás.<br />
El resultado es una defensa prejuiciosa que<br />
28 29<br />
pretende establecer las identidades religiosas<br />
a partir de la violencia emergente de<br />
un discurso alienante, donde las diferencias<br />
son debilidades; detrás de estas diferencias<br />
hay una convocatoria para antimigrantes,<br />
nacionalistas, fundamentalistas y xenofóbicos.<br />
Así, todos nos convertimos en voceros<br />
de la religión en el intento de comprender<br />
las diferencias culturales.
los que<br />
se vengan<br />
Por: <strong>Daniel</strong> <strong>Sánchez</strong><br />
¿No es maravilloso el<br />
amor?<br />
Grandes Esperanzas de Charles Dickens va<br />
más allá del relato que apela contra la burguesía<br />
victoriana, tan frecuente en la obra<br />
del novelista de Portsmouth. <strong>La</strong> historia descubre<br />
uno de los lados más apasionados de<br />
la naturaleza humana a través de la señora<br />
Havisham, que habita una mansión junto con<br />
su hija adoptiva, Estella. Pip conoce a Estella<br />
cuando es invitado a la mansión a entretener<br />
a la vieja –en la secuencia donde la boca de<br />
Estella invade el bebedero que Pip usa para<br />
besarlo–. <strong>La</strong> trama va develándose poco a<br />
poco: la venganza de la anciana Havisham<br />
contra los hombres del mundo, gracias al<br />
insuperable abandono que sufre el día de<br />
su boda. <strong>La</strong> venganza se materializa en la<br />
retorcida historia entre Estella y Philip, los<br />
Adán y Eva en el rencoroso paraíso de esta<br />
demiurga. El anhelo caballeresco del protagonista<br />
se ve nublado, aunque realizado,<br />
por su pasión por Estella, que se le escapará<br />
en cada momento, como la vida de Estella<br />
30<br />
desde que fue educada por la vieja. “Sólo<br />
te romperá el corazón. Es un hecho. Y aunque<br />
te prevenga, aunque te garantice que<br />
ella sólo te lastimará, horriblemente, tú la<br />
perseguirás... ¿No es maravilloso el amor?”.<br />
Todos coNTra Thomas<br />
hobbs<br />
<strong>La</strong> venganza es contra la Institución también,<br />
contra la forma de un Estado totalitario en<br />
una Inglaterra futurista, parecida al sueño<br />
realizado del dictador. Difícil olvidar El conde<br />
de Montecristo en cada historia que implique<br />
venganza, la fórmula parece ser casi siempre<br />
la misma: el vengador es un docto y sabe múltiples<br />
técnicas de pelea –absurdo pensar en<br />
un hombre dispuesto a vengarse porque lo ha<br />
perdido todo y que su revancha sea saboteada<br />
porque no sabe pelear o hablar francés–,<br />
todo ello se ensalza en un encierro por años<br />
en una cloaca en la que este pecado capital<br />
suple a la noción de libertad. Inspirada en la<br />
conspiración de la pólvora, atentado contra<br />
el Parlamento inglés en el siglo XV, V de venganza<br />
busca violentar de manera definitiva al<br />
Estado por parte de un hombre con máscara de<br />
Guy Fawkes, junto con su discípula, encarnada<br />
en Natalie Portman. El objetivo de ambos<br />
es el mismo: volar el Parlamento inglés, que<br />
simbolizaría la caída de la Nación-Padre y la<br />
recuperación de la libertad del pueblo. Más<br />
allá del desenlace de la película, para muchos<br />
emociona la existencia del hombre anónimo<br />
que lo sabe todo, lo hace todo y recupera los<br />
derechos de los demás.<br />
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