Los moros entraban a saco, apoderándose de objetos, violando ...

CAPÍTULO XII
FUGAS, RAPTOS Y OTRAS COSAS
Los mo ros entraban a s aco, apoderándos e de objetos , violando mujeres y
cortando a tajos la cabeza de cualquiera que se les
opusiera. 46
PONS PRADES
En un pr in ci pi o, se ha bí a pe ns ad o qu e lo s ni ño s
fu és em os distribuidos en casas particulares y en este entendido
hubo muchas peticiones de residentes españoles y de no
pocas familias me xicanas que hicieron gestiones para
recibir en custodia a uno o a varios niños españoles.
A la po st re , qu iz á se pe ns ó qu e se rí a mu y di fí ci l
ma nt en er un con tr ol sob re tod os los ni ños de est a sue rt e
di spe rsos . O, de sde un pu nto de vist a po lí tico, de bi ó
pr ev er se el pe li gr o de que cayésemos en mano s de familias
reacci onaria s, que ha brían de influir en forma negativa en
nuestras conciencias, puesto que los españoles r esidentes
en México en aquel t iempo er an generalmente franquistas
y antiguos fugitivos del servicio militar de la monarquía. A
pesar de esto, se las daban de monárq uicos, pensando en
que les iban a restaurar el trono o que por lo menos Franco
había acabado con la República, fuente de desdichas par a
España, según pregonaba la propaganda.
Se a de el lo lo que fu er e, lo ci erto es que en un pr in ci pi o
no se no s entr eg ó a famili a algu na. Só lo en un principi o,
pues en el lapso de poco más de un año han ocurrido las
46. PONS PRADES, op. cit., p. 81.

siguientes bajas:
—4 niñas perdidas.
—21 niños entregados a su llegada de Españ a a sus
familiares (algunos de ellos son hijos del personal a cargo de la
expedición).
—1 6 n i ñ o s e n t r e g a d o s a l a t u t e l a d e l s e ñ o r
A g u s t í n M i l l a r e s Carló, cónsul de España en México.
—29 niñas entr egadas por el señ or president e (de la
República) po r su ma yo rí a de ed ad , a di fe re nt es
pa rt ic ul ar es (u na ma yo rí a de edad, sin duda, referida a que
habían superado la de la infancia).
—1 9 n i ñ o s e n t r e g a d o s p o r a c u e r d o d e l s e ñ o r
s e c r e t a r i o d e Educación Pública a parientes y particulares.
—1 6 n i ñ o s m a n d a d o s a l a e s c u e l a s e c u n d a r i a d e
O r i z a b a , Veracruz, por orden del señor secretario de Educación
Pública.
—42 ni ño s qu e po r or den del se ño r se cr et ar io de
Ed ucac ió n Pública se mandaron a la Escuela Españ a -México
n. 2 en la ciudad de México (esta escuela se fundó para
instalar en ella a los niños igualmente con may oría de
edad ).
—7 n i ñ o s f u g a d o s q u e s e r e f u g i a r o n e n l a
E s c u e l a E s p a ñ a - México No. 2.
—3 niños residen tes en Morelia con par ticulares, con
per miso de la dirección de la escuela.
—1 a l u m n a q u e s e c a s ó e n e l a ñ o d e 1 9 3 8 " p o r
i n s t r u c c i o n e s del señor presidente" (de la República).
—4 n i ñ o s m u e r t o s .
—El t otal se r emont a a 171 niños que causan baja
de la Escuela España-México hasta el día 23 de septiembre de
1938.
En esta relación se menciona a los alumn os que de una
manera oficial y bajo consentimiento de la dirección,
abandonan la escuela. Pe ro al ma rg en de es ta no rm al id ad
ex is te un re fl uj o im po rt an te del que no se habla. Se trata de
los niños que se fugan y que mediante la actividad policíaca o
acosados por el hambre, regresa n a veces. Otro es el caso de
muchos que desaparecieron para siempre.

Algunos compañ eros recuerdan haber sido
encarcelados por ór denes del di rector Reyes Pérez que,
con esta medida , pr etendí a un escarmiento. A veces, el
encarcelamiento duraba unas horas y otras varios días,
alternando con los delincuentes comunes en la cárcel
municipal. Más graves aún eran los secuestros. Líneas
arriba se habla de "4 niñas perdidas..."
A poco más de un año, se producen cerca de 200 baja s de
niños y niñas, muchos de ellos secuestrados.
Si la s e sc a pat ori as eran fre c ue nte s, l o s ra pt os de
niñ os y especialment e de niñas llegar on a ser
escandalosos. Un grupo de importantes damas de la
ciudad de México, Puebla y Morelia m a n t e n í a n u n a
e f i c i e n t e o r g a n i z a c i ó n p a r a s u s t r a e r a l a s p e q u e ñ a s
de l o q u e e l l a s s u p on í a n " c e n t r o d e p e r d i c i ón " ( l a
Escuela España-México) para esconderlas en el seno de
familias reac ci on ar i as o e n e sc u el as c onf es io na le s d e
las ci u d a de s de Puebla y México.

No fueron pocos los padres de los niños que, al darse
cuenta de est os r aptos, escribier on a la dir ección de l a
escuela y a la p r e s i d e n c i a d e l a R e p ú b l i c a ,
a l a r m a d o s p o r q u e s e e s t a b a entr egando a su s hijos
en manos de sus enemigos. Una madr e escribe:
"En modo alguno es mi deseo el que vayan mis hijos a ninguna casa
particular. Y ésta es la primera condición que puse al inscribirlos para enviarles
ahí."
Aú n más gr av e fue el hech o de que var ios fue ron
secue str ado s para enviarlos a España al terminar la
guerra. Una de las niñas más chiquitas, Conchita Aller
Morgades, según la relación de la que está tomada la
información, fue entregada al señor Ramón Bu st am an te
Pa rd o, vie jo re si de nt e es pa ño l de la ci ud ad de Mo re li a,
que adoptó legalmente a la niña, sin el consentimiento
de sus padr es, que así se v ier on despojados de una
hija que enviar on a México par a ser pr ot egida y no
par a ser r egalada.
A un ta l se ñor Bi ll ot se le co mpr ob ó el se cue st ro de
di ez ni ño s españoles, a uno de los cuales —una niña —
le pintaron el pelo y le hacían constantemente repetir
que era mexicana y que tenía otro nombre. A la ciudad
de Puebla llegaron, aproximadamente, treinta niños
rapt ados.
En c u ant o a l as fu gas, l os niñ o s se e sc a pa b an p or
es e t an ponderado espíritu aventurero del español, si
bien es preferible creer que más bien se debía a que
nuestra vida en el internado no era lo mínimamente
grata que sería de desearse. Di ce Sánchez Espós que los
niños realmente "huían de ellos mismos", de sus
compañeros que pillaban, golpeaban, etcétera.
Ti em po at rá s, re co pi la nd o ma te ri al pa ra es te tr ab aj o,
en tr ev is té al ma es tr o Sa nt os Ba lm or i, qu ie n est uv o un a
te mp or ada en nue st ra es cu el a co n ca te go rí a de co nt ra lo r
—a de ci r su yo — y co n je ra rq uí a sob re el pr op io di re ct or .
El maest ro Ba lmor i af ir ma que el gen er al Cárdenas le
propuso hacerse cargo de la dirección de la escuela
España-México, puesto pedagógico que rechacé porque
dije al general:

"Mire general, para eso se necesita una preparación que no tengo; se
necesita un psiquiatra. Los niños vienen de una guerra, vienen con unshock. Hay
que tener mucho cuidado con ellos; cuidado y tacto. Vienen traumatizados."
»En una de las peleas que tuve con Reyes Pérez, me preguntó que cómo
iban las cosas.
»—Todo va bien —le respondí—, salvo esos cuantos chicos levantiscos y malos.
»—¿Por qué no han dominado a esos muchachos? —dijo Reyes Pérez.
»—¿Dominar? —interrumpí— Se trata de encauzar, dirigir, educar...
»—Sí, pero los anteriores directores no lo han sabido hacer. Mira, Balmori,
yo voy a saber cómo, a individuos así, la mejor manera de neutralizarlos... es
dándoles poder...
»—De manera que a los abusones, a los que molestan a los otros chicos,
¿les darías más alas?
»—En efecto. Es la manera de inmovilizados." 47
Reintegran tres fugados al internado: ... el interior, cómodo y alegre.""
Y así lo hizo Reyes Pérez: sacudió el problema en las narices
de los niños pequeños o débiles, los cuales vimos estimulado lo
que ya era un infierno.
"La cantidad de problemas a resolver diariamente, toca lo inverosímil... entre
otros, puedo recordar el liderazgo, que convertido en comité disciplinario, a
los quince días entregaba espléndidos frutos." 48
47. REYES PÉREZ, op. cit., p. 57.
48. Ibid.

No faltaban los suce sos chuscos, como el caso de un
fugitivo reincidente que, despojado de sus r opas y
encerr ado en la enfermería, escapó en cueros. Otro más
huyó, en compañía de su primo, en un burro robado en las
cercanías. No faltaban, asimismo, quiene s en su fu ga
pasaban las de Caín, sufr iend o agre siones de lo s na ti vo s,
du rm ie nd o a ca mp o ra so y ca mi na nd o dí as en te ro s, hasta
que desfallecidos y hambrientos eran detenidos y encarcelados.
A veces, volvían voluntariamente con el rabo entre las patas.
Un gr upo de ci nc o o se is pequeñ os lo gr ar on ll eg ar en
ci er ta ocasión a la ciudad de México y, detenidos por
vagancia, cayeron en manos de un jefe policíaco que, no
sabiendo qué hacer, llamó a un espa ñol am igo suy o qui en
se en car gó de aco mod arlos en di st in ta s ca sa s de
co mp at ri ot as . De es to s no re gr es ó ni ng un o al internado y
casi todos ellos hicieron carrera en diversas actividades: un o
estu dió me dicina, otro leye s y lo s demá s hi cieron carr era en
diversas actividades comerciales, con alguna fortuna.
Du rant e un ti empo fu i un trá nsf ug a en bu sca de un a
pi zca de afecto, del calor de un hogar, de una comida caliente
y nutritiva, o siqui er a lle nado ra, de un a ca ma li mpi a y si n
pa rási tos y, en fi n, de to do aq ue ll o qu e un dí a ha bí a
pe rd id o sú bi ta me nt e. Me refugiaba en casas morelianas en
las que, dramatizando la situación, me hacía alojar durante
algunos días.
En cierta ocasión, estuve un tiempo indeterminado
escondido en casa de una familia humilde de la que recibí
cuanto necesitaba, que er a po co y si n em ba rg o mu ch o.
Pe rm an ec í al lí si n sa li r de la casa dura nte muchos días,
hasta que pensando en que ya nadie me bu scaría, la
señor a de casa me envió a com pr ar pa n y, en és as , un
em pl ea do de la es cu el a me at ra pó . Nu nc a su pe vol ver al
siti o, al que sola mente ha bía entr ado y sali do en una
ocasión. Fu e mu ch os añ os de sp ué s qu e vol ví a ver lo s
me di an te un az ar . Me abra zaro n em ocio nado s y re cord am os
muchas inci dencia s de aquel tiempo lejano.
Para ev it ar re in ci denc ia s, me as ig nó Re yes Pére z a la
tu te la de un empleado, joven cariñoso a quien desde entonces

llamé "pa pá ". Se tr at a de l ya fal lec ido pi nt or Gu il ler mo
Me za, qui en po r cierto desposó a una de nuestras
compañeras con la que formó un a fa mil ia ej empl ar . De
él es ob ra la car át ul a de las do s pr imer as ediciones de este
libro. Pero no solamente los pequeños se fugaban:
"De entre los muchachos grandes, casi todos mayores de 16 y hasta de
veinte años... (sic) se han fugado algunos en busca de aventuras." 49
Niñas españolas entregadas a los enemigos de sus padres.
En un moment o dado, mis her manos habí an
abandonado la escuela: el mayor f ue colocado por la
dirección en una tienda de comestibles de la ciudad de
México, el mediano formó parte de un grupo enviado a
una secundaria de la propia capital y mi he rm an a fu e
ra pt ada y env ia da a un col eg io co nf es ional ca pi ta li no, e n
donde las monjas hacían objet o de malos tr at os a las
niñas es paño la s al lí se cues tr adas , pues er an hi ja s de
ro jos. En un a pr im er a ocas ió n, ac omet í la em pr es a de
fu ga rm e a Méxi co en busc a de mi s he rm an os.
49. Ibid., p. 157.

Nos ha bí am os pues to de ac uerd o cu at ro comp añ er os,
to dos no ve le s, e hi ci mos lo s pr epar at iv os con ta l
in di sc re ci ón qu e, cu an do la emprendimos, est aban
ent er adas incluso las pulgas. Íbamos alegremente
rum bo a Mé xi co, por la única carretera que enton ces
exi st ía, (act ua lmen te hay var ias op cion es). Cu ando se
apr ox imaba algún vehículo, el rico agitaba dos billetes
de cinco pesos cada uno, como señuel o par a el aven tón
( au tos top). Diez pe sos er a un a sum a respe tabl e, que
qui én sabe en dó nde se habr ía agen ci ado nuest r o amigo,
con no muy buena r eput ación, por cier to.
Del único coche que se detuvo bajó justamente Reyes
Pérez, quien apoplét ico por la ir a nos metió en el coche
a bof etadas: "¡Ca br on es! ¿Qué les hago pa ra que se me
largue n?" Fue la única mala palabr a que jamás le
escuché, pues no las acost umbr aba. Por ciert o, en una
de sus fr ecuent es ar engas se quejaba: "Una c o s a e s
J u a n D o m í n g u e z y o t r a , u n a p a l a br a q u e n o u s o . " Y
nos ot ros , que de sconoc íamos el refrán, lo apr endi mos de
él: "Una cosa es Juan Domínguez y ot r a es, no me
chingues" , es decir, no me jodas.
Ll eg ad os a la di re cc ió n de l in te rn ad o, no s di er on
nu es tr a ra ci ón de cor re az os y un a bu en a re pr im en da . Me
en ca ré con Re yes Pé re z: "¡Usted no tiene derecho a
pegarme; no es mi padre!" Eran días en que mi padre moría
asesinado en un campo de tortura alemán...