La influencia lingüística portuguesa en Extremadura - Paseo Virtual ...

La influencia lingüística
portuguesa en Extremadura
Unamuno ha sido el literato español que
más ha amado y mejor ha conocido a Portugal.
«¿Qué tendrá Portugal --se preguntaba-- para
así atraerme? Cuanto más voy a él más deseo
volver.,, Don Miguel frecuenta la tierra portu-
guesa y se empapa de su cultura a la que llega a
conocer como nadie. Y confiesa llevar graba-
dos los personajes camilescos como los de
Dickens, «a los que no ceden en nada», según
él. Y dirá que en Coimbra pasó los días más
serenos y fecundos de su vida. Portugal, sus
tierras y sus gentes se adentran en el corazón
del vasco, en el alma del poeta que aludirá a
Aunque no con la intensidad de
Unamuno, no han faltado los litera-
tos extremeños atraidos por Portu-
gal. El más representativo, Diego
Sánchez de Badajoz, tiene una obra
influenciada por Gil Vicente con un
léxico pródigo en lusismos. Tam-
bién está presente Portugal en el
curioso poeta Adolfo Vargas. Y pa-
labras portuguesas pueden ras-
trearse en el líbro «De cosas extre-
meñas y algo más». de Javier San-
cho. Estos dos últimos aspectos se
observan en la obra del poeta Fran-
cisco Rodríguez Perera, de madre
portuguesa, buen conocedor del
pais vecino y de su cultura, que
mantuvo contactos personales y la-
zos de amistad con poetas de Alen-
tejo quienes colaboraron en la re-
vista «Alor», que Perera dirigía.
Trabajó éste por el acercamiento de
ambas regiones vecinas. De ahí que
el diario «Comercio» de Oporto le
calificara de « incansavel obreiro da
aproximacao entre os dos paises».
Asimismo, en Enrique Segura Ota-
ño, navarro de nacimiento pero ex-
tremeño por vocación y ded icación,
hay cierta curiosidad e interés por
Portugal y su literatura. En Don En-
rique, que escribió una biografía de
Eca de Queiroz, debió de influir Ba-
dajoz, en la misma frontera, como
Salamanca en Unanumo.
Recientemente un grupo de inte-
lectuales extremeños, entre los que
destaco a mi dilecto amigo, el pro-
fesor Juan García Gutiérrez, se inte-
resa por la cultura del pais vecino y
por su promoción, y trabaja para
estrechar los lazos entre Extrema-
dura y Alentejo. Y es que Portugal,
tan próxima, tan cercana, sigue es-
tando ignorada. ¡Cercanía e igno-
Por EDUARDO BARAJAS
rancia en una paradógica razón di-
recta como tantas veces! Todavía
hoy podemos preguntamos como
Eugenio D'Ors, pero con mucha
mayor extrañeza porqué estamos
aquí, en Extremadura, vecinísima
de Portugal, y estamos ahora, en
1979, con todo lo que ello significa.
¿Cómo de tierra tan próxima y
de psicología tan hermana, de len-
gua y literatura tan asequible lo po-
demos ignorar casi todo?» Porque,
en verdad, conocemos muy poco
de nuestros vecinos. La falta de es-
tima, generalizada, se proyecta en
el campo de la investigación sobre
tierras, gentes y hechos que tienen
tanto en común. Y no es extraño
encontrar hombres de una cierta
Cultura que, con enfoque ridículo y
rastrero, sólo ven lo que nos separa
y no lo que nos une. ¿Es la ignoran-
cia o el perjudicial desdén o son
ambas cosas lo que nos ímpide
acercarnos a Portugal, a la cultura
portuguesa y conocerlas mejor?
Nosotros no podemos ignorar las
interrelaciones que existen entre
ambos pueblos, entre sus culturas.
Y debemos saber que la Historia de
Extremadura, en particular la de de-
terminados pueblos extremeños,
no puede hacerse con seriedad sin
recurrir a fuentes o archivos portu-
gueses, ya porque nuestros cronis-
tas o historiadores han tratado el
tema a grandes rasgos, o de manera
insuficiente o superficial, o senci-
llamente, porque no han dicho na-
da, ya también, porque existen no
pocos documentos en portugués
de importancia capital para noso-
tros, como pueden ser los conteni-
dos en las Gavetas da Torre do
ellas de forma reiterada. Dice el propio Una-
muno que fue Guerra Junqueiro el que despertó
su interés por Portugal y sus cosas. Fueron
también Teixeira de Pascoaes y otros amigos
portugueses. Y Salamanca, su tierra fronteriza
de adopción, debió de ser un factor determinan-
te. La lusofilia del gran pensador español, refle-
jada en sus escritos, especialmente en «Por
tierras de Portugal y de España», ha sido tema
de un extenso libro de Julio García Morejón,
«Unamuno y Salamanca», publicado en 1946, y
una segunda edición en 1971.
Tombo o las descripciones porme-
norizadas de Fernan Lopes, el
Conde de Ericeira o de Aires Varela.
Nadie que estudie lingüística-
mente nuestra región puede pres-
cindir de los trabajos de J. Leite de
Vasconcelos sobre Etnografía,
Onomástica o Lingüística, apareci-
dos muchos de ellos, como sus
«Dialectos Alentejanos- (donde es-
tudia el habla de Alandroal, Barran-
cos, Olivenza, etc.) en la «Revista
Lusitana,,, ni de los de Pombinho
Junio, Serra Frazao, Gomes Fra-
dinho, Gomes Pereira, en la misma
Revista, ni tampoco los de A. T. Pi-
res, Agostinho Fortes, Capela e Sil-
va, Manuel Delgado o Carvalho
Costa. Un lingüista estudioso del
habla o del léxico extremeño no
debe ignorar los estudios del doc-
tor Paiva Boleo, de la Universidad
de Coimbra, ni los resultados obte-
nidos en su Inquérito Lingüistico, ni
las tesis doctorales dirigidas por él
en dicha Universidad ni, por su-
puesto, las leídas en la Facultad de
Románicas de Lisboa (1).
Existen apatía y desinterés, hijas
quizá de la ignorancia, por la inves-
tigación de la influencia portu-
guesa en nuestras hablas, lo que
explica la escasez de estudios so-
bre el tema (2). El de Gregorio Sal-
vador, «Lusismos», en la Enciclo-
pedia Lingüística Hispánica, com-
prende 22 páginas y de éstas de las
dos que emplean para hablar de los
portuguesismos dialectales, dedica
tres líneas a los extremeños (3): Y,
sin embargo, la influencia del por-
tugués en las hablas extremeñas es
tan notoria y notable como desco-
nocida y poco estudiada.
La Historia nos muestra una ex-
tensa zona a ambos lados de la
frontera que fue reducto de los mo-
zárabes y que en el siglo XI, desde la
desembocadura del Mondego
hasta Beja pertenecía al reino moro
de los Aftásidas de Badajoz. Ello
explica la evolución de ciertos to-
pónimos y los numerosos arabis-
mos comunes al extremeño y alen-
tejano y desconocidos o inusuales
en las restantes regiones de ambos
países. Hecho importante por sus
repercusiones y resultado fue ta
guerra de Restauración, iniciada en
diciembre de 1640. Durante los tres

años siguen los portugueses, con-
quistan varios de nuestros pueblos
y los reducen al silencio y a la ruina,
a la soledad y al abandono hasta
1668 o después (4) en que comien-
zan a regresar los que se habían
ido, o sus hijos o sus nietos que
repueblan y reconstruyen, trabajo-
samente, lo destruido. Pero la re-
población se efectúa también con
gentes que proceden del sur de la
provincia y con gran cantidad de
portugueses que, como dice Duarte
Nunes de Leao, «Consigo levaron
sus lingua».
En nuestros pueblos se instalan
entonces artesanos de los oficios
más diversos (albañiles, herreros,
zapateros, carpinteros...), agricultores,
vaqueros, pastores, trabajadores
o malteses que dejan sus huellas
en el vocabulario de las respectivas
profesiones.
La Geografía nos enseña las semejanzas
entre estas dos regiones
fronterizas Alentejo y Extremadura,
semejanzas que se ven beneficiadas
por los contactos habituales o
periódicos. Varios de nuestros
pueblos están casi emparejados
con otros portugueses de los que
apenas les separan unos kilómetros
y con los que mantienen más relaciones
socio - económicas que las
que puedan tener con pueblos de la
misma provincia, más distantes entre
si. Piénsese en la comunicación
constante entre Elvas y Badajoz o
entre Morón o Reguengos de Montarás
y Villanueva del Fresno y,
aunque menos, entre Valencia del
Mombuey y Amareleja, San Vicente
o Valencia de Alcántara y Marvao o
Portalegre.
En toda esta zona, salvo en Olivenza
y sus aldeas y en La Codosera
no puede hablarse de verdadero bilingüismo
(5). Un bilingüismo efectivo,
es decir, el que permite que el
hablante emplee alternativamente
ambas lenguas, apenas si existe.
Hay, sí, un bilingüismo potencial
que lleva a comprender la lengua de
las poblaciones vecinas, a reproducir
sucesos o diálogos en una «mistura»
de portugués y español o a
conocer un sistema de correspondencias
Iéxicas en ambos idiomas.
Un conocimiento, en suma, lleno de
interferencias --explicables, por lo
demás, en todo contacto de las lenguas--,
que denotan expresiones
como «Amarelo y con ojeras»,
«Mucho pan hay en Castela más
tenlo quien lo ten» o «A mí ni fu ni fa
ni carallo en Portugal».
La demarcación lineal de las fronteras
es creación relativamente reciente
del derecho internacional.
Antiguamente las fronteras eran
vastas extensiones despobladas a
través de las cuales oscilaba la divisoria,
convertida en ocasiones en
zona de discordia. A ello alude el
nombre de contiendas o reyertas
que se les dio y que subsiste todavía
en la toponimia menor de los pueblos
rayanos. Hasta 1936 los contactos
fueron más frecuentes. A
partir de este año y hasta 1939 se
cerró la frontera y se puso guardia
que, aunque no impidió el paso total,
si lo redujo bastante. Pero, con
permiso o sin él, los contactos continuan.
Y en esta comunicación entre
localidades geográficamente
muy próximas radican muchas de la
causas de la penetración lingüística
del portugués. Los inmigrantes, los
viajes, los matrimonios, el comercio,
las ferias, las romerías, las cacerías
y batidas contra los lobos, el
contrabando, etc., originan un gran
intercambio lingüístico.
La inmigración portuguesa, tan
importante después de la guerra de
Restauración, no ha cesado nunca
(6). Los matrimonios mixtos se han
efectuado desde muy antiguo. La
regla general ha sido el casamiento
de un mozo portugués con una jo-
ven española, quizás porque, como
decía Unamuno, «en España se
cree que los portugueses tienen
buen tipo, pero las portuguesas
no», con lo cual no estaba de
acuerdo ni Lord Byron ni el mismí-
simo don Miguel ni tampoco lo es-
tán --pienso yo-- muchos badajo-
censes de ambos sexos. Las ferias y
romerías han dado lugar a frecuen-
tes contactos. Sorprende la afluen-
cia de portugueses en la feria de
San Juan y en la romería de Bótoa,
en Badajoz, así como en la romería
de San Ginés, en Villanueva del
Fresno, donde actúa siempre,
como en su feria de agosto, una
banda de música portuguesa. Y no
se pueden dejar de mencionar los
veraneos en Figueira da Foz, Setu-
bal o Sesimbra y los baños en Gua-
diana, verdadera playa de las clases
pueblerinas menos pudientes.
Pero el más fértil motivo para el
acercamiento de nuestros pueblos
ha sido el comercio activo. Los
cambios comerciales son autorizados
por el Tratado de Badajoz
(1267), entre Alfonso X de Castilla y
Alfonso III de Portugal, primero de
los fronterizos que se conocen.
«Otorgamos comunalmente que
pan e vino e todas las otras vendas
corran de regno a regno» (7). Un
acuerdo que continúa vigente en la
práctica. Badajoz sostiene con Elvas
y otros pueblos de Alentejo o de
la Extremadura portuguesa un importante
intercambio comercial,
perceptible por el mismo hombre
de la calle cualquier día de la semana
pero en especial los viernes y
sábados. Aquí vienen a comprar los
más variados productos desde los
alimenticios o del vestido hasta los
farmacéuticos y a verse con médicos
especialistas y hasta a jugar a
las quinielas.
La influencia lingüística portuguesa
se proyecta en el léxico, en la
fonética, en la onomástica, personal
y en la toponimia. Hay préstamos
privativos de un solo pueblo,
como es el caso de «pata», nombre
que se da en Villanueva del Fresno
al juego que en los demás pueblos
de la provincia recibe la denominación
de picota, toña, brindola, bi-
Ilarda, mocho, palo y mocho, etc.
Pata es un alentejanismo, usado en
Elvas y Monzarás, que no registran
los diccionarios portugueses más
corrientes, aunque si los libros de
Manuel Delgado y Silva Picao. Alvar
llama a estos portuguesismos ocasionales
y aclimatados a los que se
hablan en tres o más pueblos.
Alminar/27
Un lusismo puede identificarse
por su formal por su significado y
por su distribución geográfica. A
veces la forma puede conducir a
apreciaciones erróneas como en
prestiño que, aunque lo parezca, no
es palabra portuguesa.
En cambio, en gallo, «gajo de na-
ranja», tenemos un préstamo se-
mántico. Existen determinadas pa-
labras consideradas como portu-
guesismos que no son sino voces
prerromanas o arabismos comunes
al español y portugués. Charneca
puede ser un ejemplo de las prime-
ras.
Son índice de portuguesismo: 1)
la conservación de la f latina, como
en refugo «desperdicio, deshe-
cho», ficar «quedar, morir»; 2) Man-
tenimiento de ll donde el caste-
llano tiene j, como en Carballa (del
latín carbalium) que ha dado el cas-
tellano Carbajo (ambos nombres
están representados en la toponi-
mia menor de Villanueva del Fres-
co); 3) Reducción de -NN-a-N-
como en cabana «cabaña»; 4) La no
diptongación de e y o tónicas, pro-
venientes de ae, e y ô latinas, como
en ferramenta «herramienta» y
Abrilongo, hidrónimo de La Codo-
sera; 5) Persistencia de la e de la
terminación - ellu, como en cotu-
velo «cotubillo» y gurumelo «seta
comestible» (pg. cogumelo).
Muchos portuguesismos han
adaptado su fonética a la del caste-
llano y la identificación se hace me-
nos fácil sobre todo cuando se trata
de un dialectal portugués no reco-
gido.
Hay lusismos propios de nuestra
provincia y otros comunes con las
de Zamora, Salamanca, Huelva, ga-
llegas o canarias. Abundan más,
como es obvio, en los pueblos ra-
yanos o próximos a la raya pero
también se localizan en el interior,
introducidos por segadores, pare-
deros u otros trabajadores portu-
gueses.
Tal ocurre con cañafote (pg. ga-
fanhoto) con gran variedad de aló-
fonos y alomorfos, incorporados ya
al folklore en la copla San din galan
din, que se cantaba en las matanzas
de Villanueva del Fresno y a la que
pertenece la siguiente estrofa:
Yo he visto una rana en cueros
y un cañafote en camisa;
un perro bailando un tango
y un gato muerto de risa.
En la misma línea de la que se
canta en San Bento de Mato (Apud
Inquérito Lingüístico Boleo), que
no es más que una variante de la
número 456 del Cancioneiro Popu-
lar do Baixo Alentejo, de Manuel
Delgado (Rey. de Portugal, XVII, p.
54)
Ej'a vi uma pulga a leer
e um piolho a andar a escola
nas asas duma formiga
un gafanhoto a tocar la viola.
(Continua en la siguiente)

28 / Alminar Febrero 1979
(Viene de la anterior)
Encontramos préstamos en to-
das las campos:
-- Cuerpo humano; enfermeda-
des, defectos o cualidades, etcéte-
ra: Cambalearse «tambalearse»,
empertigarse «hincharse de co-
mer», maltés «holgazån», cañoto
«zurdo», «engurrubiñarse arru-
garse», entumirse por el frío, fastío
«hastio», empije «mancha blanca
en la cara»
--Alimentos; repostería, cocina,
etcétera: fariñera «especie de mor-
cilla», sorda «clase de sopa», bo-
rracho «dulce de sartén», papancia
«comilona, comida».
-- Juegos: Pata «tala», bolindres
«canicas», cabra ciega «gallinita
ciega».
Prendas de vestir: gabinardo
«abrigo largo» casaco «prenda
corta de abrigo», botifarras «botas
grandes y mal hechas», farrapo
«harapo».
Agricultura: Cangallas «angari-
llas-, curela «faja de tierra cultiva-
ble», casullo «cascarilla del trigo»,
juera «criba,,, pargaña «arista de
las espigas de cereales».
-- Vegetales: Bamburro «hierba
dañina», bamburral «abundancia
de bamburro» fradiño «variedad de
judía», gurumelo «seta», baga
«vaína de ciertos frutos» bago
«grano».
--Ganadería: picarda «cabra con
pintas blancas», rencollo «renco-
jo», engorda, «matanza», «piara de
cerdos gordos». cabana «cobertizo
de vacas»
--Animales: arbela «chiribia»,
biñoca o miñoca «lombriz», pinta-
silbo «pinzón- rola y ruta «tórtola,,,
vaca lora «abadejo», cartacho ,,ta-
rabilla común,,, popa «abubilla»,
cotupia «cogujada».
--Utensilíos domesticos o arte-
sanos: troya ,,llana de albañil,, pio-
Ilos «puntitas finas para los zapa-
tos», brochas «ta«huelas-, bacía
«palangana», tarro ,,vasija», «espe-
cie de fiambrera de corcha», em-
bucle ,,embudo», alfusa «cántaro
pequeño con un asa», cucharro
«vasija para beber o lavar».
Son portuguesas las expresio-
nes: No parar en ramo verde «no
tener sosiego» Tapar buracos «pa-
gar deudas», en el pino la calor
«cuando más calor hace» Y los re-
franes «gallina pedres ni lo prestes
ni la dés» y «cuando canta la rula la
cabra recula».
Y, como es normal en las breas
fronterizas, no escasean las conta-
minaciones, como churumbela (de
churubia y arbela) y enzinera (de
encina y azinheira).
En la Onomástica personal exis-
ten nombres como Beatriz. Catrina,
Domindos, Mariquiña. Ventus; ape-
llidos como Coello, Faria, Figueire-
do, Fraire, Almeida, Barreto; y apo-
dos como Cutuvio, Pego, Caco,
Cartacho, Rulo, Cágado, Vitén, Za-
farito; y en Toponimia: Alandros,
Carballa, Cutelo, Falcón, Moliñola,
Monte, Novo, Monte blanco, Monti-
Ilón (Mantillón en la pronunciación
actual), Piñero, Pombiño, Ratiña,
Ventiño...
Sería muy positivo una investiga-
ción de las relaciones entre Extre-
madura y Alentejo y de los contac-
tos y ósmosis entre las poblaciones
de ambas regiones todo lo cual faci-
litaría el conocimiento de las afini-
dades lexicales, así como el de la
distribución geográfica de los vo-
cablos y su datación.
EDUARDO BARAJAS
NOTAS:
(1) BATISTA, Cándida Saudade Costa:
«O talar da Es«usa (con«. de Marvao,
distr, de Portalegre). Lisboa, 1967, XI
más 403 pp. 2 mapas, dibujos y fotogra-
fías.
BOLEO, Manuel de Paiva: O estudo
das relacoes do portugués e do espanhol
na Europa e na América e influencia des-
tas lenguas en territorios de Africa e de
Asta (in Estudos de Linguistica Portu-
guesa e Románica y Coimbra 1975, pp.
353-398).
DELGADO, Maria Carolina Saramago:
«O talar de Baleizao (con«. e distri de
Beja). Lisboa, 1970. X/li MÁS 415 pp. un
mapa y fotografias.
CARREIRO, Marta Eduarda Ventura:
Monografía Lingüística de Nisa (distr. de
Portalegre). Lísboa, 1948, XII más 336
pp., un mapa, dibujos y fotografías
MALA, Clarinda de Azevedo: Os falares
do Algarve (Innovacao e conservacao),
Coimbra, 1975, 169 pp., con 32 mapas.
MATIAS, Maria de Fátima de Rezende
de Fernandes: -Bilinguismo e nivei so-
ciolingüisticos numa regiao luso - es-
panhola (concelhos de Alandral, Campo
Maior, Elvas e Olivenca).Coimbra, 1974,
11 más 402 pp., policopiadas.
PAULINO, María de Lourdes Semedo:
Arronches (con«. de Distr. de Portale-
gre):
Estudo da linguagem e etnografía.
Lisboa, 1959, XIV, más 331 pp., un mapa,
dibujos y fotografías.
(2) WEBER DE KURLAT, F.: Portu-
guesismos en el teatro del siglo XVI. Los
portuguesismos en Diego Sánchez de
Badajoz. Rey. Filología, XII, B. Aires,
1970, pp. 349, 359.
MARTINEZ MARTINEZ, M: El enclave
de Olivenza, su historia y su habla,
Tesis doctoral. Granada, 1974.
(Interesa consultar por su importan-
cia, los trabajos de J. Pérez Vidal sobre
los portuguesismos en Canarias y el de
M. Alvar sobre los andaluces, sin olvidar
el de Sa de Nogueira =Palabras castella-
nas de origen portugués». Lisboa, 1948.)
(3) «Los extremeños juera «harnero
(pg. joeira), agujero «rollo de madera
destinado a la construcción». (pg. aguiei-
ro) y buraco, los comunes a toda fronte-
ra, techar «cerrar» y fechadura «cerra-
dura».
(4) Los libros parroquiales de pue-
blos fronterizos, y algunos no tan fronte-
rizos, se interrumpen en 1641 o siguien-
tes hasta después de 1668. En Cheles las
ocho primeras partidas del libro de De-
funciones, redactadas en 1676, están en
portugués y firmadas por el cura Joao
Ferreyra. Un padrón vecindario de Villa-
nueva del Fresno, del año 1694, está pla-
gado de nombres, apellidos y apodos
portugueses. Y algo parecído, no tanto,
cabe decir de Valencia del Mombuey,
Oliva de la Frontera y Zahinos.
(5) Es lástima que estos pueblos
pierdan el habla portuguesa, que me-
nosprecien esa especie de privilegio.
Porque, aparte de lo positivo de todo bi-
lingüismo en cualquier humano, es muy
importante para nosotros los españoles
con uno de los sistemas fonológicos más
simples de Europa, disponer de la ri-
queza de fonemas del portugués que po-
sibilita un mejor y más rápido aprendi-
zaje de las lenguas extranjeras. Algo de-
bería hacerse en esos pueblos, ahora
que el hablar de portugués no tiene otras
connotaciones, sobre todo en Olivenza,
que tas estrictamente lingüísticas o so-
ciolinguísticas.
(6) Antes de la guerra civil la clase
rural de Algarve y Alentejo venía a Ex-
tremadura para participar en la siega u
otras faenas agrícolas. Yo he hablado en
Santa Marta con gente que segó al lado
de estos hombres. Gente hay en Badajoz
que recuerda haber visto en su estación
de ferrocarril «cuadrillas de segadores-
para faenar en la fértil tierra de Barros.
Cf. Carminda Cavaco: Migracoes ínter-
nacionais de trabalhadores do Sota-
vento do Algarve. in Finisterra, Reviste
Port. de Geografía, Lisboa, Vol. VI, n. 11,
1971, pp. 41-83; Mariano FEIO: «Le Bes
Alentejo et l'Algarve Lisbonne, 1949, pp.
111-113, y MAIA, Clarinda de Azevedo:
Os falares do Algarve, Coimbra, 1975,
p 92.
(7) Centro de Estudios Ultramarinos:
As Gavetas da Torre do Tombo, vol. VIII,
Gaveta XVIII, Macos 1-6), Lisboa, 1970,
pp. 302-304.