EL SANTO ROSARIO DE LA LLAMA DE AMOR DEL INMACULADO ...

hay otro igual a mi”. He aquí los dioses que tiene el
pueblo de Dios”...
UNA MUJER TE PISOTEARÁ.
Escribe, hijo mío: “¿Cuántos son los espíritus del mal?
¡Son un número grandísimo! Son miles de miles de millones
y pululan por todas partes. Todos están congelados en la
voluntad del mal. No todos son igualmente culpables, y por
tanto no son igualmente castigados, pero todos viven en un
miedo que jamás tendrá fin.
Su líder, que puede desencadenar desórdenes personales y
sociales, familiares, nacionales y mundiales, que puede
suscitar monstruos de tiranía y ferocidad, y sabe infundir
terror sobre naciones enteras, él mismo vive en el terror;
terror de una Mujer que ha destruido su sueño de
supremacía infernal sobre la humanidad.
He aquí por qué las almas que viven de la fe no le temen,
es más, lo pueden hacer huir si se usan las armas que os
he dado”.
Es infinito el número de casos que prueban el gran poder
exorcista que Dios le ha dado al Santo Rosario, uno de
ellos sucedió en Octubre de 1573 cuando la Iglesia fue
salvada del Imperio del Mal, el cual estuvo a punto de
exterminarla por medio del poderoso ejército Turco. Al
hombre se le ha puesto en las manos los medios para
liberarse, defenderse y protegerse de los ataques del
Enemigo, al ser uno en la Milicia de María, Reina de Todas
las Victorias, mediadora del poder exorcista del Santo
Rosario, el cual consiste en conocer, alabar y agradecer a
la Santísima Trinidad por la Obra de la Redención del
Género Humano que realizó Jesús viniendo al mundo por
medio de María, Obra Maestra del Padre Celestial,
aprendiendo de Ellos al meditar los Misterios y ser
enseñados en los mismos pasos que Ellos dieron con el fin
de continuar la Obra de la Santísima Trinidad realizando
la misma misión adaptada a cada uno. Ésa de la que Jesús
NS habla en su Santo Evangelio: “Mi carga es suave y mi
yugo ligero” – porque son Ellos mismos quienes realizan el
trabajo a través de la agencia de cada uno de sus pequeños
hijos dados al Amor.
Jesús Dice, “Yo, en Mi Santidad Trinitaria, os di a esta
humilde Virgen para ser conferida por Sus virtudes y
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