INDUSTRIA TRADICIONAL LAS CANTERAS Y LA PIEDRA DE ...
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<strong>INDUSTRIA</strong> <strong>TRADICIONAL</strong><br />
<strong><strong>LA</strong>S</strong> <strong>CANTERAS</strong> Y <strong>LA</strong> <strong>PIEDRA</strong> <strong>DE</strong> COLMENAR<br />
Las magníficas canteras de piedra blanca de Colmenar fueron las que mayor riqueza dieron<br />
a este pueblo. Un día, no sabemos cual, el hombre había descubierto en el subsuelo del<br />
páramo de Navarredonda una piedra blanca de gran belleza y de calidad muy superior a la<br />
que proliferaba por las demás partes del subsuelo y al poner en explotación ese singular<br />
yacimiento, de unas 26 ha., lo hizo no desmontando la capa que le tenía oculto a la vista<br />
humana, sino adentrándose en las entrañas de la tierra de donde arrancaba y sacaba a la<br />
superficie con inauditos esfuerzos, llenos de peligro, bloque tras bloque, que luego<br />
transformaban en columnas, pilares, estatuas, fuentes, edificios.<br />
La piedra caliza de Colmenar es altamente resistente a la intemperie y a la polución, poco<br />
heladiza e impermeable, se modela bien y conserva intactas sus cualidades, como se ha<br />
comprobado en piedras que han estado siglos a la intemperie.<br />
Los mejores arquitectos de todos los tiempos la han usado para embellecer sus edificios,<br />
muestra de ello son: Alonso de Covarrubias, Francisco Sabatini, Pedro Ribera, Juan<br />
Bautista de Toledo, Juan de Herrera o Victor D’Ors.<br />
El interés geológico que ofrecen estas canteras, ya visitadas a mediados del siglo pasado<br />
por el insigne Casiano de Prado, indujo a visitarlas en colectividad a los asistentes al XIV<br />
Congreso Geológico Internacional celebrado en Madrid en el año 1926, de cuya visita los<br />
geólogos nacionales dejando el siguiente estudio.<br />
Corte geológico<br />
El corte geológico de la zona superior del mioceno de Colmenar de Oreja, hasta una<br />
profundidad de 25 m. en que se encuentre el nivel acuífero, muestra las siguientes capas de<br />
arriba abajo: tierra vegetal, calizas descompuestas, bancos de caliza en explotación<br />
(Cabezal, Banquillo, Sobrebanco, Banco Gordo, Banco de Levante, Banco Vidrioso),<br />
calizas inferiores, caliza grumosa, marga caliza, arenisca, arena, arcilla plástica (utilizada<br />
en la fabricación de tinajas), arenisca, más arcilla plástica, marga verde y arena. Debajo del<br />
nivel acuífero se encuentra un tramo margoso yesífero que constituye la capa impermeable<br />
para las aguas que se infiltran en la caliza de los páramos, y que abastece las fuentes de<br />
Colmenar con bastante caudal.<br />
La Piedra caliza de Colmenar<br />
El estudio geológico determinó que la caliza blanca de Colmenar de Oreja era la mejor<br />
piedra caliza para la sillería de Castilla La Nueva, prueba de ello fueran los resultados más<br />
que satisfactorios obtenidos, en los ensayos efectuados en los laboratorios de la Escuela de<br />
Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos: “Peso específico: 2,61. Porosidad: 0,0214.<br />
Resistencia a la compresión en cubo de 7c.c. de arista y roca en estado natural: 1.101 Kg.<br />
Impermeabilidad absoluta a la presión de dos atmósferas durante cuatro horas. Resistencia<br />
a las heladas perfecta.
Estratigráficamente se observa restos de los moluscos palustres o terrestres siendo<br />
abundantes en estas rocas del tipo Planorbis, Lymnaea, Bythinia y Helix entre otros. Esta<br />
caliza blanca miocena de Colmenar de Oreja es conocida con el nombre escueto de “Piedra<br />
de Colmenar”, lo que da ocasión con alguna frecuencia a la errónea frecuencia de que<br />
procede de algún otro Colmenar.<br />
Entre los propietarios de las canteras, llegó a figurar el Rey, pues para la obra del nuevo<br />
Palacio Real de Aranjuez, junto al viejo Maestrazgo de Santiago, que mandó construir<br />
Felipe II por el año 1561, se compro y excavó una cantera en el término de la villa de<br />
Colmenar. Fue la única cantera que desde su apertura vino haciéndose a cielo abierto, cosa<br />
muy aparente para un “cantero” con excepcionales medios económicos y técnicos, como<br />
era el Rey.<br />
En las demás canteras la explotación no se hizo así. Una tras otra fueron abriéndose<br />
mediante cala de la corteza terrestre y extracción por el sistema de galerías iluminadas con<br />
tragaluces abiertos al exterior en sus techos, que iban quedando sujetos por puntales de la<br />
propia piedra. El tipo de explotación solía ser familiar.<br />
La cantería tuvo su más esplendoroso momento durante el s.XVIII consumido en labrar el<br />
imponente edificio del Palacio Real de Madrid y la serie de estatuas de gran tamaño, en<br />
total 94, que le iban a coronar y que hoy andan en buena parte repartidas por diversos<br />
lugares de la Capital.<br />
El problema de aquellos tiempos, aparte de la penosa extracción de los bloques bajo tierra,<br />
era el transporte de tan pesados volúmenes. No existía otro que el lentísimo rodar de las<br />
carretas tiradas por bueyes y, para las mejores piezas, los carros falcados, que poseían cierta<br />
curvatura basada en la figura de la hoz. La piedra de Colmenar también fue usada ante o<br />
después en las iglesias de Colmenar y Chinchón, y en variedad de construcciones de<br />
Aranjuez y Madrid como la Palacio Real de Aranjuez, la Puertas de Alcalá y Toledo, la<br />
Catedral de la Almudena, la Casa de Velázquez, el Museo del Prado, el Observatorio<br />
Astronómico, Teatro Real, Banco de España, Palacio de Correos y Comunicaciones, o la<br />
Catedral y el Alcázar de Toledo.<br />
En la actualidad, la explotación de las pocas canteras que se siguen explotando está<br />
mecanizada y se hace a cielo abierto. Ya no hay peligro de derrumbamiento, ni de<br />
accidentes. Media docena de hombres realiza el trabajo que hacían antaño mil. La piedra<br />
cada vez esta más profunda y los costes de extracción aumentan.<br />
En las últimas décadas ha proliferado la fabricación de cal con las piedras más pequeñas y<br />
de inferior calidad. Sus utilidades son varias desde enriquecedor del abono, compuestos<br />
destinados a fortalecer las osamenta de determinados animales, la fabricación de vidrio o<br />
betún, cemento blanco, grava, etc.<br />
HORNOS Y TINAJAS
La fabricación de tinajas fue una de las industrias más características de Colmenar, al que<br />
dio renombre, abundante trabajo y ocupación y gran importancia para su economía. El<br />
origen de estas vasijas fue la elaboración y conservación del vino, siendo única en su<br />
género en el ámbito nacional durante muchos años después de su aparición que de data a<br />
mediados del S.XVIII. Alcanzó justa fama y arropada en ella fueron multiplicándose por<br />
las áreas vinícolas del país las bodegas en que esta tinaja lucía la hermosa estampa que la<br />
depara su esbelta y airosa y airosa línea abombada. La aparición de nuevas técnicas y<br />
materiales para la conservación de los caldos inicio el declive de esta industria, con grandes<br />
secuelas económicas y migratorias a lo largo de su lento ocaso.<br />
En 1891, De Pablos relata que existían 32 hornos de tinajas en los que se cocían de 150 a<br />
200 hornadas anuales de 3.500 a 4.000 arrobas de cabida cada una, que se vendían al precio<br />
de 50 céntimos la arroba en fábrica.<br />
La primera operación era la preparación del barro o materia prima. El terrerista se ocupaba<br />
de extraer, en mina, del subsuelo la greda o arcilla y la almacenaban en el jaraiz del<br />
tinajero. Allí se batía la greda con agua y quedaba hecho el barro, que después se trasladaba<br />
al cuarto o sótano anejo a la pieza, donde se pisaba a ritmo cadencioso envuelto en arena<br />
antes de utilizarlo, lo mismo que se pisan las uvas en un lagar.<br />
En el mes de Octubre se empezaba la tinaja y se terminaba por Junio y cada tinajero llevaba<br />
a la vez un determinado número de ellas. Labrándolas a mano y a ojo sin otros utensilios<br />
que una astilla de madera, con la que golpeaba el barro que cada día de labor iba añadiendo<br />
a la tinaja en formación y una caña para ir controlando la anchura y de esta manera cada<br />
tinaja, de las que llevaba el tinajero, iba creciendo desde el culo a la boca. La base de la<br />
tinaja se hacía en pocos minutos. Luego había que esperar, sino el peso de la arcilla<br />
desmoronaría todo el empeño, así que la tinaja crecía por partes. Se dejaba que el barro se<br />
endureciera un poco durante unos días y después se continuaba la labor.<br />
La capacidad oscilaba entre 300 y 500 arrobas y su altura llegaba a alcanzar los tres metros.<br />
En este tipo de alfarería mayor es el tinajero el que se mueve alrededor del cacharro durante<br />
los largos nueve meses que costaba su formación y secado. El ritmo de trabajo era muy<br />
desigual a lo largo del ciclo, ya que era preciso atemperarlo cada día a la climatología<br />
reinante.<br />
El enhorne y cocimiento de tinajas era el siguiente paso, introduciendo las tinajas en el<br />
horno con el máximo aprovechamiento del espacio para reunir en torno a las 3.500 a 4.000<br />
arrobas.<br />
El horno cargado se encendía con las primeras luces del día siguiente, primero a fuego<br />
tenue para templar y duraba hasta la media noche, y después a fuego intenso para caldear<br />
que se prolongaba hasta la noche siguiente, llegando al punto exacto de cocción de la tinaja,<br />
que el tinajero captaba con gran tino y precisión.<br />
Una vez enfriado en horno se sacaban las tinajas y se revestían interiormente con una ligera<br />
capa de pez. Las tinajas rotas en el proceso se aprovechaban para pavimentar patios y<br />
aceras. En las tinajas cura el vino con rapidez y se conserva puro y chispeante, y el aceite<br />
coge una transparencia cristalina. En el interior de las tinajas no se pudren las patatas, los
garbanzos aguantan años enteros sin perder la piel, se concentra la sustancia del jamón, y el<br />
trigo y la cebada rechazan la presencia del gorgojo.<br />
La tinaja tradicional era la panzuda o cónica, sin embargo, después de la Guerra Civil, con<br />
el fin de aprovechar espacio y tener más capacidad de almacenamiento en las bodegas, se<br />
comenzó a hacer la cilíndrica y otro tipo que llamaban guareña, parecida a la cilíndrica<br />
pero con el culo cóncavo, para darle mayor resistencia.<br />
Hasta los años 60 funcionaron los hornos, teniendo a su vecino Chinchón entre sus buenos<br />
clientes. Una de estas famosas y enormes tinajas de Colmenar de Oreja presidió el Pabellón<br />
de Madrid en la Expo-92 de Sevilla, al igual que la tinaja que decora los jardines de la Casa<br />
del Príncipe de Asturias y que fue un regalo del Ayuntamiento de Colmenar de Oreja con<br />
motivo de su boda con Doña Letizia Ortiz Rocasolano. En la plaza que acompaña la tinaja<br />
se puede leer:<br />
“Las tinajas conservan el equilibrio perfecto, ya que la arcilla ha sido distribuida en ellas de<br />
forma exacta”. “En su formación se emplean nueve meses, el mismo tiempo que un niño en<br />
el vientre de su madre” 22 de mayo de 2004.<br />
EL ESPARTO<br />
El trabajo del esparto más que una profesión en sí era una habilidad común a los habitantes<br />
del pueblo. Era normal ver en los años 50 y 60 a jubilados o ancianos charlando a las<br />
puertas de sus casas o paseando con un manojo de esparto bajo el brazo haciendo miñuelo.<br />
En todas partes del pueblo se trabajaba el esparto, pero era en el barrio que todavía lleva su<br />
nombre, el Barrio de la Espartería, en donde se concentraba la máxima actividad, que en el<br />
año 1751 llegan a contabilizarse 108 fabricantes, cuya producción venían a comprar de toda<br />
la Castilla.<br />
El lugar natural de trabajo era la calle. En cualquier época del año las calles del Barrio<br />
Descaderado presentaban una actividad y ocupación totales. Tejían serones para llevar la<br />
carga en las caballerías, aguaderas para transportar cántaros de agua, valeos con los que<br />
recoger los excrementos de las caballerías, pitas para atar los melones, cinchas para la<br />
caballería, esteras o alfombras, ramales, sogas, maromas y múltiples utilidades necesarias<br />
en la época.<br />
La materia prima se recogía en los alrededores de Colmenar, donde crecía naturalmente la<br />
atocha y el albardín, que crecían más cuanto más se cogían. La maceración era el paso<br />
siguiente, poniendo el remojo el esparto durante 21 días, transcurridos los cuales se<br />
golpeaban con una maza de madera hasta que tenían la suavidad requerida para su<br />
cometido: miñuelo o albardín. Después llegaba el tejido de las pleitas que viene a ser la<br />
columna vertebral del trabajo, de 14 - 25 o 28 ramales, según para lo que se fuera a<br />
emplear.<br />
Tiempos atrás el esparto en rama de esta zona era tan deseado que S.M. Carlos IV hubo de<br />
prohibir su extracción fuera del reino y la saca de libanés que se fabricaban, como se<br />
advierte en la Real Cédula de Octubre de 1790.
Colmenar de Oreja ya no cuenta con aquellos maestros artesanos de antaño que tejían con<br />
habilidad. Quién sabe si el día de mañana algún vecino se animará a retomar este trabajo<br />
tradicional. El esparto continúa creciendo de manera silvestre por el amplio término de<br />
Colmenar solo falta que alguien lo recoja y lo trabaje, para deleite de vecinos y visitantes.